Al menos después de haber pasado el altercado con Emily y George, los Peterson volvieron a la rutina, sus padres habían salido a un viaje de nuevo y lo bueno es que era por tiempo indefinido.
Para Benjamin era un alivio no tener a sus papás para sermonearlo o atormentarlo con sus ideas estúpidas de la homosexualidad y las responsabilidades que tenía con ellos.
Afortunadamente ese día no tuvieron clases y solo podría pensar en la academia de cocina y su trabajo, porque Ben trabajaba de mesero en un restaurante llamado "Light Blue" del cual el papá de Cinthya era dueño y por ser benévolo le dio el trabajo al amigo de su hija.
Para Ben tener un trabajo y que además el dinero que conseguía era gracias a su talento inspiraba en él un sentimiento de alegría que lo embargaba.
Porqué a pesar de ser un simple mesero el dueño del restaurante dejaba que cocinara a veces y los platos de Benjamin eran exquisitos.
No era de extrañarse que se le viera una que otra vez ayudando al chef en la preparación de alimentos.
Así que mientras esperaba para ir a trabajar decidió tomar tiempo para distraerse y lo único que lo distraía en esos momentos era la lectura, era un amante de las letras, en especial de las obras clásicas y algo del género juvenil actual.
Llegó a la puerta del instituto y se encontró con sus dos hermanos y sus respectivas parejas porque recién se había enterado que Steve e Lizzy ya que eran novios, Charles ya iba con él en la camioneta, pitó la bocina y eso bastó para que los dos se despidieran de la compañía que ambos tenían y se dirigieran al auto.
—Hola hermano mayor —saludó Lizzy.
—Hola par de traviesos, imagínense si Emily o George los vieran, creo que les daría un infarto a los dos.
A ellos no les gustaba llamarlos mamá o papá por el simple hecho de que no estaban acostumbrados y si lo hacían era cuando era necesario.
— ¿Qué cocinaste hoy? —preguntó el rubio.
—No tenía ganas de cocinar así que compré una pizza, espero no se enojen.
—Contigo no podríamos enojarnos, eres demasiado bueno hermano, y no dudes ni por un segundo que no te queremos porque no es así, podré no ser tu hermano de sangre, pero te considero como uno y eso basta para mí.
Las palabras de Andy eran muy reconfortantes para el pelinegro que le agradeció con una auténtica sonrisa al estilo Ben Peterson.
Al llegar a casa se bajaron y ya llevaban la pizza con ellos, la pidieron de cuatro sabores diferentes.
Hacia las cinco de la tarde Ben se preparaba para ir al trabajo, su uniforme consistía en un pantalón de tela, camisa blanca, chaleco y zapatos negros.
Algo incómodo para el chico pues estaba acostumbrado a vestir más informal.
Bajó al vestíbulo y se despidió de sus hermanos quienes veían una película en la sala acompañados de palomitas.
Ellos bien podían invitar a sus parejas, pero el caso era que Steve y Diane también trabajan en el mismo restaurante que Ben.
Salió y caminó hasta llegar a su lugar de trabajo, se encontró a Cinthya con la zanahoria que así le gustaba llamar a Diane por el color rojizo/naranja de su cabello y Steve, los tres platicaban tranquilamente antes de abrir el restaurante.
—Hola chicos, que gusto verlos.
—Igualmente Ben —le respondieron todos a coro.
Comenzaron a hablar de trivialidades, más bien los tres exceptuando al ojiazul, pues prefería escuchar la conversación y no opinar.
Al rato el padre de Cinthya llegó y se aproximó directamente a Ben.
–Muchacho quiero que por favor cocines, Richard el Chef no podrá venir porque le surgió un problema familiar y espero que tú aceptes.
El pelinegro estaba feliz pues no eran comunes las veces en las que podía fungir como el chef principal del restaurante. Y con un movimiento de cabeza aceptó.
— ¡Daniel, vamos! —y aquí se encontraba, siendo asediado por sus amigos, eran ya las cinco de la tarde y estaba increíblemente cansado.
—Blake, fui a recorrer Brooklyn y Nueva York para conocer un poco más, ¡estoy cansadoooooo! —protestó el de ojos gatunos.
—Exactamente por lo mismo, no nos llevaste y es propio que vengas con nosotros para compensar tu falta —bueno su amiga tenía un punto.
—Está bien, pero...¿Por qué me avisan desde ahora? —preguntó.
—Porque sé que tú te tardas mucho en arreglarte, no creo que el tiempo te alcance Sanders.
—Tienes razón, iré a honrar a ese restaurante con mi majestuosa presencia.
—Lo diva no se te baja —reprochó Derek.
—Así es.
Y dicho eso los dos se retiraron del departamento nos sin antes avisarle que pasarían a las siete y media por él.
En efecto Blake tenía razón, Daniel Sanders se tardó cuarenta y cinco minutos en bañarse, se puso unos pantalones entubados color fucsia, una camisa turquesa, una bufanda lila con pequeños brillos en él, unos mocasines rosa pálido, una gabardina azul rey y algo/mucho de purpurina morada en el cabello, además de delinearse los ojos con lápiz azul eléctrico, aplicarse sombra celeste en los párpados y finalmente brillo labial rosa.
Todo Daniel anunciaba elegancia, junto con su piel morena y ojos dorados-verdosos.
Para cuando se terminó de arreglar ya eran las siete y cuarto.
Bajó hacia la salida del edificio y esperó a que sus dos amigos llegarán, lo que ocurrió después de cinco minutos de esperar pues apareció el auto gris de la pareja.
—Vamos Daniel, súbete —obedeció y se ubicó en la parte de atrás del auto.
Viajaron alrededor de veinte minutos y llegaron al restaurante "Light Blue", era un lugar elegante y muy bien ubicado y acogedor, al entrar una chica de cabello rubio que se hacía llamar Cinthya los condujo a una mesa amplia.
Debía admitir que la decoración del lugar era impecable, las copas era de cristal fino, el mantel de la mesa era de color corinto con detalles en dorado y blanco.
Al momento un chico de lentes llegó a tomarles la orden.
–Buenas noches, sean bienvenidos al restaurante Light Blue, mi nombre es Steve y seré su mesero el día de hoy.
Después de leer la carta cada uno pidió su comida.
Blake y Derek pidieron salmón al vapor con ensalada de garbanzos y un aderezo de mostaza.
En cambio Daniel pidió pollo a la parrilla, con vegetales asados y pasta con pequeños camarones.
Ordenaron también un vino francés y algunos canapés.
Al poco rato les llevaron sus pedidos y gustosos comenzaron a degustar los platillos, Daniel probó un poco de pollo...Y juró tocar el cielo, podía sentir lo agridulce del pollo y el leve toque de limón y vino tinto que aumentaban el sabor, no supo cómo terminó de comer pero sí sabía que era lo más delicioso que había probado nunca.
Igualmente sus acompañantes no dejaban de elogiar la comida y al pedir la cuenta pidieron hablar con el chef.
— ¡Hey Samuel! –llamó Daniel.
El chico llegó presuroso.
– ¿Si?
—Podrías decirle al chef que deseamos conocer al creador de tan celestial obra de arte.
Steve se quedó estático, nunca en la historia del restaurante le habían pedido semejante cosa y más cuando el chef había sido su casi cuñado.
–Eeh, bueno enseguida lo llamó.
*****
Benjamin se encontraba atareado con tantas órdenes y hasta las nueve pudo descansar un poco, así que preparó unos bocadillos para que sus amigos comieran entre orden y orden.
Al cabo de un rato Diane, Cinthya y él estaban descansando, Steve era el único ocupado pues los clientes de su mesa aún no se habían ido.
—Y dime Diane, ¿cómo vas con Andy? —preguntó Cinthya a la chica de cabello rojo.
—Pues, asumo que bien, aunque claro Andy no lo demuestra mucho pero sé que me quiere —lo último lo dijo con algo de inseguridad y ahí es cuando Ben decidió intervenir.
—Andy te quiere Diane, a veces puede ser un poco retraído, pero créeme, soy su hermano y está más que encantado de ser tu novio y más aún que tú lo quieras así como lo haces, debes comprender que su vida no ha sido muy fácil debido a sus pérdidas pero para eso es que estás en su vida, para ayudarlo a ser feliz, y me consta que lo haces.
Cuando quería podía llegar a ser muy agradable, Ben no hablaba mucho pero cuando la hacía sabía que decir exactamente para hacerte sentir bien.
Diane le dedicó una sonrisa sincera y le iba a dar las gracias pero algo la detuvo
— ¡Ben! —Steve lo llamó desesperado.
Se levantó y fue en su busca para saber que le estaba pasando.
—Calma Steve, ¿qué te pasa? —preguntó.
–Los clientes de la mesa siete quieren hablar con el chef, y ese eres tú.
— ¿Qué? - Ben no se lo creía, ¿quién querría conocerlo?
—Lo que oíste, el comensal dijo que quería conocer al creador de tan celestial obra de arte.
—Bien...esto es extraño –—Respiró profundo y salió con paso firme hacia la mesa mencionada.
Al llegar se topó con un hombre castaño que abrazaba a una chica de cabello rubio, casi blanco y al frente...Un hombre hermoso...Con brillos en el cabello y ojos cual gato, se quedó embobado un segundo viéndolo, pero reaccionó a tiempo y desvío la mirada.
—B-Buenas noches, ¿deseaban hablar conmigo?—preguntó.
—Así es —el de ojos gatunos hablaba y vaya que tenía una muy hermosa y linda voz, quedo aturdido al escucharla y solo atinó a callar.
Daniel no podía creer que ese joven haya sido quien cocinó tal exquisitez, sus ojos profundamente azules eran atrayentes y magnéticos, su cabello era n***o, la combinación favorita del moreno, el chico parecía nervioso, pero no podía apartar la vista de aquel ser tan angelical y apuesto.
—Queríamos felicitarlo por la deliciosa comida de esta noche, en verdad pocas veces gozamos de cosas simples como ir a un buen restaurante, y degustar algo cocinado por un maestro del arte culinario como lo es usted —dijo Blake.
—G-gracias, para mí es un honor saber que la comida ha sido de su agrado y esperamos que vuelvan pronto.
Ben trataba por todos los medios posibles de acabar con esa incómoda plática pues no era persona de muchas palabras y más al sentir la mirada del ojiverde sobre él.
—Estaremos encantados de volver, por cierto ellos son mis amigos: Derek y Blake, soy Daniel y espero verte de nuevo.
Benjamin asintió y con una queda reverencia se despidió no sin antes sonrojarse levemente por el guiño que le dio el tal Daniel.
Llegó a la cocina y trató de reponerse de los recientes sucesos, pero no tuvo mucho tiempo ya que sus compañeros lo fueron a asaltar con preguntas que no lograba entender.
—Chicos, ya cálmense, les prometo que después les cuento lo que pasó, pero ya es tarde y debo ir con mis hermanos, saben que no puedo descuidarlos.
—Está bien Ben, ve, nosotros cerraremos el restaurante y yo iré a dejar a los chicos a casa.
—Sólo por favor no le digan a Lizzy, en especial tú Steve, ella no se detendrá hasta saber el mínimo detalle de lo que acaba de pasar con esos clientes, querrá saber todo y ahora mismo ni yo estoy seguro de la que pasó.
—No te preocupes, esperaremos a que tú se los digas.
El chico asintió y salió, pero se dio cuenta que en la mesa número siete había una prenda, se acercó y la tomó, era una bufanda lila, la acercó a su nariz y sintió un leve olor a sándalo.
Inmediatamente supo que le pertenecía a ese chico...Daniel, una pequeña sonrisa se instaló en su rostro y en el fondo esperaba volver a verlo.