Capítulo 9. Ilusión efímera

1674 Words
Finalmente después de trabajar mucho en mis tareas, ponerme juicioso adelantando temas que tenía muy olvidados estoy empezando a ver los resultados en mis quices y tareas individuales, en las tareas de grupo afortunadamente siempre me va bien, la semana que entra son los exámenes parciales del segundo corte, necesito en casi todos una nota cercana a 4.0 para alcanzar a tener 3.0 en el promedio de la mayoría de las asignaturas, ya que mi primer corte fue realmente desastroso; de momento tengo que organizarme para realizar trabajos en grupo, realizar las guías y estudiar para los exámenes, quien haya dicho que las carreras técnicas son más sencillas que las profesionales no sabe de lo que habla, el lunes tengo parcial de cálculo integral, el martes de fundamentos de física, el miércoles de bases de electrónica y además toca presentar una investigación sobre la actitud ciudadana frente a las nuevas regulaciones ambientales clasificándola por estratos, la cual representa el examen de cultura ciudadana; el jueves tenemos examen de estructuras tecnológicas y hasta el viernes podemos darnos un descanso relativo, de manera que solo tenemos que asistir a las clases y luego volver a las casas de cada uno. Desafortunadamente con la cantidad de trabajo que tengo en el instituto estaba terminando tan alcanzado de tiempo que tuve que renunciar al empleo del mercado, de manera que estoy casi como cuando trabajaba en la bodega en la parte económica, pero con la diferencia que el cansancio ya no es sólo físico. Mi mamá no se preocupa porque dice que con su nuevo negocio completa casi otro sueldo de manera que estamos empezando a sentirnos más cómodos con los gastos y hasta estamos comprando carne para los almuerzos del fin de semana, ella está cada día más animada y siento que ha mejorado mucho su relación con la vecina, entre ellas dos tienen un negocio tan bueno que la miscelánea vive llenándose por reflejo del negocio de comidas rápidas, mi mamá me cuenta que entre ella y la señora Flor están hablando con la vecina para ampliar el negocio de alguna manera, pero a la señora Ingrid le da miedo y dice que ella sola no podría pagar el arriendo de la miscelánea, por lo tanto una solución posible es cambiar el negocio a un carrito con freidora incluida, lo que no solo les daría más comodidad, sino que además les permitiría desplazar el negocio sin tanto complique, ahora lo que surge es el dilema de donde parquear el carrito en las noches, y han estado hablando últimamente con el administrador del edificio para ver si les autoriza dejarlo en el lugar donde sería el parqueadero a cambio de un valor mensual para evitar conflictos con los demás vecinos, claro que no podría ser un valor muy alto, de lo contrario no sería rentable. Además de mi estudio y ex empleos, estoy charlando mucho con Camila, aún no me arriesgo a proponerle nada, pero me agrada mucho compartir el tiempo con ella, no tenemos nada en común fuera de estudiar en la misma institución académica, y aun así ella ha encontrado la manera de que compartamos varios momentos juntos, el sábado nos veremos y quedamos de ir a comprarle una empanada con jugo y postre a mi mamá, parece un plan muy poco romántico, pero la que lo propuso fue ella, he tenido también la oportunidad de conocer personalmente a su papá y a su mamá, también a sus hermanos que son todos menores que ella y han sido bastante amables, y aunque todo indicaría que ella quiere algo más, hasta ahora no puedo acelerarme a pensar que hay algo más, ya en otra ocasión estaba saliendo así con una compañera del instituto y cuando le insinué que quería algo con ella, sólo me regaño con lo siguiente: -        Mira Daniel, me caes muy bien y todo, pero no sé en qué momento te he dado razones para pensar que quiero algo contigo que no sea una amistad, yo sólo soy muy amable contigo y ya, no me comporto diferente contigo a como me comporto con las demás personas, ¿Queda claro? Recuerdo que no supe que más contestarle ese día, ya que después de andar para arriba y para abajo con ella, que nos vieran juntos en cada asignatura, salidas a desayunar, al almuerzo e incluso en las pocas salidas a charlar a un bar con una cerveza los viernes después de trabajos largos y dispendiosos, ella buscaba estar conmigo, me abrazaba y se reía de mis chistes, pero entonces no entendí que sucedió, después de todo eso y su discurso de que no me había dado “alas” simplemente se alejó, ya no trabajaba en el mismo equipo que yo ni volvimos a andar juntos, fue entonces cuando Camila empezó a buscarme más seguido incluso dentro del instituto, luego también cuando estábamos en el barrio sobre todo los fines de semana, ya que entre semana no nos quedaba tiempo sino apenas para respirar. El resto de la semana se fue relativamente rápido, sobre todo cuando me tocó ir a la casa de una compañera que vive mucho más al norte de donde vivo, pero en el costado oriental de la ciudad, lo que implicó una hora y media en un bus que me llevaba cerca de allá, como no conocía la zona, tuve que pedirles a mis compañeros que estuvieran pendientes de mí, lo que dio excusa para que me trataran de nuevo como niño chiquito, soy uno de los mayores de la clase, y sin embargo ahora nuevamente me llaman “El niño”, ese apodo me ha perseguido por mucho tiempo, y ahora me recuerda a Mariana, por cierto que la he visto por la calle, pero la he evitado y he evitado volver a la panadería para no sentir el dolor de ver su belleza y no poder tenerla. El sábado en la tarde, después de terminar algunas tareas llamo a Camila y quedamos de encontrarnos en la esquina del supermercado donde se ubica su papá a vender lotería, entonces cuando nos vemos me saluda supremamente cordial, hasta me da un abrazo, lo que hace que se me suba el calor a la cara, ya que su papá nos ve y siento una mirada inquisidora que pareciera decir: “Más te vale que te portes bien con mi hija”, sin embargo cuando Camila me suelta lo saludo de mano y aunque me aprieta bastante la mano, no quita su sonrisa de su rostro hasta que Camila nos separa en medio de una risotada. Ella siempre con su forma tan amable de tratar a la gente hace que los ánimos más tensionantes se relajen y todo parece como un cuento de los ositos cariñositos por unos instantes, no me puedo imaginar a Camila sacando un arcoíris de su panza, je je, pero como le tengo confianza le cuento mi idea de que la veo como un osito cariñosito y ella no para de reír. Caminamos un rato por diferentes zonas del barrio, alrededor de la glorieta que es a la vez un parque en el centro del barrio, y hablamos de los sueños de cada uno, luego sobre las cuatro de la tarde nos dirigimos a nuestro destino gastronómico, al llegar vemos que mi mamá, la señora Flor y la señora Ingrid están trabajando juiciosas, pero también un poco apretujadas, compramos una cosa de cada producto que venden para cada uno, para pasar un jugo de mora y finalizamos con un merengón para los dos, estuvo todo muy delicioso, pero definitivamente mi mamá tiene razón, es hora de ampliar, literal tienen la calle invadida de compradores, nos tocó hacer fila para cada cosa, y aunque nos da un tiempo para charlar adicional, es evidente que genera incomodidades con los vecinos que no están acostumbrados a tener tanta gente en su cuadra al respaldo de sus casas. Luego de despedirnos de mi mamá y sus amigas, vamos caminando de vuelta al puesto de trabajo de su papá, entonces en el camino veo que viene Mariana con sus amigas por la acera de enfrente, pretendo ignorarla pero es evidente que nos han visto, así que ella cruza  la calle, me puya con un dedo en el pecho mientras me grita: -        Así que por esto te perdiste, sabía yo que no eras de fiar, siempre diciendo mentiras, todo lo que dijiste fue solo para meterme en la cama ¿Verdad? -        Oye, no es lo que tú piensas, tú fuiste la que… -        Yo fui la que, ¿Qué?, ¿Vas a tratarme de loca y decirme que yo te dije que te alejaras? -        No estoy diciendo eso, pero si… -        Y todo para que te pudieras revolcar con esta. –Cuando dice eso empuja a Camila contra la pared- Claaaro, así te quería ver. Veo que cuando Camila se estrella contra la pared, se golpea en el hombro y el brazo derechos, lo veo en la mueca de dolor en su rostro, entonces me enojo mucho con Mariana y le contesto: -        Mira Mariana, te comportas, ella y yo solo somos amigos, y si tu querías algo conmigo no me hubieras dicho que solo éramos para el rato, te rogué e insistí que fueras mi novia y siempre te negaste, ahora no vas a venir a insultarme y de paso a ella que no tiene nada que ver. Cuando le dije esto, Mariana se queda muda, entonces empieza a respirar entrecortado, sus amigas la han rodeado, ella se tapa la cara con las manos y comienza a llorar, las amigas me miran con cara de asco y cuando me voy a dirigir a Camila, también me levanta una mano indicando que me detenga y no me acerque a ella. Mariana regresa a su acera y continua en la dirección en la que iba junto con sus amigas, Camila sigue su camino y yo me quedo donde estoy bajo la mirada acusadora de los vecinos que vieron el alboroto.    
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