Mudanza

1145 Words
Se movió perezosamente sintiendo como la luz de sol tocaba sus parpados cerrados. Buscó con ambas manos a su lado, pronto se dio cuenta que estaba sola. Se puso de colocándose la camiseta y los pantaloncillos. Si bien ella sabía que Ray al tener dinero todo el tiempo y vivir en uno de los apartamentos más costosos en los edificios reconocidos de la ciudad evidenciaba que no era un tipo con pocos recursos no llegó a imaginar que tuviera para sí mismo una inmensa mansión. Nunca lo creyó tan adinerado, aunque el Mustang deportivo en cierta manera lo legitimaba. Se movió por la inmensa habitación, mirando con atención hacia las ventanas. Notó que una tenía diferente el cerrojo al resto, movió la pequeña palanquilla notando que estaba de pie ante un balcón con una terraza amplia. Recostó ambos codos en la baranda de piedra, anonadada con la hermosa vista. La casa contaba con un patio inmenso en la parte trasera, el césped verde se abría paso hasta colindar con un profundo bosque. —¡Cariño, buenos días! Sintió manos tocarla y brazos enroscar su cintura, pronto plantarse un beso en la piel sensible del cuello. —¿Qué te parece? Es una hermosa vista, ¿cierto? —Sí, parece un castillo. Es mucho más grande que la casa donde crecí. —¿Entonces eso significa que te gusta? —Sí es preciosa, pero aún sigo creyendo que es muy grande para los dos. Cariñosamente ella tocó las manos de él que la aferraban con fuerza. —Piénsalo cariño, aquí nadie podría espiarnos y tendríamos la libertad de hacer muchas cosas. ¿No te gustaría mirar la luna así mientras repetimos lo de anoche? Ella sonrió recostando la espalda sobre el pecho de él, mientras las manos de él se alargaban a sus piernas. —Mmmm. Sabes, creo que pensándolo bien sería perfecto. —Más que perfecto cariño. Los besos de él la recorrieron por el cuello hasta llegar a los hombros. Pero a ella le asaltó la duda. Era una casa demasiado grande como para que sólo los dos se hicieran cargo de ella. —Amor, ¿estaremos los dos solamente? —Por la noche tal vez sí. Pero en el día estará Ignacia. La ama de llaves de mi padre, quien seguramente vendrá con algunas muchachas de la servidumbre. No creo que quieras hacerte cargo de la limpieza de esta casa. Ella sonrió. —Tienes razón, no me gustaría. Bueno, ¿ellas están aquí? —No, cariño. Vendrían hasta después de la boda, pero si te decides y te quedas a vivir conmigo, Ignacia vendría mañana mismo. ¿Quieres que le avise? Angie sonrió ampliamente, acariciándole el rostro. Ray tenía reclinada la barbilla sobre sus hombros. —Creo que me gustaría que viniera por la tarde. ¿Me acompañas a traer algunas cosas a casa? —Claro cariño, pero antes que te parece si me das los buenos días… Angie se dio media vuelta mientras él rápidamente se deshacía de sus ropas. Volvieron al interior de la habitación, y luego de un rato de calor intenso ambos tomaron un baño y se dirigieron a la ciudad. Cuarenta y cinco minutos después Angie desayunaba en su casa con Ray. Amalia, la ayudó a empacar algunas cosas, mientras Ray esperaba en la sala. —Angie, te estás apresurando. Se volvió a Amalia, respirando hondo. —Ya acepté casarme con él. Viviremos juntos hasta la boda… —Se supone que el cometido es casarse para vivir juntos Angie. Si lo haces antes, ¿qué sentido tendría? —Amalia sé que eres una mujer tradicionalista, pero… —No, señorita Angie. Es sentido común. Faltan dos meses para la boda, si pasan tantas cosas en un sólo día, imagine cuanto ocurrirá en dos meses. Además, ese jovencito se dedica a estar de fiesta en fiesta, jamás lo he visto trabajar o preocuparse por eso. Y no crea que no me he dado cuenta que muchas veces no ha venido a dormir. ¿Qué pasará cuando se requiera más responsabilidad por parte de él? No sé si conoce a su familia, quien mantendrá los gastos si tendrán hijos. Angie, el matrimonio no es una diversión como estoy segura que cree. Angie tragó saliva, meditando cada palabra. —Ayer me llevó a la casa que será para los dos luego de casarnos. —¿Y le preguntaste si es suya? —Sinceramente yo… —Seguramente ha de ser de sus padres, ¿no es cierto? ¿Se quedó a dormir en casa de sus padres? Que hombre que la estime permitiría que sus padres la puedan juzgarán así. Es triste Angie que su madre, esté tan desorientada como usted. —Amalia, tarde o temprano tendré que formar mi propia familia. —Cierto. ¿Y está segura que es eso lo que él quiere? ¿O será que quiere asegurar que su futuro sea ser su niñera? Se nota que busca una madre a toda costa. Además, se la pasa hablando por teléfono casi siempre. Angie cuanto más maduro sea un hombre, mejor será la relación en pareja. ¿No ha pensado que aceptará estar con él para toda la vida? Las heridas en el corazón, siempre duelen incluso cuando sanan. No me parece lo que hace señorita Angie, pero en algo tienes razón ya está grandecita. A toda prisa ella buscó la maleta para meter varias cosas. Angie se acercó a ella, acariciando su espalda. —Amalia… Sus ojos negros se fijaron en ella, mientras se notaba que gruesas lágrimas ya rodaban por su piel morena. —No estés triste… —No estoy triste, señorita Angie. Me lastima no poder evitar lo que está por cometer. Aquí tiene lo necesario, pero ni modo. Descubra si eso es lo que realmente la hará feliz. La abrazó con ternura entregándole la maleta. Angie respiró hondo, sin querer soltarla. Cierta parte de sí sabía que Amalia tenía razón. Pero pese a lo que sentía no quería dejar a Raymond. —Su madre está un poco triste, pero cree que ya es momento que tomes sus propias decisiones de igual manera en dos meses será una mujer casada. Le deseo lo mejor. Amalia dejó la habitación. Angie sujetó la pesada maleta hasta bajarla de las gradas. Ray al verla la ayudó con el equipaje. Rápidamente subió todo al coche. —¿Quieres volver a la casa? —Preguntó él al verla pensativa y con la mirada perdida, ya acomodada en el asiento del copiloto. —Ray, ¿no crees que sería mejor quedarnos en tu apartamento? —Devolví las llaves ayer por la tarde. —Me parece que la casa es muy grande para los dos. —Bueno, quizá un poco. ¿Nos vamos? Angie respiró hondo. Sin saber de corazón si hacía lo correcto. Ray encendió el motor, pronto iban rumbo a la carretera.
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