Angie respiró hondo, comprendiendo que quizá él ya se dirigía a la mansión. Pronto estarían juntos ya no dormiría sola, ni tendría más temor. Sin embargo, pensar en él como su esposo le producía cierta intranquilidad. ¿Qué tal si luego él volvía a irse indefinidamente? ¿Qué pasaría cuando tuvieran hijos? «Siempre sola.» La respuesta no le gustó para nada. Pero así en medio de esos pensamientos calamitosos, volvió a recordar la mirada enigmática del señor Farid. Y todo instantáneamente se iluminó causándole una inesperada confusión en su interior. ¿Por qué le había pedido al señor Farid quedarse? Ella sabía que si Raymond volvía ella no podría conversar con él, especialmente porque Raymond y el señor Farid no se llevaban bien. «¿Qué tal si los ayudo para que se lleven bien? » Se imag

