Los días pasaron y Anna ya podía caminar mejor por la casa, a paso lento, pero caminaba y eso era lo importante. Bajó la escalera muy temprano en la mañana y se encontró a Calvin en la cocina bebiendo café. Didier había salido hacía unos minutos hacia una reunión importante por lo que no se encontraba. El castaño se quedó congelado mirando a la mujer que bajaba muy despacio las escaleras. Ella sentía su corazón a punto de explotar. Calvin, estaba allí, tan hermoso, tan perfecto. Una vez que llegó al lado del castaño sonrió afectada, siempre que lo veía no podía evitar sentir que lo traicionaba, que estaba engañándolo aunque no había nada entre ellos, o por lo menos nada explícito. Calvin la miraba aliviado de verla mejor, no sabía demasiado de ella salvo por lo que los pequeños le contaban

