Capítulo 3

949 Words
Jasón. Casi toda la noche he estado inquieto porque da la casualidad que la habitación de Ekatenina ha estado iluminada, para unos eso es normal, pero para mi no lo es, tengo muchos años de vigilar esa habitación y siempre a esta hora ella esta dormida. Tengo un mal presentimiento, hasta he llamado a mis padres para comentarle lo que mi corazón siente, ellos me dicen que soy un dramático, que todo puede suceder, pero menos lo que mi mente oscura piensa. ¿Será que está con alguien? No lo creo, ella no estaría con nadie, primero tendría el valor de decírmelo, ya que somos amigos… Siendo realista todo eso pasará cuando me le declare, sí. ¿Quién no estaría enamorado de ella? He estado enamorado de esa chaparra desde que la conocí, pero no me he atrevido hacer nada porque mi madre me lo ha prohibido, me advirtió que ella no es cualquier chica con la que puedo andar y lastimar. Me siento entre la espada y la pared porque siempre tengo ganas de acercarme a ella y decirle al oído lo guapa que se ve todos los días que sale de su casa camino a su trabajo o de que no me importa verle ese rostro cansado cuando sale de su trabajo. Uno que otro día ella entra a mi habitación sin importarle si estoy con alguien o solo, su atrevimiento me encanta, hasta puedo decir que no me molestaría si un día de esos me vea en paños menores. Ella es la mujer que deseo tener en la cama y de tener una relación seria. Siempre me digo a mi mismo que todo esto no es una obsesión, ya que conozco cada detalle de ella, no hay necesidad conocer su cuerpo desnudo para conocerla, suficiente conocer cuál es su alimento favorito, cuál es el lugar que ella desea visitar o de todo lo que quiere tener, esos sueños que anhela cumplir. ¡Puedo jurar que nadie la conoce como la conozco yo! No solo soy un confidente y menos soy la persona que está ahí cuando más lo necesita, no… La chaparra me ha dado la oportunidad de estar en las buenas y en las malas con ella. Una y mil veces le digo a mis padres que ya es demasiado castigo, no es justo que ellos me digan con quien debo estar… Hasta le he pedido a mi padre que ayude a la chaparra con un trabajo, es que no me gusta que siga yendo a esa maldita casa, por todo lo que escucho se están aprovechando de ella, soy consciente que no lo deja porque no hay otro, pero todo cambiaria si mi padre decide darle un trabajo en su empresa. ¡Al diablo! Me levanto de la cama, decido averiguar que es lo que sucede en esa casa. Toda la noche vigilando y parte de la mañana, sé que está ahí porque no ha salido de su casa, eso es aún más raro porque ella no pierde ni un día de trabajo porque sabe que es un rublo menos. ¿Estará enferma? Soy un completo idiota, lo más seguro es que ella necesite de mí, ¡al diablo todo el mundo! No me perdonaré si le sucede algo que pude evitar. No le ofrezco dinero porque eso sería una ofensa para ella, pero ganas no me faltan. —¿Me puedes decir a donde te diriges? —y mi madre se atraviesa en mi camino—, no te atrevas ir a esa casa, sé lo que piensas, pero no te dejaré. ¿Qué? No puede ser todo lo que estoy escuchando de parte de mi madre, no se supone que ese par de mujeres son sus amigas, ahora siento que todo fue solo un espejo. No, no aceptaré eso, mi madre no es como los demás vecinos que se las dan porque tienen más dinero que el otro. —Ella no ha salido, te has puesto a pensar que tanto como ella o su abue deben estar necesitando de nosotros —me cruzo de brazos, penetrando la mirada seria hacia los suyos—, no sé lo que sucede y sino voy yo, nadie ira—enfatizo la última palabra—. Madre, ella me interesa y no me importa lo que tú o mi padre piensen, no… Jamás en mi vida había enfrentado así a mi madre, siempre he bajado la cabeza por respeto, pero esta vez no quiero bajar la cabeza y menos dar media vuelta porque eso seria darle la espalda a mi chaparra. Ella me necesita ahora, lo presiento y eso es lo que no quiere entender mi madre. —Nooo… Hay un hombre rondando la casa, no puedes salir sin antes llamar a la policía, si hijo, tienes razón, pero nosotros nada podemos hacer —mi alma abandona mi cuerpo entero, ¿qué es lo que está diciendo? —, lo siento mi niño, pero tienes que entendernos que te estamos protegiendo de cualquier peligro—grita, se suelta a llorar, sus manos empiezan a temblar y yo me quedo como piedra—. Deja que tu padre se encargue, por favor. ¡No puede ser! Lo sabía y… De repente siento que me falta el aire, un silbido fino se hace presente en mis zonas auditiva. —No, lo siento mucho, madre, pero no me quedaré aquí —sin poder evitarlo suelto una sonrisa falsa—, no me perdonaré si le llega a suceder algo, tienen que entender de una vez que ella me interesa y que quiero que esté bien, nuevamente lo siento madre, pero esta vez no te obedeceré, ¡ella me necesita!
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