Verdades dolorosas

3642 Words
{Mila} El atardecer se veía majestuoso desde el mirador Dona Marta. Adoraba pasar los momentos que me permitía el trabajo y la escuela de mi hija para poner mi cabeza en orden desde este lugar. La vista era inmejorable, vislumbrando el Pão de Açúcar sumergirse en en un completo naranja por la caída del Sol. Había pasado una semana desde la inauguración de Quimera, semana que me tenia mas que complacida por la nueva clientela que había comenzado a ir, aumentando considerablemente mi patrimonio. Desde la noche que volví a bailar, los clientes que se presentaron habían quedado alucinados con los servicios que habían utilizado aquella noche. Decidí contratar bailarinas para darle el toque que le faltaba al club, con la posibilidad que si ellas deseaban podían permitirse ciertas cosas con los clientes, claro que todo era consensuado. Debía admitir que desde Olimpo, no deseaba reclutar mujeres para trabajar en contra de su voluntad o adquirir ciertas agencias donde sabia que las mujeres que me ofrecían, eran extranjeras que habían sido engañadas para luego ser vendidas al mejor postor. Mi oferta era sin tapujos. Trabajar en Quimera requería ciertos gustos en cuanto a todo lo que ofrecía, por lo que no me podía dar el lujo de echarlo a perder manchando mi nombre con clandestinidades. La siguiente mañana luego de echarlo a perder con mis tonterías, había recibido en mi correo privado una petición para reunirme con el señor Valentino, reunión que decline al saber los motivos. No iba a ceder parte de mis acciones, el negocio era por completo mío y no necesitaba de ningún intermediario para llevarlo mas alto de lo que estaba. Me había enojado las clausulas que me ofrecía sin recibir mi respuesta. A pesar de su personalidad, el señor Almeida era un hombre que iba al grano y me lo había dejado claro con su jugosa propuesta, mas no cedí ante sus propuestas para mejorar el lugar. Estaba conforme con los resultados obtenidos hasta el momento. En ningún momento necesite de ayuda para hacerlo conocer, menos ahora que se encontraba en la cúspide de Rio. Acomode mi top deportivo y analice detenidamente el reloj que indicaba cuanto había corrido. Me encontraba todavía jadeando por el esfuerzo, pero sonriendo por la adrenalina que me provocaba ver los resultados de mi esfuerzo. Di por finalizada mi rutina y saque la botella de agua de mi pequeña mochila, cuando sentí vibrar mi móvil indicando una nueva llamada. — Volkova — atendí sin ver el destinatario. — Es de mala educación declinar una petición, cuando ambos sabemos que es en mutuo beneficio — su acento italiano todavía me dejaba completamente muda. Quite el teléfono de mi oreja y mire el numero privado. — Señor Almeida, lo que si es de mala educación es traspasar la vida privada de una persona — aclare y tome un sorbo de agua — este numero es de uso personal. — Lo se — afirmo y chasquee la lengua, disgustada, observando el cielo. — Ya que se tomo la molestia en marcar mi numero, dígame el motivo de su llamado — no pude evitar sisear mientras me tomaba el puente de la nariz. — La cita fiscal Volkova, necesito verla para comentarle la propuesta ¿Recuerda? se lo comento mi secretaria en el e-mail — blanquee los ojos por su prepotencia al hablar y me apoye en la muralla, mirando el mar. — Creo haber sido mas que clara, señor Almeida pero por si no le quedo claro o quizás mi portugués aun es básico. Se lo digo en italiano para que comprenda mejor — quite mi teléfono y lo acerque a mi boca — Non sono interessato ¿capisce? Volví a colocar el móvil en mi oído y lo escuche reír abiertamente. — No suelo darme por vencido tan fácilmente ¿Lo sabe Mia? — sentí en su voz cierto tono de desafío, además de dejar de lado la formalidad. Amaba los retos. — No me interesa lo perseverante que sea, Valentino — murmure cuando varias personas se acercaron y me moví un poco para poder hablar mas abiertamente — Mi respuesta es irrevocable. Ahórrese la molestia e invierta su dinero en otro rubro. Lo ultimo que escuche antes de cortar fue su risa nuevamente. Me había dado cuenta desde el momento que lo conocí, que no era un hombre que se iba por las ramas, por lo que que necesitaba andar con pies de plomo a su alrededor si lo quería mantener al margen de mi vida. Camine hacia la salida, saludando a los vigilantes del lugar con un breve asentimiento y baje hacia mi auto para ir a la fiscalía. Gracias a Dios, no me tomo mas de cuarenta minutos llegar e ir directo al baño de mi despacho a cambiarme para seguir con la jornada, hasta ir a buscar a Lexi. Había decidido ir por ella desde el momento que Flor me comento lo extraña que la notaba cuando salía del colegio. Me había dado cuenta de lo diferente que se comportaba, las respuestas que me daba y sin pensarlo, decidí tomar cartas en el asunto y acortar mi jornada laboral para luego seguirla en mi hogar. Los casos que tenia pendiente no eran tan complejos como los que había cerrado hace poco, por lo que me permitía estar un poco mas holgada y dedicarme de lleno a mi hija. — Señora Volkova — aparte la vista de las fotografías que mostraban el cuerpo de una victima producto de un tiroteo en la Rocinha y fije la mirada en Manoel que traía una pila de carpetas y un vaso de café en la otra. Tendí la mano cuando me ofreció la taza humeante y me acomode en mi sillón, quitando los lentes. — Gracias — solté un pequeño gemido al sentir la deliciosa cafeína en mi boca — dime que te trae por qui. Sonreí internamente al verlo totalmente ruborizado por mi expresión. — N-necesito que me firme estos documentos para derivar las causas a los abogados correspondientes para dar comienzo a los juicios, señora. Acomode el pantalón de vestir perfectamente ajustado a mi cuerpo y me pare. Cada vez que Manoel se acercaba a mi, me entraban ganas de jugar un poco. Era el típico hombre que se dejaba dominar con facilidad, lo notaba en su forma de temblar cuando tenia cerca. Me acerque sin titubear y aspire el delicioso perfume que lo envolvía. Luego de la fatídica noche en donde me desmorone, mi cabeza hizo un clic en donde encerré todo los recuerdos dolorosos, para dar por finalizada esa etapa en donde Mia era una marioneta manejada por sus debilidades y traje a la vida una vez a la Mila fuerte, soberbia, con ambiciones y sin escrúpulos. Estaba harta de ser una mujer sin voluntad, un alma en pena pululando sin dirección. La nueva Mia Volkova era imponente, decidida a comerse nuevamente el mundo, tenia los recursos, el cuerpo y las ganas .. por lo que era inevitable que comenzara a suceder. Y hoy se me antojaba comerme a Manoel. Su personalidad me había atraído desde que trabajábamos a la par como asistentes de fiscalía. Cada mirada, cada palabra que me dedicaba siempre iba cargado con algo mas que respeto ... ¿Admiración? no lo se, el caso es que desde que lo conozco siempre se dedico a lamer el piso que recorría y era momento de retribuírselo aun que sea con algo insignificante. — Siempre tan amable — acaricie brevemente su hombro y lo note temblar ante mi contacto. Mordí mi labio — no me equivoque al solicitarte como mi ayudante. Ante mi toque, decidió elevar su mirada y sostenerla, reptando desde mis orbes azules, hasta mis labios. Era momento de ponerlo a prueba. — Ojos al piso, Manoel. No me gusta que me miren de esa manera, respétame — al instante que emití la primera palabra, su cabeza bajo como si llevara un resorte y aplaudí en mi interior al no haber perdido el olfato. Me aleje de su espacio y recorrí el despacho, acercándome a la pared de vidrio que dejaba entrever todo lo que sucedía. Eleve la mano y con un solo toque al costado, la habitación quedo cubierta por un cortinado rosa palo, dejando el lugar en penumbra. Sentí una exhalación de su parte al verse acorralado y no pude evitar comprar a un pequeña gacela asustada ante una leona hambrienta. Su cuerpo había comenzado a temblar furiosamente al ver mis pies acercándose a los suyos. Había apoyado sus manos en mi escritorio, queriendo aparentar estabilidad, pero sus nudillos casi transparentes me daban la pauta que no lo estaba pasando tan bien como yo. Al tenerlo nuevamente cerca, acerque mis labios a su oído y aspire nuevamente su perfume. — Tranquilo, no te voy a comer — susurre al tiempo que apoyaba mis manos en sus hombros trabajados y le di un pequeño apretón — ... aun. Jadeo cuando le di un pequeño mordisco en su lóbulo derecho y dio un respingo cuando baje mis manos hacia su pecho. Siempre me gusto apreciar un buen cuerpo y definitivamente, Manoel, lo tenia bastante bien formado. Me permití explorar cuanto mis manos traviesas quisieron y el sin oponerse accedió a mis descaradas caricias. — Me sorprende que con lo dedicado que eres al trabajo, puedes encontrar tiempo para ejercitarte — murmure cerca de su cuello e hinque brevemente los dientes sobre su piel. Sentí una mano posarse sobre mi cintura y negué tomando su barbilla para que me mire — Así como no quiero que me mires, tampoco se te tiene permitido tocarme, se buen chico y quita tus manos. Te diré cuando necesite ser tocada. Mordió su labio inferior y asintió para posar las manos nuevamente sobre el escritorio. Volví a atacar su cuello con mayor vehemencia, saboreando la colonia que me había adormecido los sentidos. Mis manos bajaron por su cuerpo, siguiendo los botones de su ajustada camisa hasta llegar a la parte que mas me gustaba palpar. Moje mis labios cuando lo sentí duro en mis manos y apreté con fuerza, haciéndolo maldecir. La boca se me hizo agua cuando imagine el tamaño completo y quise desabrochar su pantalón de vestir cuando su mano me lo impidió. Confundida, busque su mirada y al ver sus pupilas dilatadas, dude en lo que pasaba. — No lo haga — gimió cuando volví a apretarlo — Si me toca sin ninguna barrera no creo aguantar, señora. Señora. Como me gustaba que me llamen así. Asentí aprobando lo que decía y tome su barbilla cuando hundió su rostro, avergonzado. — Descuida — asegure y sonreí sin mostrar los dientes — ¿Qué te parece si me muestras lo que esa linda boca puede hacer con la mía? No termine de formular la pregunta, cuando sus labios se estrellaron con los míos, comiendo mi boca. Abrí los ojos por el excelente beso que estaba recibiendo y sin dejarme amedrentar se lo devolví con el mismo ahínco. Envolví su lengua con la mía mientras tomaba las solapas de su camisa, acercando mas su cuerpo al mío. Le permití esta vez tocarme como tanto quería hacer. Me deje llevar por el grandioso beso que estaba teniendo. Subió mi pierna a su costado y acarició mi culo con fuerza, tanteando mi ropa interior sobre mi pantalón. Jadee al comprobar lo experto que era con lo que hacia y me deje hacer lo que quisiera hasta volver a tener el control sobre la situación. — No se da una idea de lo mucho que deseaba este momento — comentó agitado sobre mis labios. Delinee su boca con mi lengua, sin decir nada y volví al ataque cuando sentí de golpe la puerta ser abierta. — Mía, tengo lo que te prometí — Florencia entro sin golpear y cuando vio la situación frente a ella, freno de golpe con la boca abierta. Retire de golpe la pierna y me aleje de mi secretario para limpiar mi boca y mirar a otro lado. La situación en si era graciosa, mas cuando sin querer mi vista se topo con la de Manoel y lo vi a punto de tener un ataque cerebro vascular. Mi amiga elevo las cejas y no dijo nada cuando de repente el bombón que estuve a punto de comerme se puso rígido y como si fuera una bala, salió disparado con la cabeza casi metida entre sus piernas, susurrando una disculpa. Flor cerro la puerta apenas estuvimos solas y cuando se volteo a verme, no pude evitar contagiarme de su carcajada. — ¿Con Manoel?¿En serio? — negó sin voz por la risa — eres una zorra, Mila. Acompañe sus burlas con un encogimiento de hombros y me dispuse a acomodar mi ropa. — Toca la puerta la próxima vez, estúpida. Podríamos haber estado en el mejor momento y tu te lo hubieras arruinado. Negó divertida y apoyo una pequeña carpeta en mi escritorio. — No seas boluda — ese acento argentino que adquiría cuando maldecía, me encantaba — si hubiera escuchado los gemidos, hubiera entrado igual y de paso los filmaba. Llegue a golpear su brazo y cuando la vi enseriarse, tome asiento del otro lado del escritorio. — ¿A que viene esta maravillosa visita? — la vi mirar los papeles y cuando vi el rotulo en la carpeta, mi humor se hundió junto con mi cuerpo. Aleksander Ivanov. No dije nada, mi cara lo decía todo. Su semblante cambio junto con el mío y la vi tomar los papeles, ponerlos en su regazo y alcanzar mi mano para acariciarla. — Mandé a un investigar sobre su vida y no me atreví a leerlo sola cuando me lo entregaron esta mañana, por eso estoy aquí. Asentí y me acomode en mi asiento, tomando los lentes por si quería que los lea yo, pero al ver como ella comenzaba hablar, los saque y los tire sobre la mesa. — Aleksander Ivanov, nació el 28 de Abril de 1985. Hijo de Tanya y Vladimir Ivanov — blanquee los ojos al escuchar el nombre de la zorra pederasta. La veo leer sin hablar y me incomodo por querer saber que hay en esas hojas — te lo resumo porque solo habla de los negocios en blanco que tienen y ambas sabemos que esa vida es una puta tapadera para todo lo que me contaste — asiento y vuelve a hablar — Esta todo detallado por año, cada movimiento, cada negocio, el informe habla sobre sus hermanas, sus maridos pero de el ya no. Me paro como un resorte y tomo asiento a su lado para confirmar que efectivamente, Sasha ya no existía mas desde mi ultima comunicación con el, hace exactamente 6 años. Trago saliva y miro a mi amiga con las lagrimas a punto de salir. — ¿Esta muerto? — susurro acongojada y la veo negar para tomar mi hombro. — Que no se sepa nada de el desde entonces, no quiere decir que haya muerto, Mila. Puede haber desaparecido del mapa, cambiar su nombre, comenzar desde cero. Sabes que en su mundo es muy común que pasen esas cosas cuando algo grande sucede. Lo ultimo que dice de el es que se movía mucho por toda la zona de Asia, Grecia y América. Me tense al pensar que podríamos haber estado en el mismo punto y abro los ojos. v ¿Dice que país exactamente en América? Lee detenidamente y asiente. — Colombia. Fruncí el ceño e intente recordar si el tenia algún negocio confiable en Colombia, lo que me hizo dudar en seguida al no saber que se había traído en manos de este lado del charco. — No recuerdo ningún negocio en ese país. Solo presencie una transacción con Argentinos pero nada de otros lugares. Asintió y me siguió comentando que mis hermanas se casaron. Irina hace cinco años con un socio de su padre y Kaylyn hace un año con Alexis. Me sorprendí y alegre al saber que esos dos se habían reconciliado y formado una familia. Me picaron las manos por llamarlas y saber mas sobre sus vidas, pero no quería que supieran mi ubicación y así cagar mi tranquilidad. — ¿Algo mas? — inquirí y enseguida negó para cerrar la carpeta. — Nada, solo lo que ya sabes de el y su familia. Lo que se me hace sospechoso es que no haya mas rastro de él por ningún lado, ni una foto, comunicación o visita a sus hermanas y padre. Es como si la tierra se lo hubiera tragado. Mordí mi labio, desconfiada y tome mi cabeza. — Ya no importa, Flor. Es mejor si desapareció para rehacer su vida. El tomo la decisión de no estar para mi ni su hija y yo no tengo porque preocuparme por su bienestar. Sasha murió esa misma noche en donde lo deje tirado desangrándose. Mi amiga no dijo nada, solo se dedico a alegrarme contándome sobre su nueva conquista. Estaba mas entusiasmada que de costumbre, por lo que escuche todas las locuras que había hecho hacer al pobre hombre que había puesto sus ojos en ella. Florencia era una mujer alegre desde su nacimiento, jamás había escuchado una palabra negativa, siempre mirando el vaso lleno a todos sus problemas y la verdad que se había ganado mi amistad por ese motivo, además de ser la hermana de Cami. Me alegraba el día con apenas verla aunque sea unos minutos y disfrutaba al máximo su compañía para cargarme con energía. — Antes que me olvide — choco su mano en su frente y saco su móvil de la cartera de diseñador que llevaba — Me tome la molestia de conseguir algo que se que te tiene un poco gruñona. La mire sin entender y cuando me mostró el numero de teléfono y el nombre agendado, abrí los ojos en aprobación. — Tienen una cadena de restaurantes. El junto a su hermano se hicieron conocidos hace algunos años en Brasil por la variedad que ofrecen de platos en sus locales — asentí escuchándola cuando cambio totalmente, haciendo que me olvide del al sabor de hace un momento — te recomiendo que llames al hermano, por lo que escuche, Eros no es el amable — di guardar cuando termine de agendar el contacto en mi móvil y se lo entregue para que lo guarde. — ¿Por qué tendría que ser amable ? — pregunte confusa — solo quiero saber por que se fue sin dejarse ver, eso que se tuvo que ir por un inconveniente no lo cree ni Aleksandra y ella tiene seis años. Asintió de acuerdo y me siguió comentando lo que tenia que saber de ellos. — Su hermano se llama Adonis. Provienen de Santorini, un bello paisaje para unas bellezas — eleve mis cejas y la vi encogerse de hombros — es lo que todos dicen, no encontré ni una foto por Internet, es lo que mis informantes comentan. Anote en mi agenda llamar cuanto antes para poder concretar una cita y así poder sacarme la espinita que amenazaba con quitar mi sueño. Me había parecido sospechoso que no estuvieran, mas no le quise seguir dando vueltas por miedo a descubrir cosas que no quería. Había decidido vivir en la completa ignorancia, con seguridad, pero sin preocuparme de lo que suceda a mi alrededor con respecto a mi abuelo y el pasado. No había tenido noticias sobre ese hombre. Era como si la Tierra se lo hubiera tragado y rogué a Dios que así haya sido. Al momento de haber salido del continente, me había asegurado de cambiar por completo mi vida. Eran las cuatro de la tarde y ya no tenia nada que hacer. Apague el computador, masajeando mis sienes por el arduo trabajo que había mantenido, luego que Emma se fue a Quimera a terminar con el inventario de bebidas. Me sentía mentalmente cansada por todo lo sucedido en el día. pase por tantas emociones que mi cuerpo había entrado en un completo agotamiento, necesitando de mi pequeña y una cama para pasar la tarde mirando seguramente Juego de Gemelas. Revise las r************* , inspeccionando varios tutoriales de make up para implementar alguna noche y me tentó el numero guardado entre mis contactos. Me asegure por teléfono que estaba todo en orden y me lleve la gran sorpresa que Manoel ya no se encontraba en la fiscalía. Repentinamente se había sentido mal, por lo que sin informarme, pidió que me avisaran que se iría a su casa a descansar. Negué divertida por lo sucedido con el y marque el numero de los famosos hermanos Griegos. No tardo tanto como lo esperaba, solo bastaron dos timbres para que me cogieran la llamada. — ¿Si? — la voz de la mujer se escuchaba agitada, pero amable. Me erguí en mi sillón y puse el móvil en alta voz, mientras acomodaba el desorden del escritorio. — Que tal, buenas tardes. Deseo comunicarme con el Señor Adonis, por favor. Oí voces masculinas en el fondo y como la mujer lo hacia callar para poder escuchar con claridad. — ¿De parte? — el murmullo hacia cesado y de golpe me sentí nerviosa. — La fiscal, Mia Volkova. Me pidió que aguarde un momento y logre escuchar le informaba seguramente al hombre que lo estaba buscando. La espera se me hizo eterna, solo podía oír como alguien maldecía e intuí que mi llamado no era de su agrado. La mujer le pedía que tomara la llamada y luego un resoplido traspaso el parlante. — Señora Fiscal — su acento extranjero podría haber confundido a cualquiera. Pero a mi no. No deje que continuara la llamada. Corte con el corazón a punto de salirme del pecho. Definitivamente esto no me lo esperaba. Los Amo!!
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