Lunes de Eros!!
{Aleksandra}
Amo a mi mami.
Sonreí cuando me dedico un beso fugaz desde el auto y me observo todo el trayecto mientras entre al colegio como todas las mañanas.
Alise la falda de mi uniforme y entre al salón.
Las niñas no me quieren, lo veo en sus ojos todos los días. Dicen que sus mamas hablan mal de la mía y por eso no tienen permiso de juntarse con la hija de la zorra de la fiscal.
Al principio no entendía esa palabra, mi mama no me permitía aprender malas palabras ni tampoco escucharlas, pero una noche en la que mi madrina me cuidaba me pesco llorando, enojada por las burlas que recibía constantemente. Al principio no quiso explicarme lo que significaba pero sabia como convencerla. Era su perdición como ella lo decía. Mama no sabia todo lo que se hablaba sobre ella en el colegio, pero yo sabia defenderme bien aun siendo muy pequeña. Mia decía siempre que mi temperamento salía, lo igual que era a ella, pero sabia muy bien que mentía porque su mirada se ponía triste. No me gustaba ver a mami triste.
Acomode la mochila en mi asiento y salude a la única niña que me dio su amistad desde el kinder.
— Hola, Lexi — Acomodo sus lentes y sonrio mostrando la falta de sus paletas.
La abrace cuando estuvo lo suficientemente cerca y le tire de su trenza en saludo.
— Hola, Vale.
Empujo su hombro con el mío y cuando quiso poner sus cosas a mi lado, una de las niñas que le gustaba molestarnos, la empujo hasta tirarla al piso. Se tapo la boca, ahogando una risita y quiso ayudar a levantarla pero sabia por la mirada que le dio mi amiga, que no se la iba a dejar pasar.
— Lo siento, perdedora — sus amiguitas se unieron a la risa y me enoje al ver como se burlaban de ella — no te vi.
Comenzaron a decirle lo invisible, torpe y cuatro ojos que era como siempre.
Sabia que era pelea de niñas mimadas, que las habían criado de esa manera, pero como decía Camila, mejor afuera que adentro así que no aguante mas y empuje a Paula cuando intento acercarse de nuevo a Vale.
— Eres una tonta — volví a empujarla — vete de aquí antes que le diga al director lo mala que eres.
Las trillizas maléfica como las llamábamos, se quedaron viéndome como si las hubiera insultado a todas y quisieron responder cuando su líder, levanto la mano para callarlas entre tanto varios compañeros abucheaban la situación, queriendo ver algo que no iba a ocurrir.
— Déjenla, no vale la pena — acomodo sus trencitas y se fueron lejos de nosotras.
Estúpidas.
Ayude a mi amiga que tenia la cara roja del enojo y le dedique una sonrisa para que se tranquilizara. No era la primera vez que se metían con nosotras. Estaba cansada de sus insultos y burlas.
Mama me había explicado como no tenia que burlarme de ninguna niña ya que no éramos nadie para hacerlo y si veía a alguien hacer, debía ayudar.
Mami tenia una política de cero bullying y yo estaba de acuerdo.
La maestra entro luego del timbre de inicio de clase y me aburrí al instante. Mama me decía que lo hacia por que era demasiado inteligente como para seguirles el ritmo y en varias ocasiones lo creí. Desde muy pequeña había aprendido a leer cualquier cosa que mis manos tomaran, desde una revista de moda, hasta un libro complejo. Desde muy temprano tomaba clases de Ruso ya que era la lengua de mi madre y ella prefirió que lo aprenda para luego llevarme a conocer y me sienta cómoda entendiendo todo.
Acomode mi rostro sobre mis brazos cuando la siguiente clase llego y cerré los ojos, descansando unos minutos. No se en que momento logre quedarme dormida, en el momento que sentí como me sacudían frenéticamente.
— Aleksandra — grito mi amiga en mi oído y pegue un respingo, dando mi cabeza con su frente. Sobe el golpe y escuche las carcajadas que Valeria daba — vamos al recreo, tonta. Te has quedado frita sobre el pupitre.
Asentí aun adormilada y tome el pequeño bolso donde contenía un jugo y una manzana. Salimos al patio que daba al costado de la entrada y nos sentamos en el césped, viendo de lejos como el Cristo Redentor se alzaba tan poderoso como la primera vez que lo fui a visitar con las tías Camila y Flor.
Comí mientras conversaba con mi amiga sobre sus clases de danza cuando lo vi a lo lejos. Sonreí mostrando todos mis dientes y vi como ponía un dedo en sus labios para que haga silencio y luego fue su turno al sonreír.
— ... no se muy bien a donde iremos pero mi padre dijo que seguro sea un lugar donde no haga calor — Vale comentaba sobre sus próximas vacaciones cuando la interrumpí, diciéndole que necesitaba ir al baño y sin esperar respuesta, la deje sola.
Acomode mi uniforme y limpie mi trasero lleno de hojas al tiempo que mi vista se posaba en mi amigo. Llegue a su encuentro en un par de pasos y me escondí detrás del arbusto como era costumbre todos los días.
— Hola — salude tímida pero feliz de volver a verlo.
— Hola, princesa — saludo con su voz ronca y me acerque cuando quiso acunar mi rostro con su mano, pasándola por las rejas. Su gran cuerpo estaba agachado, para llegar a mi altura. Vestía un elegante traje que sabia que era caro por las revistas que mi tía Camila leía seguido.
Mama siempre me dijo que no debía hablar con extraños. Sabia todas las inseguridades que pasaban en el país y siempre trataba de tenerme lo mas vigilada posible, pero desde que el había aparecido una tarde en la que había discutido con Paula, se gano mi confianza al darme una intensa charla sobre mi seguridad, no permitir que me pisoteen ni mucho menos dejarme amedrentar por nadie.
«Tu eres una pequeña mujercita fuerte, debes hacerte respetar. »
— Tardaste en venir — baje la mirada, triste cuando recordé la ultima vez que había venido a visitarme, hace dos semanas.
Sentí sus dedos levantar mi barbilla y me conecte con su mirada tan gris como la mía.
— Nunca quise dejar de venir, tuve unos inconvenientes Aleksa — pellizco brevemente mi mejilla y me dedico una mirada llena de emociones — lo siento, pequeña.
Asentí aceptando sus disculpas y nos limitamos a contarnos sobre lo que hicimos en el tiempo que no nos vimos, contándole lo bien que lo había pasado el otro día visitando el Pan de Azúcar con mama. Escucho todo mi relato muy concentrado, desviando de vez en cuando su mirada al cielo, como si recordara algo mientras le relataba mi salida.
El me había dicho que era un viejo conocido de mama, que sabia quien era yo cuando vio mi desconfianza la primera vez que nos vimos. Me contó cosas de ella para confirmarme sus palabras y desde ese momento logramos volvernos amigos. Siempre venia a visitarme en el primer recreo y aunque solo fueran diez minutos en los que podíamos hablar, me sentía feliz luego cuando nos despedíamos.
Me divertía hablar con el y escuchar palabras que aun no entendía pero me emocionaba.
— Deberías venir con nosotras — asentí entusiasmada al imaginarme a mi mami reencontrándose con el — a mama le daría gusto volver a verte.
Su cuerpo se tensiono cuando le propuse una salida los tres. Se paro y voltio su cuerpo dejándome ver como su espalda se movía.
— Lo siento, pequeña pero no va a poder ser. Sabes que tu mama esta enojada conmigo por haberme portado mal y es necesario que sigamos manteniendo esta amistad en secreto, no quiero que tu mami se enoje contigo y no te permita verme.
Fruncí el ceño y un leve puchero salió en mi al pensar en mama enojada. Ella no solía enojarse conmigo pero la había visto muchas veces y no quería. Mia Volkova enojada, era peor que Meredith.
Maldita Cruela.
Negué varias veces y le prometí seguir con nuestro pequeño secreto, cuando escuche el timbre sonar, anunciando el fin del recreo. Se agacho nuevamente y me dedico una sonrisa sin mostrar sus dientes.
— Es hora que vuelvas a tus estudios — Acaricio de nuevo mi rostro y luego tomo la cadena que tenia desde el momento de mi nacimiento. Una bonita estrella de David. Paso las yemas de sus dedos por la estrella y luego me miro, tomándome delicadamente de las mejillas — Contare las horas para volver a verte, muñequita.
Asentí rápido cuando oí la voz de mi amiga y me despedí con la mano, alejándome de el sin que nadie me vea salir de mi escondite.
Llegue hacia Vale que me miraba confundida. Sabia que los baños quedaban en otra dirección y no me creyó cuando le dije que necesitaba estar sola un rato, sin embargo, lo dejo pasar como solía hacerlo cuando me excusaba con mentiras que ni yo me creía.
Comenzamos a caminar hacia adentro y me voltee rápido, viendo como seguía observándome detrás de las rejas, con sus manos adornadas con dibujos en ellas, tomando las rejas.
Adiós, Eros.

No me aguante hasta el Miércoles. Lo siento.
Los amo!!!