Alana subió al mismo vehículo en el que habían llegado a la reunión, sentía que su cabeza estaba llena de aire, pero a la vez pesada, la ropa le molestaba, era una sensación incomoda, más cuando el automóvil hizo vibrar su asiento.
— Mmm, Edur. — dijo con voz débil y el Alpha aferro el volante.
— Mi luna, alguien te drogo. — aseguro apretando la quijada, deseaba regresar y arrancar un par de cabezas, pero solo podía oler la excitación de Alana en el diminuto espacio que era el vehículo, algo que lo estaba alterando.
— Edur, yo… tengo calor. — dijo la pelirroja, sin prestar verdadera atención a lo que su Alpha acababa de decir.
— Es tu cuerpo, Alana, necesitas… necesitas ser complacida. — aseguro en medio de un gemido, por solo ver como Alana se quitaba la chaqueta de cuero, y abría su blusa.
—Me siento rara, Edur. — aseguro embriagada por el aroma de su Alpha, ella también lo podía oler, ahora quizás con más fuerza que antes.
— Maldición Alana, yo… no puedo tocarte. — rebatió en medio de un ahogado gemido de sufrimiento, porque la diosa era testigo de que lo que mas deseaba era hacerle el amor a su luna.
— ¿No me deseas Edur? — pregunto con los ojos empañados y Edur despego su vista de la carretera solo para verla a la cara por un segundo.
— Más que nada en el mundo. — afirmo, aunque más parecía un juramento.
— ¿Entonces? ¿Por qué no me deseas Edur? — pregunto la joven con lágrimas corriendo por su mejilla. — Juro que solo tú me has tocado. — eso en lugar de excitar al Alpha lo hizo sentir más culpable de lo que ya se sentía.
— No llores mi luna, por favor, no lo hagas, no es lo que te imaginas, yo muero por hacerte el amor, lo juro. — reconoció sintiendo que ese era su castigo, no poder complacer a su luna. — Pero no te tocare Alana, no puedo, se que te lastime, y se que si bien ahora lo deseas y tu cuerpo lo necesita o levantaras temperatura, también soy consciente de que te mereces algo mejor.
Alana escuchaba a medias las explicaciones de su Alpha, pues el calor en su piel amenazaba con quemarla al completo y la aturdía, solo se dio cuenta de que algo sucedía cuando Edur abrió la puerta de su lado, ni siquiera se había percatado que el vehículo se había detenido, aunque si alcanzó a ver que estaban en la ciudad, y que aún era de noche, pero estaba segura de que era la ciudad y no la manada.
— ¿Qué sucede? — la voz de Osiel la hizo estremecer y el lugar que parecía ser la residencia del CEO, paso como un borrón frente a sus ojos.
— La drogaron. — un rugido que hizo temblar los cristales le hizo saber que tan furioso estaba Osiel, y su mente le daba destellos de la conversación que habían tenido antes de ir a la reunión de redomón, esa donde Osiel le informaba a Edur que él debía ir un par de días a la ciudad, pues no podía descuidar su puesto de CEO, entonces, era así, ellos estaban en el departamento de Osiel.
— ¿Cómo lo permitiste? — la cabeza de Alana giro y solo entonces se percató que estaba en una amplia cama, y dos de su tres Alphas frente a ella.
— Osiel. — lo llamo con voz quejumbrosa, al notar que el CEO pensaba golpear a Edur.
— Todo estará bien mi luna. — susurro el mencionado, pero no relajo su postura frente a Edur que solo tenía la cabeza gacha.
— No lo estará Osiel, he probado lo que le dieron, esa noche… que fui por ella. — Alana sentía que ya no podía respirar, queria transformarse en loba y correr a algun lago, o cubrirse con la nieve que veía por el cristal y estaba cayendo fuera, pero casi no podía ni mover una mano, mucho menos dejar libre a su loba. — Su temperatura seguirá subiendo, hasta… necesitas hacerle el amor Osiel, solo eso la calmará o puede perder el conocimiento y sucederle algo grave. — el Alpha vio con sorpresa a su hermano y no era para menos.
— ¿Por qué no lo hiciste tú?, ¿Por qué perdiste tiempo trayéndola…?
— Porque no puedo, yo no puedo… no la merezco. — aseguro dando media vuelta para ir de regreso a la reunión y matar a alguien, en especial a aquellos que estuvieron cerca de su luna, comenzando por Benjamín.
— Edur, no me dejes. — pidió derramando lágrimas y Edur la vio con el dolor reflejado en su rostro. — No me dejes sola como esa noche. — sí, ese sería su castigo, y el Alpha estaba de acuerdo en recibirlo.
— No te dejare mi luna, solo… estaré en la sala, ahora deja que Osiel te ayude.
Edur se sentía peor que una basura, comprendió que no era digno de su luna, no la merecía, sin embargo, no la dejaría, y a pesar de que no sentía celos de sus hermanos, el tener que pasar la noche, allí, en la sala, a escasos metros de su luna, era la, peor tortura, pero la tomaría sin queja alguna, después de todo, se lo debía a Alana.
— Él se fue. — dijo la joven loba y aunque su piel dolía de lo caliente que estaba, no pudo evitar abrazarse a sí misma.
— No, no se fue Alana. — respondió con fingida tranquilidad Osiel, porque malditamente podía olfatear a su luna y el deseo comenzó a arder en él. — Solo nos dará un poco de espacio, para que tu estes cómoda. — aseguro, al tiempo que acariciaba el rostro de su luna y esta suspiraba con anhelo.
— ¿Me harás el amor? — preguntó recargando el rostro en la gran palma de Osiel.
— ¿Es lo que quieres? — era un arma de doble filo preguntar, porque si bien Alana estaba drogada, su mente aun funcionaba, ella podía decir que no tranquilamente y pedir por Edur u Otto si lo deseara.
— ¿Me dolerá? — podía ver en el mar que eran sus ojos el anhelo pero también el miedo, quisiera decir que repudiaba a Edur por lo que le hizo, pero en el fondo no podía, ellos eran parte animal, y si bien él se controlaba mejor que sus hermanos, no olvidaba cuantas veces vio a Alana con deseo, ese era el motivo por el que él la trataba mal, deseaba que ella escapara de él, porque si ella le hubiera regalado otra sonrisa, como esa que le dio cuando llego a la mansión de los reyes, él hubiese perdido el control y a diferencia de Edur, sin estar drogado.
— Tratare de darte solo placer, Alana, juro que hare lo posible por mantener a mi lobo bajo control. — nadie podria decir que Osiel no se estaba conteniendo, su pecho vibraba, a la vez que su mano descendía acariciando el cuello de Alana con dirección a sus pecho, ya que la camisa de la joven estaba abierta.
— Pero ahora… ya no soy anormal, también tengo a mi loba. — aseguro Alana y cuando Osiel vio sus ojos, los descubrió amarillos, algo que hizo que sus colmillos crecieran.
— Mi luna. — gimió con autentico dolor. — Por favor, copera con este pobre Alpha, trata de controlarte Alana. — susurro en su oído y el cuerpo de Alana vibro una vez más. — Solo cuando te marquemos podre tomarte como tu loba desea y hoy no es ese día. — claro que no, si para marcar a su luna debian estar los tres Alpha presente, aun estaban pensado como acercarse a Alana sin que esta saliera corriendo lejos de ellos, como para así sea imaginar como la marcarían.
— No sé cómo controlarlo Osiel, solo… tengo calor. — aseguro mientras sus muslos se cerraban con fuerza y Osiel respiraba en profundidad.
— Deja que te haga sentir mejor ¿sí?
— Si Osiel, hazlo.
El Alpha no necesito más que eso, sin el mínimo de cuidado rasgo su traje, sin importarle que fuese de diseñador, por su luna era capas de quemar el mundo, pero con ella… esa era otra cosa.
Sus manos parecían plumas que solo acariciaban la blanca piel de Alana, aunque lo que en verdad estaba haciendo era desvestirla, y la joven solo podía gemir con cada mínima caricia, aunque cuando ya no hubo más ropa de por medio, y Osiel tomo los labios de su compañera, el fuego realmente se desato en ella.
Sus piernas se abrieron casi sin pensarlo y el pene del Alpha acaricio su abertura, mientras sus manos se ajustaban a las dos montañas que la pelirroja tenía por pechos, un gruñido cargado de placer, llego a Edur que estaba en la sala, y sintió que su pene explotaría por solo escuchar los gemidos de excitación de su luna y Osiel.
— Mi hermosa Luna. — murmuro más que satisfecho el Alpha al restregar su pene en la v****a de la loba, y sentir cuan mojada estaba.
— Por favor, Osiel, no te detengas, no me quites esto también. — si Alana hubiera disparado al corazón del Alpha, seguro y no le dolía tanto, se odiaba, más porque podía distinguir que su compañera estaba perdida en el placer que su cercanía le causaba y, aun así, recordaba que él la había dejado sin nada, sola y desamparada en al ciudad de los humanos.
— Te daré más de lo que desees, de ahora y para siempre mi Luna, jamás te privare de nada más.
Definitivamente estos Alphas cargarían con la culpa del daño que le habían causado a su compañera, más sabiendo que el que sus cuerpos se unieran, no era garantía de que Alana los aceptara.