La noche invernal envolvía el bosque en su abrazo gélido, y la nieve crujía bajo las patas de los dos lobos que corrían con libertad por el suelo helado, Alana, en su forma de loba de pelaje cobrizo y ojos brillantes como estrellas fugaces, era un destello de vida en la oscuridad, su figura destacando entre los árboles como una llama danzante, mientras que Otto, rompía con la blancura de la nieve, antes su pelaje n***o e iluminaba la noche con sus ojos amarillos que parecían lunas profundas y misteriosas. Otto la seguía no solo con el cuerpo, sino con el alma, la conexión entre ellos era palpable, como si la misma naturaleza los hubiese diseñado para estar juntos, y es que así era, los dos lobos corrían en un juego de persecución, sus patas golpeando el suelo con un ritmo constante y armonioso, donde Alana se desviaba bruscamente hacia la izquierda, y Otto, ágil y rápido como una sombra que baila entre luces, la seguía sin perderle el rastro. La nieve volaba detrás de ellos formando pequeñas nubes blancas que se disipaban en el aire frío, cada movimiento de sus cuerpos era una obra de arte tejida con instinto y confianza.
El bosque se alzaba a su alrededor como una catedral de columnas oscuras, los árboles desnudos y cubiertos de escarcha extendían sus brazos hacia el cielo como buscando la luz de la luna llena que reinaba sobre ellos, sus ramas heladas formaban intrincados y caprichosas formas que, bajo la luz plateada, proyectaban sombras en el suelo que parecían una red tratando de contenerlo, y a pesar de la vastedad y el silencio de la noche, los dos lobos parecían ser solo uno, pues sus corazones latían en sincronía, y el sonido de sus patas, acompañado por el suave crujir de la nieve, era el único testigo de su danza.
De repente, Alana se detuvo en seco junto a un claro iluminado por la luna, girando sobre sí misma para enfrentar a Otto, y el lobo n***o se detuvo de inmediato, su figura imponente recortada contra el paisaje nevado, sus ojos, profundos y llenos de devoción, se clavaron en los de Alana, como si en ese momento no existiera nada más en el mundo, las respiraciones de ambos salían en pequeñas nubes de vapor que se disolvían rápidamente en el aire gélido, con miles de promesas por parte de Otto, y decenas de dudas del lado de Alana.
La nieve comenzó a caer con delicadeza, en el claro, ahora testigo de un momento de incertidumbre, y cargado de tensión cuando Alana, de repente, comenzó a cambiar de forma, su figura de loba, tan majestuosa y fuerte pareció desintegrarse en un torbellino de luz y en cuestión de segundos, ya no era la criatura de pelaje cobrizo que danzaba con libertad entre los árboles, sino una joven de piel pálida, vulnerable, que cayó de rodillas sobre la nieve helada.
Otto, que había estado observándola con devoción, reaccionó de inmediato, y con un movimiento fluido, dejó su forma de lobo atrás, transformándose de nuevo en humano, su expresión, antes llena de admiración, ahora estaba marcada por la preocupación y se apresuró hacia Alana, sus pies descalzos hundiéndose en el frío suelo cubierto de nieve.
—Alana, ¿estás bien? —preguntó con voz urgente mientras se arrodillaba junto a ella y la ayudaba a ponerse de pie.
— Creo que sí, ¿Por qué cambie? — pregunto con los dientes castañeando ante el frio.
—Alana, escucha. —dijo Otto mientras la sostenía con firmeza, su voz grave teñida de preocupación genuina. — Lo más importante ahora es ponerte a resguardo del frío, tu cuerpo humano todavía no está acostumbrado a la transición, hace poco que tienes a tu lado lobuno, y aunque ahora puedes transformarte, aún sigues siendo vulnerable. — Alana lo miró con una mezcla de confusión y cansancio, intentando procesar lo que decía, pero la verdad era que el frio la estaba quemando, su piel siempre había sido delicada, más con el frio aire nevado.
—ven aquí pequeña. — dijo al tiempo que la tomaba en brazos, como aquella primera vez que corrió tras ella, salvo que ahora no era Osiel quien la cargaba sino él. — Si mal no recuerdo, estamos cerca de la cabaña que usaba Edur, para escapar de mis padres. — Alana no pudo evitar pegarse al cuerpo cálido de Otto, al tiempo que lo veía con ojos confusos, y Otto por supuesto, que adivino lo que rondaba su mente. — Yo llevo años con mi lobo interior, mi cuerpo ha tenido tiempo de fortalecerse, de adaptarse. Mi sangre... —hizo una pausa breve, como si reflexionara sobre cómo explicarlo. — ...Es distinta, mi regeneración, mi resistencia al frío, incluso mis sentidos, están completamente integrados, pero tú, Alana, todavía estás aprendiendo, tu cuerpo humano aún es tan frágil como el de cualquier otra persona.
—¿Y tú? —preguntó ella con voz temblorosa, sus dientes aun castañeando. — ¿Cómo es que puedes soportar todo esto como si no fuera nada? — Otto se inclinó un poco más hacia ella, sus ojos amarillos aun brillando con un destello de autoridad y cuidado.
—Porque soy un Alpha, Alana, mi vínculo con mi lobo es más fuerte, más profundo, desde que asumí este rol, mi cuerpo y mi espíritu se han endurecido para liderar y proteger a la manada, así como el espíritu lobo de Edur se adaptó a ser un poco más salvaje y menos paciente al estar a cargo de redomón, u Osiel con su falsa tranquilidad y tan políticamente correcto al estar al frente de las empresas... Esto no se trata solo de fuerza, sino de entender cada parte de lo que soy y lo que llevo dentro, no debes preocuparte por eso ahora, porque tú llegarás ahí, cuando conectes con tu lado lobuno y con nosotros, no serás una beta o una omega, tú serás la luna de este reino. — aseguro el mayor sujetándola aun con mayor fuerza, tratando de mantener su cuerpo cálido. — Pero ahora necesitas cuidarte, no puedo permitir que te pongas en peligro. — aseguro viéndola con devoción, y maldiciéndose por dejar botado el bolso con la ropa extra que había empacado.
Alana asintió en silencio, sintiendo la calidez de sus palabras, que parecía contrarrestar el frío que la rodeaba.
La nieve crujía bajo los pies de Otto mientras corría por el bosque con Alana en brazos, sus pasos eran firmes, seguros, como si estuviera acostumbrado a cargar el peso del mundo sobre sus hombros y no sintiera la menor fatiga, Alana, que estaba envuelta en su abrazo, apenas podía pensar con claridad debido al frío, su cabello cobrizo caía en desorden sobre su rostro, y sus manos temblaban mientras las apretaba contra el pecho de Otto, buscando cualquier resquicio de calor.
Mientras Otto avanzaba, sus ojos seguían fijos en el camino, pero su atención estaba completamente en ella, su luna, su compañera, y la joven intentaba distraer su mente del frío que parecía calar hasta sus huesos, observaba las sombras de los árboles que se alzaban a su alrededor, el brillo de la luna reflejado en la nieve y el movimiento ágil de Otto, que corría con ella como si sostuviera una pluma, claro que Alana no era gorda, más bien demasiado delgada, aun así, Otto no mostraba cansancio alguno, y de pronto, la mente de Alana comenzó a navegar en una pregunta, una duda, su mente volvía una y otra vez al momento en que su forma lobuna se desvaneció, dejándola indefensa y humana.
—Otto. —lo llamo finalmente, con la voz temblorosa, pero no solo por el frío. — ¿Por qué cambié de forma tan de repente? ¿Por qué dejé de ser loba? — Otto no detuvo su avance, el color azulado que estaban adquiriendo los labios de Alana lo estaba asustando, pero sus ojos brillaron con un destello de preocupación aún más al oír la pregunta.
—Eso sucede cuando tu lado humano y tu lado lobuno no están en armonía. —respondió, con voz grave y serena, pero teñida de una sinceridad que la dejó sin aliento. — Alana, tu lado lobuno ya me acepta como su compañero, pero tu lado humano... —Hizo una pausa, como si temiera poner en palabras lo que pensaba, y es que así era. — ...Tu lado humano aún duda de mí, de nosotros. — Alana apartó la mirada, incapaz de sostener la intensidad de sus ojos dorados, sus manos sin embargo se hundieron más entre su piel y la del pecho de Otto, como si buscara un ancla en medio de la tormenta emocional que se desataba dentro de ella.
—No es que dude. —murmuró, en apenas un susurro. — Es que... no puedo olvidar todo lo que pasé, Otto. Todo lo que sufrí... lo que ustedes me hicieron sufrir. — aseguro con la voz quebrada y Otto casi detiene su trote, ante el dolor que eso le causaba, pero se obligó a continuar. — A veces me da la sensación de que lo que siento no es realmente mío, que es solo el deseo de la Diosa Luna cumpliéndose, no algo que yo pueda elegir.
Otto se detuvo abruptamente, sus pies descalzos hundiéndose en la nieve hasta que quedaron inmóviles, por lo que Alana levantó la vista, sorprendida por el cambio repentino, y vio que sus ojos estaban llenos de algo que no podía describir; algo que oscilaba entre el dolor y la determinación.
—Alana, escucha. —Su voz era baja, casi un susurro, pero cargada de intensidad. — Se que he cometido errores, y sé que algunos de ellos te han herido profundamente, pero pienso curar cada herida que te provoque. —Hizo una pausa y desvió la mirada hacia el cielo, como si buscara las palabras adecuadas entre las estrellas. — Me arrepiento de cada cosa que hice que te hizo sufrir, juro por la diosa que, si pudiera regresar el tiempo, lo cambiaría todo, pero lo único que puedo hacer ahora es jurarte que no volveré a fallarte. — Alana sintió un nudo en la garganta, sus ojos se llenaron de lágrimas que el frío congeló antes de caer. Otto la miró directamente, su expresión endurecida por la emoción. —Y no es solo porque seas mi destinada, Alana, —continuó. — Esto no tiene nada que ver con lo que la Diosa Luna nos haya deparado, yo ya sentía algo por ti antes de saber que eras mi compañera... Me atrapaste desde el primer momento, con tu fuerza, con tu espíritu, el saber que tus padres te negaban, que fuiste acogida por mi madre y aun así… Tu brillabas, y no lo comprendía, me sentí nada en comparación a ti, porque sabía muy bien que si fuese yo a quien sometieran a algo así… me hubiese derrumbado, pero tú no, cada vez que te veía sonreías… hasta que un día ya no lo hiciste más, y fue cuando me di cuenta de que eso era lo que deseaba, queria que acudieras a mí, queria ser tu Alpha salvador, solo debías pedirlo, y ahora… Ahora sé que hice todo mal, porque debía ser yo quien te ofreciera ayuda, quien te cuidara y no arrinconarte como lo hice, diosa. — se lamentó el mayor llevando su mirada al cielo nocturno, porque estaba al borde del llanto, sentía que su fuerza se iría, se sentía nada y por supuesto, sentía que no merecía a Alana. — Te prometo, aquí y ahora, que dedicaré el resto de mi vida a demostrarte que lo que siento es real, que no es solo un lazo impuesto por el destino. — juro con demencia el Alpha y Alana quito una de sus manos del refugió de sus pieles desnudas, para acariciar su mejilla.
—Te creo Otto, o al menos lo intentare.
Otto quedo sin aliento al ver como los ojos de Alana se cerraban y su mano caía a un lado, y entonces fue cuando sus pies se movieron con verdadera rapidez, gracias a sus formas de lobos, no había reparado en lo lejos que habían llegado, ahora, lo único que podía hacer sin poner en un riesgo mayor a Alana era llegar a la cabaña y darle calor, la pregunta era ¿Cómo lo haría?