Aitana no salía de su desconcierto, necesitaba saber pronto qué sucedía realmente o su cabeza estallaría en mil pedazos. Al no encontrar nada en su celular, fue directo sin dudarlo hasta el teléfono de Rachell, el cual estaba sobre la cama, y tomándolo a la fuerza, sin ni siquiera pedir permiso a su amiga, quien observaba llena de sorpresa y confusión al ver a Aitana solucionando los problemas de tal manera, como si estuviera volviéndose loca. — ¿Qué haces? Aitana, deja mi teléfono, ¿Quién te crees que eres? Acaso crees que puedes coger mis cosas y revisarlas así nomás, solo porque te dio la gana. Estás mal Aitana, te desconozco. —dijo Rachell subiendo su tono de voz y en su rostro se notaba que la extraña actitud de Aitana comenzaba a cabrearle. Rachell no t

