Aitana salió de allí apresurada y espantada por aquello que acababa de ver, necesitaba buscar la manera de que nadie le reconociera allí adentro o al menos no llamar tanto la atención para pasar desapercibida y poder estar más de cerca al infiel de su esposo y la susodicha misteriosa mujer. Tardó casi media hora en ir y volver, fue hasta su habitación y buscó un sombrero de paja y unas gafas de cristales oscuros, no quería ser reconocida por nadie, regresó apresurada para sentarse nuevamente, pero esta vez en un asiento más cercano, cerró su abrigo para no llamar la atención con el vestido plateado. Su vestimenta le ayudó para estar lo más cercana posible a la pareja, posiblemente a unos escasos cuatro metros de distancia de ellos, dentro de la multitud de personas pasaba d

