Aquello fue una ráfaga de emociones en el tembloroso cuerpo de Aitana, eso que esa misma noche presenció, solo la llevó corriendo a los brazos de Jean Pierre, el cual calló su boca con un beso desesperado y solamente sostuvo entre sus brazos a aquella desesperada dama que buscaba sanar sus heridas en brazos de otro. Fue eso y las palabras de Austin lo que la empujaron a correr hasta allí, aunque ella se oponía a sucumbir a sus más oscuros deseos, sabía que eso que lo que en realidad deseaba era estar allí, donde en realidad se sentía feliz, donde no había cabida para Jordi en su mente ni en su corazón. Donde su matrimonio no existía. Los besos se intensificaban, la pasión crecía, y la lujuria era inevitable a ese punto, la copa del pecado, la cual ambos estaban a punt

