Todo aquel que no comprenda que el miedo va de la mano con la libertad, no llega a entender del todo que para que podamos dar el paso hacia lo que tanto anhelamos, primero pasamos por un proceso de duda que puede ser el mayor reto, pero también el mayor orgullo o es el momento en el que sinceramente no puedes avanzar porque tus cargas son muy pesadas para llevarlas, pero no puedes deshacerte de ellas. Es necesario tomar una decisión. Tú escoges si dejas ir o si te aferras y tus decisiones siempre serán las correctas mientras te lleven a la meta a la que has escogido, de lo contrario solo te retiene. No dejas que nadie te detenga, ni siquiera tú mismo.
“Ale había estado hablando con Lena aquella tarde, su amiga había salido en varias ocasiones con Alonso Navarro y por esa razón ella también se había sentido emocionada con respecto a ese tal Benjamin Weber, estaba muy consciente de que el hombre probablemente la dejaría obsesionada y arruinada para todos los demás, pero no podía dejar de pensar en él, su mente regresaba a sus ojos verdes llenos de promesas oscuras y a su cuerpo sensual. El hombre estaba como quería.
Aquella noche había decidido hacer algo loco, Lena no estaba en su departamento, estaba con Alonso Navarro y ella no podía evitar sonreír por eso. El hombre le gustaba, era el primero de todos los hombres que Lena le había presentado que le daba una buena vibra y que además se podía notar solo con mirarlo que estaba loco por su amiga. No le faltaban ganas en la mirada y a ella le encantaba que Lena luciera emocionada por un hombre esa primera vez, nunca antes la había visto así. Ella no quería la experiencia, ya la había vivido, pero para Lena sería asombroso, sobre todo si no terminaba como la suya.
Con esos pensamientos en mente y con el recuerdo de la noche robada junto a Benjamin y Alonso, sentía la necesidad de verlo. En esa cena él había estado a punto de besarla, pero ella se había escapado al notar que Lena no regresaba, al igual que Alonso. Y sí, quería besar a Benjamin, pero también era bueno algo de deseo antes de dejarse llevar. Ella era de las mujeres que no creían en eso de calentar para no llegar a ningún lado, pero tampoco era sencillo estar con Ale en ningún sentido.
Con la mano temblorosa y una sonrisa decidida, tomó su celular y utilizó el número que él le había dejado guardado. Antes de irse lo había anotado en su agenda.
“-Alejandra- la saludó él con su nombre completo. Un deje de excitación la recorrió. Su corazón se aceleró y ella sonrió”.
“-Hola- saludó ella sonriendo -pensé en usar la información que me dejaste”.
“-¿Necesitas algo?- Preguntó él sonando preocupado”.
“-No, nada como eso- negó ella con rapidez y se quedó callada durante varios segundos -¿estás… ocupado hoy?”.
“-¿Para hacer qué?- Preguntó él con su tono de voz bajando varios tonos. Ella se estremeció”.
“-No lo sé, estoy sola y aburrida- dijo ella sabiendo que esa información no era tan inocente como sonaba -¿quieres salir, tal vez?”.
“-Me encantaría- aceptó él con rapidez -¿te paso buscando?”.
“-Nos vemos en una hora, cariño- se despidió ella con una sonrisa antes de colgar”.
Ella se levantó corriendo del mueble, había estado dando vueltas mientras hablaba con Benjamin hasta casi quedar cabeza arriba y con los pies colgando. Corrió al baño y se duchó, se vistió con un vestido informal bastante simple, pero que marcaba su figura de forma sensual, se colocó unos zapatos bajos deportivos y se maquilló con lo básico dejando su pelo suelto. Una hora más tarde daba vueltas en la sala de su departamento esperando por Benjamin y su llamada.
Cuando él llegó ella bajó hasta la entrada del edificio con velocidad y se subió en el auto sin esperar a que Benjamin le abriera, había notado que esa era su intención, pero no lo dejó. Con una sonrisa lo miró cerrar su puerta de nuevo.
-Lo siento, no me gusta mucho que me abran la puerta- se excusó ella con una sonrisa brillante.
La sonrisa de él en cambio, tembló un poco. Avanzó en el auto y la observó con detenimiento, ella lo miró directamente aceptando el reto.
-¿Quieres ir a comer?- Preguntó él devolviendo su mirada a la vía.
-Sí, me gustaría.
-¿A dónde?- Siguió él.
-Yo… no soy muy amante de los restaurantes formales- explicó ella con una media sonrisa -a Lena le fascinan, pero yo no puedo comer con comodidad en un ambiente donde las normas son tan rígidas.
-No conozco ningún restaurante en el que no haya normal de ese estilo- afirmó él con una mueca.
-Por suerte para ti, yo sí- dijo ella alegre -y parece que esta noche voy a presentártelo.
Con una sonrisa Benjamin siguió las instrucciones que ella le dio hasta que llegaron a la zona que ella conocía muy bien. Era una calle que quedaba en una de las zonas de la ciudad que estaba rodeada por grandes restaurantes, pero el lugar tenía una entrada amplia con rejillas. Se abría entonces un callejón sin salida que tenía unos seis u ocho pequeños restaurantes de comida abiertos al público. En el centro de la vía se mostraban las mesas y los mesones de maderas con manteles decorativos que eran delicados. Ella se acercó con Benjamin para observar su reacción.
-¿Y qué te parece?- Preguntó Ale al ver que él no decía nada.
-No es lo que esperaba en esta zona- dijo él mirándolo todo -es tan familiar y pintoresco.
-Eso es exactamente lo que me gusta- sonrió ella.
Tomándolo de la mano lo llevó hasta los primeros puestos. Los cocineros y tenderos de algunos de los negocios que ella más visitaba la saludaron con cariño haciendo que Benjamin la mirara directamente. Su mano se apretó y ella sintió como si él deseara que todo el mundo notara que estaban juntos esa noche, como si la marcara. En cuanto ese pensamiento recorrió su mente, su cuerpo te estremeció con violencia y se ruborizó.
-Este es mi favorito- anunció ella cuando se detuvieron en uno de los puestos donde vendía comida árabe -adoro como hacen la carne.
-¿Te gusta la comida árabe?- Preguntó él -conozco restaurantes donde hay más opciones del menú.
-Pero no es al aire libre, ¿o sí?- Insistió ella con una sonrisa -ven, vamos a pedir.
Ella ordenó lo que siempre pedía y de nuevo fue tratada con cariño por las personas del lugar. Ale sonrió y no pudo evitar reír antes de tomar la comida y regresar con Benjamin, él se había ofrecido a pagar, pero ella no lo dejó. Ale lo había invitado después de todo. Se sentaron en una de las mesas y ella comenzó a comer de inmediato, gemidos salieron de sus labios cuando el sabor la golpeó con fuerza. Benjamin la miraba con oscuridad en sus ojos.
-Esto es muy bueno- dijo él luego del primer bocado.
-Lo sé- convino ella con una sonrisa -lamento si no te gusta este ambiente, a lo mejor no es lo que esperabas.
Ale había notado cierta incomodidad de Benjamin y no le había gustado.
-No se trata de eso- negó él devorando su comida -solo se me hizo extraño. Cuando salgo suelo ir a diferentes lugares, termino en restaurantes caros o bastante formales. Nunca imaginé que en esta zona habría un lugar así.
-Lo encontré cuando me aburrí de los restaurantes que abundan en esta zona- explicó ella riendo -supongo que necesitaba algo más parecido a mi casa.
-¿A tu casa?
-Sí, crecí en un pueblo- explicó ella -y tengo bastante tiempo sin regresar. No he visto a mi familia y supongo que me sentía nostálgica.
-Bueno, debo decir que me gusta el ambiente- admitió él viéndolo todo antes de que una música comenzara a sonar al final del lugar -es animado y la comida es muy buena.
Ella sonrió adorando el hecho de que él no fuera un snob.
-¿Quieres pedir algo más?- Preguntó ella viendo su plato vacío.
-Sí, pero esta vez, pago yo- anunció él levantándose.
Unos minutos más tarde, Benjamin regresó con cinco platos llenos de comida y ella solo pudo negar mientras una risa se le escapaba. Las bebidas estaban en la mesa.
-Eso es demasiado- se quejó ella, negando.
-Descuida- dijo él sonriendo -esto es para ti- señaló uno de los platos -y el resto es para mí.
Ella reía mientras negaba con la cabeza. Una conversación sencilla fluyó entre ellos mientras devoraban sus comidas y las horas pasaron con gran velocidad. De pronto las luces fueron atenuadas, la música subió de volumen y las personas se reunieron al final del callejón.
-¿Qué está pasando?- Preguntó él.
-Vamos- ofreció ella sonriendo y tomándolo de nuevo de la mano.
Allí estaba una pista de baile improvisada, el ambiente era tan alegre. La gente reía y sonreía, bailaban todo tipo de música. Algunos niños jugaban corriendo alrededor de las personas. Era entretenido y bastante diferente. Ale se acercó hasta el negocio de la derecha donde vendían tragos y pidió dos para ellos. Con una sonrisa comenzaron a tomar y siguieron hablando con la música a su alrededor. En el segundo trago ella tuvo la valentía de invitarlo a bailar.
-Esto no es como un club, para nada- comentó Benjamin acercándola a su cuerpo.
-Y por eso me gusta mucho más- admitió ella.
Bailaron y se divirtieron, sentir las manos de Benjamin en su cuerpo, la enloqueció un poco, pero pudo controlarse. Sus ojos la observaban directamente, la marcaba de una forma que ella no comprendía del todo. Nadie la miraba cuando notaban que estaba con él y una mano se posaba sobre su cuerpo cada vez que podía.
-Amo estar al aire libre- dijo ella riendo en la pista de baile.
-Yo también- convino Benjamin acercándola de nuevo con una sonrisa.
-Me encanta poder ver el cielo y respirar el aire mientras me divierto- siguió ella dando una vuelta.
Benjamin sonrió siguiéndola. Seguían bebiendo y disfrutando del baile. La gente hablaba con ellos y una señora invitó a Benjamin a bailar, algo que él no pudo rechazar. Ella pidió más tragos para ellos y la noche pasaba al igual que la tarde. El frío comenzó a presentarse y Ale lo sintió cuando sus brazos cubrieron su cuerpo, aquel vestido no era bueno para ese tipo de clima. Él regresó unos minutos después.
-¿Te divertiste?- Se burló ella riendo.
-De hecho, sí- admitió él.
Ella le ofreció el vaso nuevo antes de que su cuerpo se estremeciera de nuevo con el frío.
-Tienes frío- dijo él al notarlo -¿quieres que nos vayamos?
-Este vestido no cubre mucho, pero no, no quiero irme- negó ella con una sonrisa -prefiero bailar.
Regresaron a la pista de baile y disfrutaron allí, el viento se hizo más fuerte, lo que Benjamin aprovechó para pegarla a su cuerpo con fuerza. Se miraban a los ojos con deseo oculto, ella lo percibía. Sus manos la estremecían tanto como el frío, haciendo que él la apretara más. Estaban juntos moviéndose al ritmo de la música hasta que la primera gota cayó en su mano. A esa le siguieron muchas más y de pronto todo el mundo corría yéndose del lugar. Ellos siguieron el ejemplo tomados de la mano.
Se subieron al auto riendo, Benjamin encendió el auto y puso el aire acondicionado para que la humedad no los sofocara. Los autos salían despavoridos del estacionamiento, tanto que ellos no podían ni siquiera arrancar.
-Creo que tendremos que esperar- comentó Benjamin -es lo mejor.
-El aire libre tiene su desventajas- se burló ella.
Ellos rieron entonces y esperaron a que los autos fueran saliendo. Fue en ese instante que sus ojos lentamente fueron conectando. Su corazón se aceleró cuando notó la mirada de Benjamin directamente sobre su cuerpo húmedo. Ale estaba algo nerviosa, pero ella no era de las mujeres que se echan para atrás, por el contrario solía ser de esas que siempre siguen adelante a pesar de lo que pueda suceder o las consecuencias. Los ojos de ambos se desafiaron unos segundos, la mirada de Benjamin era tan intensa que ella se estremeció, por alguna razón aquello le encantaba.
Ella se sintió confundida durante unos minutos por sus sensaciones, nunca se había considerado una mujer sumisa, pensaba todo lo contrario, pero estar frente aquella mirada la derretía por completo. Ale fue la que saltó sobre él, saqueando sus labios con fuerza y haciéndolos gemir. Benjamin la sujetó del cuello de inmediato, rugió mirándola con fuego antes de besarla exactamente como ella quería, sin voluntad se dejó besar y disfrutó de las sensaciones exquisitas. Su cuerpo reaccionó tan rápido que se impresionó.
Los besos se volvieron salvajes cuando Ale reaccionó, su cuerpo le pedía mucho más y por esa razón se movió con dificultad hasta terminar sentada en el regazo de Benjamin, una pierna a cada lado de su cuerpo. Él gruñó con deseo sin soltarla, agarrando la palanca del asiento lo echó hacia atrás con fuerza haciéndola reír. Estaba tan excitada que sentía la humedad entre sus piernas y corriendo en su ropa interior, lo deseaba tanto. Lo quería desnudo, besándola, penetrándola con fuerza y sujetándola del pelo. Ese último pensamiento la hizo sonreír, eso era nuevo.
Siguiendo los gemidos de ambos, ella frotó su humedad contra la erección de Benjamin que gemía, sin detenerse abrió su pantalón y sacó la impresionante erección, su boca se hizo agua en ese instante y gimió.
-En otro momento la tendrás en ese boquita, dulzura- dijo Benjamin con voz oscura y acariciando sus labios con el pulgar -continúa.
-Te quiero en mi interior- gimió ella desesperada mirándolo a los ojos.
Con satisfacción él arrancó la ropa interior de su cuerpo y sujetándola de las caderas la guió a su cuerpo. Ale se hundió lentamente mientras ambos disfrutaban de la sensación, él la estiraba como nunca, era delicioso lo profundo que se sentía, estaba realmente llena. Saboreó la sensación unos instantes. Su cuerpo le pidió que se moviera minutos después. Benjamin la sujetó de las caderas y ella comenzó a moverse con el ritmo que deseaba. Lo cabalgaba con fuerza, subía y usaba todo el peso de su cuerpo para bajar.
Era duro, salvaje y tan placentero. Sus gemidos resonaban y el carro estaba empañado. Benjamin gemía junto a ella mirándola con complacencia, su cuerpo estaba tan sensible, le encantaba verlo tan deseoso como ella. El choque de sus movimientos resonaba en el espacio reducido, él todavía la sujetaba, pero ella era quien marcaba el ritmo. Siguieron así, con tal dulces movimientos hasta que Benjamin frotó su clítoris con suavidad y ella se corrió, su cuerpo tembló mientras lo apretaba en su interior, unos segundos después él llegó, gruñó y la sujetó para hundirse en su cuerpo con fuerza, llenándola con su simiente.
Ale cayó sobre el cuerpo de Benjamin sin aliento, él estaba como ella. Sonriendo se recuperaron y ella intentó regresar al asiento, pero él no la dejó. Besándola con suavidad arregló su ropa y su pelo antes de dejarla ir.
-Eso fue impresionante- comentó ella con una sonrisa mirándolo a los ojos, todavía en su regazo.
-Podría ser incluso mejor- dijo él mirándola con misterio.
-¿Cómo?- Preguntó ella cayendo en la trampa.
Sin esperarlo, él la dirigió al asiento de atrás, esta vez arrimando los asientos hacia adelante para darles espacio. Él la miró durante unos segundos hasta que sus ojos se endurecieron y ella tembló. Una sonrisa se marcó en su boca cuando vio su reacción.
-Date la vuelta- ordenó él con seriedad.
Ella dudó unos segundos haciendo que él perdiera la diversión. Se volteó entonces con el corazón acelerado, lo hizo lentamente porque el espacio no lo permitía de otra forma.
-Sube tu vestido lentamente hasta que lo quites de tu cuerpo- siguió él.
Esta vez ella no dudó. Hizo lo que le pedía sintiendo como su excitación se desataba, estaba tan mojada que lo sentía en sus muslos. Ella gimió con deseo.
-Ahora sujétate del asiento delantero e inclínate- ordenó Benjamin acercándose.
Ella se inclinó sabiendo que él podía ver todo de ella y eso solo la hizo gemir. Deseaba que la tocara, pero él no lo hacía. Su cuerpo se echaba hacia atrás buscando su contacto hasta que con una risa suave él la acarició. Recorrió sus nalgas con deseo, lentamente, como si tocara una obra de arte antes de separarse de ella.
-Esto es por dudar, dulzura- afirmó Benjamin antes de estrellar su mano contra su nalga.
Ella gritó de la sorpresa hasta que su grito se convirtió en un gemido cuando un dedo se hundió en su interior.
-¿Me quieres?- Rugió Benjamin -dímelo.
-Dentro de mí- fue todo lo que ella pudo articular.
Él la tocó unos segundos más antes de hundirse en su humedad sin que ella lo esperara. Ale gimió entonces con fuerza. Las embestidas fueron salvajes y fuertes, ella solo podía sentirlo y disfrutarlo. Los movimientos eran cada vez más apresurados, los sonidos eran tan excitantes como se pudiera imaginar. Él sostenía sus caderas con tanta fuerza que probablemente marcaría su piel, pero eso solo la excitaba aún más. En segundos estaba en el borde, ella se estremecía buscando la liberación hasta que sin esperarlo se corrió, un grito se escapó de sus labios entonces y palpitó sintiendo los espasmos de placer. Benjamin la embistió cuatro veces más hasta hundirse una última vez, se corrió con fuerza, ella lo sintió palpitar en su interior junto a la calidez, llenándola.
Ella se soltó por fin del asiento y ambos cayeron en los asientos sin fuerza. Benjamin la limpió y la apretó contra su cuerpo en ese momento, la meció suavemente hasta que ella recuperó el aliento y los latidos de su corazón se calmaron. Acariciaba su pelo con lentitud mientras su mano la abrazaba desde su vientre, era extraño, pero aquello era tan dulce y cálido que ella solo pudo dejarse hacer. Respiró lentamente hasta que con una sonrisa él la besó.
-Eres perfecta, Alejandra- afirmó él viéndola -eres justamente lo que necesito.”
Lo gracioso de todo aquel asunto era que Benjamin nunca se hubiera imaginado que esas últimas palabras fueron el principio del fin para ellos, a lo mejor de saberlo nunca las hubiera pronunciado. Ale recordaba cada segundo anhelado mientras usaba sus dedos para complacerse en su cama vacía, añorando y codiciando al único hombre que no podía tener porque no era lo suficientemente valiente para entregarse a él. Ese pensamiento la persiguió hasta los sueños intranquilos que no la dejaban en paz.