Segunda oportunidad

3136 Words
A veces las oportunidades se presentan de maneras misteriosas para nosotros, vienen en diferentes paquetes que no podemos reconocer sin ver más allá. Y son preciosos, la tierra prometida. El único problema con eso, es que no siempre llegamos primero para recibirlos, a veces estamos tan seguros de merecerlos que no nos damos cuenta de que probablemente hay muchos factores que influirán en nosotros y en los demás, antes siquiera de poder ver algo de la recompensa. Las relaciones pueden ser así, muchas veces somos aquellas personas que miramos a los demás buscando ese algo que nos haga desear, que nos impulse a indagar y cuando lo encontramos, nos damos cuenta de que no es nuestro porque alguien llegó primero. Era de esa forma como Benjamin se sentía, habían pasado demasiadas cosas y demasiados días. Algunas veces quería rendirse y alejarse de todo, otras solo quería que las cosas terminaran de darse tal y como él deseaba. En realidad, mucho había cambiado últimamente. Alonso Navarro, su amigo y socio había por fin logrado arreglar las cosas con Lena, luego de mucha terapia y concesiones por parte de ambos. Él se sentía sumamente feliz por su amigo, el único problema era que a él no le había ido tan bien en la misma situación. Incluso luego de que Alejandra comenzara a trabajar en su compañía, con la idea de que al menos así la tendría mucho más cerca y haría que las cosas fueran más sencillas, todo se volvió un cúmulo de desastres que fueron explotando como bombas hasta que ninguno fue capaz de soportarlo. En ese momento trabajaban juntos, era su compañía después de todo, pero ya no podían verse a la cara y le resultaba tan extraño luego de todas las cosas que habían sucedido entre ellos. A Benjamin todavía le sorprendía el hecho de que había querido marcarla y llamarla suya desde el primer instante en el que la vio, Ale había lucido tan fuerte e independiente, una mujer que no se acobardaba con nada, pero en la realidad no había sido tan simple. Era todo lo contrario, de hecho. Ella le había recalcado en reiteradas ocasiones que no podía darle lo que él deseaba, Benjamin sabía que tenía gustos excéntricos, pero tampoco era algo que no fuera en cierto sentido, común dentro de la población en general. El problema con eso era que Ale no estaba preparada para lo que él le exigía, y sí, lo exigía de ella porque no quería conformarse con nada menos. La deseaba demasiado para eso, sería un fracaso intentando fingir que era así. Incluso Alonso se lo había mencionado.  Él se levantó con un suspiro y se dirigió a su cocina. Desayunó algo sencillo antes de ducharse y vestirse con el típico traje que usaba para el trabajo. Bajó hasta el estacionamiento para luego conducir hasta el edificio que tanto orgullo le daba, su empresa había crecido exponencialmente hace algunos años, lo suficiente para ser considerada entre las mejores, luego había tomado la oportunidad de una asociación con Alonso y no lo había rechazado. Todo había mejorado después de eso. Subió a su oficina y luego de saludar a su secretaria Milena, se sentó en su escritorio. Había muchas cosas que hacer, él era el dueño después de todo. Sin embargo, no pudo resistir las ganas. Encerrándose, buscó en el sistema las cámaras de seguridad solo para poder verla. Allí en su pantalla estaba Ale, esa mañana lucía mejor y se arreglaba como siempre. Rechinando los dientes observó como el tipo que siempre la perseguía, un empleado suyo, se acercaba a saludarla. Él sonrió cuando el tipo se quedó en la entrada, ella le había prohibido la entrada. Unos toques en su puerta lo distrajeron y cerró su acceso en ese momento. Abrió poco después para encontrarse con Milena en la entrada con una sonrisa. -Señor Weber- dijo la mujer -su reunión ya debe estar por comenzar, los representantes están aquí. -Que pasen- dijo él antes de entrar de nuevo. Dos hombres junto a una mujer entraron en su oficina, se veían agradables y bastante profesionales. Con una sonrisa, todos se sentaron en los muebles, Milena les preparó algunas bebidas. -Es un honor que nos haya considerado para financiar nuestra marca- dijo el primer hombre que se sentaba a su derecha -mi nombre es Alexis García, ella es Sabrina Morales y él es William Jock, somos los representantes y creadores. -Es un placer- dijo él dándole la mano a todos. La reunión comenzó entonces, hablaron de todas las inversiones que se podían hacer y el presupuesto disponible. Él había escogido aquella empresa que surgía porque lucía bastante prometedora en cuanto al desarrollo y sus proyectos de tecnología. Se fue extendiendo hasta que al final terminaron riendo, sobre todo ellos que veían un futuro prometedor para sus metas, él estaba bastante comprometido con aquello. Se levantaron entonces, una vez que la reunión terminó aunque ninguno lucía con ganas de irse. -¿Les gustaría un recorrido por la empresa?- Preguntó él sabiendo que era algo común. La arquitectura del edifico era bastante vistosa, a su padre siempre le habían gustado los puentes de vidrio por lo que en uno de los últimos pisos había uno que dejaba ver casi todo el panorama de la ciudad desde allí. Los condujo por varios pisos y departamentos hasta que en un momento dado algo los distrajo. -Sé que engañó a mis compañeros- dijo Sabrina con una sonrisa -pero a mí no. -¿A qué se refiere señorita?- Preguntó él desconcertado. -Un hombre como usted, encerrado en su oficina a media mañana- comentó ella con una sonrisa maliciosa -¿no ha habido mucha acción últimamente? Porque es un hombre atractivo, tal vez yo pueda darle lo que necesita. -Señorita, creo que se está equivocando…-intentó él, pero ella lo interrumpió. -Nunca me equivoco- negó ella acercándose demasiado -suelo saber lo que atrae a los hombres. -Puede ser así con la mayoría, pero no conmigo. Y a pesar de sus palabras la mujer solo se le lanzó encima. Él no quería aquello, la única mujer que seguía en sus pensamientos era Alejandra Rodríguez. Intentó alejar a la mujer con suavidad, pero ella lo sostenía por la chaqueta. En medio de aquel momento incómodo unos ojos que conocía muy bien lo observaron. Ale estaba allí, viéndolo con incredulidad. Juró en su interior, si las cosas estaban mal con ella, no podía imaginárselo ahora, la mujer no se acercaría en su vida. Fue una total sorpresa cuando en lugar de alejarse, ella caminó hasta a él. -Cariño, te está diciendo que no te quiere- dijo Ale con fuerza soltando la mano de la mujer de su ropa -ten algo de dignidad. -¿Y tú quién coño eres?- Preguntó Sabrina indignada. -Su novia- anunció Ale haciendo que la mujer abriera los ojos asustada -ahora, largo. Con las mejillas rojas a Sabrina no le quedó de otra que irse. Él respiró mucho más tranquilo. -Gracias… No terminó de hablar porque Alejandra los arrastró hasta una pequeña habitación de limpieza que se ocultaba en una de las paredes. Nadie sabría que estaban allí. Estaba algo oscuro y con estantes llenos. Sin saber lo que pretendía solo se dejó hacer hasta que ella estampó sus labios con los suyos en un beso de poder. Su instinto salió a flote en segundos por lo que la sujetó del cuello y juntó sus muñecas solo para colocarlas encima de su cabeza. Ale estaba excitada, sus pezones se marcaban a través de su ropa y él la deseaba tanto, estaba duro desde que la había visto. -Eres mío…-rugió ella sorprendiéndolos a los dos. Él sonrió orgulloso de que ella quisiera marcarlo y porque por una vez no era él quien lo deseaba. -Y tú eres mía, Alejandra Rodríguez- afirmó él sin soltarla. Soltando sus manos, usó la suya para desprenderla de sus pantalones y lo siguiente que supieron era que estaba dentro de ella, allí en aquella habitación. Ella gemía en su oído mientras él la penetraba con fuerza contra la pared. Sujetaba sus nalgas para sostenerla tal y como la quería, estaba tan excitado que sabía que no aguantaría demasiado. Ale estaba perdida en el placer, en el deseo que ambos sentía. -Eres mía- afirmó él embistiéndola con fuerza -dilo. Pero ella solo gimió. Sus ojos se llenaron de dudas y él no permitiría que ella se echara para atrás ahora. -Dímelo- ordenó de nuevo deteniéndose por completo. -Lo soy, lo soy, lo soy- gritó ella mientras él se impulsaba de nuevo en su interior -soy tuya Benja, de nadie más… Esas palabras fueron suficientes para que la excitación llegara demasiado lejos, con un gemido su cuerpo tembló mientras su m*****o palpitaba soltando su simiente, Ale se corrió unos segundos después porque él no dejó de moverse. Ella lo apretó con fuerza haciéndolo gemir y alargando su orgasmo. Se quedaron allí sin aliento y con sus cuerpos todavía conectados hasta que la fuerza o la falta de ella los hizo separarse por fin. Arreglaron sus ropas, Benjamin comenzó a preocuparse cuando Ale no lo miró a los ojos. No de nuevo, era lo único que pensaba. -No lo hagas- expresó él en voz alta -no hagas esto, Alejandra. -Sabes tan bien como yo que esto fue un error garrafal, mi error- musitó ella todavía sin verlo a los ojos. Era tan extraño cuando Ale se comportaba así, tan cabizbaja. -No, yo no lo veo de esa forma- negó él levantándole el rostro con los dedos -para mí, solo es la confirmación de algo que queremos. -Una confirmación vaga- dijo ella soltándose lentamente -porque nunca nos lleva a ningún lado. -Eso es solo porque…- intentó él. -No hay excusas- interrumpió ella recuperando algo de su fuerza -no nos lleva a ningún lado y eso es lo importante. -No es una excusa- rugió él -tú eres quien se empeña en verlo de esa forma, quien nos mantiene alejados. Sin embargo, tu reacción frente a la situación de hoy me dejó muy en claro que tus pensamientos son distintos a lo que aclamas. -No comprendo del todo lo que sucedió- musitó ella -jamás imaginé que reaccionaría de esa forma. Lo siento. -Yo no lo lamento, porque me ha dado más información de la que he tenido en todos estos meses- afirmó él acercándose -te quiero conmigo, Alejandra. -Y ambos sabemos que eso no funcionó- negó ella bajando los ojos de nuevo -mis reclamos y mis inseguridades siguen siendo las mismas. -Eso puede cambiarse- afirmó él con firmeza. -No es así de sencillo- comentó ella -lamento mucho esto, sé que he sido yo quien se ha mantenido alejada y he tenido buenas razones. Además, jamás pensé que esto pasaría. No es mi intención hacerte daño, ni hacérmelo en el proceso. Las cosas fueron confusas en ese momento. -Porque sigues negando lo que deseas- rugió él -lo veo en tus ojos Ale, no puedes esconderlo de mí, por mucho que lo intentes. Él tomó su rostro con dulzura y suavidad, sus miradas conectaron unos instantes antes de que él notara brevemente la humedad acumulara con velocidad y Ale se soltara de su agarre. -Porque no es fácil para ninguno de los dos, quisiera que las cosas fueran distintas, pero no lo son Benjamin- dijo ella respirando con dificultad -los problemas que tuvimos en general forman parte de mí, pero también de ti. Yo no puedo enfrentar los míos, pero tú tampoco quieres ver los tuyos. Eso siempre nos dejará en el mismo punto. -Y sin intentarlo también quedaremos en el mismo punto- argumentó él -deseando lo que nos negamos a querer. -Al menos de esa forma ninguno sale herido- dijo Ale con una mueca. -No, eso no es suficiente- dijo él con fuerza -es bastante condescendiente y deja de lado mis sentimientos junto a los tuyos. Yo siempre he preferido sentirme herido que estar alejado de ti, lo sabes bien. Negar los sentimientos es tan malo como evitarlos. -No tengo ninguna otra solución para nosotros- rugió ella luciendo como la amazona que él sabía que era, una pequeña sonrisa se le escapó en ese momento -creo que nos hemos hecho suficiente daño hasta ahora. -Depende de cómo lo veas- argumentó él. -Y siempre llegamos a este mismo punto- afirmó ella con fastidio -debo regresar al trabajo. Antes de que pudiera detenerla Alejandra ya había salido del lugar con bastante cuidado. Benjamin se quedó allí durante unos minutos recapacitando sobre las palabras que ella le había dicho, si había algo que odiaba era equivocarse y el problema en ese caso era que él pensaba que ninguno de los dos estaba equivocado del todo. Era mucho más complicado de lo que imaginaban y sabía que sería difícil solucionarlo, pero Benjamin estaba dispuesto a intentarlo. Estaba dispuesto a hacer más solo por estar con Alejandra, pero ella no lo veía de esa forma. Con un suspiro Benjamin salió del cuarto de limpieza cuando nadie estaba rondando el lugar. Regresó con rapidez a su oficina, donde Milena lo recibió con un millón de memos que habían dejado para él. Aprovechó el momento para escribirle a los representantes de la compañía que Sabrina representaba y les informó que estaría muy feliz de hacer asociaciones con ellos mientras la mujer en sí estuviera excluida de las futuras reuniones, prefería pasar por misógino o machista, algo parecido a eso en lugar de enfrentarse a una situación de acoso de nuevo. Consideró por un segundo las reacciones de Ale, pero supo que esa no era una buena razón para seguir con ese tipo de encuentros. Se centró en su trabajo lo que quedaba del día, hasta que fue el momento de regresar a su departamento. Condujo a poca velocidad observando el crepúsculo volverse las luces de la noche que eran algo que disfrutaba y al llegar subió directamente hasta su departamento. Se duchó para estar cómodo, tomando algo de la cocina caminó hasta el lugar preferido de su departamento. Salió hasta la pequeña terraza que le pertenecía y se sentó en la silla debajo del arco de uvas, ese era su jardín. Un cúmulo de plantas frutales y flores que le daban vida. Disfrutó del aire de la noche junto al olor de las flores hasta que los sucesos del día llenaron su mente. No comprendía lo que había sucedido, pero se alegraba de conocer la reacción de Alejandra y se sentía aliviado de que él no fuera el único enfrentado la situación de una forma parecida. Recordaba él día en el que él había visto a Camilo acercarse a Ale y lo molesto que había estado, había actuado exactamente como ella intentando marcar su territorio aunque aquello fuera imposible. Su celular comenzó a sonar en ese momento. Él corrió hasta la sala para atender y torció el gesto cuando vio el número de su madre. “-Mamá- saludó él algo confundido”. “-Hola Benjamin, ¿cómo estás mi niño?- Saludó ella con una sonrisa”. “-Estoy bien- dijo él -qué raro que llames a esta hora”. “-Lo sé, es solo que quería adelantarte información- susurró su madre”. “-Está bien- dijo él algo confundido”. “-Tu padre te llamará pronto- explicó ella -sé que puede parecer extraño, pero te va a pedir que vengas a vernos”. “-¿Quiere que vaya?- Siguió él confundido -pero si papá nunca lo pide”. “-Esta vez es distinto- dijo su madre -la compañía está en juego”. “-No entiendo nada mamá- se quejó él -hablas con demasiado misterio como para comprender algo”. “-Lo sé, pero él te lo explicará. Solo quería que fueras abierto con sus palabras y las opciones que tendrán que sopesar”. “-Si eso te tranquiliza, entonces lo haré”. “-Gracias mi niño, espero que vengas pronto”. Él se sentó en el mueble con la cabeza dándole vueltas. Pronto su celular volvió a sonar, esta vez con el número de su padre, luego del típico saludo ellos comenzaron a hablar. “-Hijo, sé que esto te parecerá muy improvisado, pero necesito que vengas a vernos- pidió su padre -tengo cosas que contarte que no pueden esperar, cosas que influyen a la compañía directamente”. “-¿Qué está sucediendo, papá?- Preguntó él ya asustado”. “-Nada tan grave como suena, no te alteres”. “-Dudo mucho que no sea grave si me llamas a esta hora y además me pides que vaya a verlos. Dime lo que pasa”. “-No, no puedo hacerlo por aquí- negó su padre -ven a vernos. Tu hermano llegará en unos días”. “-Entonces iré- afirmó él -¿qué pasa con Jetta?”. “-Ella ya está aquí con nosotros”. “-Nos vemos en unos días, entonces- se despidió él”. “-Nos vemos, hijo”. Su padre colgó la llamada misteriosa y Benjamin de inmediato se contactó con Milena para que ella pudiera agendarle el primer viaje disponible a Países Bajos. Una vez que eso estuvo hecho, él se centró en hacer sus maletas intentando que todo lo que llevara fuera lo más práctico posible. No había forma de llevar todo lo que necesitaría con tan poco tiempo, pero estaba seguro de que al llegar allá se las arreglaría, primero era necesario escuchar lo que su padre tenía que decirle. Unas horas más tarde cuando todo estuvo arreglado, las citas y reuniones pospuestas él se tumbó en su cama con un suspiro profundo. No podía creer que aquello estuviera pasando y que sus pensamientos rebeldes se dirigieran todos a Alejandra, no podía evitar pensar en que de estar juntos ella lo estaría animando en ese momento. Se estaría encargando de los detalles de su viaje e incluso lo haría reír de cualquier forma posible para hacerle olvidar sus preocupaciones. No comprendía como podía anhelar tanto a una persona que ni siquiera había tenido del todo. Benjamin había llegado a pensar que tal vez estuviera obsesionado con ella, pero no se sentía tan superficial. Los problemas que pudieran presentarse eran incontrolables, pero había dos luces frente a sus ojos en ese instante. Su familia, que le preocupaba hasta lo imposible y Ale, que aunque deseaba distanciarse, él no podía dejarla ir. Con cada negativa él perdía un poco de su confianza y su voluntad, no quería admitir que ella tenía razón, pero estaba consciente de que si las cosas seguían igual en algún momento tendría que dejar de insistir, ese pensamiento le dolía y le molestaba mucho más de lo que estaba dispuesto a admitir.
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