Momento inesperado

3190 Words
La vida a veces te muestra una posibilidad, te hace amarla, te hace desearla como nada más para luego arrebatártela de las manos. Es como si te diera la visita guiada del lugar, una muestra gratis de los videojuegos, pero cuando llega el momento de la verdad tienes que pagar un alto precio por conservar la experiencia, aquello que deseas. Y podrías decir que no vale la pena el esfuerzo aunque en tu interior siempre estarías seguro de que es todo lo contrario, tú sabes que lo vale y es por eso que lo quieres como nada. Lucha siempre para conseguir la meta, la satisfacción será inimaginable. “Benjamin Weber era un hombre instruido, educado y un ejecutivo brillante. ¿Su único problema? Los retos solían ser bastante sencillos por lo que el aburrimiento siempre estaba en la orden del día. Eso hasta que Alejandra Rodríguez llegó a su vida, todo fue cuesta arriba desde ese momento y aunque parezca extraño, para él fue lo más emocionante que le hubiera sucedido en mucho tiempo. Un reto que no era solo un reto, era mucho más y más complicado de lo que hubiera imaginado. La mujer era dura como roca, pero por el universo que le encantaba como nadie lo había hecho. Era por esa razón que le había dejado su número personal luego de la cena en la que ella apareció imitándolo. Había disfrutado de su conversación franca y se sorprendió agradablemente cuando unos días más tarde ella lo invitó a lo que llamarían su primera cita. Al inicio había pensado que le lugar al que ella los había llevado era un poco desagradable, él no era un amante de las multitudes, pero pronto se dio cuenta de que las personas que estaban allí eran graciosas, agradables y la comida era deliciosa. El ambiente familiar había terminado por encantarle y había disfrutado de la noche entera sin contar con el maravilloso final donde Ale le había saltado encima y él la había recibido con los brazos abiertos y una sonrisa de lobo. Tener su cuerpo desnudo, apretando el suyo, hundiéndose en su interior lo había dejado completamente embobado y unos días más tarde era él quien la llamaba para verla de nuevo. Anhelaba que la experiencia se repitiera, ella era sensual, dulce, interesante y una luchadora, le gustaba esa mujer. Sin embargo, a pesar del brillante comienzo las cosas se torcieron rápidamente, esa noche él había terminado en el departamento de Ale con la cena, al parecer Lena y ella vivían juntas, pero él sabía que la mujer estaba con Alonso. Cenaron con una conversación que los hizo reír y el postre fue exactamente el que él quería. Ella se desnudó para él, siguió sus órdenes al pie de la letra. Estaba tan excitado que no podía esperar a tenerla, pero sus instintos dominantes le pidieron que la llevara al límite antes de que terminaran en placer, la presionó, pidió su confianza creyendo que ella se la daría, pero él no era un novato, notó perfectamente cuando Ale se reprimía sin entregarse completamente y ese saber no lo dejó tranquilo, presionó lentamente hasta que finalmente fue demasiado para ambos. Un fracaso para su control, ella le pidió que se fuera en ese momento dejándolos frustrados y confundidos. Benjamin lo comprendía completamente, Ale le había dado mucho y él en lugar de aceptar lo que le daba bajo su voluntad la quiso presionar para que fuera mucho más abierta, él sabía que aquello no estaba bien, pero la necesidad de llamarla suya era tan grande que no había podido evitarlo. Se golpeó la cabeza por su estupidez hasta llegar a su departamento y allí solo pudo tocarse pensando en Ale para evitar un caso severo de bolas azules, la mañana siguiente fue el inicio del fin. “Lo siento, el día de ayer fue bastante incómodo para ambos. Lamento no poder darte lo que quieres, eso lo comprendí algo tarde. Creo que es mejor que nos demos distancia”. Le llegó un mensaje de ella que había escrito en la madrugada. “¿Qué pasa si no es lo que yo quiero?” escribió él todavía en la cama. La respuesta tardó unos minutos en llegar, pero el mensaje era igual de malo que el anterior. “Es lo que creo que es correcto y lo que yo quiero”. Y con esas palabras la situación se dio por terminada, al menos para Alejandra. Él había corrido a la oficina de Alonso para poder hablar con él y su amigo le había dado unos excelentes consejos que aunque venían de una fuente de dudosa moral, le servían hasta cierto punto. Benjamin no se consideraba tan paciente como para cumplir al pie de la letra lo que Alonso le presentaba, él necesitaba que las cosas avanzaran. Sentía cierta envidia de su propio amigo, porque esa tarde había podido ver lo lejos que había llegado con Lena. Él regresó a su oficina más tarde y en los momentos libres de su trabajo ideó un plan para poder acercarse a Ale de nuevo. Intentaría el acercamiento directo para probar, luego si eso no funcionaba buscaría otras formas más creativas. Fue de ese modo que aquella tarde, en el descanso del almuerzo él le envió un mensaje a Ale para pedirle que almorzaran juntos y como era de esperarse, ella lo rechazó. Los siguientes días siguieron el mismo patrón, él se acercaba para buscarla de alguna forma y ella lo rechazaba. Eso hasta que sin meditarlo, en un descanso de almuerzo se dirigió a la oficina de publicidad que casi siempre se quedaba vacía a esas horas. Se presentó frente a ella para que no pudiera rechazarlo y los besos fueron inevitables, el contacto entre ellos era casi imposible de evitar, él lo había sabido desde el inicio. Fue dulce, sensual y maravilloso, calmó cierta ansia que había estado creciendo dentro de él desde la última vez que la había visto. Eso funcionó hasta que Ale comenzó a evitarlo de nuevo, por lo que a él no le quedó más remedio que poner distancia. Se había estado sintiendo como la mierda, aquella noche permanecía en su departamento lamentándose de sí mismo, hasta que una llamada de Alonso lo distrajo de su miseria y se lo agradecía. Su amigo lo invitó a un club lo que ya de por sí era extraño, pero él aceptó porque no había mucho más que hacer, podía tomar solo o acompañado. Se vistió y luego condujo hasta el lugar, allí en la zona VIP se encontró con Cristian, el vicepresidente de la compañía de Alonso y su amigo bebiendo. Se unió al bando hasta que unos minutos más tarde comprendió la treta. Lena, Cary y Ale llegaron vestidas como diosas. Sonriendo y riendo, sus ojos se desviaron a su rostro de felicidad que mostraba algo de tensión para pasearse lentamente por sus curvas, dándose un festín. Ella llevaba un vestido estampado que le quedaba tan ceñido que no imaginaba como se lo había puesto, su cuerpo se estilizaba aún más gracias a los tacones que llevaba en sus pies. Fue verla y ponerse duro. Le lanzó una mirada de enojo a Alonso aunque su amigo solo sonrió, así que aquello era una trampa, pero Ale no parecía sorprendida. -Te ves preciosa- le dijo él cuando ella se sentó a su lado. -Gracias- comentó ella sin desviar su mirada. Esa reacción le dio algo de valentía. -¿Tú sabías que íbamos a estar aquí esta noche?- Preguntó él necesitando confirmación. -Nosotras… más o menos fuimos las de la idea- afirmó ella viéndolo con desafío, uno que él no se tardó en responder. Ella se fue con sus amigas unos minutos más tarde y junto a Alonso y Cristian las miraron dominar en la pista de baile. Las tres unieron cabezas en cierto momento para luego dirigirse con paso firme hacia ellos. Alejandra se acercó directamente a él. -¿Vienes conmigo?- Le preguntó ella ofreciéndole la mano. Él la tomó en ese mismo segundo. Caminaron hasta un lugar algo apartado de la vista. -¿Qué sucede?- Preguntó él intrigado. -Quiero que sepas que quiero intentarlo- anunció Ale dejándolo en blanco -no puedo dejar de pensar en ti, así como sé que tú tampoco puedes hacerlo. Entonces, si ambos estamos en el mismo dilema, entonces creo que lo mejor sería intentarlo. -¿Estás segura de lo que me estás diciendo, Alejandra?- Inquirió él -porque una vez que comencemos ya no habrá vuelta atrás, al menos no para mí. -Lo sé y como dije, estoy dispuesta a intentarlo- aceptó ella -gano más haciéndolo que no. De la otra forma definitivamente no gano nada, cariño. -Entonces es momento de que nos vayamos- afirmó él ofreciéndole la mano tal y como ella había hecho, Ale tampoco dudó -pero nada de cariño, no me gusta que uses el sobrenombre de todo el mundo conmigo. -Benja, será- sonrió ella siguiéndolo -ya que tú me dices Ale. Él sonrió antes de seguir. Salieron de aquel rincón, en las mesas solo estaban Lena y Alonso, ellos fueron quienes los vieron irse juntos. Él y Ale iban tomados de la mano, Benjamin la sujetaba con firmeza porque sentía que en cualquier momento ella correría. Salieron de la multitud del club y se subieron a su auto, el comenzó a conducir antes de hablar. -Vamos a mi departamento- dijo y esperó el asentimiento de Ale. Al llegar, el ascensor los esperaba, subieron en silencio y al entrar su departamento ambos se quedaron estáticos durante unos segundos. Él caminó hasta la sala y Ale lo siguió. -¿Hasta dónde estás dispuesta a llegar?- Preguntó él. -No lo sé, no sé qué es lo que tu deseas- dijo ella. -No es sobre lo que yo deseo- negó él sentándose. Ella se quedó de pie -es sobre la confianza, la dinámica de la relación. -Entonces vas a tener que explicare mucho más, porque estoy perdida- afirmó ella antes de sentarse. -Soy un dominante, un amo- explicó él -lo he sido desde que llegué a mis veinte años. Eso es lo que intenté explicarte aquella tarde en el almuerzo. -Yo… he conocido personas que hacen este tipo de cosas- ofreció ella -pero nunca lo había experimentado, no es un gusto tan excéntrico. A menos que te gusten las cosas muy muy fuertes. -No llego a ese punto- negó él, calmándola un poco. -Entiendo. -Soy un amo bastante suave, me gusta la sumisión, pero no la tortura- siguió él -en general cumplo los deseos de mis sumisas. -¿Y qué es lo que te gusta de eso? -La confianza, la entrega, el deseo y la absoluta certeza de que el proceso conllevará al placer- afirmó él con voz ronca. Estaba duro, hablar con Alejandra de aquello e imaginársela sin poder evitarlo, era algo que lo excitaba hasta el punto de que su voz era inestable. La quería desnuda. -¿Lo intentaremos?- Preguntó ella con la voz temblorosa. Era la primera vez que la veía así. La necesidad bloqueó su mente aunque intentaba calmarse. -Levántate- ordenó él y ella lo obedeció -para comenzar quiero que te desnudes lentamente frente a mí, cada pieza de ropa fuera. Ale se ruborizó, pero fue soltando las prendas de su cuerpo con la suficiente confianza como para no taparse y eso lo aceleró. Sentía su corazón emocionado mientras la veía, sus ojos era pozos derretidos anhelantes y llenos de deseo. Al quedarse maravillosamente desnuda frente a sus ojos, él gimió. Benjamin sabía que ella estaba húmeda, estaba tan excitada que sus muslos estaban mojados. -Sujétate el pelo- ordenó, viéndola -y siéntate sobre tus talones en el piso. Los ojos hacia el piso. Al subir los brazos, sus pechos se alzaron frente a su mirada y sus pezones se fruncieron haciendo que su boca salivara. Ella se agachó lentamente y se colocó en la posición que él le pedía casi de inmediato. Aquella precisión casi lo hizo gemir de nuevo. Disfrutó de la visión perfecta de Alejandra postrada frente a él antes de soltarse el pantalón que lo lastimaba. Su erección saltó y se tambaleó al quitarse la prenda. Se alejó durante unos segundos para buscar dos cosas que quería usar y al regresar ella seguía en la misma posición. Eso le dio demasiada satisfacción, Ale era natural. -¿Confías en mí?- Le preguntó de pie frente a ella. -Sí- fue su clara respuesta. Con esa él se acercó hasta ella y le cubrió los ojos con la venda oscura que llevaba las manos. -Ahora solo tienes que sentir- dijo él tomándola del brazo para levantarla. La colocó frente al mueble antes de colocar su mano en la espalda de Ale e instarla a inclinarse. -Colócate sobre tus rodillas y sujétate del mueble- le dijo y ella lo hizo. La respiración de Ale era superficial al igual que la de él. La deseaba tanto en ese momento. Él la dejó allí en aquella posición durante los segundos que quiso disfrutar de su humedad y su figura para sus ojos. Se quitó toda la ropa del cuerpo antes de tomar la fusta que había tomado junto a la venda. Lentamente y sin hacer ruido se acercó a ella para frotar el pedazo de cuero por el centro de su espalda haciéndola estremecer, pero Ale no se soltó. Él sonrió y siguió con las lentas caricias que ella no esperaba hasta que al llegar a sus nalgas gimió. -No te sueltes- ordenó él -si lo haces me detendré. Ale asintió dejándolo conforme y el comenzó de nuevo las caricias. Primero sus brazos, luego su cuello, su espalda vino a continuación y al tocar sus pezones Ale aspiró con fuerza solo para gritar cuando él azotó aquella punta con firmeza. El sonido picó en el aire tal y como él amaba, la dejó allí procesando el dolor para cargarla al azotar el otro pezón. La seguidilla de azotes continuó hasta que sus nalgas, espalda baja y muslos estuvieron deliciosamente rosados y sensibles. Ale se retorcía buscando el toque le que exigía su cuerpo. Ella estaba tan húmeda que sus jugos caían por sus muslos haciendo que Benjamin estuviera más duro si era posible. Cuando un azoté golpeó su clítoris Ale gritó y sus dedos se apretaron al mueble con tanta fuerza que perdieron el color. Él la azotó de nuevo en el mismo punto y fue entonces cuando ella se dobló casi hasta lo imposible para conseguir su contacto. En ese punto él solo pudo soltar la fusta, se acercó a Ale, acarició sus nalgas sensibles haciéndola gemir, la azotó con la mano solo por el gusto de hacerlo y luego la penetró de una sola estocada. Estaba tan mojada que no hizo falta nada más, él gimió, ella gritó. Las embestidas fueron tan fuertes como él siempre había querido que fueran, el choque de sus cuerpos resonaba con ímpetu en la habitación. Ale solo gemía mientras él la sujetaba buscando marcarla. Fue en ese segundo que le dio la vuelta saliendo de su cuerpo solo para poder tenerla cara a cara, tumbándola en el mueble se hundió en su cuerpo de nuevo y las embestidas siguieron tan fuertes como las iniciales. Los gemidos anhelantes eran mejores de lo que lo habían sido y fue en ese segundo que él le quitó la venda a Ale. Ella lo observó perdida en el deseo, estaba a una estocada de rogarle por su placer y eso lo tenía en el borde. Fue en ese segundo que las palabras se escaparon de sus labios. -Eres mía- rugió en dos estocadas. Ale salió de su burbuja en cuanto escuchó las palabras y aunque su cuerpo seguía en el borde su mente ya no lo estaba. Cerró los ojos, aquello lo hizo enfurecer. -Mírame- ordenó y ella abrió los ojos con desafío -eres mía, lo sé. Dímelo. Ella solo gimió y fue entonces cuando él se detuvo. Ale casi gritó de frustración. -Soy tuya- musitó ella rogando por el movimiento. Fue cuando Benjamin continuó llevándolos a ambos al orgasmo y aunque debía ser uno arrasador, que los dejara en la inconsciencia fue tan pequeño que apenas lo sintió. El silencio que siguió fue ensordecedor, Ale se alejó de él como si la quemara y no de la forma en la que Benjamin deseaba. -Creo que es mejor que me vaya- dijo Ale de pronto cerrándose totalmente a él. -No te cierres a mí- ordenó él, pero la mirada que ella le lanzó lo hizo arrepentirse. -No hay nada de qué hablar- sentenció ella -creo que quedó bastante claro que esto no funciona, lo veo en tus ojos y yo lo sentí. -No puedo creer que hagas esto- lanzó él molesto sin pensar en sus palabras -siempre negándote, siempre rechazándome cuando sería mejor hablar. Eres tú quien se oculta todo el tiempo. -No me hagas reír- dijo ella alzándose -tú, quien hablaste de la confianza y la entrega, arruinaste el momento que tanto te tardaste en construir para nosotros porque presionaste un instante que no debía ocurrir. Y no, tú tampoco te entregaste, porque si tú puedes verme yo también puedo hacerlo Benjamin, tal vez no conozca mucho de esta clase de dinámica, pero sé que las relaciones son bidireccionales. No soy yo la única que debe abrirse. Lo que es más, para afirmar que tienes tanta experiencia no lo parece. -No creo que sea el momento de insultarme- dijo él alzándose también aunque sabía que las palabras de Alejandra eran tan ciertas como que el cielo es azul. -Ya no importa, Benjamin- rechazó ella vistiéndose -esto no funciona y no lo hará. Admitamos que aunque nos atraemos como nadie no logramos funcionar juntos. Me iré ahora y las cosas seguirán como antes. Ella ya estaba casi lista para el momento en que pronunció esas palabras. Intentando seguirla él también se vistió, pero las palabras se escaparon de sus labios. No había ni una oración, sílaba o palabra que pudiera decir porque Ale tenía razón sobre ellos, él lo había arruinado completamente y ya no habría más oportunidades”. Fue en el viaje a la casa de sus padres, mientras el resto de los pasajeros dormían que él recordó los eventos de aquella fatídica noche. Torció el gesto al pensar en todas las cosas que hubiera hecho distintas, repasó una vez más todas sus equivocaciones sabiendo que ya no podría cambiarlas, Alejandra había salido de su vida aquella noche y nunca más había podido acercarse por un millón de razones distintas. Seguía queriéndola como la primera vez, deseándola al mismo nivel, pero ya nada de eso sería posible. Cerró los ojos intentando conciliar el sueño para poder estar descansado al llegar y se imaginó la versión de su vida en ese momento si las cosas con Ale hubieran sido distintas.
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