Nicolas Salí del hotel con las manos en los bolsillos y el ceño fruncido, como si caminar me ayudara, pero no era verdad. Desde que desperté, todo lo que había en mi cabeza era un hueco enorme con la forma de una mujer. Sus ojos, su voz, ese apodo que me hizo nacer: castaña mía. Y sin embargo, no tenía ni su nombre, ni una pista real que me ayudara a encontrarla, solo sensaciones, instantes rotos, una necesidad absurda por volver a verla, saber si también pensaba en mí, si recordaba al menos un poco de lo que vivimos. El ascensor no ayudó, la brisa en la entrada del hotel tampoco, y justo cuando me disponía a cruzar hacia el auto del equipo, lo vi: al tipo del restaurante. Ethan estaba en la puerta mientras miraba a su mujer de lejos con una enorme sonrisa en el rostro. —Hey —me a

