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2346 Words
Estoy en la cima, el cielo es rojo y vuelan demonios alrededor de los edificios incendiados. Las calles están hechas una matanza, sangre, cuerpos muertos, todo está destruido. Debajo de mi yacen miles de cuerpos sin vida, en mi mano derecha llevo un cetro de jade que simbolizan la masculinidad y feminidad. Mi cuerpo está cubierto por un vestido verde esmeralda, abajo abundan serpientes alrededor de la multitud y en el cielo los pájaros con aguijones sobrevuelan. Los demonios que están por debajo de mi trono se arrodillan y me aclaman como la diosa del Caos. Y la lluvia es sangre que cae por mi cuerpo empapándome de la muerte de millones de inocentes. Mi cuerpo está sudado, he tenido otra pesadilla. Me levanto de la cama, a mi lado yace durmiendo Alyssa, al menos no la he despertado. Seguimos en el prado, he invocado ciertas cosas para descansar mientras pensamos en lo que haremos. Aquí nadie puede encontrarnos. Miro la oscuridad que invade el prado y hago que aparezcan unas pocas estrellas, así está mejor. —¿No puedes dormir? —la voz de Alyssa suena. —Yo tampoco. —¿Te he despertado? —pregunto. —No, ya estaba despierta. —dice —¿Desde cuando tienes pesadillas? —Desde siempre —que yo recuerde, le digo en mi mente. —Van y vienen. A veces dejo de tenerlas por meses, pero siempre vuelven. Últimamente las he tenido más frecuente. —no le digo que algunas de esas pesadillas se vuelven reales como la que vivimos en el aquelarre. Aunque de diferente forma, no entiendo que hizo que cambiaran las cosas. Sigo sin entenderlo. —¿A qué crees que se deba? —su voz ha adoptado una suavidad diferente e inquisitiva. —No lo sé, creo que porque estaba en peligro. —asiente con su cabeza y se da la vuelta. —Deberías dormir un poco. —ella se mete a la cama y no dice nada más. *** Cuando regresamos al plano terrenal, me doy cuenta que nos hemos ido más de dos semanas. Aunque en el prado se viera que fueron dos días, en la tierra el tiempo es diferente. —¿A dónde vamos ahora? —pregunta Alyssa. Estamos en un callejón a las afueras de Melbourne. —Conseguiremos comida. Muero de hambre —la arrastro por las calles y tomamos un taxi, antes de ir a un restaurante, pasamos por mi casa para cambiarnos y conseguir algo de dinero. —Te ves mejor —su aspecto cadavérico aun no mejora, pero con un poco de comida creo que lo hará. Le he maquillado un poco y puesto un par de lentes de contacto, yo igual me he puesto unos y le coloqué una peluca color n***o, la usaba cuando mi cabello era purpura, no quería aterrorizar a las personas de allí afuera. —Gracias —dice cuando se mira al espejo. Me coloco detrás de ella. Somos tan parecidas por dentro y por fuera. Mi cabello es n***o, y nuestros ojos son ahora cafeces. Una réplica. —Ves, somos tan parecidas —la tomo de los hombros y abrazo. —Vamos a crear un mundo mejor, ya verás. —¿Vamos a crear un mundo mejor? ¿De qué hablas? —le doy una sonrisa. —¿Mia? —Se nos hace tarde. Vamos —la tomo de las manos y salimos de mi departamento. *** Nesh me encuentra en el bar donde lo seguí la última vez, unos días después. He dejado a Alyssa en el prado para que estuviera segura, necesitaba hablar con él. —¿Whiskey o Vodka? —ofrezco. —Whiskey, por favor. —dice, sonrío. Cuando nuestras bebidas están en nuestra mesa comienza a hablar él. —¿Estás bien? —alzo una ceja interrogante. No tiene por qué preocuparse por mí, en todo caso debe ser por él. —Lo estoy. —respondo. —¿Dónde está Alyssa? —bebo un poco de mi bebida. Está riquísimo. —En un lugar seguro. —No es como esperaba que pasaran las cosas. —sé que está intentando volver a engañarme, pero no pasará. —Lo siento. Créeme, solo intentaba protegerte. —¿Protegerme de qué? ¿De las brujas supremas o de ti? —sueno acusatoria, pero es que en verdad creía que teníamos algo. Cierra los ojos y deja escapar un suspiro. —De ambos, creo. —Nesh, te daré solo una oportunidad para que me cuentes como sucedieron las cosas realmente, y para que me digas por qué te acercaste a mí. Me da una mirada profunda, aunque me afecta finjo que no lo hace. —Écater, me ofreció un acuerdo. Uno donde ambos ganáramos, y pudiéramos gobernar tu mundo. Ella quería abrir portales para que las brujas y demonios salieran a consumir a los humanos. Y por mi parte, quería hacerlos esclavos para mi propio beneficio. Si conseguía más seguidores, me haría más poderoso. —le escucho atentamente sin perder ninguna palabra. —¿Quién eres realmente? —temo que Nesh, no sea su nombre real. Baja la mirada y lo comprendo, también me engañó. —Slaanesh, el dios del caos o príncipe del placer y el dolor. Cualquiera soy el mismo —bufo —no he mentido del todo con mi nombre. Me presenté contigo con Nesh. —Entiendo. —no digo nada más, necesito que termine esto para irme. —Écater quería que me hiciera pasar por el hermano de Alyssa para que tú me ayudaras, cuando eso no sucedió recurrimos al siguiente plan; donde tendría que ponerte en peligro para que confiaras en mí y lograra sucumbir a tus deseos. —lame sus labios —Por eso te llevé con Dylan, él te diría que las brujas estaban detrás de ti por tu poder, para así tú lo cedieras por miedo a que te matasen y mataran a Alyssa. —Y tu pudieras seducirme para que me enamorase de ti y cediera todo mi poder como una idiota —replico. —Por eso me llevaste a vivir contigo, no fue por mi seguridad. Todo fue parte de un plan, el cual es demasiado estúpido —escupo —¿Enserio creías que iba a enamorarme de ti? —Mia, soy el príncipe del placer. Todos se enamoran de mi cuando me ven, mi belleza los deja deslumbrante. —Pero olvidas una parte importante. Yo no soy un simple humano, soy mitad demonio, igual. —asiente con la cabeza. —Por eso me costó más tiempo lograr penetrar tus barreras de seguridad. El hechizo que Alyssa puso en ti para tu protección era demasiado poderoso. —bebe de su trago. Y pide otra ronda. —¿Por qué no pude ver quién eras realmente? —ese era mi poder y no pude saberlo. —Usé un glamour demasiado poderoso para que no vieras quién era. —¿Glamour? —Es magia más poderosa para hacer cambiar la apariencia en cómo nos vemos. —explicó. Me sentí como una tonta por haber caído en su trampa. En uno de mis tantos sueños, lo vi, pero nunca pude lograr ver sus intenciones. Me preparé para cuando lo viera por primera vez, pero eso no fue suficiente porque cuando mis ojos conectaron con los suyos, todo se desmoronó. Y fui vulnerable. Sus encantos y belleza fueron atractivamente influenciados en mí haciéndome bajar las barreras. —Después de todo, Alyssa siempre me protegió —no había mentido en ello. —y fue una de las cosas más difíciles que he hecho en toda mi existencia. —¿El intentar seducirme? —me carcajeo. —Eso es patético, Nesh. —levanta su mirada del vaso y me mira, con una intensidad que cualquier mortal podría sucumbir a saciar sus deseos más apetitosos sexuales. “No intentes hacer esos trucos conmigo” envío a través de mis pensamientos. “Ya caíste una vez” responde “Claro que no, nunca lo hice” enarca una ceja y me envía una imagen de mi con el tipo de aquella noche que encontré en el bar donde lo seguí. Creo que se llamaba Carlos. —¿Cómo rayos sabes sobre eso? —reprendo. La ira comienza a hervir dentro de mí. —¿Acaso me seguiste? —se ensancha una sonrisa de suficiencia. —Algo mucho mejor que eso, —me guiña. Abro ligeramente los labios dejando escapar un gemido incontrolable. —Yo era Carlos. Mierda, mierda, mierda. Ahora es él quien se carcajea. Sacudo la cabeza. No es posible. Carlos no se parecía en nada a este rubio de ojos azules. —Te lo he dicho. Complazco los deseos de todos los seres en este mundo, no fue difícil saber qué tipo de chicos te gustaban —pasa su lengua lentamente por sus labios y no puedo evitar sentir algo. —Me engañaste. Jugaste conmigo —no pienso perder los estribos con él ahora. Pronto le llegará su merecido. —No, solo quise saciar un poco de mi sed contigo. Era difícil verte en mi departamento todos los días y no poder tocarte o besarte —se inclina un poco hacia mí apretando sus manos en puños. —Fue una jodida tortura para mis pantalones. —Me da gusto que hayas sufrido, pero no creo que lo suficiente por todas las mentiras que me dijiste ¿en qué más mentiste? Se vuelve en su asiento y se remueve incómodo. —Soy culpable por entrar en tus sueños y hacer que me desearas. —abro la boca ligeramente sorprendida. Después de todo si fueron reales esos sueños. Él era el intruso, ahora entiendo por qué comenzó a atraerme. Aprieto los labios para evitar gritarle una sarta de groserías. —Pero también eres culpable. Pude ver a través de ti que me deseabas, por eso es que entré. —Eso es mentira —replico. —No puedo entrar a los sueños de las personas sin que me concedan su permiso. Y tú lo hiciste. —sacudo mi cabeza. —Eso no es cierto. Yo no te cedí nada. —Si, lo hiciste cuando abriste esa puerta en tu sueño. —cierro los ojos y dejo escapar un suspiro frustrado. Recuerdo el primer sueño húmedo que tuve con él. Desgraciado, jugó sucio. —¿Ahora lo recuerdas? Lo disfrutaste tanto como yo, no lo olvides —una sonrisa de suficiencia lideró sus labios. —Eso no tiene importancia ahora. —si uno de mis sueños me hubiera enseñado sobre la verdadera persona que era, estaba segura que me iba alejar de él. Pero aquí estaba afrontando las consecuencias de ser engañada y utilizada una vez más. Solo que esta vez no eran humanos, si no un demonio. Que irónico. —No te mentí al decirte que lo hice para protegerte. —su mirada se vuelve vulnerable. —me importas, Mia. —su voz es dulce —me perteneces desde esa noche que abriste la puerta. Tu dijiste que me perteneces en cada noche. —recuerdo que me hacía decirlo cada vez que nos encontrábamos. Pero creía que solo era un sueño. Sacudo la cabeza. —Estás loco. —reprendo. —Yo no te pertenezco. —Ven conmigo, te protegeré. Nadie te hará daño, —su voz es una súplica. Toma mis manos en las suyas, le miro asustada. —Soy el dios del Caos. Soy poderoso y puedo protegerte a ti y a Alyssa, de las brujas supremas. —miro a sus ojos azules, es una belleza traidora que usa para manipularte. Ya lo hizo una vez, no lo hará de nuevo. —Eres mía, princesa. —Yo no soy de nadie. —replico molesta y quitando sus manos de las mías. —No volveré a caer en tus juegos perversos, Slaanesh. —escupo. Hay una batalla liderándose en su mirada cuando me dice. —No es un juego. Mia. Estoy aquí para ayudarte. —¿Por qué traicionar a Écater? —menciono el nombre que había escuchado en el aquelarre esa noche. —¿No eran aliados en contra de Alyssa y de mí? —me siento curiosa por lo que dirá a continuación. —Ella no cumplió la parte de su trato. Dijo que no te lastimaría y lo hizo. Envió a esos ogros por ti. —le da un último sorbo a su whiskey. —Se supone que yo te llevaría, pero no esperó. No tolero a los traidores. Así que estamos en guerra con ella. Alzo una ceja. Bueno, eso no lo hace susceptible a que es también mi enemigo. Nada cambia. Es su pelea, no la mía. —Mia, créeme. Voy a protegerte de ellas y de todo el mundo. Confía en mí una vez más —era un buen mentiroso, sus ojos se suavizaron y sentí un aleteo en mi corazón traidor. —Me preocupo por ti. Eres mía, princesa. Y tomo enserio en cuidar lo que es mío—sacudo la cabeza. Me levanto de la silla. Ha sido un error haber venido hablar con él. Creí que me iba a dar respuestas a mis preguntas, pero me hizo crear más de las que ya tenía en mi cabeza. —Eres una farsa. —detestaba como seguía usando su magia para seducirme. —Mia. Quemaré el mundo por ti, si así lo deseas —sus palabras enviaron escalofríos a mi cuerpo. Las imágenes de mi pesadilla vinieron a mi como un golpe dejándome sin aire. Fruncí el ceño. ¿era él? ¿el ocasionaría la destrucción del mundo? Sacudo la cabeza. No, en mi sueño era Alyssa. Su cabello purpura estaba por los aires en la cima de todos esos muertos. Pero ahora ya no estaba tan segura, los sueños son solo una guía, no son como va a suceder. Ya pasó una vez en el aquelarre y con Nesh. —Princesa, quédate a mi lado y te protegeré. Le di una mirada de suficiencia y me ensanché una sonrisa socarrona que él siempre me enviaba. —Sé cuidarme sola.
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