7

4357 Words
Abro los ojos porque siento que estoy muriendo asfixiada. Toco mi cuello, no hay nada. Mi pecho es un sube y baja agitado. Intento recordar en qué lugar estoy, pero no viene nada a mi mente. La cama está en la absoluta nada. El suelo es nada. Todo está sumergido en la oscuridad, pienso que la cama está flotando, pero me encuentro poniéndome de pie para saberlo. Es piso firme, pero parece como si estuviera en el espacio ¿dónde estoy? Miro el cielo, completa oscuridad con solo una luna reflejada. Es siniestro. Entonces me doy cuenta que llevo puesto un vestido blanco ¿cuándo me he cambiado? Sigo un camino que no sé si existe, pero que pienso puede llevarme a una parte lejos de aquí. No sé cuánto tiempo ha pasado desde que dejé la cama atrás. Ahora no encuentro nada, la oscuridad me consume, con el miedo y el odio formándose en mi interior. —Después de todo nos volvemos a encontrar —una voz se hace presente pero no se materializa. —¿Quién habla? ¿Hola? —Me aceptaste. Pasó algo de tiempo para que ocurriera, pero lo hiciste. —la voz estaba en todos lados ¿de dónde provenía? —¿Quién eres? —Soy tu. —Es imposible. —Soy tu otra mitad. La peor parte de ti. Comienzo a agitarme. El miedo se hace presente. Sacudo la cabeza. —Es mentira. Yo no soy así. Una risa gutural llega a mis oídos. Se está burlando de mí. Lágrimas se amontonan detrás de mis párpados. Mis manos tiemblan, de pronto siento frío. Como si muriera, después de todo el ángel de la muerte llegó por mí cuando maté a esos ogros. ¿Es esto el inframundo? ¿dónde acaban las almas como las mías? —¿Las almas como las tuyas? ¿Qué tipo de alma crees tener, Mia? —¿Ha escuchado mis pensamientos? —Si, los escucho. —silencio. —No estás muerta. —dice después de un rato en silencio. —¿Dónde estoy entonces? —Ya te lo dije, estás aceptándome. Esta es la parte que escondes de ti misma y de los demás. Es la profundidad de tu alma. —¿La profundidad de mi alma? No puede ser cierto. —Cuando aceptas la verdadera persona que escondes en tu interior, es cuando pasas a este plano espiritual, te encuentras con tu otra mitad. Y dependerá de cada persona en cómo se vea su otra mitad. El tuyo es oscuro, como lo puedes ver. —miro a mi alrededor. Es cierto, todo es oscuridad, a excepción por la luna que me persigue desde que comencé a caminar, es el único que alumbra mi camino. La única luz. —Puede ser difícil de aceptar, pero es parte de ti. No puedes negar lo que eres. —lágrimas resbalan por mis mejillas. El dolor me aplasta como nada. Es terrible cuando miras en tu interior y encuentras tanta oscuridad que no puedes darte cuenta que emana de ti, todo ese odio, esas mentiras que seguías diciéndote a ti misma, esa parte que odias ser en el fondo. Y finges no saberlo. Me dejo caer derrotada. Después de todo, mi oscuridad me encontró y la afronté. Lloré. Porque era verdad, y las verdades siempre dolían. —¿Esto es lo que soy? —sueno con la voz quebrada. No hay a donde huir, esta vez. —Si. Y es hora de que nos aceptes. Trago el nudo en mi garganta. Basta de decir mentiras, de fingir la persona que no era. Era hora de que acabara con esta farsa de mi persona. Mia, lo siento. Pero debes morir. *** Mis párpados se sienten pesados, pero me obligo a abrirlos. El techo es blanco y las paredes son de un gris mota, no sabría descifrarlas. Pero parecen familiares. Me siento en la cama, pero al momento que lo hago siento que me mareo, llevo mi mano a la cabeza. Me duele demasiado, y siento el cuerpo flojo, como si hubiera corrido un maratón demasiado extenso. Mis pies descalzos sienten el suelo frío, pero no son lo suficiente fuertes para sostener mi peso. Caigo golpeando mis brazos. Eso duele, me quejo. —Mierda. —escucho una voz de hombre. Sus brazos me sostienen y llevan a la cama para sentarme. Retiro mi cabello de mi rostro para tener una mejor vista del sujeto. —¿Tú? —estoy sorprendida de ver a Nesh. —¿Qué haces aquí? —no puedo unir bien el rompecabezas en mi cabeza. Es como si todo fuera borroso. ¿Había ido de copas con él? ¿por eso me encontraba en ese estado? —Te traje a mi departamento porque te encontrabas muy mal. Creí que iba a perderte. —hay un deje de preocupación en su voz y en sus ojos. —¿Perderme? ¿por qué? —frunzo el ceño, estoy realmente confundida. —¿Nesh? —no me mira a los ojos. Me está ocultando algo, y no es necesario usar mis poderes. Porque mi sexto sentido de mujer me lo dice. —¿Nos embriagamos? —abro los ojos horrorizados al venir una imagen de mí bebiendo con él. Yo ebria, era un caos terrible. Esperaba que no hubiera hecho nada con él, miro hacia la cama de la que me acabo de levantar ¿lo hicimos? ¿por eso mi cuerpo está adolorido? Mierda santa. Una sonrisa ladeada se asoma en sus labios. Su mirada preocupada es suplantada por una divertida. —Apuesto a que piensas que lo hicimos como conejos —señala hacia la cama, la voz de preocupación se ha ido. Ahora es el Nesh que conocí la primera vez. El coqueto y burlón. —Aunque pienses que soy ardiente. No caigo tan fácilmente, Mia. —Me guiña. —Pero la verdad es que te embriagaste tanto que tuve que traerte a mi casa, porque no era seguro llevarte a la tuya. Hay imágenes en mi cabeza donde él me sostiene porque no puedo caminar. —Pero —hay algo que falta. Es como si se hubiera hecho una brecha antes de conectar los demás pensamientos. —¿no estaba en casa de mis papás? —recuerdo tomar mi mochila con lo necesario para ir a verlos y estaba en la ferretería con papá comprando unas cosas. Ahí fue cuando vi a Nesh, pero no recuerdo de qué hablamos. Él frunce el ceño como si estuviera loca por no recordar. —Eso fue el fin de semana, Mia. Fuiste a verlos y regresaste conmigo. Después dijiste que necesitabas unos tragos, así que te llevé a mi bar. Te emborrachaste y terminaste en mi casa. —¿Lo hice? —muerdo mi labio inferior. Mi pecho se oprime al pensar en mis padres, es como un dolor punzante que no me deja respirar. Siento una preocupación que no sé explicar. —¿Sucede algo? —él ve que llevo mi mano a mi pecho, donde siento el dolor. —No lo sé. Siento —no sé explicarlo. —No es nada. —finjo una sonrisa. —Estás extraña ¿segura que no es nada? —se acerca a mí, pero le hago que retroceda. No quiero que me toque. Estoy a la defensiva y no sé por qué. —¿Podrías dejarme sola? Por favor. —parece que no quiere, pero se obliga a hacerlo a regañadientes. Asiente con la cabeza, su mirada es extraña. Hay algo que no sigue cuadrando aquí. Una pieza falta. Cuando escucho la puerta cerrarse, levanto el teléfono de la habitación y marco los números que me sé de memoria. Suena, pero nadie contesta. Cierro los ojos y suplico para que alguien tome mi llamada, siento el nudo en mi garganta y las lágrimas pican en mis ojos. Por favor, respondan. —¿Hola? —dejo escapar un suspiro de alivio. Es ella, es su voz. —¿Quién habla? —sonrío, aunque sé que no me ve. —Soy yo, Mia. Hola, mamá. —escuchar su voz me hace sentir bien. —¿Mia? ¿de dónde me llamas? —suena preocupada. Y puedo sentir cómo se generan preguntas de si estoy bien a través de ella. —De casa de un amigo. Perdí mi celular. Estoy bien, mamá. ¿Cómo estás? ¿cómo están ustedes? —Bien, hija. Espero que vuelvas pronto a casa, el fin de semana fue muy corto. —Lo sé, madre. Lo siento, pero tenía que irme —no sé por qué miento. Porque la verdad no recuerdo haber decidido irme de allí. Hay un vago pensamiento de mí pensando que iba a pasar más tiempo con ellos, no solo el fin de semana. —¿Cómo está papá? —Él está arreglando el foco de la cochera. Un pedazo de conversación con mi padre sobre acompañarle por focos a la ferretería me golpea. —¿No lo ayudé a cambiar el foco el fin de semana? —estoy segura de que si lo hice antes de venirme. De pronto siento una desconfianza con mi mamá, eso es extraño. —¿Mamá? Suelta una risilla que no me gusta, —Si, lo hiciste. Pero se volvió a fundir, cariño. Ya le dije que llamé mejor a un electricista, puede hacerse daño. —Si, debería hacerlo. —concuerdo. —¿Tú estás bien? —pregunta. Y quiero decirle que no, pero no quiero preocuparlos. —Claro que sí, mamá. Todo bien. —me siento bien después de escuchar su voz. —Colgaré. Cuídense, los amo. —Tu igual, cariño. Cuídate. Espero verte pronto. —cuelgo y me desinflo como un globo. Me siento vacía. Terriblemente vacía. Debería dejar de pensar que todo lo que hace Nesh está mal. Intento concentrar mis pensamientos en orden y decido cambiarme de ropa, ya que me desperté con un pijama que no era mía, y lo cual me llevó a pensar que el idiota de Nesh me había desnudado para cambiarme. Abro la puerta y no lo veo. Grito su nombre, pero no me responde. Encuentro mi mochila cerca del sofá, y busco mi ropa para cambiarme. Cuando estoy lista escucho la puerta cerrarse. —¿Nesh? —asomo la cabeza por el marco de la puerta. Lleva unas bolsas de comida. —He ido por comida. Quería darte tu espacio para que hicieras tu llamada. —muerdo mi labio inferior al saber que esto significa que no confío en él. Y es que era verdad, no confiaba en él. —Gracias. Solo quería saber que mis padres estaban bien. Me mira de pies a cabeza. Alza una ceja. —Veo que encontraste tu mochila. —llevo una hebra de mi cabello hacia atrás. Me siento cohibida por su presencia, es la primera vez que él ocasiona algo así en mí. —¿Que dijeron? —ladea la cabeza, está interesado en lo que diga. —Que esperan que vuelva pronto a casa, —me acerco a la mesa, donde él ya está abriendo los platillos para comer. —se encuentran bien. —asiente con la cabeza. —Que bien. ¿Tienes hambre? —se sienta en la mesa, y hago lo mismo porque en realidad si muero de hambre. —Gracias, por cuidar de mí. —suelto de repente. Me da una mirada que no sé descifrar. —No me agradezcas. —se aclara la garganta. —vamos a comer. No hablamos durante nuestra comida, y tampoco hago preguntas. Parece que él no quiere hablar. De hecho, no sabía que los demonios comían, después de todo eran seres de otro mundo. En fin, no quise preguntarlo para que no se enojara, me quedé con la duda. *** —¿Qué plan tienes en mente? —ha pasado una semana de esconderme en el departamento de Nesh. Dijo que estaría más segura con él. Aunque al principio no quise, accedí. No tenía a dónde ir de todas formas. —estoy aburriéndome de seguir encerrada. Levanta su mirada del libro que leía, todas las tardes se ponía a leer un libro diferente. Yo solo le miraba de vez en cuando mientras veía un programa en la televisión. Después él salía por la puerta y regresaba en la madrugada. No sabía a dónde iba, le pregunté una vez y me dijo que no hiciera preguntas. Me molesté y no volví a hacer preguntas que podrían ocasionar una confusión en él sobre que estaba interesada en su persona, lo cual no iba a pasar. —Aún no lo sé. —¿Cómo que no lo sabes? —apagué el televisor y le lancé una mirada amenazadora. —Llevo una semana encerrada contigo y aún no escucho tu plan para sacarme de esta situación. —No es tan fácil, como piensas. —refuta. Me levanto del sofá y lo enfrento. Cierra el libro y se quita las gafas de lectura que le asientan bien, se ve sexy. Me reprendo por esos pensamientos. Soy una tonta. Lo bueno, que no lee ya mis pensamientos. Se lo hice prometer con un dedo meñique, si iba a vivir con él. Quería que mis pensamientos estuvieran a salvos de él. —Pero solo necesito saber que estás pensando en algo. —estoy desesperada, espero que logre verlo a través de mis ojos. Deja escapar un suspiro y se levanta de su sillón, él es dos cabezas más alto que yo, así que tengo que alzar mi vista hacia arriba y verle. Estamos tan cerca que escucho su corazón latir, si es que posee uno. —Si, estoy pensando en algo. Pero aún no tengo las bases del plan en sí. Solo te pido paciencia, por favor. —su voz es baja y cautelosa como si esperara que empezara a gritarle, pero no lo hago. No soy una loca, tampoco. Toma su camino hacia la puerta de salida como siempre hace a esta hora. Vuelvo a respirar, no sabía que contenía mi respiración hasta que se fue. Me siento en el sillón que se encontraba antes él, e intento pensar por qué he reaccionado de esta forma a su lado. Voy a la cocina y abro la gaveta donde tiene sus licores. Tomo una botella de Ron y me largo a mi habitación, una que Nesh me ha asignado para mi comodidad. Enciendo la laptop y comienzo a escribir los pensamientos que he tenido toda esta semana sobre Nesh, en un personaje nuevo. *** —Hay una forma que podría ayudarte a que te dejaran de seguir los ogros. —dice una tarde en nuestra comida. Dejo de comer y me concentro en lo que dice, estoy interesada en que dejen de perseguirme. —¿Y? ¿Qué es? —No había vuelto a tocar el tema, porque sabía que te rehusabas. Por eso decidí darte un tiempo antes de que te lo volviera a preguntar. —no me está gustando el rumbo que llevan las cosas. Sus ojos son fríos cuando me miran. —Debes ayudar a Alyssa. Es la única forma de que todo esto termine. —muerdo el interior de mi mejilla. —Eso no está en negociación. —suelto. —No pienso hacerlo, te lo dije desde un principio. —Pero es la única solución que encontré al problema. Las brujas supremas quieren tu poder, lo único que puedes hacer es que ayudes a Alyssa o ellas te matarán —sacudo la cabeza. —No, debe de haber alguna otra forma. Me levanto de la silla, el apetito se me ha ido. —¿Por qué no quieres ayudarla? ¡Dime! —gruñe. Mi pecho se oprime al recordar el pasado. Sacudo la cabeza. —No negociaré contigo. —determiné. —Mia, —se acerca y toma mis manos en las suyas. —Es tu vida la que está en riesgo. No quiero que te lastimen. —quito mis manos de las suyas. —Nesh, esto es un error. —el miedo se instaló en mis huesos. —No puedo hacer esto. —me encerré en mi habitación y no salí el resto del día. *** Desearía poder salir a beber con Susan. Hace tiempo que no la veo, la extraño. Es mi única amiga. No he podido conseguir un nuevo teléfono porque Nesh piensa que soy una persona que no sigue las reglas y podría exponer nuestra ubicación. No entiendo cómo es que los ogros no han venido por mí a su departamento. ¿Es porque él es un demonio? además ¿cómo me rastrean? No puedo seguir quedándome aquí sin hacer nada. Después de la discusión que tuvimos hace unos días, él se ha mostrado frío y distante. Dice que buscará otra forma de que yo salga ilesa de esto. Parece que se preocupa por mí, pero no creo que lo haga más que por su hermana. Yo solo soy un error. Aún sigo curiosa por saber a dónde va todas las noches cuando sale de aquí. Me pongo una chamarra y una gorra para pasar desapercibida y lo sigo una vez que sale del departamento. Ha caminado dos cuadras y parece que no se ha dado cuenta que le sigo. Dobla a la izquierda en un bar, y entra. Me doy cuenta que es el bar al que venimos la última vez y nos vimos con Dylan. Black Rabbit. Entro y me siento al fondo, él está en la barra, pide una bebida. Parece que espera a alguien. El mesero llega para que ordene y solo pido una cerveza irlandesa con unas papas fritas, la última vez que las comí me sentaron bien. Trato de observarlo disimuladamente hasta que alguien se sienta en mi mesa. Maldigo para mis adentros porque no quiero hablar con nadie ahora mismo. Estoy en una misión. Centro mis ojos en la persona enfrente de mí, cabello n***o azabache corto, barba perfilada, ojos avellanos y una sonrisa de muerte, si como que es mi tipo ideal. —Hola, soy Carlos. Disculpa por no preguntar si podía sentarme, pero parecías estar muy concentrada en otra cosa. ¿Te molesto? —lleva una camisa y pantalones de vestir, una corbata aflojada y ha dejado su saco en la otra silla. Ha salido del trabajo, y solo quiere divertirse. Sonrío. —No. Para nada. Soy Mia. —Gracias, Mia. —su voz es seductora. —¿Puedo invitarte algo? —sonrisa de lado, mirada profunda. Muerdo mi labio inferior. —Claro —de todas formas, había terminado mi cerveza. Me pide una cerveza y él se pide un whiskey. —¿Qué te ha traído esta noche aquí? —Es una buena pregunta —estoy vestida con una chamarra, jeans, y con unas botas. Para nada sexy. Parezco una asesina a sueldo. —Solo he salido a tomar una cerveza porque me siento un poco estresada. Si te das cuenta, no he traído mi mejor look. —me da una mirada examinándome, y ladea una sonrisa. —De hecho, no sé cómo es que te fijaste en mí trayendo esto puesto. —una risita resuena de su garganta. Hasta su risa es hermosa. Me recuerda a la de Nesh, espabilo esos pensamientos sobre él ahora y me concentro en mi conquista. —Eres hermosa. No me fijo en las mujeres de lo que llevan puesto, si no de su esencia. Es su encanto más atractivo. Mi instinto me decía que viniera a ti. Alzo las cejas. —¿Tu instinto? —Si, esa vocecilla interna que llevamos nosotros los humanos. Y que a veces ignoramos porque creemos tener razón en todo lo que decimos. —frunzo el ceño. Había dejado de escuchar esa vocecilla hace mucho tiempo, cuando ella se fue. Ella era mi otro yo. —Que bien que no la ignoraste. —sonrío. Llevo una papa a mi boca y la como lentamente mientras le miro a los ojos, veo que se remueve en su asiento. Sé que lo he provocado. He venido a vigilar a Nesh, pero ¿por qué no llevarme un poco de diversión mientras estoy aquí? Recordando a Nesh, me he distraído de mi objetivo. Miro a la barra, pero no lo veo ¿se habrá ido? Mierda, le he perdido la pista. ¿y si ha regresado al departamento? Me matará si no me encuentra allí. —¿Pasa algo? Pareces nerviosa —miro de nuevo a mi conquista. Mi libido s****l se despierta ¿Qué me sucede? Hace tiempo que no siento una atracción tan poderosa hacia un hombre mortal como esta. —No, nada. —Si él se ha ido. No puedo hacer nada más. Sí me reprende, al menos que sea por algo bueno, no dejaré pasar esta oportunidad. —¿Quieres ir a un lugar menos ruidoso? —inquiere. Es aquí cuando decido si irme o no. Pero una fuerte llama de atracción me pide ir. Lujuria. Que se joda Nesh. —Si —paga la cuenta y su mano se posa en mi cintura. Su toque envía electricidad a través de mi cuerpo que hace que mi respiración se vuelva irregular. Me da una mirada coqueta y me acerca más a su cuerpo. —¿Estás bien? —asiento con la cabeza porque no creo poder hablar. Me abre la puerta de su auto y me subo. Intento tranquilizarme, pero mi cuerpo está ardiendo en llamas. Quiero sus labios sobre los míos. Cuando él entra al auto maneja solo unas cuadras, porque lo detengo al llevar mi mano por su pierna y tocar su parte. Lo siento removerse en su asiento y me da una mirada oscura, el deseo brillando entre nosotros. Sé que me desea, estaciona su auto en un callejón oscuro y me desabrocho el cinturón de seguridad para besarle. Sus labios son exquisitos, nuestras lenguas juegan a una danza mientras sus manos viajan a mis piernas y pechos. Me acomodo encima de su regazo haciendo sonar el claxon con mi trasero, una risilla sale de nosotros por la escena apasionante que vivimos. Me quito la chamarra dejando ver una blusa de tirantes, él besa mi cuello y pechos. Siento su bulto queriendo salir de sus pantalones y mi feminidad rozándole. Nuestros cuerpos están jadeando por el calor emanando de nosotros. —¿Te gusta esto? —jadea con la voz ronca. Musito algo en afirmación porque no creo encontrar mis palabras ahora mismo. Sus manos acunan mi trasero y los aprieta haciendo que escape un jadeo de mi garganta. Lo veo desabrochar sus pantalones, es cuando me doy cuenta que si va a pasar. —Mia, me perteneces. —asiento con la cabeza. —Dilo. Di que eres mía. —Soy tuya —jadeo, escucho un gruñido de su parte. Le miro a los ojos, pero encuentro que ya no son avellanas, han cambiado de color. Pienso que es por la oscuridad. —¿Quieres que te folle? Dilo y lo haré. —mis caderas se mueven en su m*****o. Su boca está en uno de mis pezones mordisqueando. Mi mente forma una imagen de Nesh, y pienso que es él que me dice estas cosas, lo deseo tanto. —Quiero que me folles, Nesh. —al escucharme decir su nombre. Carlos se detiene, joder la he liado. —¿Nesh? —repite con incertidumbre. —¿Quién es Nesh? —no hay vuelta atrás. Podría mentirle en decir que me gusta jugar a cambiar de nombres mientras follo con un extraño, pero eso sería caer demasiado bajo. Me detengo. El calor se ha disipado, ya no quiero follar con él. Me pongo en mi asiento de copiloto y me acomodo la blusa de tirantes. —¿Qué sucede? —está desconcertado por el rumbo de la situación. —Lo siento, no puedo hacer esto. —recojo mi chamarra y me la pongo. Lo bueno que no me he quitado los pantalones, sería vergonzoso ponérmelos en su auto. —¿Por qué? ¿quién es Nesh? —No es nadie. Lo siento, por hacerte perder el tiempo. —abro la puerta y salgo del auto. Él se baja y me llama, pero no lo escucho. Solo quiero olvidar este momento tan bochornoso. Tomo un taxi, mientras veo a Carlos mirarme con una batalla librándose en su interior. Me ha de odiar. Debo ser su peor noche. Cierro los ojos y me reprendo por la estupidez de haber mencionado el nombre de Nesh ¿en qué mierda pensaba? ¿por qué dije su nombre? Me odio por hacer esto. Te odio Nesh. No puedes dejarme follar con desconocidos ahora. El taxista me pide la dirección, pero no puedo ir a casa de Nesh después de haberlo invocado en mi noche de casi sexo. Me siento tan avergonzada. Le doy la dirección de mi amiga. Ruego porque haya regresado de su viaje a México. Toco a la puerta de su apartamento y es un alivio verla, me lanzo a sus brazos. —Te he extrañado tanto, Susan. —lloriqueo. Ella está sorprendida por mi repentina aparición a las diez de la noche. Lleva una bata de dormir, debí levantarla. —¿Mia? ¿Qué sucede? ¿por qué no he podido contactarte? He estado preocupada por ti. Llamé a tu trabajo y me dijeron que estás de vacaciones. —cierra la puerta y me lleva a la sala. —¿Mia? —¿Tienes tequila? —pregunto. Necesito alcohol para poder decirle todo lo que me ha pasado. —Tengo algo mejor. Lo traje de mi viaje a México —me sirve un shot y lo tomo. Toso cuando lo bebo. Es fuerte. —¿Qué es? —pregunto al pedir un segundo shot. —Mezcal —sonríe. —Está mejor ¿verdad? —Si, dame más. —pido. —¿Ahora me vas a contar lo que ha sucedido contigo? —sé que está preocupada por mí. Pero no sé si pueda aguantar lo que le vaya a decir. —¿Tienes más botellas de estas? —Si, traje varias. —sonríe. Genial, porque necesitaría muchas de ellas.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD