PETICIONES

640 Words
“Estaremos en el centro comercial a la once, desayunaremos en Terrense.” Ese era el mensaje que había recibido la noche anterior. El número era desconocido, pero Valerio creyó que era de parte de sus hijos, y no se equivocó. —¡Viniste! —gritaron los tres, corriendo hasta sus brazos cuando lo vieron en la entrada del restaurante donde desayunarían. Yamil sonrió amplio cuando vio a los tres revoltosos arrastrar consigo a la persona que él más amaba en el mundo, a pesar de que su estómago se había vuelto todo un lío en cuanto lo vio ir hasta él. Todos desayunaron y, mientras los niños corrían en la terraza de juegos del restaurante, Valerio y Yamil tomaron el té en completo silencio, hasta que el rubio lo rompió. —Mi madre dijo que… dijo que yo era lo que tú más amabas —habló el joven captando la total atención del pelinegro—, pero no logro concebir que alguien que me amaba tanto solo me dejara atrás. —Creía que era lo mejor para ti, y no me equivoqué —aseguró Yamil. —He vivido pensando que nadie me ama —informó el joven, sintiendo ese nudo en su garganta que le dejaba sin respirar a momentos—, ¿en serio crees que fue mejor que me dejaras? —Valerio, puedes creer que no hay nada peor que crecer sin amor, pero crecer sin comida es mucho peor —declaró el japonés—. Nunca me arrepentí de no haberlos llevado conmigo, porque lo más probable es que no lo hubiera logrado, ellos me hubieran hecho pedazos antes de poderlo hacer. » Sin embargo, hubo veces en las que sí me arrepentí de haberme ido sin ustedes —confesó el azabache—. En esos momentos de desesperación llegaba a creer que de alguna manera me las habría arreglado para que todos estuviéramos bien, pero, cada que pasaba otro día sin probar bocado, me convencía de que hice lo mejor para ti y para ella. » Valerio, a mi lado no hubieran tenido una buena vida —aseguró Yamil—, tú probablemente no hubieras tenido estudios, ni todas las oportunidades que has tenido. Además, creí que solo con ella estarías bien, jamás creí que Valentina tomaría esa actitud, creí que te amaría por mí y por ella… lamento que además de un padre débil tengas una idiota. —Si nos hubieras llevado contigo, ¿qué crees que hubiera pasado? —cuestionó Valerio—, ¿no crees que hubiéramos sido felices juntos? —Hubiéramos muerto —declaró Yamil tras haber negado con la cabeza—, quizá no de hambre, pero sí de alguna enfermedad simple. Una vez casi morí de gripe. —¿La pasaste muy mal? —preguntó el joven y su padre asintió, sin poder detener sus lágrimas. —Mucho peor de lo que puedes imaginar —dijo el hombre tras suspirar—, por eso no me arrepiento de haberlos dejado atrás, porque los libré de un terrible destino… porque los amo. —¿Crees que puedo creerte? —cuestionó Valentino, llorando también. —No necesito que lo hagas —aseguró el azabache—, pues, aunque que me quisieras tan solo un poco me haría el hombre más feliz del universo, estoy acostumbrado a verte de lejos y vivir rezando por tu felicidad. —Hazme creer en tu amor —pidió Valerio quebrándose por completo—, ámame hasta que te crea, entonces te amaré. Ante la promesa de su hijo, Yamil no pudo evitar llorar mucho más, pues ya estaba haciendo lo que su hijo pedía. Él sabía bien que, en cuanto la rubia que había estado cuidando se enterara de que había llevado los niños a ese rubio de ojos azules, él moriría dolorosamente en sus manos.
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