25. Ayuda inesperada.
Cielo cierra la puerta del dormitorio de Dulce con cierta brusquedad que la sobresalta. Dulce se gira ante su presencia.
—¿Ha pasado algo? —le pregunta con timidez pero Cielo no contesta. Dulce no sabe qué pensar y se le queda mirando con preocupación.
—¿Te pasa algo?
Cielo deja caer sus hombros, está perdida.
—Sí —le dice con pesadumbre—. Que mi buena madre...— lo dice con sarcasmo—, ha botado unas malditas botas carísimas y lo peor es que no eran mías.
Suelta un pesado suspiro que rompe el silencio armonioso. Además está de pésimo humor y lo último que quiere es explicarle todos y cada uno de sus problemas. Pero Dulce no entiende lo que le explica, no entiende el motivo por el que aquello que le cuenta le es un problema.
—Puedes comprar otro par, no es tan gr
