23. Razones valederas. Dulce llora con una pequeña niña, tapándose los ojos enrojecidos, cosa que a Cielo la pone mal. —No es para tanto… —le dice poniendo su mano en su hombro. Pero Dulce no para. —Sí que eres como una niña… —le dice—. Mira que ponerte a llorar solo por lo que te dije…— la abraza para ver si así se tranquiliza. Dulce recibe bien su afecto y funciona. —Aj, recuérdeme que nunca vuelva a decirte lo que pienso… —En parte siente hastío y otra parte de ella lamenta haber dicho todo aquello. Debió ser cuidadosa con sus palabras. Dulce se ha calmado un poco más, pero sigue abrazada a ella por si se pone a llorar de nuevo. Y luego se pone a quejarse— ¿Para qué pides algo que no puedes controlar? Dulce la mira con algo de vergüenza por haber llorado en frente de ella. Se limpi

