Amar a alguien puede ser un arma de doble filo que otros podrían usar en nuestra contra, nos puede llevar al cielo o arrojar nos al mismísimo infierno. Eso pensaba Alek de su amor por Fadila, la amaba más que a nada, pero esa mujer era tan terca como una mula, siempre encontraba alguna razón para estar separada de él, en ocasiones había llegado a pensar si lo amaba realmente. Camila lo amaba de una manera posiva y egoísta, tanto así como lo era ella, veía crecer su vientre día a día, le cumplía cada capricho a la hora que fuera, no por ella, si no por el bien de su hijo. Fadila sentía morir por dentro, era ella la que debería estar esperando a ese hijo, sentía su corazón quebrarse cada vez que imaginaba una escena entre Camila, Alek, y su hijo. Ese día no pudo resistir más, después de

