Isabella
Un rato después, entre en la habitación de Matt, y no era para nada lo que esperaba. Las paredes eran de un azul cielo demasiado precioso, la cama estaba en el centro contra una pared, y tenía demasiadas almuhadas, era una cama enorme, creo que tranquilamente entrarían cinco personas sin tocarse. Los pocos muebles que había eran blancos, dos mesitas de noche, un par de sofás en una esquina y un escritorio debajo de una ventana, alfombras a cada lado de la cama y ya esta, la poca decoración eran unas cortinas en las ventanas, era como si fuera algo montado en poco tiempo.
—Siento que no haya mucha decoración, la acaban de pintar—comento Matt saliendo del baño de la habitación, era una puerta en la habitación.
Le mire mientras se pasaba una toalla por la cara, su peco desnudo me pedía que lo mirara y mi cerebro me recordaba que no lo hiciera.
— ¿De que color era antes? —pregunte con curiosidad acercándome a la cama.
—Amarillo claro—explico y me miro mientras analizaba la cama—Puedes sentarte en ella—dejo claro y pase mis manos por las sabanas de la cama, eran claramente suaves.
— ¿Por qué el cambio? —le pregunte.
—Te echaba de menos—explico y le mire.
—No entiendo—dije y me sente en la cama, obviamente era demasiado alta porque hasta mis pies colgaban en esta.
—Es el color de tus ojos—explico y le mire—Puede sonar algo acosador pero se me ha hecho horrible esta semana, y necesitaba ver algo tuyo todos los días, no me servía una foto—explico y lo mire.
—Acosador sería si fuera todo lleno de mi cara—deje claro y lo mire— ¿Ha sido una semana muy dura? —le pregunte preocupada.
Tiro la toalla al baño y se sentó a mi lado.
—He tenido muchas reuniones diplomáticas y de estrategia, sobre mi futuro y el país—explico y lo mire atenta—Varios paises asiáticos y africanos amenazan en romper alianzas si mis madres reinan, les parece perfecto que una mujer reine pero dos, es demasiado para ellos—explico y le mire—Mi madre nunca fue la persona que pensaron para ser reina—añadió y le miro.
—Tu tío—asumí y me miro.
Los mellizos daneses más populares de hace varios siglos, la madre de Matt tenía un hermano mellizo que iba a ser el heredero al trono, Henry pero cuando tenía solo diecisiete años, murío. Un atentado de una parte radical del gobierno danes, ataco en un acto.
—Mi madre se acababa de declarar abiertamente lesbiana, y ella iba ir a ese acto—explico y le mire—Unas anginas la salvaron de ir—explico y le mire.
—Agradezco las anguinas—comente sin pensar haciendo que Matt me mirara sorprendido y yo me puse roja de los nervios—Si tu madre hubiera muerto, no hubieras nacido—explique y Matt agarró mi mano pero dejo de mirarme y miro a mis manos—Matt, vas a ser un gran rey, sea cuando sea el momento—dije, pero es que no tenía una sola duda de ello, el chico que ahora era incapaz de creen en su capacidad de llevar un país, era bondadoso y escuchaba a la gente, sería un rey que se acercaría al pueblo y lucharía porque nada fuera injusto para nadie.
Matt me miro.
—No quiero ser rey sin vivir la vida—.
— ¿Por eso siempre has vivido la vida como si fuera el ultimo momento? ¿Con tus bromas y ganas de hacer todo en el momento? ¿Tenías miedo a que te trajeran a ser rey en cualquier momento? —pregunte.
—Si, antes era más sencillo—explico y le mire—La ley danesa dice que cuando un heredero tenga diecisiete años, ya podrá ser rey—explico.
Él ya tenía diecisiete.
—Bueno, tendremos que disfrutar de este verano y del último curso—deje claro y me miro—Y te aseguro que aún con una corona en la cabeza, podrás vivir la vida—le deje claro y pase mi mano por su pelo—Aunque habrá que agrandar la corona, eres algo cabezón—bromee.
Matt levanto una ceja y me puso las manos encima para empezar a hacerme cosquillas, no pude evitar reirme mientras no paraba de hacerme cosquillas, en la tripa, en los brazos y en todo el cuerpo.
—Para—dije entre risas.
—Retira lo de cabezón—me ordeno sin parar de hacerme cosquillas.
—No—grite entre risas.
Matt no dejo las cosquillas, por lo que si mis suplicas no funcionaban, debía pasar a la segunda parte del plan, en un momento que Matt se acerco lo suficiente a mi y que mi cabeza estaba atenta, lo besé.
Los brazos de Matt se congelaron en el instante que nuestros labios chocarón, pero dejo las cosquillas para pegar más nuestros labios y agarrarme por la cintura, daba gracias a estar tumbada porque sino eso hubiera sido más complicado de hacer.
Pase mis manos por el cuello de Matt, provocando que se tumbara un poco encima de mí, pero sin aplastarme, Matt puso una mano en un lado de la cama y se separo un segundo para mirarme, creo que estaba calculando o planeando algo en su cabeza.
Pero volvió a besarme, por lo que no era importante.
Se aguantaba con una mano para no aplastarme mientras la otra estaba en mi cintura dibujando formas, pero estaba tan distraída con su beso que no sabía identificar que dibujaba.
— ¿Te he dicho ya hoy que te quiero? —me pregunto apoyando su frente sobre la mía y negué ligeramente, no recordaba si me lo había dicho pero me gustaba escucharlo—Te quiero—.
Le mire con una media sonrisa.
—Sabes que cuando Aurora me hablo de la maldición, me daba miedo de que solo me quisieras por ello—le confesé y me miro, paso su mano por mi pelo acariciándolo con cuidado.
— ¿Y que ha cambiado ahora? —pregunto con dulzura.
Me levante con cuidado de la cama y le mire. Era una cosa rara, nunca pense que podía compartir hasta mi más oscuro deseo con alguien pero es que con Matt, me era tan sencillo saber que no me iba a traicionar en la vida, que necesitaba contarselo todo.
Me acerque a mi bolso para sacar el diario que me dieron en la cabaña y se lo di para sentarme a su lado otra vez.
—Es el diario de Peter—explique y me miro—El marido de Aurora—dije e hice una pausa—Mi abuelo—añadí con un largo suspiro—Documento todo lo que Aurora le explico y lo que el ya sabía—explique haciendo que Matt pasara de mirar el diario a mi rápidamente.
— ¿Lo sabe alguien? — me pregunto y le mire — Qué tienes esto —aclaro y negué.
—El hombre de la cabaña me dijo que no se lo contará a nadie—explique y le mire— En ocasiones no me importaría contarlo, pero sentía una conexión con ese hombre, como si tuviera que protegerlo, pasara lo que pasara—explique haciendo que Matt asintiera— Peter cuenta que la maldición es solo en un sentido, que solo yo siento ese amor intenso y de una unica vez—le conté y me miro —Peter podía enamorarse otra vez, era Aurora la que solo lo amaría a él—.
— ¿Y por que se quedo con ella? —pregunto y lo mire— No es que esa mujer sea muy amable— añadió.
—Resulta que Peter era parte de la tribu de los Angeles—explique y me miro—Son la tribu original de Zira, él estaba ayudando a su padre a vigilar un portal, cuando conoció a Aurora con solo ocho años, se veían de vez en cuando, Aurora nunca tenía la misma apariencia, a veces era mayor y otras era una niña, se fueron enamorando con eso—explique.
— ¿Y eso te deja más tranquila sobre lo que yo siento? ¿Por qué?—pregunte y le mire.
—Pensaba que la maldición te obligaba a amarme pero resulta que podrías haber huido con lo de mi madre o los dramas de mi familia, pero te sigues quedando siempre—aclaré y Matt me miro—Eso significa que me quieres genuinamente y que no terminaré con el corazón roto por amarte—.
Matt me miro atento y analizo mis palabras.
—Creo que esa era una de las razones por las que me daba miedo hacer ciertas cosas contigo o dar pasos serios, pero ahora, creo que no me daría miedo casi nada—añadí y me miro.
— ¿Has aceptado dormir conmigo por lo que pone en este diario? —pregunto y le mire.
—Quería hacerlo y las palabras del libro me han tranquilizado—explique.
Matt miro el libro con una mirada que no sabía identificar.
—Pues agradezco este libro—dejo claro y mi mire impresionado.
Quizás cualquier persona en el mundo se hubiera enfadado al saber que la razón de que una persona cambiara de opinión, no era por sus actos sino por lo que decía un libro, pero quizás Matt comprendía que mi razón era el miedo a una maldición, o las inseguridades, y que con unas palabras, las piezas que estaban en mis ojos, en mi mente, habían encajado.
—Diario—le corregi provocando que con un simple movimiento me pusiera encima de su regazo, agarrando con fuerza de mi cadera, no era una fuerza que me hicera daño solo hago que me mantenía encima de él.
Sus pulgares estaban dibujando círculos en mi cadera.
— ¿Me has subido encima de ti por corregirte? —le pregunte tranquilamente y pase mis manos por su cuello para meter los dedos por su pelo.
—Quería tenerte encima mio—dejo claro y me miro tranquilo—Me gusta tenerte cerca—.
Masaje su pelo provocando que cerrara los ojos y echo la cabeza para adelante, apoyándola sobre mi hombro, note como su respiración se entrecortaba, estaba cansado.
— ¿Quieres dormir un rato? —le pregunte preocupada.
—Tengo una reunión a las siete, no me da tiempo—comento y bese su mejilla—Con estar aquí, me llega para descansar—añadió dejando un suave beso en mi hombro—Que nadie nos moleste, solo tú y tus besos, eso me hará poder superar lo que sea—dejo claro y beso mi mejilla.
Me abrace a él y se dejo caer en la cama haciendo que terminaramos tumbados, el apoyado en la cama y yo encima de él, apoye mi cabeza en su pecho y le mire.
Sus ojos estaban cerrados, su cabeza apoyada en las almohadas, tranquilo y sin signos de estar alterado, sus manos seguían en mi cadera, dibujando círculos.
Saque mis manos de detrás de su cuello y las apoye en su pecho, hice pequeños círculos en silencio mientras intentaba memorizar cada detalle de Matt, sus marcas en el cuello, sus manchas en el pecho, cada detalle me era importante de grabar en mi memoría.
—Una foto te va durar más—susurro y le golpee en el pecho sin dudarlo.
Él se limito a reir.
—Eres un idiota—.
Me sente en la cama y me cruce de brazos y piernas.
Matt se quedo tumbado y me miro.
—Te quiero—me dejo claro y le mire sin responder, solo le mire con mis ojos llenos de amor—Te amo, creo que eso explica mejor lo que siente mi cuerpo cada vez que te veo—mi boca se abrío ligeramente ante sus palabras—Eres la luz de mi vida, no importa lo triste que este o lo mal que vayan las cosas, si miro tus ojos, se que todo va salir bien—intente buscar palabras para responder pero simplemente no las tenía—Eres como la luz que sale tras la tormenta, la esperanza de que todo será mejor, estoy cada segundo del día con tu dulce risa en mi cabeza, con el deseo de tenerte en cada día, en cada segundo, en cada instante de mi vida—.
Trage saliva nerviosa por sus palabras.
—Si ahora mismo se quemará el mundo enterro, y hubier aun avión con millones de asientos y fuera decisión mía salvar a personas, solo te metería a ti ene se avión, llamame loco o demente pero eres quizás la única razón por la que sigo luchando cada día por ser mejor persona, por luchar por cualquier cosa—dejo claro y le mire demasiado sorprendida por lo que decía—Si me dijeras de dejar todo, e irnos a una casa perdida de todo, solo te preguntaría la hora, ¿Sabes hasta donde llega mi amor por ti? A que si me dijeras que odie a mis mejores amigos, lo haría por ti—.
En pocos idiomas, hay una palabra como amar, el español tiene ese arte, esa forma de amar que nadie puede comprender. Nos enamoramos de las personas y cuando se vuelven demasiado importantes, las queremos, pero en este idioma hay un paso más, cuando ese amor, esas sensaciones del amor son tan poderosas, tan fuertes que un simple “Te quiero” no sirven.
Su voz y esas dos palabras revotaron en mi cabeza con demasiada intensidad.
Estabamos entrando en una conversación grande, en un punto en el que no íbamos a poder vivir sin el otro, me daba miedo no poder vivir sin él.
Pero no era solo eso, es que sus palabras eran demaisado intensas, me daba golpes cada una de sus palabras, desde mi corazón hasta lo más profundo de mi alma se vuelven locas por esas palabras.
Alguien golpeo la puerta, sacándome de mis pensamientos y mire a Matt.
—Seguiremos esta conversación en otro momento—.