Narrado Matt
Me sentía un idiota.
Era un idiota.
Muchas veces actuaba por la ira, por mi enfado sin darme cuenta de que estaba pasando alrededor mío, no pensaba en las personas, la ira se acumulaba en mi, se acumulaba en mi estomago y no me dejaba pensar.
Erick Miller llenaba cada parte de mi esencia de rabia.
Estar sentando alado de Aiden, no era una cosa que me gustaba, no me gustaba para nada estar sentado con él, me obligaba a estar concentrado y no me dejaba a hacer una sola broma, decir algo que no tenía que ver con la clase era una razón para que me clavara algo en los ojos.
—Me alegro que nos acompañe, Matt—me dijo nada más entrar el señor Miller.
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Isabella, ella era la que iba salir mal paraba si actuaba como un idiota, el imbécil de Erick, ya sabía que me importaba lo suficiente como para enfadarme si le hacía algo, por lo que iba a pensar en ella para evitar clavarle algo o pegarle un puñetazo yo mismo a Erick Miller.
Me limite a asentir, no hice nada más porque no estaba bastante seguro de como iba a reaccionar si abría mi boca, en ocasiones no pensar me ayudaba a hacer bromas, me ayudaba a ser esa persona que todos querían en su lado pero con este señor mi boca solo iba a ser veneno.
—Buenos días mis alumnos, como ya sabéis, en esta sala se adora a la literatura y si hay dos reyes de la literatura son Miguel de Cervantes y Shakespeare, dos autores muy importantes e incluso gracias a ellos tenemos el día del libro, sus obras son increíbles por eso para celebrar que hasta los alumnos más problemáticos se unen hoy a nosotros, leeremos un poco de ellos—explico el maldito profesor y me dieron ganas de matarlo, no era un alumno problemático, no era una persona que de forma voluntaria se metiera en problemas, era pacifista la mayoría de las veces pero había pocas personas en este mundo que me daban ganas de poner como legal el asesinato.
El hombre saco dos libros y miro a toda la clase, analizando a cada uno de sus alumnos esperando a quien podría torturar.
—¿Voluntarios?—pregunto mirando a todo el mundo y parando su mirada por unos segundos en mi como si quisiera que leyera pero no lo iba a hacer, estaba loco si creía que iba a ser participe de su locura, de su maldad, nunca he sido voluntario para nada de clase como para empezar a serlo ahora—Matthew—me llamo por mi nombre haciendo que espero que alguien se diera cuenta que ese señor era un maldito idiota con problemas mentales.
—No puede hablar, esta afónico—comento Cristina antes de que yo pudiera decir nada, no es que no agradeciera que respondiera por mi, hubiera preferido darle una mala respuesta pero si quería que Isabella no me matara ni me mandará a la mierda, lo mejor era que me quedará callado.
—Yo me ofrezco voluntaria—dejo claro Isabella levantando su mano y me lamente el no haberme presentado voluntario porque no me iba gustar para nada lo que ese señor iba a hacer.
Erick Miller le hizo un gesto a Isabella para que se acercara, ella se acerco a la mesa del profesor y se coloco mirando a los alumnos, estaba nerviosa, aunque hablar delante de la gente le encantaba no estaba muy cómoda leyendo, ya que para ella leer era algo privado y que se hacía solo, como forma de seguridad y escapatoria a la realidad.
Erick puso un libro en las manos de Isabella y la miro.
—No es una primera edición, ni mucho menos una edición clásica pero espero que lo aprecie, señorita—.
Las palabras de Erick me mataron, me hicieron daño en cada parte de mi alma, no me gustaba como hablaba y sus comentarios me resultaban demasiado inapropiados y pedantes, era la persona que más odiaba en este planeta, más que a John o más que a los periodistas inaguantables que me perseguían por todo Copenhague.
—Lo haré lo mejor que pueda, señor Miller—hablo Isabella con su gran educación— En un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.—leyó Isabella pero se callo cuando la mano de Erick se coloco en su espalda, se veía incomoda. Me senté tenso con ganas de golpearlo lo antes que pudiera tuve que agarrarme a la mesa para no lanzarle algo.
—Póngase más recta—ordenó Erick haciendo que Isabella estirara más sus hombros
—Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos' los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes' de su hacienda. El resto del la concluían sayo de velarte', calzas de velludo' para las fiestas con sus pantuflos de lo mismo, y los días de entre semana se honraba con su vellod' de lo más fino.—siguió leyendo pero se quedo callada cuando la mano de Erick paso por su espalda haciendo que se tensará, la cara de Isabella palideció y eso fue suficiente para mi, Isabella no era persona que se pusiera blanca con facilidad por lo que ese toque no era con intención de corregir su forma de estar ni nada por el estilo, además que coño, un hombre adulto no debía tocar a una alumna por nada en el mundo, era un degenerado y no iba a permitir que la tocará.
Me levante de un salto y me acerque a Erick empujándolo con fuerza haciendo que callera, no se golpeo en la cabeza pero esperaba que se hubiera roto la mano al caer.
—Matt—me llamo Cristina saltando corriendo a mi lado con Aiden que se dedico a intentar ayudar al señor Miller a colocarse bien pero debería estar agarrándolo para que pudiera romperle la cara.
—Vuelva a tocar así a un alumna y juro que no podrá reconocerlo ni su madre—le deje claro, note una mano en mi brazo y la mire de reojo, era Isabella que me estaba agarrando, estaba temblando, me estaba matando demasiado que este idiota la hubiera puesto mal, no se lo merecía.
—Vaya yendo a la sala de castigo—me dijo Erick, y me miro serio —Y espero que no corrompa a esa chica mucho más—me dijo y miro a Isabella con una cara que no me gustaba nada.
—Para por favor—me suplico Isabella, tenía los ojos llorosos, estaba demasiado triste, como si esto la estuviera destrozando pero no podía permitir que nadie le hiciera nada, iba a dejar claro las cosas para que nadie y menos este señor le volviera a poner una mano encima, o sino le mataría. Como si fuera ha hacerle algo por lo que sin dudarlo, aparte tanto a Cristina como a Aiden y le di el puñetazo que más fuerte pude, le di el mayor puñetazo que había dado en mi vida, si mi vida dependiera de ese puñetazo, estaba vivo para siempre.
Antes de que se pusiera a gritar como un condenado y que me cogiera la cabeza, salí de la clase y me dirigí a la sala de castigos que más que una sala de castigos parecía un sitio de relax, con todo lleno de sofás y una dispensadora de agua, y lo más gracioso es que no había profesores, era como una sala para descansar y pensar en como debíamos mejorar nuestro comportamiento.
Me tire a uno de los sofás, tumbándome, dando gracias a que nadie estaba en la sala. Mi teléfono comenzó a sonar, me quede sorprendido, era el teléfono de emergencia real, es decir si mi familia había tenido algún accidente, era el único que no me podían quitar porque sino se metería la casa real y sería problemático, aunque no creo que les importe, no tenía muchas cosas que hacer con este móvil, era de esos antiguos de tapa que se levantaban y solo servía para recibir llamadas o mensajes de texto.
Levante la tapa y me pise el teléfono en la oreja.
—Dígame—dije al descolgar.
—Le has roto la nariz, nos han cancelado las clases por el resto del día por la que has liado—me dijo Cristina y suspire arrepentido de que supiera la existencia de ese teléfono—Incluso creen que tiene la mano rota—añadió tras una pausa.
—¿Dónde estas?—le pregunte, intentando evitar el tema de lo que hubiera roto a ese señor.
—En el pueblo, te llamo de una cabina, Aiden me ha invitado a una cita—comento.
Negué.
—Pues que os vaya bien—dije demasiado molesto como para seguir hablando del tema.
No quería saber nada, colgué el teléfono y me quede tumbado en el sofá, estaba demasiado cansado, guarde el teléfono, no quería hacer nada, no quería tener que pensar más en el tema, Erick siempre ha sido un problema en mi vida, desde que antes de nacer, ya estaba molestando, mis amigos podían crecer entender lo que este hombre provocaba en mi, lo que me hacía sentir pero nadie, nadie en el mundo iba a entender lo que era realmente ese señor.
—Ayer te golpea Aiden y hoy, pegas reiteradamente a un profesor—comento Chiqui entrando en la sala y sentándose en la mesa que estaba a un lado mía mientras que yo no hacía un solo esfuerzo por levantarme, porque me daba una enorme pereza tener que lidiar con él.
—Ese profesor a tocado indebidamente a Isabella—deje claro y le mire de reojo—No me meto en problemas porque quiero, ese idiota me tiene cogido por los huevos y me quiere j***r—deje claro haciendo que Chiqui negará.
—¿Hubieras actuado igual si lo hubiera hecho yo?—me pregunto haciendo que me sentará bien y que lo mirara.
—Si hubieras visto la cara de Isabella hasta tu le hubieras pegado—le deje claro y él me miro—Si, te hubiera visto tocar así a Isabella, si ella se hubiera sentido lo más mínimo incomoda, te hubiera empujado de la misma forma, no el puñetazo, eso fue porque es un imbécil—deje claro.
No me arrepentía.
—Debes saber que el profesor Erick ha dejado claro que le tienes manía y quiere echarte de sus clases—dejo claro Chiqui y lo mire, no es que me importara mucho lo que me echara de su clase y en otras alturas del curso, no me hubiera importado que me cambiaran de asignatura pero no cuando quedaba demasiado poco para el final de curso y mi pase al próximo año dependía de este idiota, sin hablar que me iban a matar como repitiera curso o suspendiera alguna asignatura.
—Pues vamos a ver que hacemos porque no lo voy a dejar suspenderme—deje claro y Chiqui me miro sorprendido, creo que era la primera vez que demostraba que me interesaba algo los deberes, o en las notas. Siempre me interesaban solo que no lo decía en alto, no creo que hablar de mis preocupaciones las hiciera desaparecer y menos con un profesor, por bien que me cayera.
—He hablado con él, no vas a poder entrar a su clase más—me dijo y le mire sin entender que pretendía que hiciera con eso, ¿me dibujaba los deberes y esas cosas o que hacía?—Pero tendrás una oportunidad de examinarte al final del trimestre, te hará un examen adaptado que contará como tu nota final, lo que saques será tu nota—me dejo claro.
Esto no era una propuesta, no era una opción que pudiera o no aceptar, esto era lo que me tocaba, me iba a tener que aguantar, pasarme esas horas estudiando y ver que pasaba en ese examen.
—No puede corregirme él, yo también digo que me tiene manía—dije sin importarme parecer un arrogante.
Chiqui suspiro.
—Te lo corrigo yo—dejo claro y le mire mucho más tranquilo, no es que tuviera problemas con muchos profesores, no me hubiera importado quien lo corrigiera sino era Erick, pero daba gracias que fuera Chiqui, siempre puntuaba a lo alto, y siempre conseguía subir mucho las notas con ese señor.
—Tenemos un trato—deje claro y le ofrecí mi mano.
—Búscate un tutor—me dijo dándome la mano—Quizás mejor, una tutora rubia a la que debas pedir perdón—me dejo claro, le mire con muchas dudas, no estaba seguro de que Isabella fuera a hablar conmigo, aunque hoy hubiéramos tenido un pequeño acercamiento, dudo que eso valga para que me escuche.
Estaba bastante jodido.