Narrado Cristina
Todo era un caos en el internado, las faldas por debajo de las rodillas, la camisa abrochada hasta el cuello y nada de joyas voluminosas, el pelo recogido y nada de maquillaje, es decir que nada que pudiera diferenciarnos entre nosotras como mujeres hermosas y diferentes se podía llevar, nada de trajes de clubes, ni uniforme de animadora, nada de pelos teñidos, pìercing o tatuajes, es decir nada que sea marca de algo diferente, todas iguales y con la misma igualdad, todas las mañanas venía una mujer y nos medía la falda cada mañana y teníamos un vigilante que nos acompañaba al comedor y a las clases para evitar que nos mezcláramos con los chicos, en las clases teníamos una linea roja que no podíamos pasar en medio de la clase, un lado para los chicos y otro para las chicas por lo que solo pude ver a Aiden de lejos, lo peor que ahora no nos dejaban hablar ni entre nosotras, solo con la chica con la que compartíamos habitaciones, es decir me pasaba el día con Isabella y aunque de normal eso no me molestaba, pero es que solo poder hablar con Isabella me iba a volver loca.
—Necesito dejar de verte—le deje claro a Isabella mientras me sentaba en clase de Chiqui, sabía que Laura algo había averiguado porque no dejaba de hacerme señas para hablar con ella pero es que los vigilantes nunca me dejaban acercarme a ella, es como si alguien hubiera hecho un esquema de personas que podían causar un problema juntas y evitaran que esas se juntaran porque a Isabella si la dejaron hablar con Rosa.
—¿Gracias?—hablo en forma de duda, estaba claro que ni ella sabía si ofenderse o no pero no la quería ofender, me encantaba su compañía y no podía negar que me ayudo demasiado a que no tuviera deberes retrasados, llevaba todo al día gracias a la presión que me ponía, tenía tres agendas para llevar las cosas al día, una agenda para cada cosa, una para cosa de salud, cuando le dolía la cabeza, su menstruación o incluso la mía para saber cuando iba a necesitar sus mantas de calor o chocolate, sin hablar de que apuntaba cuanto dormía, otra para cosas de relación, en la cual apuntaba por ejemplo las veces que veía a Matt, cuando lo besaba, o cuantas veces hacía una broma, cosas super monas relacionadas con Matt, en otra apuntaba las cosas de clase, exámenes, que se daba en clase, que hacía ella de deberes, o cosas que debía preguntar, tenía otro para libros, series y peliculas que leía pero ese era aparte y hacía un rato que no lo usaba, pero ahora estaba creando uno de los viajes y con toda la información que le daba Aurora, aunque que yo supiera llevaba sin viajar un tiempo.
Chiqui entro y se coloco en su mesa para segundos después entraran los chicos, Matt que es un revolucionario sin causa paso la linea para dejar una flor en el escritorio de Isabella cosa que la dejo demasiado sorprendida, no por la flor Matt era una persona detallista sino porque había roto demasiadas normas.
Uno de los guardias se acerco a Matt y le agarro del brazo.
—A la sala de castigos—ordeno el hombre y Matt lo miro sorprendido porque le agarrara de forma tan violencia, no es que no estemos acostumbrado a que nos hablen serios, ese no es un problema, nos hablan mal con tonos demasiado altos para dar autoridad porque obviamente creían que nuestro titulo les podía quitar el trabajo, por eso hablaban alto para poner autoridad pero jamás a nadie de ellos se les ocurrido agarrar nuestras manos, nunca nos tocaban porque una marca de más podía ser mortal para ellos pero estos nuevos vigilantes les importaba poco todo, y hacían uso de la agresividad.
—Suéltelo—le grite levantándome de mi silla—Él es menor de edad, usted es un adulto, esto es violencia a menores—me queje para intentar que entendiera que lo que estaba haciendo estaba mal pero estaba claro que le importaba bastante poco porque no soltó nada.
El nuevo vigilante jefe de los chicos, se llamaba José Maria, era un hombre de España, sabíamos bastantes cosas de él, Isabella pudo hablar con su tío y saber cosas sobre los principales vigilantes, este hombre comenzo su vida como torero, era un torero prometedor pero por un problema economico en su familia se alisto en el ejercito de tierra, donde estuvo varios años hasta conseguir un alto cargo del cual fue echado por uso excesivo de la violencia, era un amigo Erick Miller por lo que estaba claro que la gente se juntaba con idiotas. Este amigo de Erick era un hombre de más de cincuenta años, con el pelo n***o y canoso en mismo porcentaje pero a diferencia de las mujeres o algunos hombres no les importaba que se le vieran, que se mezclaran con su pelo, era corpulento pero no era para nada alto, era muy bajo, por lo que aunque tuviera mucha fuerza no es que impusiera mucho, por eso gritaba y usaba la violencia.
—Silencio, o usted también le acompañara—me dijo la vigilante de las mujeres.
Aunque antes eran otros, les habían despedido y esas eran las mejores, serios pero amables, no eran demasiado crueles y se podía hablar con ellos pero esta nueva mujer, llamada Estela era una mujer mayor, no muy mayor, no era como mi abuela pero era mucho más mayor que mi madre, no se que edad tenía y sabíamos mucho de ella, apenas había información pero creo que era la mujer de Erick Miller porque se iba a su habitación todas las noches, bueno él iba a donde ella, le veíamos entrar al edificio y salir pronto a la mañana, hipócrita de su parte castigarnos de una forma y ser el primero en romper las normas. Pero eso no era lo importante, con su pelo pelirrojo teñido y su cara llena de marcas de la edad era demasiado desafiante, su mirada era intimidante, era alta pero no demasiado y tenía un acento irlandés que era demasiado intenso.
Se que competir o comparar a las mujeres estaba muy mal pero es que las madres de Matt le daban mil vueltas en belleza y elegancia a esta mujer.
—De aquí no se va nadie—grito Chiqui haciendo que todos le miráramos sorprendidos, este profesor estaba caracterizado con la tranquilidad, que hiciera esto no era para nada buena señal, era sinónimo de que estaba harto—Todo el que no sea un alumno sale ahora de mi clase—dejo claro y los vigilantes lo miraron.
—No podemos, son normas del director—dejo claro uno de los vigilantes que ni me había preocupado en aprenderme el nombre.
—Si el director tiene algún problema con como llevo mi clase, que venga y me lo diga el mismo pero hasta ese momento, os quiero fuera de mi clase—dejo claro Chiqui.
Hubo un silencio demasiado largo pero finalmente todos y cada uno de los vigilantes se fueron del aula, me deje caer en mi silla demasiado feliz y agotada y sin dudarlo me solté el pelo en la horrible coleta que llevaba que me estaba tirando tanto del pelo que creo que mis neuronas se estaban muriendo de tanto estirarlas.
—Dios, gracias—susurré dejándome caer en la silla, suspiré con profundidad.
—Luego te tendré que volver ha hacer la coleta—se quejo Isabella pero la ignore, era verdad que estos últimos días ella me peinaba porque yo eso de no entendía mucho, no he sido de esas chicas que se molestaran en aprender a hacerse peinados o peinar a sus amigas, siempre he estado más con chicos, hasta que conocí a Laura todos mis amigos eran prácticamente hombres, así que no me preocupe mucho por mi aspecto durante muchos años.
—Cristina levántate—me pidió Chiqui y la mire extrañada—Vamos ha hacer un examen y os voy a dejar que lo hagáis en parejas pero como se que algunos no han estudiado los logaritmos ni mucho menos las ecuaciones especificas como Maxwell o parecidas, os pondré en parejas que se que trabajareis bien—explico y lo mire.
—Pero yo trabajo bien con Isabella—dejo claro y me miro.
—Si pero creo que Matt necesita mucha más ayuda, y creo que con Aiden te será suficiente—me dijo y le mire sorprendida—Venga, iré apuntando las parejas en la pizarra pero empezar a moveros—comento mientras se giraba para empezar a escribir nombres en la pizarra, Matt se me quedo mirando por lo que me levante para irme con Aiden, Isabella se puso como histérica a repasar todos sus apuntes de matemáticas mientras que Matt le hablaba y le decía cosas, realmente apreciaba esa relación, eran demasiado diferentes y demasiado monos.
—Hola—susurré mientras me sentaba alado de Aiden, él paso su mano por mi hombro, le mire divertida porque aunque estuviéramos en el mismo espacio, no poder hablarle o incluso abrazarle se estaba haciendo demasiado complicado.
Isabella llevaba una semana estresada y se quedaba dormida llorando todas las noches por su abuelo, pero era doloroso verla como lloraba en silencio todas las noches y cuando me ofrecía para ayudarla o calmarla, se quedaba callada y decía que estaba bien, se quedaba y se metía demasiado en su organización para no pensar, para no sentir, para no tener que pensar en el dolor que estaba pasando y que no dejaba que nadie la ayudará, cargaba demasiadas cosas, escribía por horas en su diario pero no hablaba.
—¿Cómo estás?—le pregunte, me acerque a Aiden más y el rozo mi nariz con la suya.
—Mejor ahora—susurro y le mire.
—Nada de besos, no quiero que nada salga de aquí con los labios rojos y que me maten—dejo claro haciendo que riera, no iba a besar a Aiden, no es que no quisiera pero es que no era necesario que nos besáramos para demostrar nada, el poder compartir espacio con él para mi era suficiente.