El último domigo de cada mes, Jacob había tomado por costumbre hacer una parada después de regresar de la hacienda de Alicia. Esa tarde no era la excepción. Aparcó en el estacionamiento e inmediatamente, justo a su lado también lo hizo el auto con los tres hombres que lo escoltaban: Patricio, Axel y Joel. Descendió. Tenía el entrecejo unido, normalmente no mostraba una expresión amigable con los sujetos, pero era obvio que todavía había indignación por el copiloto que lo acompañaba. —Cuiden del animalito que está en el auto. No quiero que me estropee la alfombra ni los asientos —Joel frunció los labios para contener su sonrisa y quiso disimular pasándose un pañuelo por su lustrosa calva—. Ah si, sé que son un trío de alcahuetas de Alicia —dijo indiferente. —No se preocupe, señor. Cuidare

