Serás mía,Joselyn

Seré un poco más de lo que podía, un poco menos silenciosa y más obediente. Tal vez de esa manera podría salir de esta habitación, seré un poco más libre de lo que era un poco más feliz. Se ve que en cualquier momento el llegaría, puedo escuchar a las sirvientas ir y venir a paso apresurado. En este momento mi corsé se me hace un poco pequeño, necesito mucho aire para respirar. Me miré nuevamente al espejo, sabía que estaba perfecto, mi cabello rubio que hay en cascada hacia atrás de mi espalda. El color azul de mi vestido, hacía contraste con mis ojos azules; y con mis lágrimas. Sabía que no tenía escapatoria, era el destino que tenía desde que era pequeña. Aunque una parte de mí, se ilusiono en que se sería diferente. Qué el corazón de mi padre se apiadaria, pero en este caso no era así. Cuando veo la manija de la puerta girar, sabía que mi destino empezaba. Tragué saliva con fuerza, me quedé parada en el medio de la habitación. Sentía los latidos de mi corazón, rebotar contra mi pecho.Cerré los ojos y suspiré. —Hola Joselyn—dijo aquel hombre desconocido,solo lo había visto una vez al casarme. —Hola... Edward. —Yo quería a tu hermana,pero te tuve a ti—me vió con desprecio. Mi hermana se había escapado, estuve mucho tiempo enojado con ella. Pero en parte tenía razón, me alegraba el hecho de que ella fuera libre. Siempre supe que debíamos unirnos a esta familia, ninguna de mis hermanas iba a ser sacrificada o yo. —Lo lamento. —Te quitare el corsé,será rápido.Tienes que darme un heredero. —Yo...—mis ojos se llenaron de lágrimas,ni siquiera sabía cómo se hacía un heredero. Se acercó a mí, mientras el daba un paso, yo daba dos atrás. Lo miré aterrada, aunque no pude evitar mirar su perfil, tenía un aspecto atractivo y varonil. Su cabello dorado le cae a levemente por sus ojos, del cuáles eran amarillos. Tenía un porte elegante, un aire noble como el duque que es. Llegué al borde de la cama,el me tomo de la cintura. Pude sentir su nariz pegada a mi cuello, era larga y perfilada,dejo un beso en el.Luego se alejó,dejándome confundida. —Te haré mía, cuando me supliques que lo haga. —Solo hazlo y ya... prefiero que sea rápido—dije despacio. —No. Esa noche se marchó, dejándome con demasiadas dudas. Mi cabeza da muchas vueltas, tantas que comenzaba a marearme. A la mañana siguiente, el sol me despertó. Y las sirvientas entraron enseguida, las mire sorprendida. Yo vivía más bien en el campo, no tenía sirvientas, y no usaba corset. Por ese motivo me parecía algo raro, qué tantas mujeres se acercaron a mi lado. —Mi lady,descuide la trataremos como la duquesa que es. > Esa palabra resonaba una y otra vez en mi mente.Pero me miraba en el espejo y no me veía par nada de ese modo,más bien me sentía una prisionera. Ya estaba vestida,me ví en el enorme espejo que tenía delante mío.Suspire cansada,cuando me quedé sola.Me senté en la cama,sentí el vestido presionarme el pecho y comencé a llorar.Las lágrimas cayeron sin cesar,me picaba los ojos y la nariz. —Mi señora,usted debe bajar, el la está esperando. Escuché aquella voz lejana detrás de la puerta,hice una mueca de desagrado.Sabia que debía bajar,por lo cual responde hondo,tome el borde de mi vestido y salí. Bajé despacio aquella escalera que parecía no tener fin,suspiré una y otra vez en forma cansina.No estaba de ánimos para absolutamente nada,pero debía ser fuerte;aunque tuviera mi alma desgatrada. —Hola Joselyn—la voz grave del duque,me saco de mis pensamientos. —Su alteza—dije e hice una reverencia. —Sientate. Ya estaba en mi silla,delante mío tenía un plato que humeaba hasta mi nariz.Hice una mueca triste,ante todos aquellos platos que no conocía,mis padres no me alimentaban del mejor modo para no ganar kilos de más.Acerqué temblorosa mi mano hacia una carne asada,se veía apetitosa mi estómago emitió reclamo. Miré avergonzada al duque,este emitió una sonrisa de lado mientras bebía de su vaso,al parecer vino.Dejando de lado mis modales,me daba más verguenza mi estómago hablador,comí grandes bocados de esa deliciosa carne.Hace tanto tiempo que no probaba nada tan sabroso,me había quedado embobada contemplando los manjares de la mesa. Si,me encantaba comer. Tenía la ventaja de hacerlo y no engordar. Cuando terminé dije: —Provecho,mi Lord. —Puedes retirarte—exclamó sin mirarme. Al llegar a mi habitación,di un sonoro suspiro de alivio.Cuando un golpeteo en la puerta me distrae.Acerco con timidez mi mano a la perilla,al girarla me encuentro con María,una de las sirvientas,con una bandeja en su mano. —El señor le envió un postre.Con permiso—Miré confundida a María,pero omití silencio. Al entrar mire extrañada la bandeja de plata,con un bello pastel en el centro.Lo que no me había percatado la primera vez,fue ver una nota al borde del platillo dorado. A la mañana siguiente,el sol me acaricio el rostro.Abri los ojos algo confundida,aún me costaba trabajo estar en un sitio diferente. Luego de que me dejaran como una digna "duquesa",bajé las escaleras bastante nerviosa e indecisa.Él estaba en la gran mesa concentrado en la nada misma,su mirada estaba algo perdida.Cuando atiné a bajar,unas voces me dejaron en mi sitio. —Hijo,espero que ya estén planeando un heredero—una voz femenina le habló. —Si madre—contesto educadamente. —Me han llegado rumores que duermen separados¿eso es verdad?—la voz recriminatoria de su madre me desconcertó. —Es mentira madre,¿te dejas llevar por los chismes? —Procura lo mejor para el ducado. Cuando su madre se alejó,yo termine de bajar. —¿Estabas escondida,duquesa?—su voz gruesa,me sobresaltó. —Yo... no quise interrumpir. —Comprendo,siéntate a desayunar—pronunció el. Tome una tasa de leche caliente algo nerviosa,sentía su mirada penetrante en mi;trago saliva y bebo. Algo me desconcierta:el duque se tambalea,se apoya en la mesa y suspira.Yo preocupada y sosprendida,me levanto de la silla y me acerco a preguntarle: —Mi Lord,¿se encuentra bien? —Si... —responde aún con su rostro inclinado hacia abajo, desconcertada lo observó callada. —¿Necesita algo? —Solo desayuna tranquila. Asentí con la cabeza,me giro sobre mis talones y regreso a mi sitio.Luego de unos minutos,sin parar de observar a mi marido.Me sentía satisfecha, nunca había tenido un buen desayuno como en este momento.Aquello se me hacía muy extraño por lo cual decidí decir: —Gracias. —De nada Joselyn—lo miré por unos segundos,mi nombre en su voz por alguna razón se escuchaba muy bien