—No me pidas imposibles… —contesté con un suspiro—. Lo único que puedo darte es este momento. Él apretó la mandíbula, sus ojos oscuros brillando con algo entre furia y dolor. —No me basta este momento, Bianca. Te quiero entera. No a ratos, no a escondidas. Lo odié por decirlo. Porque esa era mi herida, mi condena: quererlo y no poder tenerlo del todo. +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ Me levanté de la cama con un suspiro pesado, como si mis huesos aún llevaran el recuerdo del vaivén que habíamos compartido hacía unas horas. Todo en mí estaba flojo, suave, como si me hubieran drenado las fuerzas y al mismo tiempo me hubieran llenado de algo imposible de explicar. El silencio de la madrugada me envolvía, apenas roto por el crujido de la madera bajo mis pi

