Capitulo 3

1950 Words
Yo estaba en shock... Era el jefe del agente, era un mafioso-policía, Dios Santo, ¿qué haré ahora?... - Mucho gusto. - actúe como si lo desconociera. - Él se encargará de llevarte a Colombia en paz - interrumpió el agente. Mi corazón se detuvo. Este hombre iba a matarme, por otro lado le había tomado aprecio al agente, quería que me acompañara hasta el final. - Dios. Agente... olvidé algo, ¿podríamos buscarlos mientras el señor compra los boletos? Su cara fue de confusión, pero asintió, y le dijo a Carlos: - Ya volvemos jefe. Mi caminata fue acelerada, quería alejarme de ese asqueroso hombre, y tenía que contarle todo al agente. - Agente Franco, yo... - balbuceé, estaba muy nerviosa por su reacción.- Yo conozco a Carlos, él es el jefe de Alex. Es muy malo, intentó de abusar de mi y Alex le disparó, por eso su bastón. No me deje ir con él, se lo suplico, me matará... - Miranda, tus acusaciones, podrían destruir su vida, su carrera, es algo muy grave. Pero te creo, no veo la necesidad de mentir. Te llevaré yo mismo, estate quieta que yo me encargo. No pensé lo que hacía, no analicé, sólo lo besé como si mi vida dependiera de ello, me aferré a su cuello, era una fuerza sobrehumana que me atraía a él. Sus labios no se movieron en ningún momento, ni sus manos se posaron en mi cintura, él, más bien me apartó y su cara era de pocos amigos. - NO VUELVAS A HACER ESO - dijo recalcandome cada palabra - Eres una niña, yo estoy casado, no quiero problemas. Estás loca jovencita, te mandaré con mi jefe, seguro fue un engaño para que yo fuera el que te acompañara, eso no se hace, eres una mala persona Miranda. Mis mejillas ya estaban empapadas, yo solo quería algo de afecto, jamás intentaría algo así - Bien, pero sabe algo, usted es totalmente un estúpido, al acusarme de esa manera, creo que me dejé llevar por mis impulsos, pero creo que es el peor error que he cometido. Yo no me iré ni con ese malnacido, ni con usted. Olvídelo. - Tu harás lo que yo diga. Ahora obedece y camina. - Adiós señor agente, gracias por todo.- finalicé, y le di con una lámpara en la cabeza. Corrí como nunca, me fui de aquél lugar, llegaría a mis padres pero jamás con ninguno de ellos. Me encontraba en un parque. Tenía frío y sentía algo de miedo, eran aproximadamente las 11 pm, y mi piel se erizaba por el viento, no sabía a dónde o con quién ir. Muchas veces los clientes me dejaban propinas buenas, las ahorré todas, mañana buscaría algo decente donde dormir. Cuando mis ojos empezaban a cerrarse en aquella banca fría, una voz inundo mis oídos. - Al fin te encontré mi pequeña -. Mis ojos adormilados, no pudieron ver de quién se trataba, sólo sentí unos brazos rodearme y llevarme de aquí. Cuando desperté mi cabeza daba vueltas, está habitación era muy linda, por lo que veo era de un hotel. Pero, ¿cómo llegué aquí? Cuando él entró por la puerta mi sangre se heló, mi respiración se detuvo, y mi corazón no dejaba de palpitar, el miedo se veía reflejado en mi, no quería volver a ese lugar, no quería estar cerca de ese monstruo. Tenía que huir, ahora. - Miranda, no voy a hacerte daño, ni a obligarte a nada. Sólo quiero estar contigo, no ahora, cuando tu lo decidas, pero quiero protegerte y visitar a tu familia. Mis ojos estaban desorbitados, ¿Cómo pasó esto? Quien sea, o lo que sea que haya pasado, seguro es una falsa más para hacerme volver. Pero no lo lograría, por Dios no soy tan estúpida. - De verdad lo siento, estoy arrepentido, recuerdo cuando mi padre le daba aquellas palizas a mi madre, él decía que las mujeres eran objetos desechables, sólo servían para ser esclavas de los hombres. Tenía diez años cuando me obligó a tener sexo con una prostituta, me obligaba a ver como violaba a mi madre. Así me creé, como un maldito. Pero ya él no está vivo ni tiene poder en mi, no volveré atrás, cada día mi meta era hacer daño y yo no podía permitir que alguien me volviera débil, debía de ser fuerte, pero y jamás volveré a ser así, te lo prometo. - Mis lágrimas no tardaron en salir, mi infancia había sido perfecta, iba a casa de mis abuelos cada semana, me horneaban pasteles, galletas, cup cakes. Mis padres se esforzaron mucho por sacarme adelante, cosa que les agradezco mucho. Mi reacción fue darle un abrazo, no de lástima, sino de amor, ¿cómo podía exigirle que diera amor? Si lo único que había recibido era odio. Yo lo iba a ayudar, sería la persona que cambiaría sus penas en alegría. Yo decidía ayudarlo a costa de todo, dicen que así es el amor, contar uno con el otro. - Te amo - repitió muchas veces, y dió besos en mi cabeza. - Perdón... - concluyó. Y sólo le di un beso en forma de aceptación. "Cuando perdonas, te liberas tú y liberas a la otra persona. Desatas ataduras, comprendes el significado de la bondad y el amor." Pero a veces las cicatrices tardan en sanar, pero como una vez lo anuncié siempre fui buena, siempre perdonaba, y Alex no sería la excepción yo lo amaría sin fronteras y estaría con el a pesar de todo, y todos. ¿Sería la decisión correcta? No lo sabia, pero yo me quedaría para averiguarlo, lo perdonaba porque lo amaba, y me perdonaba a mi misma por tomar estúpidas decisiones sólo pensando con el corazón y no con el cerebro, pero yo le di mi palabra y la cumpliría, lo ayudaría a salir de ese infierno le brindaría mi mano, y lo guiaria por la luz del final del día, porque mis padres me enseñaron a ver el lado bueno de las cosas, y eso es lo que estaba haciendo porque sinceramente yo no podría imaginar una vida sin Alex a mi lado. Habían pasado dos meses, dos meses en los cuales yo día a día lograba superar poco a poco mi decaencia, mis traumas y cicatrices, Alex y yo estábamos felices y enamorados como dos adolescentes, pero algo le incomodaba, lo veía inquieto, quería saber que le pasaba. - Álex, ¿te pasa algo? - acaricie su rostro. - Miranda, ellos vienen por ti, el FBI piensa que te tengo secuestrada te llevarán con ellos si no nos vamos de aquí. - Entonces, vámonos ¿cuál es el problema? - Quería llevarte a ver a tus padres. - concluyó y lo entendí todo - Luego iremos - no pude continuar hablando porque muchos hombres armados entraron en la habitación, me escondió atrás de él, y me susurró 776, no entendí nada pero el horror me carcomía. Pude ver al agente venir y darle un fuerte golpe en la cara a Alex, mi corazón se oprimió, y pegué un grito horrorizada, me tomaron a la fuerza y yo pataleaba y gritaba no quería separarme de él, y me dolía demasiado... El agente lo levantó y Alex me sonrió, mi cara demostraba angustia, sabía que le harían daño, sabía que no podría volver a verlo y eso me heria en el alma. Me llevaron a una estación, y mi sorpresa más grande fue ver a mis padres, mis lágrimas corrían como nunca, era una sensación extraña estaba inmensamente feliz pero también inmensamente triste. Ellos sonreían y no dejaban de abrazarme, me amaban y yo a ellos, como los había extrañado, cómo me dolía su ausencia, a apesar de la alegría mi corazón estaba oprimido, no quería a Alex tras las rejas, y recordé el número que me había dicho ¿qué significaba aquello? - Hija, has crecido tanto estás tan hermosa, pero... ¿cómo? si se supone que estabas sufriendo. - Mamá, papá, yo tengo que contarles. Vamos a casa. El transcurso fue silencioso, ellos me observaban por el retrovisor, y yo sólo tenía mi mente fija en cómo estaría Alex, y en cuándo podría verlo. Cuando llegamos mis fosas nasales se llenaron de aquél olor, que amaba era a vainilla con canela. Mi madre siempre ponía esencias así, procedí a recorrer la casa, había cintas de bienvenida para mi, y mi cuarto mi adorado cuarto donde jugué una vez con muñecas, donde pasé mi adolescencia, dónde hice infinidades de pijamadas con mis amigas, y sin evitarlo las lágrimas salieron. Mi madre me abrazó, y lloramos juntas, era hora de contarles la verdad. Ellos escuchaban mis palabras atentamente, y sabía que me entenderían y a Alex, al culminar las lágrimas rodaban por mis mejillas, y ellos me abrazaron, iban a quitar la denuncia y eso me hacia muy, pero muy feliz, ahora descansaria mi día había sido muy ajetreado. Al acostarme observé las estrellitas que yo misma había puesto en el techo, y cada una representaba un sueño que alguna vez cumpliría, viajar, modejale, ropa, eran algunas cosas que decoraban cada estrella, y por un momento me detuve a pensar en cómo sería mi vida si nada de esto hubiese pasado simplemente yo, seguiría teniendo las mismas aspiraciones, seguiría conservando mis creencias, seguiría en mi mundo de ensueño. Pero pasó y ahora lo que más anhelaba era volver a estar con Alex y a la vez que mid padres lo conocieran, y pudiésemos formar una familia. Fuimos a la comisaría, mi sonrisa era notoria, lo vería de nuevo, pero mi cara se llenó de lágrimas al escuchar la noticia que nos dieron. - Señores, la denuncia que han quitado sólo es una de las muchas que tiene el señor Alexander, ha sido transferido a una prisión de máxima seguridad, no me extrañaría que lo condenaran a cadena perpetúa. Se le acusa de narcotráfico, tráfico de mujeres, estafas, muchos problemas. Lo siento mucho, pero no se puede hacer nada, con su permiso. Y ahí en aquél lugar mi cuerpo quedó tendido en el suelo, cómo era posible aquello, ¿ por qué el destino nos jugaba esta mala pasada? Juro que haría todo lo que estuviera en mis manos para sacarlo de ahí, mis padres al ver mi estado, me levantaron y comprendieron que era mejor no decir nada, si no ayudarme a seguir. Estaba ya en casa, mi mente sólo podía estar él, y aunque mis padres hacían de todo para animarme yo... sólo no podía. En mis planes estaba ir a primera hora de la mañana a verlo, me iría sola, necesitaba hacerlo y mis padres lo entendían. Mi madre preparó un chocolate caliente y me lo dio en una taza, y al sentarse habló: - Mi pequeña niña, ¿recuerdas cuando llorabas porque no te dejábamos tener mascotas?, esta situación me recuerda a esa etapa... Ese hombre está prohibido, y sin embargo lo amas, recuerdo que en tu cumpleaños número 10, te regalamos un perrito, dijiste este es el mejor día de mi vida, cuidaste a aquél perrito y lo amaste a pesar de que estuviera herido, ya que en la tienda lo tenían así. Pues, ahora sigues siendo la misma niña que ama lo prohibido y lucha por conseguirlo, sólo te voy a decir que aquí siempre estaremos para ti. Luego de la charla con mamá, dirijo mis pensamientos hacia tantas cosas, voy a la cama con Alex después de haber tenido tantos inconvenientes y lo veo acostarse plácidamente a mi lado y es en ese momento cuando mi mente vaga en todos los recuerdos de cómo tu vida puede cambiar....
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