Capítulo 2

1866 Words
Sorpresas, sorpresas te da la vida. ¿Me enamoré de él? La respuesta es sí. Pero como extraño a mis padres, mi libertad, mis amigas, mi colegio... Como extraño la sensación del aire fresco al tocar mi cara. Dicha sensación ya no había venido a mi, desde hace días, extrañaba ser una chica normal, sin muchas preocupaciones, sólo estudiar. Me preocupaba mi vida de ahora en adelante, ¿Qué pasaría con nosotros? Si yo me casaba con el, ¿jamás volvería a ver a mi familia? Eran preguntas que me enloquecían, que me carcomian por dentro, pero no me atrevía a preguntarlas, Alex se veía tan cerrado tan malo y violento, aún no sé qué pasa por mi mente al creer en él, pero hay algo más allá que me lleva a confiar, a quererlo de esta manera... simplemente no lo puedo evitar, y si le quiero pero estoy dispuesta a dejar todo por el. Por los momentos decido descansar y dejar de pensar tanto en esas cosas. Risas se escuchan de fondo, soy yo la que está ahí, feliz jugando con mi cabello, en una bella pradera, pero luego todo se distorsiona y empiezan a aparecer monstruos, y mis gritos no se hacen esperar. Siento unas manos que me levantan y me hacen volver a la realidad, y esas manos temblorosas resultaron ser las de Alex. Estaba sudando frío luego de aquellas pesadillas, y Alex me abrazó hasta que volví a conciliar el sueño, al despertar, Alex estaba sentado a mi lado meditando algo y no entendía muy bien hasta que el mismo me aclaró: - Tienes que tomar una decisión Miranda - me miró con aire de esperanza en sus ojos. - ¿Te vas o te quedas? - culminó, se notaba el dolor en sus palabras y la tristeza en sus ojos, tenía que decidir quedarme aquí o seguir con mi vida, mi familia, mis estudios. ¿Qué haría? Si me llegase a quedar aquí, ¿qué le diría a mi familia? "Me enamoré de un narcotraficante, aceptenlo." Y si me voy, ¿cómo haría con este gran amor? Todo me daba vueltas. Álex me miraba con ojos de "quédate junto a mi" Pero mi vida era más que esto. Lo siento, mi amor... - Me iré - dije, y una lágrima rodó por mi mejilla. Su cara era de sorpresa, frustración, dolor. Se fue, él no dijo nada. Sus ojos ya me habían hablado, él estaba herido por mi decisión, y yo también lo estaba. Recorrí la casa buscándolo, bajé las escaleras, y entré en un cuarto con una gran biblioteca, él estaba con una botella, cada vez bebía más, lo miré, y me acerqué lentamente. - Te amo Álex - dije sin arrepentimientos. - Te amo con mi alma. - ¿Me amas? - preguntó en un grito. - Me amas y te vas, ¿me dejas y dices que me amas? Sonrió dolido. Y yo sin querer pelear, si no que me hiciera suya y supiera cuánto lo necesito dentro de mi, fuí hasta su silla y puse mis piernas a cada lado de su cintura, él me mira sorprendido y encuentro su mirada pérdida. Me toma del trasero y me besa como si no hubiese mañana, como si quisiese volverse uno conmigo, se deshace de la única prenda que tengo que es una camisa de el, y me escurren los fluidos a verlo quitándose la ropa, me tira literalmente en el escritorio derrumbando todo lo que había ahí y me penetra duro sin compasión de mi estrecha cavidad, lo siento hasta el fondo de mi, puedo jurar sentirlo en mi vientre, toca mis senos los estruja dejándolos rojos, y me penetra constantemente sin detenerse ni un segundo, siento mis paredes vaginales contraerse, los espamos de mi cuerpo, lo siento dar las últimas arremetidas y llenar todo mi interior, cayendo rendido en mis pechos con una capa de sudor corriendo por su frente, le acaricio el cabello, y él se levanta de la nada con mirada frustrada y molesta, y dice palabras que jamás podrán ser borradas de mi mente. - Debí saberlo desde el principio... querías que me enamorara de ti, para que te dejara libre, lo leí en tu diario, ¿tanto me odias? Estoy locamente enamorado de ti, has logrado tu objetivo, ahora ¿cuál es el siguiente? romperme el corazón, pues, felicidades Miranda, lo has logrado. Te hice mía, para saber hasta qué grado podía llegar a ser tu engaño. Mi cara debía ser un poema. ¿Qué?, ¿diario? - No sé de qué hablas, jamás he escrito un diario Álex, por favor mírame, me he enamorado de ti, te amo, me quedaré aquí, no quiero alejarme de ti, pero quiero que visitemos a mi familia, por favor. - ¿Y si no fuiste tú quién lo hizo? Tenía tu nombre, no me importas ya, eres igual a todas las zorras, igual a Ally. Sólo quieres mi dinero, e irte.- Mis lágrimas corrían desenfrenadamente por mi cara, mis mejillas estaban rojas, mi corazón acelerado, mis ojos desorbitados. Él estaba herido, y había roto mi corazón, yo no escribí ningún diario, podría jurarlo por Dios, pero él no me creería... Me escondí en mis piernas, lloré desconsoladamente, él seguía ahí, mirándome como si fuera un bicho raro. La verdad mi corazón no podía romperse más. ¿La vida me odiaba?, porque yo si odiaba vivir. Sentía el peso de este hombre encima de mi, un viejo verde. Me embestía fuertemente. Y me tocaba sin control, yo cerraba mis ojos, pensaba en paisajes, pensaba en mis padres, mi feliz niñez y así pasaba el tiempo y no lo notaba. Álex me trajo al bar, me puso a trabajar, por venganza a algo que no hice, me hace estar con hasta cinco hombres al día. No lo he visto exactamente hace un mes, Ally no está aquí, todas tienen prohibido hablarme, alguna que otra me da una sonrisa, pero nada más. Estaba exhausta, mis lágrimas una vez más se hacían presentes. Hoy me sentía destruida, pisoteada y humillada, mi madre estaría cumpliendo sus cuarenta años y pensaría que lo olvidé, pero aquí estoy loca por abrazarla, por darle un inmenso regalo, por decirle cuánto la amo. Yo era el objeto de muchos hombres, eso me causaba repulsión, a mí misma, me había acostumbrado, no había salida. El último cliente del día entró. Me limpié las lágrimas y me acosté en la cama, de verdad quería acabar ya este día. - Hola, Miranda... - dijo el hombre de unos 30 años, ojos azules, cabello n***o, cuerpo atlético. - Hola, ¿cómo sabe mi nombre? - respondí secamente. - Soy agente federal. Tus padres llevan mucho tiempo buscándote, lo primero que pensamos fue en el tráfico de mujeres y acertamos.- No sabía qué sentir, qué hacer o decir... - Voy a llevarte conmigo, si es posible hoy mismo. Mi única reacción fue abrazar a aquél desconocido que significada esperanza y llorar en su hombro. Me iría... por fin sería libre. Álex me miró. Él me había vendido por muy alto precio, era como si no quisiera que el agente (que obviamente él no sabía que lo era), no me comprara, entonces borré esa idea, él sólo quería ganar más dinero, por supuesto. Su mirada era cabizbaja, y la mía era dura, le demostraba mi desprecio y odio. Él se acercó a mi, y susurró un "lo siento", casi inaudible. Yo sólo tomé mis cosas y no miré atrás, estaba saliendo de ese maldito lugar, y no había nada que me hiciera más feliz en la vida. El agente y yo nos quedamos en un hotel, todavía nos quedaba un largo camino por recorrer, estaba tan agradecida con éste hombre, sólo era un ángel que me sacó de aquél infierno. Subimos no había más que un cuarto, así que compartiriamos la habitación. Cuando él se iba a acostar en el suelo, le dije que por Dios Santísimo, viniera a la cama, y lo abracé, sentía a mi superhéroe a mi lado, era algo que me atraía hacía él, tal vez su protección. Era una chiquilla tonta que confundía las cosas con lo que había pasado en mi vida, no canalizaba mis acciones, y lo abracé, él no me detuvo, supongo que estaba dormido, y me puse a llorar, sentía que estaba muerta pero a su vez sentía que tenia la posibilidad de volver a revivir. Después de tantas cadencias, oscuridad, malas decisiones... pensaba que volvería a ver la luz. Narra Álex. Cuando la vi salir, supe que no la volvería a ver, a sentir sus caricias, sentir su aroma o ver su sonrisa. Ella no me dedicó ni una última sonrisa, más bien diría que lo que me dedicó fue su mirada de odio, ¿cómo pude hacerle tanto daño? Yo era un monstruo, al que le habían hecho cosas monstruosas y por eso terminé siendo un maldito infeliz, ¿de dónde sacó tanto dinero ese tipo? Jamás lo había visto... Yo permití que muchos hombres la tuvieran, eso me causaba asco y repulsión. Podía imaginar su dolor, e incluso llegué a escuchar sus gritos, era la peor persona sobre la faz de la tierra, ella me había dado todo. ¿Por qué confíe en Ally? Ella me dio ese maldito diario. Por supuesto que no era de Miranda, una vez más Ally me había roto el corazón a su antojo. Quería volver a tener a Miranda, y si eso quería eso haría, ese estúpido no la haría suya. Lo mandé a buscar con los mejores investigadores, lo encontraron rápido en un hotel no muy lejos de aquí, una o dos ciudades más, iría por ella hoy mismo, y nadie me lo impediría. Amarramos a todos, desactivamos las cámaras de seguridad, y tumbamos la puerta de la habitación, lo único que encontramos fue una nota que decía "suerte para la próxima, si es que hay otra". La furia subía a mi rostro, ¿cómo sabía que veníamos? Hay un informante, alguien se los dijo, y eso me pone furioso, la quiero de vuelta, me siento tan frustrado. No temas pequeña yo iré por ti, nadie volverá a hacerte daño. Narra Miranda. Nos avisaron que Álex vendría, por seguridad cambiamos nuestros nombres, y forma de vestir. Ya estábamos en un avión hacia mi país, nada era mejor en la vida, absolutamente nada que volver a estar con mi maravillosa familia, Dios, como le doy gracias al agente. ¿Por qué Alex me quiere de vuelta? ¿Será que se lo pidieron los clientes, o simplemente quiere re-venderme por más dinero? de él puedo esperar lo que sea... es tan repugnante, sin embargo puedo añorar volver a sentir sus ojos sobre mi. Ahs, soy una estúpida. - Miranda - dijo repetidas veces el agente, para hacerme reaccionar. - Si, dígame. Había olvidado mi nombre.- Reí un poco, pero sabía que mi risa era vacía, y mi chiste no tenía sentido, o tal vez sí. - Quiero presentarte a mi jefe - es él... Era él, el mismísimo Carlos, al que Alex le había disparado para salvarme, tenía un bastón, y me miró sorprendido.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD