Capítulo 2: No quiero ir con el innombrable

1311 Words
Capítulo 2: No quiero ir con el innombrable. 19 de Setiembre 2002. Estuve mirando en todo mi cumpleaños la puerta en busca de Austin, él nunca se apareció. Alice vino y pensé que detrás estaba él, pero tampoco. Ella solo dijo que él se sentía un poco mal y que no podía venir. Él ya casi no viene, hablamos poco y se junta mucho con Leah. La mamá de Alice me preparo un pastel muy bonito tenia flores de mis colores favoritos, al soplarle mi deseo fue que Austin me pidiera ser su novia. Al terminar de despedir algunos de los invitados, agarre un pedazo de pastel y corrí a su casa. Camino hacia el porche estaba ahí con Leah, de igual forma me acerque. Pero cuando él hablo me detuve, el pastel cayó de mis manos. – Leah quiero que seas mi novia–  él le pidió que sea su novia, y no vino a mi cumpleaños. – Si – retrocedí y me fui corriendo a mi casa, mis lágrimas me impedían ver. Mi corazón dolía, mis lágrimas no solo fueron esos días si no después. Austin no volvió a venir y yo no fui a buscarlo. No sé qué voy hacer prácticamente obligue a que Alice le dijera a su hermano que me devolviera el bolso de Majo. Camino de un lado a otro, mis pies se mueven de un lado a otro. Tengo nervios de que revise el bolso ya que ahí se encuentra mi diario y sé que él es muy curioso por no decir chismoso. – Puedes dejar de moverte de un lado a otro me mareas– Majo se sienta en la cama sujeta su cabeza como si esta se fuera a caer. – Tú cállate que si estoy así, es por culpa tuya. – ¿Mía? y yo que hice ahora– dice indignada. Me detengo de ir un lado a otro, comienzo a recoger la ropa de Majo. Prefiero tener mis manos ocupadas así no la puedo estrangular. Ayer cuando llegamos, tuve que desnudarle y meterla a la ducha, ni loca iba a dormir con ella oliendo alcohol. – Que no podías llevar otro bolso. – Era el nuevo bolso de Louis Vuitton y quería llevarlo, pensé que sería la única en llevarlo. – Y cómo es que tú tienes una cartera de esas, son muy caras. – Mi papá me la mando. – Y no que no querías nada de él y que se pudra en el infierno con sus regalos– esas fueron sus propias palabras cuando llego el primer regalo. – Es que me gusto cuando lo vi y no quería botarlo. – Al parecer Leah y tu tienen el mismo gusto– dice mi hermana, se sienta en la cama tirándose encima de las piernas de Majo, ella se queja. – Ahora creo que si voy a botar ese bolso. – Pero ¿Cómo así te equivocaste?– termino de acomodar para sentarme junto a mi hermana y responder su pregunta. – Agarre el que pesaba menos, ya que pensé que solo llevara mi diario en ese bolso. La puerta es abierta y Alice pasa, sus manos están vacías y estoy apunto entrar en una taquicardia. – Antes que te desmayes. Mi hermano tiene el bolso. – ¡Oh por dios!– siento que puedo volver a respirar, no me había dado cuenta que estaba aguantando la respiración. Mi miedo radicaba en que él le diera el bolso equivocado a su enamorada, la cual me tiene un odio injustificado. – ¿Y dónde está mi bolso? – Majo me saca de mi tranquilidad momentánea. – Ahí está lo malo. – ¿Que no le pediste mi diario? – Y mi bolso – mi hermana le da un empujón a Majo y se lo agradezco. – Mi hermano no me lo quiso dar a mí. – Entonces...– me interrumpe. – Él te lo dará a ti, así que si quieres que él te lo regrese, tendrás que ir. Pero el acaba de ir a ver a la Anti-Leah, así que regresara en una hora. – No quiero ir. – Si quieres el diario vas a tener que ir. – No quiero ir con el innombrable. – No puedo creer que le digan así a mi hermano.  – Se lo merecía– Chelsea se encoje de hombros. – ¿Y si entramos a su habitación?– todas miramos a Majo, tiene una mirada de loca. Normalmente mi amiga no tiene buenas ideas pero esta es fantástica. – No podemos hacer eso ya que él es el único que tiene la llave de su habitación. – Y cómo es que limpia su habitación– Majo hace una mueca de asco. – Eso será un desastre– Chelsea niega con la cabeza. – Tú crees que haya revisado mi diario. – No tengo la menor idea, pero se cómo es mi hermano y lo más probable es que lo haya hecho. – ¡Oh, no! – Pero no tienes de que asustarte, no has escrito cosas malas ahí, ¿verdad?– cojo mi cabeza con mis brazos que están apoyados en mis rodillas. – Eso es lo malo, que si escribí cosas malas– Alice se sienta a mi lado y coge mi mano. – Es sobre mi hermano, ¿cierto? – Si, y sobre otras cosas– como que yo soy la dueña del blog "Smile in the Dark" y que él podría decirle a toda la preparatoria. Por muy raro que parezca, Alice no sabe nada de mi secreto. En primer lugar nadie se tenía que enterar de mi secreto. Majo se enteró porque justo estábamos camino a casa y le dije que se detuviera ya que encontré una posición hermosa para poder fotografiarla. Y déjenme decirle que mi amiga no es idiota porque vio el Post y asocio rápidamente que yo era la dueña del blog. Por la parte de mi hermana es demasiado curiosa y se sabe la contraseña de mi Ordenador y así es como lo descubrió. [...] Estoy parada como hace cinco minutos delante de la puerta pero no me atrevo a tocar la puerta, no vengo desde que tengo los siete años que sentí que mi pequeño corazón se rompía al ver la escena de Austin pidiéndole a Leah ser su novia. Toco la puerta ya que esta casa no tiene timbre, raro pero cierto. La puerta es abierta, eso quita mis posibilidades de huir. La mamá de Austin y Alice, Elena abre la puerta y se sorprende de verme ahí, ella es hermosa. Se parece mucho a Alice lo único que saco de Austin de ella son sus pecas. Elena quizás es la mujer más fuerte que conozco, ella vivió una pesadilla con el papá de Austin pero aún así siempre está con una sonrisa en el rostro.  – Caitlin. – Hola. – Pero que haces ahí, pasa– al entrar me da un abrazo– Alice salio con tu hermana, pensé que te lo dijo. – No vengo por Alice. – Entonces– eso la sorprende más. – Vengo por... Austin– no vengo a su casa desde hace mucho tiempo. – Él está arriba, pero pasa ya conoces el camino. Voy a preparar unos muffins– Ella es repostera, y prepara los mejores dulces que he comido, se va a la cocina pero voltea – Es lindo verte de nuevo aquí, como cuando eras pequeña. Ahora si entra a la cocina. Subo las escaleras de madera, cada pisada que doy suenan. Al estar frente a su habitación me detengo nuevamente. Mi mano esta levanta en puño para tocar la puerta color blanca. Solo me quedo mirándola, siento mi cuerpo muy tenso. Cuando siento que ya estoy lista para tocar, una voz conocida me hace dar un respingo. – ¿Qué haces, aquí? 
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