Buenos prospectos

2183 Words
–¿Puedo pasar, Esther? –La tía se asomó en la puerta. Por supuesto que no pude dormir pensando en lo que podía hacer para no pasar por la terrible situación de la ruina.         Di muchas vueltas en la cama, me asomé a la ventana, revisé a los niños que dormían placenteramente, cada uno en su cuarto, bajé a la cocina y después volví a la cama para seguir despierta. Pasa, tía. Entró y cerró la puerta detrás de ella. Vino hacia mi cama y se sentó en ella mirándome con un poco de pena. –Ay Esther, yo no pude dormir nada. –Ni yo, tía. Estuve pensando que podía hacer para cancelar la deuda, que podíamos vender que abarcara ese valor. Pero después de tanto pensar solamente existe esta casa o la hacienda. Los camiones o la demás maquinaria, inclusive las nuevas, si las vendemos como están, solo servirían para la mitad del préstamo, sin contar las cuotas con moras. Ya no sé qué hacer, Daniela, Sebastián solo conocen esta vida, esta casa, la hacienda es su patrimonio, su lugar de juegos. –Te entiendo, te entiendo perfecto, no sé qué estaba pensando tu madre cuando fue allá e hizo todo lo que hizo y para colmo nos miente. –Es evidente que no pensaba. –Salí de las cobijas. –Y lo peor fue lo que propuso ayer. –Sí. –Ese tono era diferente. –¿Qué tía? No me digas que no ves lo descabellado en todo eso que mamá dijo. –Sí, claro que sí, Esther. –Se levantó frotándose las manos con uñas largas pintadas siempre de blanco perla. –Pero descabellado porque tú no tienes por qué sacrificarte en el nombre de todos, no porque no fueras capaz de conseguir esposo si quisieras pescar a uno. –tía, eso es imposible. –Salí de la cama tamaño matrimonial, siempre vestida de telas frescas y la enfrente–¿Quién querría casarse conmigo solo por la condición de quiebra por la que pasamos? –Muchos. –Respondió y se encogió de hombros. –Mira Esther, muchos te han `pretendido solo que tú los rechazas o no te fijas en sus detalles, pero he visto cómo te miran, les gustas a muchos, Esther. –Detente tía, yo no podría fingir un enamoramiento o actuar como una cínica interesada. Me paré frente al espejo para contemplarme con mi bata de dormir larga hasta los muslos. Mi cabello era abundante y n***o con mucho volumen, siempre me ha gustado exhibirlo. Mi cara era un conjunto de mi madre y mi padre, ojos oscuros, boca corta, labios carnosos. –No, no, eso lo tengo claro. Yo solo te digo que la idea no es tan descabellada si lo vemos desde el punto de vista de que seas capaz de conseguirlo. –Hasta eso me parece una ilusión y no le temo tanto a la quiebra como al escarnio público. –Abandoné la idea y dejé de mirarme en el espejo. –me da vergüenza pensar en lo que papá pensaría viéndonos así, yo debí hacer más no dejar sola mamá ocuparse de estos temas. –No te culpes, Esther. Tu padre sabe que lo que pasó es lo que suele pasar cando no se pasan los conocimientos a otros, cuando no se comparten responsabilidades. –45 días, 45 días para irnos de aquí, ¿A dónde iremos? ¿A dónde irán nuestras cosas? –No lo sé, no lo sé Esther, por lo pronto tampoco me parece descabellado que salgamos de este luto, será más fácil llevar las cosas sin el peso de esa ropa negra. La verdad sí quería dejar de usar el n***o, de modo que de todo lo que mamá dijera, esa idea si se la tomaba. –Buenos días a todos. –Saludé entrando a la cocina dos horas después, pensaba que me responderían con gran alboroto los niños. –¿Dónde están los niños? –Salieron temprano a sus clases de música, no puedo dejar que ellos paguen antes de tiempo, por lo que inminentemente sucederá. –Dijo tranquila mamá, mientras lavaba una losa. –Rose los llevó y te aviso que ya no visten de n***o. No quise malgastar saliva respondiéndole, seguramente ella estaba pasando por una crisis que la hacía actuar así. –No entiendo como estas tan serena, Ángela. Vives tu vida, pasan los días y tu…¿cómo pensabas resolver esto de los 45 días o 44 ya, si nos dijiste que actuarían legalmente dentro de tres meses. Mamá miró a su hermana con cara de estar harta ya de escucharla. Esta casa era la segunda familiar que adquirieron ella y mi padre después de casarse. La anterior quedaba más hacia el centro de la ciudad y papá la vendió y con ese dinero dio el adelanto para esta. Soñaba con tener muchos hijos junto a mamá, pero les costó un poco traerme a mí al mundo y después otro poco tener a Sebastián, Daniela vino más rápido y después ya mamá no pudo tener más. Vinieron a esta casa cuando yo tenía dos años. Esta enorme casa con fachada de ladrillos y plantas colgando desde el techo era lo que necesitaba ver cada regreso de la escuela. Luego de que volviera de la hacienda, cuando iba a fiestas con mis amigos y me dejaban en la vereda. Yo ayudé a mover cada artefacto de aquí y no despertar aquí lo que me quedaba de vida, no me hacía feliz. –Si algo bueno saldrá de que tengamos que abandonar nuestra casa, es que tú y tus ahorros se irán, se marcharán lejos. –Cuidado con lo que deseas hermana, no vaya a ser que mis ahorritos te ayuden a solventar ciertos problemitas después de la sacudida mudanza. –Yo preferiría que te los guardaras, es más ve buscando ya donde irte. –Mamá, tía, no es momento para pensar egoístamente. –Las detuve, iba yo a sacar un tazón para comer un poco de cereal con leche. –Tras la terrible situación que atravesamos no creo que sea buena idea separarnos. –Yo no estoy de acuerdo contigo, Esther, creo que es la mejor oportunidad para que las ratas abandonen el barco. –¡Mira, Ángela! –La tía se lanzó sobre mamá pero ella la esquivó y le sacudió el agua de sus manos en la cara. –¡Ya, mamá, tía! Entiendo que esto las supera pero no es para que se vayan alas manos. –Quede en medio de las dos–Olvidemos ese tema de que la tía se vaya a otro lugar, piensa mamá que cada céntimo cuenta. Las dos bajaron la guardia. –La solución que yo te di podría cambiarlo todo. –Dijo ya calmada, mamá. –No es viable. –Me alejé de las dos y abrí la nevera para sacar la leche. –Ni siquiera podría variar mi humor saber que tengo que tengo que coquetear con alguien a la fuerza. –Pues eres una ciega egoísta. –Remató mi madre  de espaldas a mí. –Y no es para que discutamos, dentro de dos años seguramente conocerás a alguien, si no antes de dos años y ese alguien te pondrá como a una reina y nosotros seremos unos arrimados, como lo es tu tía. –¿De qué hablas, mamá? –De que es cuestión de intentarlo, de salir a comprarte ropa y… –¿Comprar ropa? ¿Gastar? –No podía creer una vez lo que escuchaba. –Sí, escuchaste bien, gastar, porque en estos momentos hay dinero para invertir en ti. Mostrarte en alguna reunión, una fiesta ya aceptar las buenas intenciones de los muchos que siempre han comentado que les gustaría les dieras una oportunidad y entonces simplemente elegir. –Hasta donde yo sé Ángela, Genaro te cortejó dos años para que fueras su esposa después. –Eran otros tiempos y yo no podía salir si note llevaba a ti de lastre. –Mamá la miró detenidamente. –Pensándolo bien, es algo que pasa desde hace mucho tiempo. La tía quiso de nuevo lanzarse sobre ella pero se detuvo. Yo me senté en la mesa con mi cereal en leche y me metí una cucharada en la boca. –Olvídate de eso, mamá. No lo haré. –Sabía que la molestaba mucho. –Iré a buscar alguna casa en alquiler donde podamos meter nuestras cosas dentro de 45 días y permanecer ahí mientras que culmina el período escolar. Después veremos si consigo trabajo o si podemos sacar algo de provecho a lo que quede de la hacienda. –Pues tus hermanos te lo agradecerán mucho. –Soltó irónica. –Intento que estén bien, mamá. –Pues, será. –Seguí masticando el cereal como si fuese piedra. A ella nadie la sacaba de la idea. Después de comer desagradablemente un cereal que antes me gustaba tanto, decidí ir con la tía a revisar lugares que encontré en el periódico para rentar. No podíamos pagar mucho. Me imagino que nonos tocarían las cuentas si nos quitaban la casa, así que podía contar con un poco para el depósito y para comida por algún tiempo. Igual tenía que ser un lugar no muy pequeño, teníamos muchas cosas, seguramente tendríamos que vender muchas de ellas. La casa tenía dos salas, así que contábamos con dos recibidores. Los niños tenían cuartos amplios, de manera que los llenaron de juguetes. Esto era una pesadilla. Por primera vez en un año busqué mi ropa de color. Decidí no exagerar un vestí un jean y una franela azul muy fresca, todavía hacía un clima muy húmedo y no terminaba de llover. La tía se empeñó en acompañarme y acepté su compañía, total era mejor tener una segunda opinión. Fuimos a dos lugares cerca del centro pero no nos gustaron los alrededores así que desistimos. Esta realidad era una razón más para sentirme decaída, angustiada y con la resaca terrible de mi mal noche de sueño. –Mira esos pantalones Esther, deberíamos entrar para que te compres algunos, adelgazaste mucho estos meses y lo que llevas puesto parece ropa prestada. –Sí, quizás tengas razón tía, tampoco es inspirar lástima. Entremos. Otras veces habíamos entrado a esa tienda. No era solamente de ropa de marcas y diseñadores, sino que variaba su estilo con algo contemporáneo y accesible. Camino al vestidor, con la tía llevando unos tres pantalones de jean de diferentes tonos de azules, escuché que me llamaron. –¿Esther? ¡Esther, si, eres tú! –Reconocí la voz, era Amanda Peñaloza, la hija de uno de los accionista de Simmons, recién se habían ido a las nubes con las ventas millonarias que realizaban. –Amanda, hola. –La saludé abrazándola con cariño. La conocía desde hacía mucho tiempo. Fuimos juntas al colegio y aunque nunca coincidimos en la misma aula, fuimos amigas del recreo. –Tanto tiempo sin verte, Esther. He preguntado por ti, sé que después de lo de tu padre han estado muy apartadas del mundo social. –Así es, no ha sido fácil. Justamente estoy aquí para salir del luto y adquirir nueva ropa, todo me queda muy grande. –Ay Esther, no puedo ni imaginar cómo te sientes. –Volvió a abrazarme, la tía estaba más atrás, no sé si nos veía o seguía buscando entre la ropa. –Pero me alegra que te haya encontrado hoy que parece decides seguir adelante. –Me sonrió. Era muy bonita, chispeantes ojos verdes, cabello largo, lacio y castaño con ganchitos cerca de la frente, labios delgados y nariz respingada. –Bueno, lo estoy intentando, también la casa requiere de mi atención, los asuntos financieros los llevaba papá y ya sabes cómo es cuando ellos lo hacen todo. –Lo sé perfectamente. –Tomó mis manos muy entusiasmada–déjame invitarte para que asistas esta noche a la casa de mi primo Germán, sabe que su padre, mi tío político es de los Lucero de la empresa empacadora, él siempre ha estado interesado en ti. –No lo recordaba para nada. –Cuando nos veíamos él siempre me hacía preguntas sobre ti. Giré para buscar a la tía y esta me miraba con los ojos salidos de las órbitas. –N-no, no lo sé Amanda, es apenas hoy que… –¡Vamos, anímate! No tienes que bailar ni emborracharte, solo acudir y escapar de casa por un rato. La pasaremos bien y podrás ser cortejada un rato, si no te fastidias, por mi primo. –Es que…esto planeado lo veo como…no sé. –¡Vamos Esther! Por los viejos tiempos. –Insistió dando salticos, ella siempre fue muy animada, y con respecto a su primo, no lo recordaba a él, pero a los Lucero sí. –Esther, mi amor…–La tía colocó la mano sobre mi hombro fingiendo que me apoyaba. –tu amiga tiene razón, ve, por los viejos tiempos. Fingí que lo estaba pensando, o en verdad lo estaba pensando. Esta era una buena oportunidad para conocer buenos prospectos.
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