Capitulo 2

2496 Words
—¿Usted es mi papá? —El niño preguntó con cierta timidez mientras se aferraba aún más a la tela del vestido de su tía Pamela. —Hola, mi nombre es James Blake, y si, soy tu padre... —La voz de James se quebró en aquel instante sintiendo un nudo en la garganta. —Mamá me habló mucho sobre usted. —Una temblorosa sonrisa se reflejó en aquel rostro aniñado e infantil. —¿De verdad? —Sus ojos pardos se humedecieron e hizo un esfuerzo sobrehumano por contener las lágrimas. —Después del exámen tu y yo tenemos una conversación pendiente, James. —La mirada de Pamela era severa y James se percató en ese instante en el vientre abultado de la joven, ahora entendía por qué no podía hacerse cargo del pequeño. —Por supuesto, podemos ir a desayunar, claro si es que ustedes quieren... —James de pronto perdió toda la confianza y seguridad que lo caracterizaba, sintiéndose tímido e inseguro, tal cual como cuando era pequeño. —Si no le molesta señor James, preferiría ir a ver a mamá. —La voz temblorosa de su hijo le hizo sentir aún más pequeño e inseguro. —Claro... —Fue todo lo que James se atrevió a decir. ••• Después de realizar el exámen, James llevó a Sael, su pequeño hijo de 9 años y a Pamela Massimo al hospital público donde Dafne estaba hospitalizada. El camino transcurrió en un hermético e incómodo silencio, el niño era bastante callado y llevaba su rostro pegado a la ventanilla, mientras que Pamela se mantenía cabizbaja. De pronto, James se dejó envolver por los recuerdos del pasado, sintiendo como su corazón se hundía ante el recuerdo de Dafne. Años atrás... Dafne en aquella época tenía una pésima reputación ya que se había acostado con la mayoría de los muchachos del último año. Siempre había sido una niña un poco presumida la cual sabía que era hermosa y que podía tener al hombre que quisiera a sus pies. Pero hasta ese entonces, Dafne siempre le había resultado inalcanzable a cualquiera, era alguien que cuidaba demasiado de su reputación y nadie se explicaba por qué había dado un cambio tan brusco. En cuestión de pocos meses había pasado por la cama de más de treinta chicos y todos comentaban cuán fácil era. Comentarios que a James, le molestaban demasiado aunque odiara admitirlo. Era tal su obsesión por Dafne Malraux, que comenzó a seguirla con perfiles falsos por sus r************* , a seguirla cada vez que se juntaba con algún bastardo para foll@r. Observando desde las sombras como se metía en algún sector abandonado del internado con uno o más chicos. Hubo instantes en que su obsesión llegó a tales niveles que la seguía a casa y Dafne sabía que lo hacía, por que él procuraba burlarse de ella por sus encuentros. —Anoche me preguntaba cuan grande era tu necesidad de tener un pene entre tus piernas, bien adentro machacando tu útero para que llegarás a acostarte con un perdedor como Jerry Romero. —Apretó las caderas pálidas de la rubia —¿tan necesitada estás? —Pregunta, su voz cargada de desprecio. —¿Podrías parar ya con tu estúpido diálogo? He venido a foll@r, no para que cuestiones mi vida privada. Honestamente no es tu jodido problema si me acuesto con Jerry o con cualquier otro. —A pesar de que trató de restar importancia al asunto su voz se oyó dolida. Las palabras de James siempre dolían. —No es que tu vida privada me interese, honestamente todo esto me toma por sorpresa. Siempre te mostraste tan recta y pulcra, tan inalcanzable... De pronto cambias de actitud y dejas que toda la jodida escuela te use. ¿Quieres saber cómo te apodan los chicos? —Deja escapar una risa desdeñosa —supongo que te encantará saber que te apodan "el depósito de esperma." ¿En serio dejas que te f@llen sin condón? —¡Ya basta, cierra la maldita boca! —Era clara la frustración plasmada en su rostro y como sus ojos grises se humedecieron a causa de las lágrimas. —Nunca he tenido sexo sin protección, así que cierra la maldita boca... —Entonces seré el primero y el único que tenga esa exclusividad. —Se quitó el condón arrojando este en el piso y se hundió en ella... —Oh, Dios, no se cómo diablos haces para estar tan apretada... Imagínate la cara de tu querido papi si se entera que te llené el coñ@. Las semanas transcurrían rápidas y sus reuniones sexuales comenzaron a desarrollarse a diario. Entre más frecuentes eran sus encuentros sexuales, Dafne se volvía más blanda y ya no se defendía. A James no le agradaba su sumisión, de algún modo no sabía que esperar de ella y su comportamiento tan manso, tan deprimido. Comenzó a sospechar de ella, su mente inestable le llevó a pensar que Dafne estaba tramando algo o quería tenderle alguna emboscada. Sus persecuciones se tornaron más frecuentes, hasta que un día la encontró hablando en uno de los desolados pasillos con Pamela Massimo. Ambas chicas parecían discutir acaloradamente y él se quedó ahí, escuchando la discusión. —Debes decirle a James, él tiene que apoyarte. ¿Le gusta foll@r contigo? Entonces que te sea de alguna utilidad. —Escupió Pamela y Dafne negaba con la cabeza. Esas palabras se grabaron a fuego en la mente de James, quién no quiso escuchar nada más y se alejó con pasos rápidos. Era molesto descubrir que hasta Dafne Malraux quería aprovecharse de él. ¿Qué mierda pretendía? ¿Acaso pensaba que por tener encuentros sexuales podía exigir algo a cambio? Siempre pensó que la rubia era un poquito más inteligente, porque obviamente él se lo dejó muchas veces en claro. Lo de ellos solo era sexo y odio, no había nada más de por medio, así que le parecía demasiado estúpido de su parte idear un plan para tratar de engañarlo. Después de eso, James dejó de seguirla, dejó de buscarla y comenzó a evitar cualquier encuentro con ella. La evitó incluso en el desayuno cuando coincidían en el comedor del internado. James evitó a Dafne después de eso, incluso cuando ella lo miró desconcertada durante el desayuno y en clases. Ignoró sus mensajes de textos y los emails que le mandó después de eso, sin mencionar que la bloqueó de sus r************* , para que ella no tuviera acceso a ninguna información referente a él. Actualidad... Estacionó el automóvil en el estacionamiento del hospital y ayudó a Pamela a bajar del auto. La morena de malas ganas tomó su mano y bajó. El pequeño Sael bajó de un brinco y volvió a aferrarse a la mano de su tía, observando de reojos al hombre que era su padre. Pamela guío a James al séptimo piso, que era el sector donde estaban los pacientes con muerte cerebral o en coma por diversas causas. Los pasos de James se tornaron lentos y pesados, sentía que eran demasiadas emociones por un solo día y no sabía cómo sentirse al respecto. Pamela le permitió entrar junto a Sael, ella esperaría afuera para entablar la conversación pendiente. —Mamá está dormida, pero el médico dice que puede escucharnos, así que le aconsejo que hable con ella. —El pequeño Sael se acercó a donde su madre yacía acostada y conectada a diversas máquinas. —Ella se pondrá muy feliz de oírlo, señor James. —Sael se sentó a un lado de Dafne y tomó la inerte mano de la mujer. James se quedó de pie, mirando fijamente a Dafne. La rubia no había cambiado mucho en esos 10 años, seguía siendo tan jodidamente hermosa como en aquella época escolar, solo que sus rasgos eran más definidos y menos angulares. Aún así, Dafne era una mujer hermosa. Durante años, muy, muy conscientemente, James no había pensado en Dafne. Cada vez que ella aparecía en su mente, lo cual era incómodamente frecuente, James se alejaba del pensamiento. Al principio, pensó que no le gustaba pensar en ella porque estaba avergonzado, no solo de haberse acostado con una mujer de su reputación, sino de haberle gustado tanto. Tanto que nadie más realmente se comparó, incluso años después. Se encontró tantas veces comparando a Gema con Dafne, para luego sentirse tremendamente culpable por follar con su novia mientras imaginaba que era otra mujer. Eventualmente, se había dado cuenta de que evitaba pensar en Dafne Malraux porque sabía que había sido un imbécil con ella, había hecho que Dafne se sintiera inútil y pequeña. En ese momento, James había estado tan indignado ante la idea de que Dafne planeara salir con él por prestigio social que sintió justificado el ser cruel con ella. Ahora que era mayor, lamentaba la crueldad con que la había rechazado. Mientras observaba a Dafne y a su hijo volvió a sumirse en aquellos recuerdos que le avergonzaban tanto... Años antes... Dafne era una mujer obstinada, él lo sabía, aún así no pensó que llegaría tan lejos con su plan de utilizarlo. ¿Tan desesperada estaba? Es en lo que pensó aquel día donde la rubia lo increpó y prácticamente lo arrastró hasta el cuarto donde guardaban los útiles de aseo. Él se liberó de su agarre y la miró con furia, listo para arrojar todo el veneno posible. —¿Qué diablos quieres, Dafne? —La empujó con fuerza, haciendo que la joven retrocediera varios pasos. —James, necesito hablar contigo de manera civilizada. Hay algo que quiero que sepas... —Respondió Dafne rápidamente con voz temblorosa. —¿De verdad? Puedes ahorrarte el discurso, te escuché hablando con tu amiguita. —Frunció el ceño mientras apretaba los dientes con rabia. El pálido rostro de Dafne perdió color. En ese instante sintió un intenso mareo y recargó su espalda contra la pared, respiró profundamente tratando de mantener la compostura. —¿Hablas en serio, James? ¿Lo sabes todo entonces? —Comenzó a balbucear sin saber bien que decir al respecto. Todo el discurso que había planificado en su mente se desvaneció de pronto. —Sí, ya lo sé todo —dijo James con seguridad. —Y estás loca si crees que estaría contigo. Prefiero morirme a estar con una put@ como tú. —Arrojó aquello con la finalidad de herirla, quería herirla tanto o más de lo que ella había logrado herirlo a él. —Asi que lárgate y no me hagas perder más el tiempo, ya no me apetece volver a foll@rte. Eres libre de buscar a otro imbécil para que te la meta a diario. Dafne lo miró incrédula y su rostro se transformó en todo un poema. Quería llorar, reír, gritar. Eran tantas las emociones en su pecho que se sentía al límite. —Puedo entender que no estarás conmigo, pero yo pensé que al menos, yo creí qué… —¿Qué pensaste, Dafne? ¿Qué eso cambiaría en algo lo que pienso de ti? Sigues siendo una maldita put@, andas en la boca de todos. No quiero tener nada que ver contigo. Solo te f@llé porque eras fácil. —Arrojó aquello con desprecio. —Jamas tendría algo con la hija del hombre que defendió al asesino de mi madre. Dafne lo miró fijamente y sus ojos grises se llenaron de lágrimas. —Así que… ¿Así que eso es todo, entonces? ¿No me ayudarás? Porque mis padres tampoco lo harán, ellos estarán furiosos y yo… —Abundantes lágrimas comenzaron a deslizarse por sus pálidas mejillas mientras pellizcaba sus propios dedos a causa de sus nervios. —Tienes un familia bastante adinerada para que te ayude, no creo que necesites de mi. —Dijo James con frialdad. Algo se revolvió en su estómago ante la expresión devastada de la rubia, aunque no quisiera admitirlo, le importaba, le importaba demasiado. Era agradable experimentar un sentimiento diferente al enojo, ese enojo brutal que aplastaba constantemente su interior, aunque el sentimiento era igual de desagradable. ¿Sentía culpa? Sería normal, su comportamiento con ella era asqueroso. ¿Entonces era culpa? Pero James tenía muy en claro que no tenía porqué ayudar a Dafne en absolutamente nada. Era evidente que la muy imbécil quería limpiar su reputación y cogerlo a él como coartada, pero no lo haría, no tenía porqué hacerlo. Ni siquiera sabía si Dafne había cambiado, desde hace bastantes meses dejó de estar con otros chicos, pero era muy probable que se estuviera acostando con hombres fuera del internado. —Correcto, lo entiendo... Ni siquiera sé porqué esperé algo diferente de ti —dijo la rubia con voz rota. —Pensé… yo pensé que... Oh, Dios... —Hizo una mueca y se secó las lágrimas con brusquedad. —Pero supongo que soy yo la estúpida que pensó algo diferente, ¿no es así? Bien. No volveré a molestarte nunca más, te juro que no volverás a saber de mí en lo que me reste de vida. Dafne se dió la media vuelta y se fue, dejando a James con la culpa, una culpa tan grande que lo aplastaba en su sitio. Ella cumplió su palabra, simplemente desapareció por arte de magia. Por lo que supo por otros alumnos rindió ante sus exámenes y se retiró del internado. No asistió a la fiesta de graduación y tampoco a la premiación académica, a pesar de haber sacado el primer lugar. James se esforzó por no pensar en ella, por que pensar en ella era asumir que la extrañaba, que extrañaba sus peleas diarias, sus besos, sus caricias, el sonido de su voz, el aroma de su piel, extrañando las generosas formas de su cuerpo, su suave cabello, la sonrisita tímida que le dedicaba cuando habían personas presentes. Él estaba demasiado jodido y buscar a Dafne cuando terminó la escuela no era una opción. ¿Como podía pensar en tener algo con ella? Imposible, no mientras no pudiera perdonar al padre de ella. Tanto su padre como sus amigos lo orillaron a buscar ayuda profesional, por lo que empezó a visitar a un psiquiatra. Las terapias y las pastillas ayudaban bastante, comenzó a dormir un poco más, las pesadillas comenzaron a disminuir paulatinamente. Con el paso de los meses comenzó a sentirse un poco más como el mismo, un poco más vivo. El recuerdo de Dafne seguía presente, la extrañaba, el psiquiatra le ayudó a entender que la amaba, solo que los traumas del pasado destruyeron lo que pudo llegar a ser. Era cobarde, así que decidió olvidarla antes de enfrentarla. Actualidad... Diez años después recién comprendía lo que Dafne quiso decirle en aquel entonces. No pudo soportar la desgarradora escena frente a él, en como su hijo sostenía la mano laxa de su madre, en como el pequeño le contaba anécdotas con entusiasmo pensando que de ese modo la rubia abriría los ojos. Estaba a punto de romperse y antes de hacerlo prefirió abandonar la habitación.
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