Un nuevo comienzo

1826 Words
Luego de haber degustado las empanadas y reírse como niños jugando con lodo, fueron a un hotel de calidad, en aquella noche ni tan fría ni tan cálida, pero que quizás ellos calentarían. Esmeralda, la chica psicóloga que luego se volvió prostituta y que al morir sus padres juró trabajar en todo menos ayudando a las personas con sus problemas mentales, aquella morena hermosa, estaba junto a Paulo, un hombre que viene de un barrio donde mataron a la mitad de su parche, otros están en prisión y solo unos cuantos pudieron salir de aquél mundo. Un negociante de primera, que pudo culminar su carrera, luego viajar y entre esos viajes al parecer conoció a Esmeralda (cosa que hasta hace poco supe), la madre de Paulo no era prostituta pero si le tocó en un momento de su vida vender su cuerpo para poder darle de comer a sus hijos, ya que su marido fue asesinado, y Paulo juró a su madre que de ese mundo la sacaría, y así fue, por eso apuesto por él y sé que sacará a Esmeralda, a la chica de corazón partido y sueños trozados, aunque no la conozco, no apostaría un centavo por ella, por Paulo sí.   Daba la impresión que la chica tenía mucho tiempo sin comer bien, ya que al llegar al hotel Paulo le ofreció algo para comer y ella sin pensarlo le aceptó, la miró con gestos de sorprendido y de enamorado a la vez.   - ¿Qué quieres pedir? –Preguntó a la chica. - Un sándwich, por favor. Y un vino generoso. –Hizo uno de los ademanes favoritos de Paulo, guiñó el ojo con una picardía que, según él, solo ella tenía. - Este tiempo que estuvimos separados, casi un año, ¿no me pensaste? - No, mi mente no estaba ubicada en el pasado, quise hacerlo trizas, siempre que veo que lo que atrás pasó trato de evadirlo con esto. –Sacó una bolsa pequeña que contenía cocaína. - ¡Por Dios, Esmeralda! ¿Otra vez caerás? - Nunca fui ni he sido adicta, solo cuando lo necesito lo hago. Así como hiciste conmigo que cierto tiempo de nuestras vidas, solo cuando me necesitabas estuviste conmigo. El alcohol te alejó de todos, recuerda, te volviste un monstruo, jamás me heriste físicamente, pero la indiferencia jode. - Te pido perdón, de verdad. Pero no me veas como tu pasado, somos amigos. –Rodó una lágrima por los ojos de mi amigo. - ¡No llores cariño! Yo no te estoy reclamando nada, tú tenías muchas cargas encima, tú me sacaste de ese mundo y siempre has sido impertérrito, acuérdate cuando te pedía que fueses un poco más efusivo conmigo, que me contaras tus miedos o tus estreses, pero tu respuesta era por lo general “estoy bien”. Paulo, mi amor, hablar no está mal, menos con alguien que te quiere, no hay mejor medicina para el alma que hablar con un amigo. No te sientas débil por tener declives emocionales, tú has pasado muchas cosas que yo sé, me lo has dicho, ebrio me lo contabas. Mis brazos estarán abiertos para ti, incluso cuando cierres tu alma, yo te querré. –Al finalizar le lanzó un ligero besito desde la distancia a Paulo, él tomó el beso desde el aire con su mano derecha y la ubicó en su pecho, algo común en las películas de romance (estos lo único romántico que habían hecho era comer empanadas afrodisiacas). - ¿Sabes qué es lo más amaba de ti? - ¿Mis tetas? –Empezaron a reír de una forma muy escandalosa. - ¡No! –Dijo mientras la risa lo cortaba. -Me encantaba que me dejaras sin palabras, solo con suspiros. Aunque tus tetas también las amé, y las amaré.   Llegó el vino, los sándwiches y el mesero sirvió ambas copas hasta la mitad, cosa que Esmeralda siempre ha odiado de los lugares finos. Levantaron sus copas y dijeron “¡salud!” y ella solo moviendo su boca, sin hacer ningún sonido dijo “y sexo”. Cosa que hizo reír a Paulo, aunque él había prometido no acostarse con ella, entre sus planes no estaba hacerla creer que solo para eso la buscaba. Luego de que Esmeralda comiera su merienda, su segunda merienda, Paulo le propuso entra a la habitación y beber la copa de vino en el balcón viendo las estrellas, oír algo de música, fumar un poco y el resto que sea por añadidura. Ella no dudó un segundo y fueron a la habitación. Era un lindo hotel, una linda noche, podía decirse en ese instante que era una buena vida, hay personas que hacen que el infierno queme mejor y arda menos. - ¿Qué quieres escuchar cariño? –Le preguntó Paulo a Esmeralda, aunque ya él sabía sus gustos, amaba a Ed Sheeran, Coldplay, Adele, Passenger, P!nk, y otros que encasillaban con ese tipo de música. - Para esta noche tranquila, pero ardiente, y hermosa simultáneamente quiero escuchar algo que genere sosiego, que no perturbe la capa de magia que nos cubre hoy. Puso Fix You de Colplay, canción que le dedicó en una ocasión llena de licor, los dos solos en el sofá bebiendo, ella le cantó y dijo que ese sería su himno. Apenas escuchó los primeros acordes de la canción se levantó, sus ojos refulgentes miraron los de él, no se apartaban la vista, ninguno de los dos le pidió al otro bailar, pero bailaron, sus cuerpos y sus almas hablaban, sus energías no necesitaban oír más que la canción para compactar. Bailaban lento, seguían mirándose, él tenía el celular en su mano y repitió la canción mientras sus cuerpos seguían unidos, y sus vistas también. - Esta vez juro que no te soltaré. –Declamó Paulo cerca de su oreja izquierda. - No me jures nada, solo no lo hagas, no me dejes y dejo todo por ti. –Él la abrazó más fuerte. Seguían bailando. Sus cabezas giraban a puntos contrarios para que sus labios se encontrasen, cuando estos estaban frente a frente se acercaron lentamente y se besaron, no fue cualquier beso, no tenía hipocresía ni mentira, era eternamente breve. Los pies iban moviéndose para dirigirse a la cama. Y en la borde de la misma el baile continuó. El beso se volvía lleno de más pasión al pasar de los segundos y los ojos obtuvieron un brillo máximo a causa del amor-erotismo-recuerdos, un trío único y perfecto, a eso sumándole la canción que sonaba, la cual era para ellos un símbolo de promesa. - Volvamos al balcón, hablemos un rato. –Le pidió Paulo a Esmeralda luego de haber llegado al borde la cama. - Listo papi, vamos. –La agarró por la cintura y besó por cinco segundos su frente como muestra de afecto intenso. - Te extrañé demasiado, pensé que soltarte era lo mejor que podía hacer. Creo que cuando pudimos fuimos felices, hasta que me perdí y luego lo hiciste tú, la vida es un laberinto, nos perdimos ambos por sentidos contrarios, aún seguimos extraviados, pero ahora estamos en la misma dirección. Y a pesar de todo, te quiero demasiado cariño. - Claro que fuimos felices, yo me sentí muy valiosa cuando creíste en mí. Una prostituta, te enamoraste de mí. - Estoy enamorado de ti. - Estás ebrio. - Y tú estás divina, amor. - Parezco una puta. –La besó. - ¿Puta? Pero besas como un mismísimo ángel. - Tonto. - No dejes de creer en lo que eres, una persona capaz de cambiar tormentas por arcoíris. - No te gustan los arcoíris. - Pero tú sí. –Ahora ella lo besó a él, y ya iban 1-1. - Cuéntame ¿cómo han sido estos meses para tu vida? - No me quejo, económicamente bien, acabé de firmar un contrato con la empresa a la cual trabajo y ganaré de ahí el quince por ciento, es un parqueadero en un lugar que está poniéndose muy de moda en la ciudad. Empezaré a estudiar una especialización, compré un carro nuevo, en fin. En el amor, vacío, la casa lo está. Después de ti no quise buscar más. Temo a cagarme en los pantalones de nuevo como lo hice contigo. ¿Y tú? ¿Qué tal? - Yo he estado como vez, vendiendo el coño. - Cuéntame más allá de tu coño, más allá de tu trabajo, ¿cómo está tu corazón? - Ahora mismo, está latiendo por ti. Antes latía por inercia. Hace cuatro meses intenté suicidarme, no se pudo, me acobardé, me dio mucha rabia. Clavé una botella partida en el estómago de un hombre que me tocó el culo borracho tres veces y quedó hospitalizado por dos semanas y media y me pusieron una denuncia, pero gané el caso por las cámaras de seguridad. En pleno juicio me llamó “perra” siete veces y le tocó pagarme una multa. - Acuérdame cuando vaya a un juzgado no llamarle “perra” a nadie. –Manoteó mi hombre y me dijo “tonto” mientras reía. - Ahora te doy pesar, ¿verdad? - No, a diferencia de quien te llamó “perra”, yo si te conozco. –La agarró de ambos hombros y mirándola fijamente, mientras ella miraba al suelo llorando, le dijo. –Esmeralda, cariño mío, yo creí en ti desde el primer momento en que te escuché, en tu historia, en todas tus cualidades. Eso de que yo te salvé a ti de un mundo, quizá sea cierto, pero tú a mí también mi salvaste. Antes de ti la vida qué era, un universo vacío, sin nada, ni si quiera tristezas habían, era totalmente abandonado. Tú le diste risas a mi vida, yo no soy tu héroe, tú me diste color en una existencia oscura. - Eres genial Paulo. - Bueno, en ese caso no puedo alegar nada, es totalmente cierto. - Eres un bastardo ególatra. Siempre he amado eso. - Hay veces que el ego oculta las inseguridades de las personas. - ¿Qué te puede dar miedo a ti? Eres exitoso en lo que haces, eres apuesto, divertido, sabes lamer coños, lo haces muy bien, tienes carro, eres alto. Un hombre ideal. - Pero no te tengo a ti, me faltas tú. - Hay muchas mejores mujeres que te esperan. - No las quiero. Y no recibiré argumentos para que me vaya con ellas y dejarte a ti libre. - ¡Putas! Me voy contigo. Tengo un dinero ahorrado, me voy contigo. - ¿Podemos hacer el amor? –Propuso Paulo, luego de no poder aguantar la tentación y de haber bebido dos botellas de vino y empanadas eróticas. - Permiso concedido, mi señor. Pero puede por favor cargarme hasta la cama, me quiero sentir consentida. - Sus palabras son órdenes bella dama. Y así empezó lo que sería un nuevo comienzo.   
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD