El viernes por la noche llegué a casa de mi hermano, no necesitaba ropa por lo que lleve una maleta llena de libros, eran pequeñas historias las cuales tenía ganas de leer, sobre historias de amor de época que se le leían bastante rápido, también llevaba mi ordenador cara comentar todo libro que me leyera, me hacía mucha ilusión hacer reseñas de los libros que me leía, no me creía critica literaria ni nada, solo hacía esto por diversión para tener organizado todo lo que leía y recomendar se lo a la gente que me preguntaba con argumentos.
Llegué a la casa de mi hermano para subir hasta su piso y llame al timbre, unos segundos después mi hermano me abrió.
—¿Por que no has ido a la dirección que te di?—me pregunto sorprendido.
—Paso de dejar ahí mi coche—le avise y le mire—¿Por que me mandas a tu casa de putas?—le pregunte molesta.
No sabía si esa casa era donde él tenía sus mil aventuras pero me extrañaba bastante que no me dejara quedarme en su piso el cual esta en el centro de la ciudad y me envíe a uno en las afueras de la ciudad.
—Se me ha roto la caldera—me aclaro y le mire—Voy a suponer que en esa maleta aparte de libros tienes velas y cosas para relajarte, no creo que el agua caliente ayude en eso—añadió.
Le mire bastante sorprendida, era verdad que me conocía quizás mejor que a mi misma, no es que en mi casa no me pudiera relajar pero es que había demasiada gente y demasiados ruidos, aunque mis padres no estuvieran en casa, la casa parecía que tenía vida propia y no se podía leer tranquila.
—Vale—comente tranquila.
Le mire, mi hermano me miro y suspiro.
—Te llevo—me dijo agarrando mi maleta, cerro la puerta de su casa detrás de mi para salir conmigo del edificio.
Fuera de este, nos subimos al coche de mi hermano que tranquilamente condujo por la ciudad.
—¿Voy a estar sola?—le pregunte.
Mi hermano me miro,
—Relativamente—contesto.
Le mire molesta.
—Mira como hayas alquilado una cada compartida, te mato—le dije molesta.
Cerré mis ojos intentando controlar las enormes ganas que tenía de pegarle un puñetazo, porque me parecía de muy mal gusto que me hiciera esto.
—Es de mi propiedad, y te digo relativamente porque abajo tiene un taller de coches—me dijo.
Le mire bastante molesta.
—Mis libros no se pueden ensuciar—le avise.
Mi hermano rodo los ojos intentando calmarse creo que para no pegarme.
—La casa esta en el primer piso, no esta sucia—me aclaro mi hermano, le mire algo molesta y bastante sorprendida.
—Más te vale—le avise.
No es que no me fiara de mi hermano, no es que mi hermano sea una persona sucia que no cuide las cosas, es demasiado diferente, mi hermano es muy cuidadoso con todas sus cosas, demasiado, tiene un gran control sobre todo lo que hace, no le gustaba que las cosas que no eran necesarias estuvieran sucias.
Llegamos a un edificio de dos pisos donde en la planta baja había un taller de coches, lleno de personas que estaban trabajando,
—No se oyen los ruidos—me aviso mi hermano antes de que me pudiera quejar.
Le mire.
—Más te vale—le avise, no iba a dudar ni un solo segundo en salir y pegarle un puñetazo como no pudiera leer tranquila, odiaba que me molestaran, demasiado, no era un secreto toda mi familia lo sabía, que a mi mientras leía era no mejor no molestarme, odiaba que la gente me molestara leía.
Me baje del coche y coloque bien mi falda beige, también me puse bien la americana del mismo color y me puse las gafas de sol, mi hermano salió del coche y me miro,
—Coge mi maleta, que mis libros no se llevan solos—le ordene.
Mi hermanos suspiro cansado, saco mi maleta y cerro el coche para llevarme por dentro del taller donde los chicos estaban manchadas, no me interesaba si estaban sin camisa, yo solo tenía ojos para mis hermosos novios literarios.
—Mi hermana va dormir arriba, no la molestéis—grito mi hermano.
Todos los chicos me miraron pero mira por donde me importaba una m****a.
—¿Esta soltera?—pregunto uno de los chicos, le mire de reojo por debajo de mis gafas.
—Esta igual de soltera que mi puño—le dijo Max al chico.
Se hizo el silencio y no era para menos, no voy a negar que mi hermano era muy protector pero eso me venía bien para librarme de las personas con las que ni me apetecía hablar. Negué porque los chicos me daban demasiada pereza, no todos, pero estos en general si, subí al piso de arriba con mi hermano para ver que la casa era bastante bonita, tenía una cocina pequeña no voy a mentir, y era de concepto abierto cosa que me pone nerviosa porque el olor de la cocina se queda en toda la casa pero es para estar leyendo por lo que no me importa como sea el lugar.
—Muy bonito—dije quitándole la maleta a mi hermano para sentarme en el sofá.
Abrí la maleta.
—No te va dar tiempo a leer todos esos libros—me dijo mi hermano al ver los libros que tenía en la maleta.
Le mire.
—¿Quieres apostar?—le pregunte sorprendida de que no confiara en mis capacidades, los libros no tenían más de doscientas paginas cada uno, eran rápidos y ligeros de leer.
—Si te lees todos esos en el fin de semana, te dejo mi tarjeta de crédito en una librería—me propuso,
Le mire con gran interés, no es que necesitara que nadie me diera dinero para comprar mis libros, tenía mi dinero que usaba para ello pero no voy a negar que era mejor otros se gastaran su dinero en mis libros por la sencilla razón de que así podía ahorrar mi dinero para comprarme funkos. Amaba coleccionar cosas, lo que más me gustaba era el material escolar, los funkos y los libros pero cualquier cosa que me empezara a gustar, la necesitaba coleccionar, soy bastante complicada y obsesiva en esas cosas.
—¿Seguro?—le pregunte,
Mi hermano me miro sin miedo a lo que pudiera hacer pero debía tener que era muy capaz de leerme todas las historias en este fin de semana y que me podía gastar todo su dinero en libro, o cosas relacionadas con él porque en las librerías no solo había libros, cosa que obviamente él no sabía porque no solía ir a muchas librerías, su cosa era la música.
—Si—comento mi hermano le ofrecí la mano,
Le agarré la mano en silencio y estrechamos nuestras manos con fuerza.
—Largo—le dije.
Mi hermano me miro sorprendido, pero yo me limite a mirarle, me levante del sofá para moverle, mi hermano me miro en silencio pero no tenía nada que decirle, eche unos cojines y mantas al suelo haciendo una pequeña cama.
—¿Sabes que hay una cama no?—me pregunto sorprendido.
Le mire sorprendida, como podía creerse que leer en la cama era lo mismo que leer de esta forma.
—No es lo mismo—le deje claro.
Me miro sorprendida pero no dijo nada, coloque los libros en el suelo para prepararme la comida que iba necesitar para alimentar mi cuerpo, no es que coma mucho pero leer es un trabajo bastante cansado, quien diga que no es que no lee o que es tonto para que mentir, todos sabemos que leer es algo en lo que sientes demasiada pena y emoción, en menos de un minuto podías estar leyendo dos escenas diferentes que destrozaban tu estabilidad emocional en menos de dos paginas.
Cerré mis ojos.
—Largo—le dije a mi hermano.
Max se acerco a mi y beso mi mejilla.
—Si necesitas algo me llamas—me dijo, le mire impresionada, ¿Por que le iba a necesitar? No es que el barrio fuera un lugar peligroso, la casa era bastante segura, y no creo que si estaban abajo los chicos con los coches alguien fuera a entrar a molestarme.
—Claro—le dije para que se fuera tranquilo aunque los dos sabíamos que no le iba a necesitar.
Mi hermano se fue de la casa, dejándome sola, en la casa, agarre uno de los libros y me senté en la cama a leerlo, no quiero sonar niña rica pero todo lo que leía era en papel, yo no usaba ebooks, podía acabar con los arboles del mundo, pero es que no había nada como leer los libros en físico, era mi placer culposo. Creo que apenas me dio tiempo a leer dos libros cuando Sophie, mi mejor amiga me hizo una video llamada, la conteste no muy convencida, estaba bastante interesante el libro y no tenía ganas de tener que perderme.
—Dime—le dije.
—¿Dónde estás?—me pregunto Sophie bastante sorprendida.
Le mire sorprendida.
—En una casa de Max—le dije sin dejar de leer, por suerte tenía la capacidad de leer y hablar al mismo tiempo.
—Leyendo—comento como algo obvio.
Le mire de reojo,
—¿Qué quieres Sophie?—le pregunte sorprendida.
—Puede que la haya liado—me dijo.
La mire.
—Mira, no quiero que me metas en líos—le avise.
Mi amiga me miro sorprendida, como si no entendiera lo que dijera pero mi amiga era mucho de meterme en líos y pedirme perdón una vez me habían castigado por cinco meses sin leer.
—No soy de meter a la gente en líos—me dijo.
Le mire sorprendidos.
—Me han castigado más por las cosas que oculto sobre ti que por las cosas que yo misma hago—le dije, deje de leer para hacerme una coleta y mirarla.
—Eres demasiado buena—me recrimino.
La mire sorprendida.
—O tu demasiado loca—me queje.
Mi amiga río.
—Bueno, dime que ha pasado—le pedí.
Sophie me enseño que se había hecho un tatuaje en la muñeca.
Negué.
—Estás loca—le dije divertida.
—Tu hermano tiene miles—se quejo.
Mi hermano podía tener dos millones si quería y ella otros sesenta pero a mi no me gustaban los tatuajes era algo que me daba demasiado miedo, la cosa de las ajugas y demás, por lo que yo jamás me harían uno pero respetaba del todo a la gente que se tatuaba, incluso había alguno que me gustaba. En el caso de el de mi amiga me gustaba, era una mariposa muy sencilla y bonita.
—Un diez por la sorpresa—le dije.
Mi amiga me miro bastante sorprendido, me reí bastante por su reacción. Nos quedamos hablando un rato más, casi una hora y eso hizo que me retrasara en mi objetivo pero no la iba a culpar, no nos veíamos mucho desde que se mudo a Fresno para patinar, pero aún así pensaba que que lo mejor era ponerme a leer enserio de forma rápida para ganar la apuesta con mi hermano.
Pero otra vez un golpe interrumpió mi lectura, al principio lo intente ignorar pero se hizo más fuerte, ya estaba entrada la noche por lo que me daba bastante miedo de que hubieran entrado a robar, siempre iba preparada para ellos, saque un arma de mi maleta, para caminar a la planta de abajo, camine escondiéndome para que no me viera las personas que hubieran entrado, a lo lejos, alado de un coche vi una sombra, no iba preguntar quien era ni esperar a que me hicieran algo así que dispare sin dudarlo, no le di pero si le roce.
—j***r—grito la persona, encendí la luz para mirar quien era y donde le había dado.
¡Y santa m****a! Me encontré de frente con un chico joven de ojos grises y pelo castaño, era alto y bastante musculoso, enserio tenía demasiada mala suerte.
—¿Quién eres? ¿Por que me disparas?—me pregunto.
Le mire sorprendida.
—Soy Diana Davis, la hermana del dueño de este lugar y te disparo porque eres un ladrón—le dije sin dejar de apuntarle con el arma, podía ser muy guapo pero me negaba a fiarme de su belleza solo porque tuviera las hormonas alteradas porque me hubiera interrumpido en una escena no adapta para todos los públicos.
El chico se quito la camisa dejando ver su cuerpo musculado y se apretó esta en su brazo donde tenía la herida del roce de la bala.
Le mire nerviosa.
—Marco Gala, amigo de tu hermano—me dijo y le mire molesta—Levantaría las manos pero me has disparado—comento.
Le mire sin dejar de apuntarle, podía ser que mis hormonas me hicieran querer bajar el arma pero no la pensaba bajar.
—No te creo—le dije.
Me miro sorprendido.
—Podría decir lo mismo—me comento.
Le mire.
—Pues mira por donde que no me importa—le comente, porque era verdad que no me importaba sino me creía.
Le mire, y él me miro.
—Diana, baja esa arma—me dijo mi hermano entrando en espera.
Baje el arma y mire a mi hermano.
—¿Te ha hecho daño?—pregunto mi hermano al chico.
—Solo me ha rozado—le dijo el tranquilo, les mire molesta.
—Vete arriba a leer—me dijo mi hermano y le mire.
—¿No me vas a dar alguna explicación?—le pregunte sorprendida.
Mi hermano me miro.
—Mañana—me dijo para dar como finalizada la conversación, le mire bastante sorprendida pero decidí irme arriba a leer por el bien de mi salud mental y para no juntarme con idiotas más tiempo del necesario.