Capitulo 3

2181 Words
Estaba durmiendo plácidamente en la cama de mi hermano, si algo bueno tenía era que sabía elegir colchones, estaba durmiendo tranquilamente en la cama cuando comencé a escuchar ruidos que venían de la cocina haciendo que me despertara. —Pienso matarte Maximiliam—le grite. No tengo un buen despertar, principalmente porque odio que me despierte es algo que puede conmigo, me gusta despertarme poco a poco no de golpe porque alguien me moleste. Pase mis manos por mi cara y me levante de la cama. —Voy a matarlo—me dije en un susurro para mi misma, parte del trato es que me dejara sola este fin de semana, no le llego solo con traer a los idiotas y sexys de sus amigos a la noche e interrumpir mi lectura sino que tenía que pasarse la mañana haciendo ruido.  Odio a mi hermano. Me levante de la cama en mi precioso pijama morado de dumbo y camine por la casa para ir a la cocina medio dormida, no soy persona hasta que desayune por lo que no me hago responsable de que haga hasta ese momento, llegué a la cocina medio dormida y me tropecé, no con algo sino con alguien, por suerte esa persona evito que me callera agarrándome, abrí mis ojos para mirarle. Era Marco Gala, el amigo del idiota de mi hermano, porque idiota es lo que le define si tiene amigos como este. —Tú otra vez—me queje. Me puse de pie como pude y me coloque bien el pijama. —Buenos días a ti también—me saludo tranquilo y volvió su atención a su café. Me metí en la cocina para preparar mis cereales de canela con miel.  No quedaban. —Max—grite. —No esta—me dijo el imbécil de Marco, le mire, tenía un bol de cereales, le mire y luego a los cereales. —¿Qué cereales son esos?—le pregunte molesta. —Unos de canela—me dijo como si nada. Le mire molesta, por favor que alguien me duda si es legal que le mate porque este chico puede con todas mis fuerzas, y eso que apenas le conozco, que pocas ganas me dan de conocerle. —Esos son míos—le dije. Había pocas cosas en casa de mi hermano que fueran mías, pero los cereales de canela eran una cosa, Max odiaba la canela y yo la amaba, por lo que si había algo en esta casa que él odiara era para mi, no para un idiota que venía porque si a molestar. —No ponía tu nombre—comento tranquilo mientras se comía mis cereales. ¿Y si se los tiro por encima? No creo que fuera algo tan grave, como mucho me grita, dudo que me fuera ha hacer mucho más. —Que mal has empezado conmigo—le comente tranquila mientras me preparaba un batido de chocolate. —¿Yo?—me pregunto sorprendido—Eres tu quien me ha disparado—comento. Le mire. —Entraste sin avisar—le recordé. Marco me miro analizándome. —Si tan feo me veías no era cuestión de dispararme, sino de ignorarme—me comento. Le mire. —No es eso—me queje. —¿Entonces me ves guapo?—me pregunto sorprendido. —Si—le dije sin entender nada, él me miro con una sonrisa victoriosa, al ver esa sonrisa me di cuenta de a donde me había llevado, el idiota—No es cosa de si te veo guapo o feo, has entrado y me has asustado, fin del asunto—le dije y le di la espalda. —Yo también te veo guapa—me dijo pero no le mire, si pretendía manipularme con ese tipo de halagos, estaba loco, no era tan fácil de manipular—Incluso con ese pijama de elefantes de orejas enormes—me dijo. Me gire con brusquedad. —¿Acabas de llamar elefante de orejas enormes a Dumbo?—le pregunte sorprendida. —¿Quién es Dumbo?—me pregunto sorprendido. Señale mi camiseta que tenía un enorme Dumbo en ella con su sombrero. —¿Solo es uno?—me pregunto sorprendido. —¿No has visto Dumbo?—le contra pregunte sorprendida. Marco me miro. —No—me dijo. —Dime que al menos has visto alguna de Disney—me queje. Marco me miro tranquilo. —Pues no—me dijo. —Que padre en su sano juicio no pone las películas de Disney a sus hijos, es un crimen—me queje. Marco me miro. —Soy adoptado—me comento. Le mire impresionada. —Me crie en un orfanato hasta los doce años, no teníamos televisión y si había no nos dejaban verla—me conto y le mire impresionada—Cuando me adoptaron pase directamente a las películas de adolescentes, nada de Disney—me dijo. Le mire impresionada. —Bueno, entonces viste Camp Rock—dije. Marco negó, haciendo que estuviera bastante sorprendida, a ver estaba claro que era mayor que yo, unos años al menos, pero que no hubiera visto este tipo de películas me sorprendía demasiado, ¿Quién no había disfrutado de los viernes de Disney Channel con películas de estreno y capítulos nuevos? O yo madure tarde o la gente es muy rara. —Mi adolescencia se baso en Harry Potter, Stark Trek y El Señor De Los Anillos—me comento. Le mire. —Pues yo creo que me quede en la niñez porque no he visto esas películas—comente. Marco me miro sorprendido. —¿No has visto Harry Potter?—me pregunto sorprendido. —Ni me he leído los libros—le confesé, siempre que iba a un club de lectura me miraban mal por estas cosas, decían que un lector que se precié tenía que haber leído clásicos y Harry Potter, no es por ofender pero que se lean ellas El Quijote, y sus miles de paginas, por Jane Austin o Romeo y Julieta paso, son ligeros de leer, pero los libros pesados que solo se leen en clase no los pienso leer, y no es que no quiera leer Harry Potter pero tengo otros libros con más prioridad, es eso simplemente, son libros que siempre van a estar ahí y puedo leerlos cuando quiera. —Vale, creo que eres la primera persona en el mundo que conozco que no ha visto o leído Harry Potter—me dijo. Le mire. —Y tú la primera que yo conozco que no sabe quien es Dumbo—me queje. —Yo tengo justificación—me aclaro y le mire—¿Cuál es la tuya para no entrar en Hogwarts?—me pregunto divertido. Le mire. —¿La edad?—le pregunte sin saber responder a esa pregunta. —Tienes 16, aún estarías estudiando—me dijo. Le mire sorprendida. —Hago 17 el 14 de noviembre—le avise, no es que quisiera cuando era mi cumpleaños, eso no me importaba pero creo que era importante remarcar que tenía casi 17, no solo 16. —Mi teoría se hace más grande, pequeña ravenclaw—me dijo. Le mire sin entender nada. —¿Qué me has llamado?—le mire sin entender nada. Él me miro con una sonrisa. —Eso no importa, al menos no ahora—me dijo. —¿Y que es lo importante ahora?—le pregunte con mucha intriga. Marco me miro. —Te voy a dejar mis libros de Harry Potter para que te los leas, y yo me voy a leer las películas de Disney que según tú debería haberme visto—me dijo. Le mire. —Vale—comente no muy convencida. —En dos meses quedamos para ver que opinas y los comentamos—me dijo. —¿Por que dos meses?—le pregunte sorprendida. —Veo que lees—comento señalando los libros—Pero no creo que leas tan rápido siete libros—añadió. Le mire, leía rápido no era solo, tenía memoria eidética, fotográfica y auditiva, eran diferentes por mucho que la gente creyera que eran lo mismo. Mi mente era demasiado enorme y complicada, recordaba todo, y cuando digo todo es todo por eso podía ir con los ojos cerrados por la vida, sin que nadie estuviera, mi memoria eidética me ayudaba más en las fotografías y  lugares, los detalles, me ayudaban a recordarlos con gran claridad, luego con mi memoria fotográfica y mi gran velocidad para leer, recordaba todo lo que había leído, con muy buena exactitud, y la auditiva me ayudaba a reconocer sonidos y voces de forma sencilla, aparte que recordaba todo lo que me decían. No soy un genio, saco buenas notas y me han propuesto pasar de cursos adelantados pero no quiero, me gusta vivir las cosas a su tiempo para poder disfrutar de tiempo libre para leer, pero también dijo que soy muy mala para las matemáticas, los números se me complican, los confundo mucho. —Leo rápido—le dije. —Vale, cuanto tiempo necesitas para leer los siete libros—me dijo. Le mire en silencio analizando. —Contando que necesito dormir y descansar—le avise y él asintió. —No olvidemos ducharte y comer—añadió, le mire. —Si me enganchan, una semana, libro por día, sino dos semanas—le dije. No me quería confiar, sabía que podía terminarlos antes pero no se sabe que pueda pasar, por lo que mejor prevenir que luego quedar de soberbia. —Una semana—me dijo sorprendido—¿Y a mi crees que me da tiempo a verme las películas?—me pregunto divertido. —El día tiene 24 horas—le dije. Marco me miro. —Tengo que trabajar—aviso. Le mire. —Duermes ocho horas, trabajas ocho, esos son dieciséis, vamos a poner que dos necesitas para comer, asearte y descansar, tienes seis de sobra—le dije contando con mis dedos las horas para no equivocarme. —Seis horas para ver películas—comento. Le mire. —Estamos hablando de los clásicos Disney, sin mencionar sus secuelas que pueden ser muy buenas en algunas ocasiones pero en otras no sirven ni para limpiarse los mocos—comente. Comprendía que las grandes empresas quisieran general dinero pero por díos, que no fastidiaran con malas segundas partes como por ejemplo Pocahontas, pobre chica, le han roto toda la historia. Marco me miro. —Confió en ti—me dijo. —Además puedes hacer una semana de prueba de Disney plus—comente. Marco me miro sorprendido. —¿Crees que no tengo dinero?—me pregunto sorprendido. Le mire, su camiseta blanca y los pantalones estaban algo rotos y no eran porque se vendían así, era porque se habían roto y los zapatos estaban bastante desgastados. —Yo no opino—le dije. Marco me miro. —Princesa, acabo de venir de trabajar—me dijo. Le mire. —Deberías decidir un apodo ya, no voy a saber a cual hacerte caso—le dije. Me arrepentí al segundo, no era algo bueno decir eso libremente cuando no le conocía apenas, me miro divertido como si se creyera que me caía bien pero no lo hacía, no me gustaba este chico, solo quería ganar algo, demostrar que era increíble leyendo. —Lo pensaré—comento divertido. Decidí no responder y beber un poco de mi batido. Mi hermano entro en la casa con varias cajas. —Gracias por vigilarla—le dijo mi hermano a Marco. —¿Vigilarme?—le pregunte molesta—Pues la siguiente deja que alguien que conozco, al menos será menos incomodo—me queje. Mi hermano me miro sin entender nada. —No le hagas caso, nos lo hemos pasado bien—comento Marco, le mire mal. —Han entrado a robar en casa—me dijo mi hermano. Le mire sorprendida. —Mis libros—dije asustada. Mi hermano me miro sorprendido. —Nadie a robado tus libros—se quejo—Es más no han llegado a tu habitación—me dijo haciendo que suspirara tranquila, mi habitación era un lugar sagrado donde tenía todo lo que me importaba. —¿Y esa caja?—le pregunte sorprendida. —No han entrado en tu habitación pero si en casa, no voy a dejarte ahí sola—me dijo y le mire sin entender, porque no me había respondido a mi pregunta—Van a traer todas tus cosas a este apartamento, puedes decorarlo como te de la gana pero hasta que vengan papa y mama, te quedas aquí—me dijo. Le mire sin entender nada. —No voy a discutir sobre esto Diana, este es el lugar más seguro, conozco a todos los vecinos y pueden cuidarte, paso de que te pase algo malo—me dijo. Me iba quejar pero no pude hacerlo porque mi hermano me miro de tan manera que em dio miedo hacerlo.
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