Calle abajo.

– ¿Estás bien con esto? – es lo único que el mayor entre los dos logra preguntar mientras observa a Jaesung colocarse los zapatos. Jaesung sólo asiente, sin realmente tener ánimos para responderle siquiera un “sí”, o mejor aún, ponerse a gritarle como un desquiciado que esa ha sido la peor idea que podría habérseles ocurrido jamás. Incluso peor que la idea de “asar” carne en el microondas que Daehyun y Taehyun tuvieron la pasada navidad. El menor simplemente no quería gritar, ni decir nada, ni siquiera pensar. Pero EunSoo parecía tener una idea totalmente diferente, lo cual no era extraño. A su hyung más joven le encantaba irse por lo diferente. – Porque si no lo estás podemos hablarlo con manager-nim, estoy seguro de que sí lo conversamos más a profundidad, podemos cambiar el asunto – comenzó su diatriba mientras movía sus manos – Ya sabes, simplemente haces cara de niño bueno y ya está. Podemos solucionarlo todo un buen set de pollo, ¿no, Jae? Pero Jaesung no quiere responderle, no quiere decirle que lo que tiene no se solucionara con un set de pollo, ni con carne, ni con nada. Lo suyo, no tiene cura. Jaesung lo sabe bien, pero EunSoo sigue hablando sin parar y sin saber cómo, su monólogo terminó en ardillas y helados. Jaesung tampoco quiere preguntar mucho sobre eso. – Hyung – le corta, logrando que posase sus ojos en él, con su típica expresión ausente de todo – En serio, estoy bien con esto. EunSoo sólo tuerce sus labios en un gesto indeciso, pero tendrá que confiar en el maknae, porque él mismo se encuentra exhausto de tratar de descubrir qué le pasa a su mejor amigo. Qué hay detrás de los días sin dormir, las comidas sin probar y las lágrimas silenciosas que algunas veces derrama mientras se esconde en el baño. Porque lo sabe – todos lo saben –, pero jamás ha preguntado. Jaesung se levanta de un salto, ahogando un suspiro en su garganta mientras observa el reloj sobre el espejo de la sala de prácticas. Tenía veinte minutos aún para ir hasta el lugar. Sin embargo, su hyung parecía más interesado en el logo de la compañía que él, que ya se había colgado la mochila al hombro y caminaba hacia la salida. – ¿Me acompañarás, hyung? – le preguntó entonces con timidez, esa que durante mucho tiempo lo había separado de sus hyung antes de su debut. – Claro que sí – es lo que responde el mayor, despertando de su trance, mientras toma su bolso de prácticas y sale tras el menor. El camino hasta el lugar es silencioso, sin embargo, Jaesung agradece que sea de esa forma. No quiere más preguntas de las que ya le han hecho durante las últimas semanas, no quiere más regaños o miradas preocupadas de las que ya le han dado sus mayores. Jaesung está realmente agradecido con sólo poder caminar lado a lado, aún con capuchas cubriendo sus rostros para no ser reconocidos. Él está bien con que sea de esa forma. Él está bien con que sea EunSoo quien camine con él. En cuestión de minutos ya han llegado y Jaesung se lamente el tener que entrar y despedirse de su hyung hasta la noche, cuando ambos estén ya tan cansados que no podrán hablar. Pero EunSoo sólo sonríe, con esa sonrisa tan típica suya y que para el menor es como un golpe de energía pura. – Sé que no puedo entrar contigo – dice con suavidad mientras su mano se cuela por la capucha y despeina el cabello del maknae – Pero puedo esperarte, ¿te parece? Jaesung no necesita responder, está seguro que la sonrisa que se ha formado en sus labios – y que lo hace lucir adorable, según sus hyung – responde por él. EunSoo ensancha aún más su sonrisa. – Entonces… te espero la cafetería calle abajo – y se dio la vuelta. Jaesung lo ve marchar. Observa su caminar pausado pero que parece tener un ritmo propio, una gracia única. Jaesung lo observa alejarse y se muerde el labio, sintiendo el calor agolparse en sus mejillas y su corazón latir un poco más rápido. Lo suyo no tiene cura. Porque su problema tiene rostro y nombre. Kim EunSoo.