CAPITULO 1: DESAPARECIDOS
- Los chicos se fueron primero porque querían acampar. Me llamaron cuando llegaron, por cierto, me dijeron que vieron la cascada y que iban a estar acampando cerca de ella. - les informé.
- Hicimos bien venir todos en un mismo auto. - confirmó Ariz.
- Solo somos nosotros cuatro, prima, para que íbamos a venir todos en carros separados y gastar gasolina de más. - le contesto Kenai mientras miraba su celular.
- Tranquilos niños. - dijo mi amiga Karen en forma de broma.
- Llegamos, ahí están los autos de los chicos. - les avise emocionada.
- Al parecer hay más personas, ¿Zyd acaso ese no es el auto del vecino? - me preguntó Kenai mientras señalaba el auto.
- Sí, ese es. Que extraño nadie entra a este bosque desde lo sucedido hace tres años.
Hace tres años
- Vengan a ver las noticias.
- ¿Qué sucede mamá?
- Shhh escucha.
Ya van dos días de la desaparición del famoso presentador de televisión Josue Artiaga, mejor conocido por sus creencias en cosas sobrenaturales. Estamos aquí en la entrada al bosque Encantador, visitado por miles de personas al año y mejor conocido por su famosa cascada El Canto del Angel. Podemos observar a los rescatistas, esperen, al parecer sucedió algo. Se ven desesperados. Vienen corriendo, se puede observar que algunos de ellos están ensangrentados. ¿Pero qué sucede? Están saliendo, vamos a preguntar a ver que nos dicen. Disculpe caballero, ¿Qué ha sucedido?
- No deben entrar ahí, deberían cerrar el paso al público.
- ¿Pero qué sucedió, porque están heridos? – pregunta la reportera.
- Señora para atrás, tenemos que tratar las heridas de estos hombres.
Como pueden ver las autoridades nos han sacado del área, intentaremos llevarle más información en unos minutos, pasamos al estudio.
- Madre viste los ojos de los rescatistas, se veían llenos de terror. ¿Qué crees que sucedió?
- No lo sé Zydne, pero no creo que haya sido un animal.
Tiempo Presente
La entrada para el Bosque Encantador es inusual. Al final de la calle hay una casa grande muy bonita, viven en ella, pero al parecer están fuera del país por el momento. El auto lo dejamos estacionado al lado de los autos de los chicos. Tomamos los bultos de la parte trasera del auto y caminamos hacia la entrada, esa inusual pero bella entrada. Es una puerta no muy grande pero tampoco pequeña, de color marrón claro, parecida a las puertas de las casas de los hobbits, al lado la aguanta una verja pequeña por la cual se puede ver sin ninguna dificultad.
Al abrir la puerta hay un camino en piedra, el pasto bajo de un color verde brillante y flores pequeñas de colores distintos regadas al azar. Se cree que las personas que han mantenido la entrada de esta manera son los propietarios de la casa al final del camino.
Es un día hermoso, soleado pero no caluroso, con una brisa fría soplando. No diría que es un típico sábado de julio con un clima tan bueno como este. Mayormente sería un día extremadamente caluroso y pegajoso pero no lo es. Entramos los cuatro al bosque, mi hermano de 20 años, mi prima de 27 y mi mejor amiga de 24 años, igual que yo. Vinimos al bosque a encontrarnos con tres de mis amigos de la universidad, ellos llegaron el día antes porque querían acampar, ya saben una típica noche de hombres en el bosque acampando. Nosotros por lo contrario solo queríamos venir a ver El Canto del Angel.
A pesar de lo sucedido hace tres años, decidimos venir. La gente dejó de visitar el bosque. Aquellos que lo visitan llegan temprano por la mañana, ven El Canto del Angel y luego se van, no se quedan para escuchar el canto de las aves, ni para ver los diferentes tipos de árboles y flores, cosas por las cuales es reconocido este bosque.
Son alrededor de las nueve de la mañana y llegar hasta El Canto del Angel caminando toma unos diez minutos. Lo mejor de todo esto es que no hay manera de perderse porque hay un camino que nos lleva directo a la cascada, lugar donde los chicos iban a estar acampando.
- Chicos, la manera en la cual la luz se cuela por las ramas y el canto de las aves es tan bonito. – dijo Ariz con brillo en sus ojos.
- Tienes razón querida prima. - le contesté.
- Esto parece sacado de un cuento. – dijo Karen con asombro.
- Me robaste las palabras Karen. - dijo Ariz emocionada.
Continuamos caminando por otros siete minutos hasta que escuchamos el sonido del agua cayendo. Apresuramos el paso hasta que llegamos a un claro donde habían grandes piedras. Nos paramos sobre ellas y más adelante hacia nuestra izquierda, ahí estaba frente a nosotros el majestuoso Canto del Angel. Se veía un arcoíris en el lugar de la caída del agua. No era un arcoíris cualquiera, era la primera vez en mi vida que veía un arcoíris con los colores tan bien definidos, era como si brillaran.
- Esto es simplemente majestuoso, le quita el aliento a cualquiera. - dije con asombro.
- Tienes toda la razón Zydne. Pero más importante, ¿Dónde están tus amigos, hermana? - me preguntó Kenai.
- Se supone que están en algún lugar por aquí. - le contesté a mi hermano.
Bajamos de las piedras y comenzamos a caminar lentamente en lo que llamaba a sus celulares. Ninguno contestaba y tampoco se escuchaban sonar por ninguna parte. Eso es algo que me extrañó, porque ellos siempre tienen sus celulares con sonido en todo momento. Caminamos solo dos minutos y vimos sus casas de campaña una al lado de la otra. Un escalofrío extraño me recorrió todo el cuerpo mientras las observaba con detenimiento.
- Chicos ya llegamos. – grité con entusiasmo, pero no obtuve respuesta.
- ¡CHICOS! ¿Acaso bebieron tanto? – dijo Ariz de forma divertida.
- Chicas algo no me gusta de todo esto, no contestan y no parece que hayan tenido el fuego encendido por mucho tiempo. - dijo Kenai mientras observaba con detenimiento.
- Kenai no me pongas nerviosa. – dijo Karen.
Entré a las casas de campaña y no parecía que hubiera dormido nadie ahí. Estaba todo puesto de cierta manera que te daba a entender que nadie había estado en ellas por varias horas. Se disparó por completo mi preocupación por ellos. Nos miramos entre nosotros por varios segundos, nadie reaccionaba, podía ver como los engranajes en sus cerebros daban vuelta. Al ver sus expresiones tenía una idea de lo que estaban pensando y no era bueno.
- ¿Zydne cuándo fue la última vez que te contactaste con uno de ellos? – me preguntó mi hermano. Todos los ojos volaron rápidamente hacia mí, todos querían saber la respuesta.
Miré mi celular, lo tenía en la mano, no pude recordar el momento en que lo saqué del bolsillo, pero ahí estaba mirándolo, recordando hace varias horas atrás cuando me comuniqué con ellos por última vez.
11:17 p.m. de anoche
- ¡Chicos! Que buena es la tecnología podemos vernos mientras hablamos por los celulares. ¿Cómo lo están pasando? - les dije con una gran sonrisa.
- Muy mal, nuestra chica favorita no está aquí.
- Vamos chicos, para colmo tienen que decirlo a coro, cualquiera pensaría que es verdad. - dije entre risas.
- Haces falta aquí. Esto es hermoso, pero el frío a esta hora es insoportable. Creo que vamos a estar un rato más afuera, junto a la fogata, luego nos vamos a dormir. - me dijo Alfredo mientras caminaba alrededor.
- Veo que hay dos casas de campaña.
- Fredy trajo la de él, pero sabrás que ya acomodó sus cosas en el medio de nuestra casa. - dijo Marcos desde el fondo.
- Hace mucho frío para estar solo. – gritó Fredy al fondo, todos reímos.
- Yo me voy a dormir, nos vemos mañana chicos. - les dije mientras les tiré besos.
- ¡HASTA MAÑANA!
- Es increíble como hacen coro. ¡BYE!
Tiempo Presente
Ellos lucían excelentemente bien cuando nos comunicamos anoche. Nada se veía fuera de lugar, no vi nada que me alarmara, eran ellos, no tengo duda de eso. Levanté la vista del suelo, miré a mi hermano, luego a mi prima y por último a mi mejor amiga.
- Ellos estaban bien. – dije con un hilo de voz.
- ¿Estás segura? – me preguntó Karen, algo preocupada.
- Sí, lo juro hablé con ellos a eso de las once de la noche, nada parecía estar mal. Al fin y al cabo iban a dormir todos en la misma casa de campaña, porque hacía mucho frío. Luego nos despedimos diciendo que no veríamos hoy.
- Vamos a intentar llamarlos a los celulares. – dijo Ariz con desesperación.
- Prima, ya yo intenté llamando a Fredy, pero me tira directo al buzón de voz. – dijo Kenai.