CAPITULO 3: CAMBIO TENEBROSO

950 Words
Había un camino de tierra bien hecho, por ahí seguimos caminando.  Yo no paraba de llamar y enviar mensajes al celular de Alfredo.  Solo necesitaba que me contestara y no lo hacía, esto estaba empezando a colmarme la paciencia.  Caminamos por unos quince minutos y no escuchábamos nada, ni siquiera un ave cantar.  Eran las diez de la mañana, el día estaba sumamente soleado, pero por las ramas de los árboles el sol no nos pegaba directamente y no se sentía caliente. Mi cabeza no dejaba de dar vueltas pensando que les podía haber pasado, en dónde estaban.  Si de algo estaba segura era que algo les había sucedido y que necesitaban ayuda.  Continuamos caminando por varios minutos más y notamos que el bosque empezaba a ponerse un tanto oscuro como si estuviera anocheciendo, también había neblina, no muy densa se podía ver a través de ella sin ningún problema, pero para mí era una señal de alerta.  Me detuve y observé con detenimiento todo a nuestro alrededor, pero no había nada sospechoso, solo que, sí había algo.   -        ¿Zydne sucede algo? – me preguntó mi hermano un tanto alarmado. -        Hemos caminado por un tiempo y no se escucha ninguna clase de animal. -        Yo lo noté. – dijo Ariz. -        Yo también. – dijo Kenai. -        Algo no está bien, una de las cosas por las que es reconocido este bosque es por el canto de sus distintas aves, no he escuchado ninguna desde el punto en donde estaba la tela que encontró Ariz. -        Tienes razón hermana. -        Quizás… - comenzó a hablar Ariz, pero la interrumpí. -        ¡Shhh!  ¿Escucharon eso? -        Sí. – contestó Kenai en un susurro. -        ¿Qué? No escuché nada. – dijo Ariz alarmada. -        Crujidos de ramas, vino de atrás de nosotros, dividámonos, cada uno detrás de un árbol, prepárense.   Kenai y Ariz quedaron al lado izquierdo del camino, cada uno detrás de un árbol con los cuchillos en mano.  Yo quedé al lado derecho del camino tras un árbol que cubría mi figura a la perfección.  Tenía mi cuchillo, el cual el mango era una manopla.  Di un respiro pequeño para calmar un poco los nervios.  Podía escuchar el latir del corazón en mis oídos.  Los pasos comenzaban a escucharse más cerca.  Nos miramos entre nosotros y dimos un pequeño movimiento de cabeza, todos estamos listos y a la espera de lo que se acercaba.   Me asomé para observar y visualicé la silueta de una persona.  Vi a Ariz moverse sigilosamente para poder atacar a la persona por la espalda.  Los pasos estaban ahora más cerca, vi como Kenai saltaba hacia el camino para enfrentar a la persona, yo lo seguí.   -        ¡Ariz alto! – gritó Kenai antes de que Ariz le propinara un golpe. -        ¿Qué rayos Karen, quieres morir? – le dije apretando los dientes. – Se supone que ibas a esperar a los policías afuera. -        No los iba a dejar…solos, aunque sean personas entrenadas. – titubeó Karen al hablar, se notaba que estaba nerviosa.  -        Tonta. – le dije mientras le daba un pequeño abrazo de alivio.   Luego del pequeño susto que nos hizo pasar Karen continuamos más adelante.  Caminamos por varios minutos y mientras más nos adentrábamos en el bosque más oscuro se iba poniendo.  Sin tener una respuesta del porque se ponía más oscuro me detuve.  Es casi el medio día, era para que la luz del sol estuviera en todo su apogeo, sin embargo esa no era la situación.  Miré hacia arriba buscando que los árboles fueran sumamente espesos en cuestión de sus ramas y hojas, de esa manera poder explicar la oscuridad, pero eran igual que en el principio.  En ese momento sonó la alerta de peligro en mi cabeza.  ¡Algo no está bien, esto no es normal!   -        ¿Qué sucede Zydne? – me preguntó Kenai alarmado. -        Debemos regresar. -        ¿Por qué? – preguntó Ariz. -        ¿No se han dado cuenta?  Es casi medio día y esto se pone más oscuro a medida que avanzamos. – dije alzando los brazos. -        Es por el espesor de los árboles. – comentó Karen muy segura. -        Yo pensé lo mismo, pero miren los árboles, su espesor no ha cambiado desde que comenzamos a caminar. – les decía mientras señalaba los árboles a nuestro alrededor. -        ¡Rayos! Es cierto lo que ella dice.  Algo está mal en todo esto. – afirmó Ariz. -        Volvamos, esto no es normal. – dijo Kenai.   Me quedé parada por unos segundos observando, escuchando, buscando una respuesta para lo que estaba sucediendo.  Mi mente no encontraba una respuesta con sentido.  ¿Cómo era posible que siguiera oscureciendo?  ¿Por qué no se escuchaba ningún tipo de animal?  Ni siquiera había arañas colgando de los árboles.  Es un bosque hermoso,  ¿pero sin ningún insecto, ave, animal?  ¿Y el viento?  No ha habido la más mínima brisa y aún así se siente más frío que templado.  Esto no es natural, hay algo que no concuerda con todo esto.   Di la vuelta para comenzar a caminar de regreso, quedando yo detrás de los demás.  Comenzamos la marcha muy pendiente a todo nuestro alrededor cuando oí algo.  Me detuve de golpe esperando a escuchar otra vez, pero nada sucedió.  Estaba dando el primer paso cuando escuché una voz de mujer muy conocida.   -        ¿Qué rayos fue eso? – dijimos al unísono. -        Es la voz de la vecina. – Kenai sentenció. -        Maldición, nos olvidamos por completo que el auto de ellos estaba estacionado afuera. – mi mente corría a toda prisa.     -        ¡AUXILIO! ¡AHHHH!
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