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El raro destino del amor.

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Blurb

Verónica Russo es una joven diseñadora dueña de Moonligth Fashion, pero odia a los hombres por culpa de un desamor en su pasado, llegara a su vida Michelle D'Angelo, un chico tan apasionado por la moda como ella.

Todo cambiara cuando acepte trabajar a su lado rompiendo su regla de oro sin imaginarse que aquel apuesto hombre fue con quien tuvo un desliz en las Vegas y con el cual tienen un hijo en común.

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Prólogo. Reina del hielo.
Moonligth Fashion es una de las leyendas de la moda, es la ciudad de los sueños, pues dentro de ella existe un mundo en el que solo los que trabajan allí pueden entender lo que significa. Cada mañana se abren las puertas de aquel mágico lugar, las preparaciones de sus empleados se hacen detalladamente como si cada uno saliera a un escenario eligiendo cada uno de sus mejores diseños para quienes entraban al lugar. Cada prenda o artículo se piensa cuidadosamente dependiendo las exigencias de cada persona amante de las últimas tendencias de la moda. Allí todo es flamante, brillante y novedoso, sus empleados están siempre amables, sinceros y felices de atender a cada cliente que ingresa buscando una necesidad. Pues aquel lugar no es solo una tienda para comprar todo lo que este a las últimas tendencias de la moda, puedes encontrar una de las mejores experiencias para transformar tu alma y cambiar tu vida por completo. Cada rincón de aquel fantástico lugar tiene el toque único que hará sentir a sus visitantes como si fueran de la realeza y del cual no querrán dejar tan pronto finaliza su compra. Por eso Moonligth es la principal empresa de modas de la que se habla en muchas partes del mundo. Su dueña es una joven llamada Verónica Russo, de 25 años, rubia y de envidiable apariencia de modelo, muy sexy para la mayoría de los hombres que se les presentan quedando rendidos ante su belleza. Con un estilo único en las prendas de grandes diseñadores que siempre están más que deseosos de trabajar a su lado vistiéndola de la mejor manera, también luce joyas, bolsos y perfumes que le dan un toque único a su temperamento imponente a los demás. Pero eso no lo pensaba la prensa por las últimas decisiones de la chica y se atrevieron publicar una de las peores reseñas que pudo recibir en los 8 años que lleva como directora, todo debido a que su última colección había bajado sustancialmente la calidad de cada prenda. "EL IMPERIO DE LA JOVEN DIRECTORA ENTRA EN UN DIFÍCIL PERIODO, LA DUEÑA Y HEREDERA DE TODO UN IMPERIO DE LA MODA; VERÓNICA RUSSO ¿PODRÁ SALIR DE TODO ESTE EMBROLLO? —Parece que lo escribieron solo para hacerle daño con mala publicidad. — Les mencionó Alissa, su hermana y asistente personal. —Nos están atacando cruelmente, humillan descaradamente a Verónica. —Dijo frustrada por todo aquello una chica de cabello corto muy elegante en su estilo de vestir, de unos 28 años, directora de control de calidad, llamada Anais. Todos esperaban a la chica para saber qué acciones debían tomar ante aquel ataque, solo esperaban que no le afectará en nada. Parecía que no podía ser nada peor para la chica cuándo llegara que ver a su ex para reclamarle por aquella publicación, su nombre era Mateo De la Rosa, su antiguo novio y accionista de la empresa, un hombre de 30 años, de cabello castaño y ojos azules, con una mirada que te puede robar el alma y enamorarte con sus palabrerías baratas, pero que terminará engañándote con cualquier chica que con un exuberante cuerpo; cintura pequeña, gran trasero y piernas largas, justo como joven Antonella Bianco. Una chica que llegó a ser la mejor amiga de la chica desde la secundaria a los 13 años, ambas incursionaron en el mundo del modelaje con 16 años, cuando el fotógrafo que había contratado para sus primeros pasos en su carrera universitaria le pidió que ella seria perfecta para las pasarelas. En un inicio Verónica no quiso aceptar aquella oferta para no descuidar sus estudios, pero lo pensó dos veces cuando Antonella le ánimo, pues el dinero de su herencia no llegaría a sus manos hasta que cumpliera la mayoría de edad. En casi todos los castings para revistas la elegida era ella, sus curvas enamoraban a más de un chico, sobre todo Mateo De la Rosa, sabia a la perfección quien era aquella mujer que estaba tomando fama de modelo y también heredaría una enorme fortuna. Antonella los presentó después de conocerlo una tarde cuando entraba a una de las cafeterías que frecuentemente visitaba, el hombre le pidió conocer a Verónica y como aquella joven notó que eso le causaría una enorme alegría a su amiga no escatimó en citarla con él. Verónica se acercó a Mateo y poco a poco con sus regalos, citas muy interesantes y viajes al rededor del mundo por sus supuestos grandes logros como analista de bolsa de valores. Pero a los pocos meses comenzó una aventura entre su amiga y Mateo a escondidas de Verónica, quién era muy ingenua y solo pensaba que había una bella amistad entre ellos. La rubia no sabía nada del amor más allá de su novio, no imaginaba que aquél sujeto estaba traicionando su cariño y menos con Antonella. Mateo le pidió que se casarán cuando ya llevaban dos años de relación, la chica había obtenido ya su fortuna y emprendió en la creación de una de las mayores empresas del sector de la moda que con cada colección que había aumentaba su éxito, nadie la opacaba, ni siquiera la reconocían por sus famosos padres, la prensa decía que era una chica de grandes dimensiones y sería un icono siempre. Lo que nadie esperó es que al culminar su carrera universitaria y faltando solo un par de horas para su boda, Verónica desapareció del mundo de la moda por todo un año y eso preocupó a todos, pues dejó plantado a su novio en el altar y solo dejó a cargo de las próximas dos colecciones a su asistente con sus últimos diseños para que no se preocupara por nada. Cuando regresó no era la misma chica de antes, pues encaró muy valiente y firme a los dos echándolos de su empresa, pero no contaba con que estarían furiosos y la demandarían para que se quedarán con la mitad de todo por según ellos daños y perjuicios. Mateo era un desgraciado que fingió amarla para quedarse con su fortuna, como no lo logró y la rubia estaba dispuesta a botarlo sin un centavo, pago a los mejores abogados para quedarse allí. Los presentes en la sala de juntas le aplicaban la ley del hielo al verlo llegar con Antonella como si nada hubiera pasado. Aquel sujeto al no verla allí en la reunión supuso que no había llegado por estar de mal humor ante aquéllas críticas y más cuando él se hacía presente. —Imagino que Verónica debe estar pasándola muy bien con una nueva conquista. —Les menciono a los empleados de la chica en tono de burla, pues había escuchado rumores que se había reunido con varias personas en una lujosa mansión para disfrutar con diferentes móldelos. —¿Tienen alguna idea de cómo enfrentar a la prensa ante esto? —Comentó su asistente ignorando la estupidez de aquel hombre que solo se burlaba de su jefe. Pero nadie sabía qué hacer y menos en la ausencia de la rubia que solo despertaba rumores de lo que hacía en horas nocturnas después de salir todo el día, cuando en realidad se iba cansada al otro lado de la ciudad para tratar de descansar un poco de aquella estresada vida en compañía de su gran amor, un pequeño de 8 años llamado Franco Russo, del que solo su familia tenía conocimiento. —Lo mejor que puede hacer para salvarnos de esa clase de comentarios es que me de la dirección general de Moonligth. —Comentó Mateo. —La señorita Russo no permitiría que alguien sin las capacidades y conocimientos en moda se hiciera cargo de algo que solo ella ha logrado. —Comentó Luisa la encargada del área de confección muy frustrada. —Pero Mateo tiene razón, Verónica debe aceptar su ayuda, esto terminará en el fondo si no recibe una ayuda idónea como la de él. Antonella sintió las miradas de rabia de todos, si aquello fueran balas ya estaría más que muerta, pero su amante le pidió que se calmara pues tenían motivos de sobra para opinar en todo. —Deja de decir tus estupideces, solo recurres a tu mamá cuando el dinero que me robas no te alcanza. Habló una voz imponente apenas se abrieron las puertas de la sala de juntas, aquello puso los pelos de punta de todos los presentes, sobre todo de las dos personas que ella más detestaba en el mundo. La rubia había llegado soltando su veneno ante ellos luciendo unas gafas oscuras de Prada, un elegante vestido n***o de versace que llegaba hasta sus bíceps femorales, una chaqueta blanca con bordes negros en la parte delantera igual que las mangas, un broche muy a la moda que lucía en la parte superior, usa media veladas color n***o que deja notar sus esbeltas piernas sensuales con unos tacones de 8 centímetros de la última colección reciente de la marca Gucci, una pulsera y un bolso de Valentino que hacía juego con todo. Antonella envidiaba que ella tuviera todos los beneficios de tener aquella ropa y accesorios a pesar de haber dejado el modelaje. Se sentó en su puesto de directora quitándose aquella hermosa prenda dejando ver sus elegantes y envidiables brazos conservando sus lentes. —Hasta que te dignas en aparecer Verónica, pensábamos que no ibas a llegar por tus fiestas fuera de la ciudad. Sus comentarios le causaban una gran frustración que disimulaba, ante todo, detestaba verlo en el mismo lugar que ella se encontraba, más su propia empresa, ya que tenía voz y voto, aunque no tuviera siquiera conocimiento en ello, maldijo el día en que su ex mejor amiga se lo presentó. —Es cierto que estuve en una prestigiosa fiesta señor De la Rosa, pero no es lo que piensa...además que te importa lo que haga con mi vida. —Le contestó muy fría a aquel hombre. Aquella mujer dulce e inocente que se enamoró de ese patán ya no existía ni la más mínima parte, ya no le importaban sus comentarios, odiaba a los hombres después de su engaño. Por tal motivo la empresa solo era conformada por mujeres que fueran profesionales y no estuvieran en amoríos con sus modelos, no quería siquiera pensar que volvería a ocurrir lo de su engaño. —Veo que últimamente has decaído mucho en todo, sobre todo que no vendrías porque estoy presente. —Le dijo en tono de burla. —Te equivocas si piensas que yo me moriría de celos al verte con Antonella, siempre vengo a defender mi territorio ya que siempre estas pidiendo mi cabeza, nadie más que yo sé cómo manejar esto desde que la cree, algo que tú no tienes ni una pizca de conocimiento. —Le expresó observando las manos unidas de ambos, respiró profundo evitando que le afectará. —Sabes lo que haces, pero eso es una mala reseña. —Lo sé, pero hay una razón y esa fue culpa de tu estupidez Mateo. Antonella y aquel hombre se quedaron muy anonadados ante su respuesta. —¿Qué estás diciendo? —Mateo le gritó. exasperante —Cambiaste las telas y accesorios de mi última colección para que fueran de menos calidad y así afectarme cuando llegarán a las tiendas de mis clientes. —¿Cómo te atreves a decir eso de mí? Sabes que siempre he sido leal a ti a pesar de lo que pasó entre los dos. —Mateo le contestó furioso. —No puedes tratarlo así, Mateo es incapaz de desprestigiar tu vida Verónica. —Antonella estaba anonadada. —No puedo creer que sigas confiando en el Antonella, se burla de ti con la que hasta hoy fue mi directora de moda. —Suspiro muy frustrada. —Que patético. —Soltó la mano de la chica —Hiciste que esa noche cambiara todo por lo que habías enviado a realizar en otra parte...te acostaste con ella y la convenciste que le darías una gran suma de dinero, algo que ella necesitaba más que nunca. —¿La despediste? —Antonella pregunto sabiendo que en parte era su culpa. —Así es, no puedo tener compasión con alguien que solo me traiciona...por eso no llegue a tiempo. Todos la miraron notando que no mentía, la compasión por otros y sobre todo por esa chica no le arrugaba el corazón frio de la rubia. —Fue una lástima porque era extremadamente disciplinada en todo lo que le encargaba y es por eso que tu no volverás a tocar este lugar Mateo De la Rosa...no te metas con mis empleadas. Antonella estaba enojada con aquel tipo, pues eso le dio a entender que seguía su traición con quién sabe cuántas más mujeres al rededor del mundo y ella ni enterada. —Yo sería mejor manejando todo esto, siendo la dueña absoluta no te importa destruir todo a tu paso, por eso me he abierto a nuevos rumbos que, si me den más renta, no creo que después de esa mala publicidad haya más ingresos que antes. No te preocupes, gran parte de mi patrimonio está invertido en una famosa empresa italiana. —Sé que lograste obtener unas cuantas de las acciones de D`Angelo, la mejor de todo ese país, es una lástima que solo hayas obtenido el 25 por ciento y yo el 65 de ellas. —No perderé ante tú Verónica. —Te equivocas si piensas que algún día tu patrimonio superará a mi Imperio de la moda. —Créeme que algún día te veré suplicando por ayuda Verónica Russo. La rubia se quitó las gafas de sol soltando una carcajada ante su vómito verbal, ella era más que cualquiera allí presente, pues sus padres fueron famosos en su tiempo en ese mundo mágico de la moda y por ende todo corría por sus venas. Aquel hombre solo era un parásito que siempre quería destruir todo, pero jamás lo dejaría, jamás permitirá que alguien como él pase por encima suyo. —¿Quieres apostarlo Mateo de la Rosa? —Lo observó firme a sus ojos. Sus empleados estaban expectantes ante cualquier cosa que su jefe le dijera a su ex. —Yo de ti estaría temblando. —¿A qué te refieres? —¿Estas dispuesta a todo? Y me refiero a que, si de aquí a 6 meses no presentas resultados mayores a los de todos estos años me cederás por completo toda la empresa y tus acciones, solo recibirás lo justo cada mes como lo hago yo. Todos observaron la cara de la rubia, por dentro estaba más que nerviosa por lo que haría, él era muy astuto en apostar todo lo que ella tenía, desde su engaño siempre quiso manipularla, pero no lo logró, así que nuevamente soltó su veneno ante él. —Lo aceptó con una sola condición, me cederás por completo todas las acciones que una vez fueron mías. Antonella observó a Mateo, quién asistió muy contento. —Y, sobre todo, me cederás también las de D’Angelo. —Quería las acciones que seguro ese idiota había comprado con su dinero de Moonligth y no perdería en obtenerlas. —¿Que? —Habló sorprendido. —Tu estas decidido a quitarme lo que me pertenece y yo puedo hacer lo mismo. ¿Es justo no? Mateo no dudo porque sabía en el fondo que aquello se haría realidad, todo su mundo se ira abajo y estaría suplicándole su amor. Verónica pidió a su asistente que su secretaria le redactará un acta con todos esos términos y condiciones, aquel despreciable hombre salió del lugar muy triunfante y confiado después de firmar, le dejó claro que no la volvería a ver hasta el tiempo determinado. Estaba dispuesta a perderlo todo si era necesario, pero debía demostrarle al mundo que ella no era ninguna inútil como él. Antonella observó a Mateo salir de allí, no quiso acompañarlo pues sabía que debía hablar con Verónica, pero al intentar acercarse esta le rechazó y no tuvo más remedio que irse con aquel patán que ahora era con quién vivía una gran pena. Verónica se dirigió a su oficina muy frustrada en compañía de Alissa, no quería más que estar sola para sacar su rabia por ser tan idiota. Solo le relajaba pensar en aquél lindo sueño que tenía con un chico enmascarado y desconocido, no le dejaba mostrarle su rostro, aun así, le parecía muy encantador por sus dulces palabras y caricias que las sentía como si todo aquello ocurriera realmente. Luisa, su estilista de modas que se encargaba de la editorial de Moonligth, tanto su revista física como página web. Llegó interrumpiendo aquel momento para mostrarles los últimos bocetos que la empleada que despidió le había dejado, su rechazo era más que evidente y los rompió de inmediato impidiendo que alguien más viera ese desastre de diseños. Las dos chicas imaginaron que aquella mujer sufría ante la presencia de ese malnacido, pero ella simplemente se levantó tomando sus cosas para salir de allí. —¿A dónde vas hermana? —Le gritó cuando la alcanzó en el parqueadero. —Iré a casa para relajarme un poco, te quedas a cargo de todo. —Verónica hizo desbloquear su Mercedes último modelo. — Esta bien hermanita, te veo allí más tarde. —Te pediré un gran favor Alissa, contrata a una nueva chica que no sea tan idiota como la que despedí, que tenga los pies en la tierra. —Habló en cuanto abrió la puerta de su auto. —Encontraré la adecuada para ti. —Alissa le afirmó sonriente. Verónica al ver la carita de su hermana menor supuso que algo quería. —Sé que me quieres preguntar algo. —Suspiro al verla. —La verdad es que me parece muy arriesgado que apostaras tu vida entera. —Alissa se trata de mi prestigio, el que por años he luchado y solo es mi parte de todo lo que nuestros padres dejaron. —Ailyn te matará si se entera. —Alissa le mencionó aquello, pues era la hermana mayor que estaba en Alemania como médico. —Es todo o nada Alissa, quiero recuperar lo que ese idiota me quitó...por eso debes encontrar a alguien que se vuelva de mi entera confianza, que no se deje intimidar por nada. —Siempre te has esmerado y más cuando ese idiota te traicionó, me siento orgullosa de todo lo que has logrado. Verónica abrazó muy feliz a su asistente y hermana que era la menor de las tres, estaba cursando su primer semestre de modas, por eso permanecía a su lado. A diferencia de Ailyn, era la única que confiaba, pues conocía sus más íntimos secretos, sus hermanas no la defraudarían ventilando el mayor secreto que tenía y por el cual era su rabia con Mateo De la Rosa.

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