Nicólas Tucker
No lo voy a negar no estoy cómodo con Villalobos aquí, pero no podemos hacer nada él sabe demasiado así si lo alejáramos ahora mismo existen dos opciones de lo que puede hacer...
1.- Alejarse tranquilo, olvidarse de Leonor, de lo que sabe y vivir su vida con el niño rico que es.
2.- O bien puede llenarse de deseo de venganza e informar de lo que esta sucediendo, dentro de esto hay dos opciones más que son:
1.- Cuando él diga lo que sabe nadie le creerá y lo tomarán por loco, lo que peor que puede pasar aquí es que Leonor quiera ayudarlo y traerlo de regreso.
2.- Como también puede conversar todo lo que sabe con algún especialista que sepa del tema, este inmediatamente verá las circunstancias como un método para ganar dinero, resultado mi amiga y yo seriamos perjudicados y nuestros avances no servirían de nada.
Digamos que un cincuenta, cincuenta de posibilidad de resultados malos o buenos. Leonor me ha dejado literalmente obligado a vigilar a Will mientras ella platica con quien sabe quien para saber la razón por la que la dirección de la señora Tina nos ha enviado a una condenada mansión, entre tanto yo controlo a Will, este parece tranquilo como si estuviera en casa...
—Quieres dejar de mirarme como si fuera una bocadillo de media noche, sé que soy hermoso pero que un hombre me mire así no me hace sentir cómodo. —me apresuro a él y lo tomo de la camisa.
—Hablas mucho ¿Sabes? Para mi eres todo menos agradable. —reparo soltándolo con brusquedad—. Sólo te soporto por el bienestar de Leonor, si no fuera por eso hace tiempo ya que te hubiera dado todos lo golpes que te mereces por idiota.
— ¿Quién lo dice? ¿Tú? —cuestiona en tono burlón—. Tucker, querido Tucker no recomiendo meterte en mi camino. —advierte con una sonrisa estúpida en la cara.
—Eso es una amenaza su majestad. —digo con sarcasmo haciendo una reverencia.
—Escúchame bien, si piensas que puedes contra mí estás muy equivocado. Al final seré yo a quien ella elija. —demanda con voz autoritaria.
—O tal vez me desaga de ambos. —los dos miramos hacia la entrada de la habitación pero no hay nadie—. Estoy por aquí. —enuncia ella, haciéndonos mirar en dirección de los sillones donde ella está—. ¡No puedo dejarlos solos unos minutos sin encontrarlos queriéndose matar el uno al otro!
—Preciosa disculpa... —dice el idiota enfrente mío.
—No quiero disculpas, mientras ambos puedan comportarse por mi esta bien. —dice dirigiendo su mirada en mi dirección y en esta solo encuentro decepción—. Nos quedaremos en esta casa por lo que reste nuestra estancia en esta cuidad y...
— ¿Hablas enserio? -—ella asiente tranquilamente—. ¡Por Dios! Creí que no te agradaban estos lugares.
—Y es así, pero la abuela nos mando a esta mansión con un objetivo que aunque no conozca sé que valdrá la pena. —dice en tono monótono.
— ¿Qué fue lo que te dijo esa mujer? —interroga Will.
—Es mi tía y se llama Olga, más respeto por favor, nos alojaremos en su casa. —informa acomodase mejor en el sillón en el que esta sentada—. Pero los tres ayudaremos con lo que sea necesario, ninguno se quedará sentado esperando que le den las cosas, ¿Entendido?
—Deberías decirle eso a ese para que le quede claro que aquí no tendrá sirvientes y tendrá que valerse por si mismo. —digo lo que es obvio.
—Maldito insolente, te tragarás tus palabras algún día. —dice Will entre dientes.
—Ven ahora porque no quiero estar encerrada con ustedes dos. Me voy. —expresa mi amiga con notable molestia, levantándose y dirigiéndose a la salida—. Les pasare los horarios que usaremos mientras permanezcamos aquí y en la tarde revisaremos lo que pudimos encontrar antes del viaje. —suspira y dice—. Por lo que más quieran no se maten y sean educados. —concluye y sale de la habitación.
—Tu la conoces desde más tiempo que yo... ¿Crees que se haya enfadado demasiado? —pregunta Will aparentemente preocupado.
—Puede ser pero hablaré con ella, si gustas puedes irte instalando... —digo mientras guardo la compostura—. Eso sí como sólo hay un armario cada uno tendrá la mitad. —ordeno con serenidad.
— ¡Nicólas eso no me parece justo! —chilla con niña pequeña al mismo tiempo que hace puchero.
—Will deja de parecer un niño eres un jodido hombre casi adulto. —regaño con el entre cejo fruncido.
—No lo haría si tu no te creyeras el dueño de todo sólo porque eres el mejor amigo de Leonor crees que ella te verá como algo más en el futuro, estas muy equivocado si piensas que ella te verá como hombre. No eres más que su perrito faldero y eso nunca cambiará... —no sé como ni cuando sólo puedo entender que lo estoy golpeando y él pidiendo que me detenga.
— ¿Chicos? —la voz de Leonor hace que me detenga y me gire a verla—. ¿Nicólas? —esa expresión en su rostro sólo me asegura una cosa y es que tiene miedo; miedo de mí—. ¿Qué le haz hecho? —dice pasando por mi lado sin mirarme—. Lo lamento Will, él no lo quiso hacer. —dice ayudándolo a levantarse.
—Estoy bien Leonor. —dice pasándose la mano por la mejilla izquierda.
—Ya veremos eso, ahora te ayudaré a curarte. —dice la aludida seria.
—Leonor... —nombro tocando si hombro pero ella se aleja y sin mirarme dice.
—Luego le pedirás disculpas a Will. —eso no es para nada lo que quería escuchar...
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Después del incidente con Will, ella no ha hablado conmigo y no quiere mirarme. Supongo que ahora me dirige la palabra por educación, por cortesía o simplemente para que esto acabe rápido y salir del mismo lugar en que estoy yo...
—Muy bien, cada uno dirá dos de los seis hechos que han acontecido hasta ahora. —dice ella y los dos asentimos.
—Primero: Yamilet, la guarda de tu madre cuando estaba embarazada te entregó una llave que según ella necesitarás en un futuro. Segundo: La bruja que en el pasado acecho a tu abuelo, comenzó ha perseguirte... —digo recordando los dos primeros eventos.
—Tercero: Puedo ver y dialogar con seres que no son de este mundo. Cuarto: Tengo que encontrar una serie de objetos y durante esto pasar algunas pruebas en las que no estaré sola. —dice ella, luego mira a Will para que continué.
—Quinto: Hablaste con tu abuela, ella te revelo que eres la séptima elegida de la familia de D' Capilli y para llegar a ser lo que tienes destinado debes aceptar lo que eres. Sexto: Tu tía te ha entregado el relicario de tu madre, junto con un pequeño cofre que al parecer está cerrado con llave. —con eso culmina.
—Esto es lo que tenemos por ahora... —murmura cerrando un pequeño libro en donde apuntó todo—. Pueden ir a descansar, mañana empezaremos a la hora que puse en el horario por favor sean puntuales. —dictamina con total seriedad, los tres nos levantamos de los asientos, sin embargo no salgo pero espero hasta que Will si lo hace.
—Leo... —e llamo pero me ignora.
— ¿No me has oído? He dicho que los dos pueden irse a dormir.
— Lo he escuchado bien, pero quisiera hablar contigo. —sentencio acercándome para tomar su mentón hacer que me mire, pero inmediatamente la desvía—. Vamos tenemos que hablar.
— ¿Sobre qué? —cuestiona cruzándose de brazos para luego mirarme.
—Quiero disculparme Leonor. —digo suspirando.
—Con quien debes disculparte es con Will. —refuta con enojo.
—No pienso hacer tal cosa Leo. —contraataco con decisión—. Sin embargo me gustaría que tu si aceptarás mi perdón por favor.
—No, ve y discúlpate con él. —dice como si fuera una orden.
—Que no y no continúes porque no lograrás que acceda. —susurro bajando la mirada.
—Como quieras, pero ya te lo he dicho no debes disculparte conmigo... —dice dándome la espalda.
—Si que debo a ti no te gusta la violencia y yo lo fui hace un rato. —dicho esto ella se gira y me observa con tanta frialdad que me hiela los huesos.
— ¿Por qué te es tan difícil decir un lo siento a Will? Por favor haz lo que te pido, me molestó tu actitud de hace un rato. —cuestiona, entonces todo la tranquilidad abandona mi cuerpo al recordar lo que él me dijo.
—Ya te lo he dicho Leonor pero como creo que no te quedo claro lo repetiré. No pienso pedirle disculpas a ese, no haré lo que me pides. Esta vez no, no soy tu sirviente ni tu esclavo para seguir tus órdenes. —digo tratando de acariciar su cabello
—Nunca, jamás en el tiempo que llevamos de amigos te ordenado algo Nicólas, yo no podría...
— ¿Que no? Estas exigiéndome que me disculpe con él. —enuncio pasándome las manos por el rostro.
—Lo digo porque me parece que es lo correcto.
— ¿Quieres que alguien le pida perdón? Pues hazlo tu. No pienso ser más tu perrito faldero.
— ¿Cómo? —pregunta ofendida.
—Que le pidas perdón tu.
— No eres imbécil sabes de lo que hablo. No pensé que tu creyeras eso, mira no más vaya amigo resultaste ser, unas cuantas provocaciones de Will y esto es lo que pasa. —dice mientras niega con la cabeza.
— ¿Estabas ahí? —ella asiente—. Lo siento...
—No yo lo siento más. Que descanses Nicólas. —dice forzando una sonrisa para después salir del cuarto.
—...