Nadie dijo nada y no pudimos, nada más terminar mi explicación Julieta entro al bar acompañada de un hombre de pelo n***o, no le vi los ojos y eso me puso algo nerviosa porque, en mi pequeña opinión, los ojos eran el espejo del alma, son de un color único, como las huellas de dactilares o la lengua, no hay dos ojos iguales, todos pueden tener la misma estructura de color pero como se instalan, como se forman ahí, cambia con gran diferencia.
—He supuesto que estarías aquí—comento la chica y la mire.
—Y yo te he dicho que quería pasear—le deje claro.
La mujer me miro sorprendida, pero es que estaba demasiado molesta y enfadada, primero que nada me enfadaba demasiado con las personas que creí que eran mis padres, con Molly, incluso conmigo misma por haber vivido en una mentira sin darme cuenta, sin ver la verdad, estaba enfadada con todas las personas que sabían de mi verdadero origen, me molestaba haber vivido una mentira, me molestaba que a nadie le hubiera importado, nadie se paro a pensar los problemas que ese hombre podía haberme pasado por su genética de loco, pero aunque fuera irónico con la persona que más enfadada estaba era con Julieta, se que la victima no tiene la culpa y para nada la culpo de haber querido probar lo que era estar con una mujer, supongo que eso no es pecado y que dios podrá perdonar la curiosidad de una mujer, pero me molesta que no hubiera luchado por mi desde el primer momento.
Hubo un juicio.
Hace casi seis meses en un juzgado de la costa californiana, había un juicio de Julieta contra sus padres y Molly, acusándoles de muchas cosas, demasiadas. Obviamente, asistí cada día a cada servicio, el juez no estuvo muy de acuerdo pero las dos partes demasiado confiadas en que ganarían, creían que era de vital importancia que supiera la verdad, al menos la verdad que ellos quisieran contar porque sería de idiotas contarlo todo, si aprendí algo en seis meses que duro el juicio, los cuales tuve que estar en una casa de acogida, para que ninguna de las partes me influenciara.
En el tiempo que duro el juicio y la investigación, descubrí varias cosas, la primera es sobre los jueces, prefieren que ocultes algo a una mentira, los detalles que no dices pueden ser que los olvides ese detalle por importante que sea pero si mientes, lo recuerdas, y tras saber que no iba ayudarte, lo has manipulado porque era demasiado malo para ti. Pero también descubrí lo malas que son las drogas, la dependencia que crean en una persona, entiendo porque se empiezan a usar, hay un dolor en tu cuerpo que no puedes quitar con nada del mundo, un dolor agónico, que te consume y no te deja hacer nada, comprendo ese dolor, la desesperación de no poder hacer nada, porque ese dolor se apodera de ti en cada segundo, y al final cualquier cosa que te haga olvidar, cualquier cosa que ayude a poder seguir con las tarreas normales, pero el problema es, que esa ayuda se apodera de ti y es siempre, mucho más fuerte que nada en este mundo aunque siempre pensé que ser madre, dar una vida, tener un pequeño ser indefenso entre tus brazos, sería más poderoso que nada, más fuerte que cualquier cosa en este mundo.
—Natalia—me llamo Priscila sacándome de mis pensamientos.
Mire a Priscila.
—¿Qué pasa?—le pregunte tranquila
—Te estaba hablando—comento Julieta y la mire.
Suspiré para calmarme, desde que obtuvo mi custodia a intentado con todas sus fuerzas, obtener el papel de madre pero no hizo bien el de hermana por lo que el de madre le iba demasiado grande.
—Volveré para la hora de cenar—le deje claro.
Julieta me miro.
—No puedes hacer lo que quieras—aviso.
Debería ser amable, debería ayudarla a ser una buena madre, ser amigas, hermanas y madres, ser lo que no pudimos y lo que debimos ser, se que eso era lo correcto, lo más adecuado pero estaba destrozada de saber que prefería drogarse en cualquier esquina a luchar por mi, dejo que las mismas personas que le hicieron pasar un infierno, que hicieron de su existencia algo malo, mi madre solo la tuvo para hacer las cosas que ella no podía hacer, por edad o por tiempo, nunca la quiso y en ocasiones dudo que incluso en algún momento hubiera querido a Andrés, no dudo que mi padre lo quería por alguna razón, mi padre quería a todos sus hijos y a sus nietos pero mi madre no era como mi padre, ella tenía un objetivo, con el mismo que a ella educaron, el objetivo de cambiar el mundo de las mujeres, no vio nada más en su vida, la familia era una debilidad para ella, todo lo que le importaba estaba claro, Julieta sabía lo que era vivir con ella pero no le importo, se fue dejándome con una mujer que no era buena, no le recrimino que me diera la vida, le recrimino que em abandonara creyendo que esa era su única opción.
—Quiero estar con mis amigos—me queje.
Julieta me miro pero suspiro cansada.
—A la hora de cenar—me aviso y asentí, se acerco a mi con la intención de despedirse pero al ver que no me movía se fue sin decir mucho más.
Respiré profundamente y cerré mis ojos.
—Veo que no necesitas ayuda, dile a mi padre que me he pasado por aquí haber si me deja tranquilo—comento el hombre que vino con Julieta, abrí uno de mis ojos para ver al hombre que no había venido con ella, simplemente habían entrado juntos pero sin tener el mismo objetivo.
—Claro—comento con un largo suspiro Colín.
—No se para que quiere que vengamos, lo tienes todo bajo control—comento el hombre jugando con sus pies con los cristales rotos del suelo, Colin, no dijo nada, se mantuvo con la cabeza alta mientras le miraba, estaba claro que no le caía bien, si recordaba algo de como era mi mejor amigo, estaba claro que la relación de los dos hombres no es que fuese lo mejor del mundo, eso no quería decir que alguno fuera un idiota o mala persona pero no se llevaban bien, y por la actitud del hombre, ni a mi me podía caer bien, parecía una persona arrogante y sin cerebro, aunque quizás no era la mejor persona para juzgar nada—Me voy—comento el hombre tras coger la unica botella que no estaba rota.
El hombre se fue sin despedirse, solo se limito a hacer un gesto con los hombros antes de salir del lugar.
—¿Quién es ese patán?—pregunte demasiado sorprendida.
—Mi tío—aviso Colin y le mire.
—No me voy a disculpar, parece idiota—deje claro.
—No te he pedido que te disculpes—aviso Colin y le mire.
Suspiré, el tono de Colin era todo menos amable, era todo lo menos parecido al tono que antes usábamos, al tono de amor y amistad que antes usaba conmigo y se que es tan cruel, querer que me perdone, desear que todo vuelva a la normalidad, cuando no se puede, no puedo desear que las cosas sean como hace dos años, no podemos ser como hace dos años porque hemos cambiado, hemos madurado, nos hemos trasformado, y es imposible repetir las mismas cosas, podemos ser amigos, podemos empezar de cero, aunque desearía no hacerlo.
—Quiero volver a ser vuestra amiga—comente.
—¿Habías dejado de serlo?—me pregunto Jeremy y todos le miraron.
—Para mi no, he pasado dos años encerrada en una casa solo con mi madre, pensando en vosotros cada hora y sin querer otra amistad que no sea la vuestra—les deje claro.
Todos me miraron.
Vale, quizás me estaba pasando de dramática, quizás centrarme en el sufrimiento vivido no iba a solucionar nada, debía centrarme en ellos, las personas que me importaba recuperar, las personas que hace dos años lo eran todo para mi, que me hacían sentirme viva, necesitaba recuperar a esas personas que hacían que los días grises tuvieran más color, pequeños momentos que se volvían enormes, siempre me ha puesto nerviosa el poder que las personas pueden tener sobre ti, pude haber decidido ir a cualquier parte del mundo, pero decidí volver a Middleton.
—Haré lo que sea—les deje claro.
—Sabes, la cantante que contratamos, se ha puesto mala y no podrá cantar este fin de semana—comento Reese.
Les mire.
—¿Habeís contratado una cantante?—les pregunte sorprendida.
Siempre he sido la unica que cantaba, no porque fuera la unica que tuviera ese talento pero era la unica sin pánico escénico, sin mencionar que Priscila prefería mil veces el piano o la batería, la comprendía y respetaba su decisión aunque en ocasiones le convencía para hacer los coros, Reese era un hombre demasiado silencioso en el escenario y con manos demasiado grandes, nunca le gusto cantar y el bajo era su mejor arma, mientras que Colin, aunque cantase, prefería tocar la guitarra o el piano, yo también sabía tocar instrumentos aunque seguía aprendiendo ha hacer dos cosas al mismo tiempo pero aunque era una batalla que aún libraba, era hermosa, y bueno Jeremy por mucho talento que tuviera, prefería estar detrás del escenario gestionando cosas y produciendo discos, era una pena porque tocaba muy bien el violín.
—No creerías que te íbamos a esperar toda la vida—me dejo claro Colin.
Le mire.
—Yo te hubiera esperado toda la vida—.
No tengo claras muchas cosas, he dejado bastante claro que mi vida es un caos, vivo el caos y es algo que me gusta, nada es constante y todo es demasiado alterable, cambiante, nada es igual dos veces pero la unica cosa que sin duda mantendría siempre en mi vida, era Colin. Nos conocemos de toda la vida, sus padres son grandes amigos de mis tíos, de los que hasta hace dos años creía mis hermanos, siempre estuvimos juntos, jugando fuera de misa, escondidos en el despacho de Christopher jugando a cualquier juego, es la unica persona que pase lo que pase se mantuvo en mi vida, y eso que no es fácil.
—Tus actos no dicen lo mismo—me aviso y le mire.
Colin limpio el suelo sin decirme nada más, sin dejarme decir nada más, Priscila se acerco a mi y acomodo mi pelo.
—Tranquila, se le pasará—me dejo claro y le mire—Os queréis, no creo que tardéis demasiado en volver a vuestro rara relación—.
La mire.
—¿Tú ya no estas enfadada?—le pregunte y ella me miro.
—No creo que tengas la culpa, te obligaron, o eso he entendido pero si no nos has mentido, solo fuiste una pieza en un juego mucho más complicado que otras personas armaron—me explico y la mire, para después mirar a Colin—Debes entender que eras su mayor apoya, la luz de su vida, cuando te fuiste lo paso muy mal, se encerró en si mismo, nos costo mucho que volviera a salir de casa y ahora estaba retomando su vida, que vuelvas le recuerda que cosas que no quiere recordar, que es débil—.
Negué.
—No es débil—afirme.
Colin era todo lo contario a debilidad, pasar los problemas familiares que el pasaba con solo quince años y no dejar que eso te supere es de una persona fuerte, no de débiles, no debía dudar de él mismo, de sus fortalezas, de sus virtudes, no era una opción que lo hiciera.
—No es cuestión de lo que sea, sino de lo que el sienta—dejo claro mi amiga.
Priscila siempre estuvo problemas por su origen, su madre era demasiado japonesa, con las tradiciones y todo mientras que su padre era un devoto hombre americano, pero era devoto con su nación sino con su mujer y su hija, las amaba más que a nada en este mundo, con una tienda y demasiada amabilidad como para responder a los ataques de las personas, pero vivíamos en un pueblo en el que la superioridad americana era una religión, quizás más importante que la cristiana, siempre sufrió ataques e insultos, sus padres discutían porque a la mujer le molestaba con demasiada fuerza que su marido no hiciera nada por proteger a su hija, pero en ocasiones es difícil decidir entre tener dinero para darle una mejor vida o proteger a tu hija del mal.
—¿Qué tal tus padres?—le pregunte y ella me miro sorprendida—Cuando me fui me quede muy preocupada por saber si tu madre se iba a Japón—.
—No se ha ido—me dejo claro y le mire—Siguen juntos y luchando por su amor—me dejo claro.
Sonreí.
—Espero que todos los problemas se hayan solucionado—comente.
Priscila rio.
—Tres días después de que te fueras, la madre de Colin se suicido, y bueno, tiempo después el padre de Reese fue encarcelado—me conto.
Me quede demasiado sorprendida.
Angie, la madre de Colin fue un persona demasiado importante para mi, era una mujer fuerte e independiente, viva para cuidar a sus dos hijos Colin y Pía, era una mujer que siempre que fueras a su casa, te recibía con la más hermosa de las sonrisas, su pelo castaño y sus ojos claros iluminaban cualquier lugar, era una gran persona y una persona demasiado inteligente, pero vivía un mal momento, amaba a sus hijos y a su marido pero de la misma forma, estaba dolida por no poder hacer todo lo que planeo, estaba atada a una vida que no deseaba con personas que amaba, y siempre hay que decidir que es mejor, si sufrir una vida por esas personas o dejar el sufrimiento y tener otra oportunidad, otra vida, siempre admire su belleza y su sensatez, Colin no la dejaba sola ni un solo segundo para evitar que su depresión le hiciera cometer locuras, yo solía estar con ellos para que la mujer ni el hijo se agobiaran.
—¿Como?—pregunte sin saber bien si era una broma o que estaba pasando, se que Priscila jamás bromearía con algo así pero estaba tan desesperada que no estaba segura si podía controlar mi mente.
El padre de Reese era una persona complicada, jamás fue alguien que pude comprender al cien por cien pero era alguien bueno que ayudaba y amaba a todo el mundo, era bueno y demasiado agradable, era de esas personas que siempre ayudaban a todo el mundo, tenía un taller de coches y amaba a sus hijos.
—¿Lo de la madre de Colin o lo del padre de Reese?—me pregunto y la mire—No se habla de ninguna de las dos cosas, pero puedo decirte lo que se, el padre de Reese escondía dinero al gobierno y le pillaron—.
Sentía que el mundo se había vuelto loco, Middleton siempre parecía el pueblo perfecto, un lugar en el que la gente se conoce, hay una iglesia a la que todos acuden los domingos y las puertas pueden estar siempre abiertas pero esta claro que nada es el sueño que nos vendieron, nada era como nos contaron.
—De niña creía que nada malo pasaría si estábamos aquí, ahora tengo la teoría de que este pueblo trae mala suerte—susurré.
—¿Sabes quien es tu padre?—.
Me quede sorprendida por la pregunta de Priscila, la mire demasiado sorprendida.
—¿El que violo a Julieta?—.
—Bueno o el chico con el que estaba, puede que sea el tu padre—comento Priscila, la mire sin saber bien que decir, estaba demasiado perdida.
No había hablado con Julieta, de nada, pocas conversaciones mantuvimos, no tenía ni un solo deseo de saber que pasaba con ella o por su mente, lo poco que supe fue lo que escuche en el juicio, estuve cada día, sentada en una silla mientras abogados luchaban por mi, en nombre de personas que decían quererme pero nadie me quería.
—No se quien es ninguno de los dos—deje claro.
Priscila me miro, la conocía muy bien y si en estos dos años no cambio, sabía que quería decirme algo, fuese lo que fuese y doliera lo que doliera, se que quería decir algo pero no lo iba a decir, al menos no hasta organizar su cabeza para decírmelo de la forma menos dolorosa posible.
—Natalia, sube—me ordeno Jeremy que estaba en el escenario.
Mire a Priscila para dejarle claro que íbamos a seguir con esa conversación y me acerque al escenario.
Hace dos años que no canto delante de nadie, teniendo claro que los botes de jabón y la nieve no cuentan para nada como espectadores que puedan darme miedo, hacía dos años que no me enfrentaba a que la gente opinara sobre mi voz, y eso me daba pánico, siempre fui la niña buena y perfecta, la que lo hacía bien pero me daba miedo ya no serlo, me daba miedo que no pudiera ser la amiga que ellos merecían, la que recordaban.
—No se si podre con esto ahora mismo—comente.
Colin bufó.
—Estaba claro que no es una persona de la que nos podamos fiar,—dejo claro
Mire a Colin demasiado sorprendida y molesta.
—Pégame, grítame, y hazme sentir todo lo mal que quieras pero por favor no me dejes de querer—le suplique.
Colin se acerco a mi y levante la cabeza para dejarle claro que no le tenía miedo y que dijera lo que dijera, iba a quedarme con la cabeza alta escuchando y lista para responderle.
—Te deje de querer hace demasiado—me dejo claro y le mire demasiado impresionada.
Negué y agarré mis cosas para irme de ese lugar, no porque no mereciera la pena luchar por ellos sino porque necesitaba organizar mis ideas, salí del bar sin esperar que nadie me dijera nada y camine por el pueblo para llegar al único lugar que sabía que habría calma y podría sentir dolor.
La cabaña del bosque es algo que construí con mi padre para dejar de molestar a mi madre con la música y es algo que claramente alguien a mantenido en buen estado, no tenía las llaves del lugar por lo que me senté en la silla de fuera, esperando a que la inspiración o un consejo apareciera en mi mente.
—Solo pido que alguien me de una maldita idea para saber seguir—suplique.
—Siento informarte que por estos caminos, dios no ayuda—comento una voz masculino saliendo de detrás de la puerta de la entrada, me gore y la ventana que estaba detrás de mi, se abrió para dejarme ver a Gordon, quien creía que era mi sobrino pero ahora resulta que es mi primo, el hijo de Andrés, era una gran persona, era dos años mayor que yo, le apreciaba demasiado, siempre fue una de mis personas de mi familia, era una de esas personas que te escuchaban y te ayudaban en todo, si fuera de mi edad seguramente sería mi mejor amigo, pero era mayor y siempre estaba perdido en sus cosas.
Respire hondo, estaba demasiado sorprendida por verle, pensé que estaba en la universidad o en cualquier otro sitio, aunque también tuve la teoría de que como el resto del mundo, como el resto de mi familia, esconderse de mi para evitar enfrentarse a mi, no se si era una persona mala, no se si les había hecho algo malo pero lo que sabía era que como si oliera mal o les hubiera hecho algo malo.
—¿Qué haces aquí?—le pregunte demasiado sorprendida.
Gordon salto por la ventana y se sentó al lado mío.
—Lo primero que deberías hacer es saludar—comento y le mire.
—Tú tampoco has saludo—le deje claro, no me molestaba sus comentarios, pero me estaba molestado demasiado que las personas pidieran que les dieras algo cuando ellos mismos no los daban.
Gordon me miro.
—Hola primita bonita—me saludo y le mire—¿Ahora me puedes explicar que haces aquí y por que no estas con tus amigos?—me pregunto y le mire.
Cerré mis ojos y me apoye mi cabeza en su pecho demasiado confundida.
—He estado con ellos—conté—Quieren que cante—.
Gordon me miro demasiado sorprendido.
—Amas cantar, creo que cantas antes de que andas, canta—me dije.
Me levante suspirando y le mire, estaba demasiado nerviosa, no sabía como explicar lo que sentía, pase mi mano por mi cuello para tocar mi collar con cuidado, estaba demasiado nerviosa, las cosas no son demasiado sencillas, todo el mundo tenemos un talento, algo que nos hace únicos y diferentes, pero eso aterra de formas que nadie puede entender porque debes ser siempre perfecta en ello, siempre perfecta en tu talento, sin tiempo a equivocarte o a poder descansar.
—No es tan sencillo—intente explicar, respire hondo para mirarle e intentar entenderme a mi misma—Amo cantar, lo deseo cada día, cantar o estar dedicándome a ello todo el día, pero no puedo cantar, hace mucho que no canto delante de nadie y me da demasiado miedo hacerlo, decepcionar a los demás—.
Gordon paso su mano por mi pelo y me sentó en la silla para que me calmara.
—Respira—me dejo claro y le mire—Necesitad pensar en el momento, no estresarte con las pocas que no puedes controlar, deja que las cosas pasen, si lo haces mal, que se busquen la vida, creo que con lo que has pasado estos dos años, no puedes pedirte ser perfecta en todo—.
No quería ser perfecta, pero si quería ser la mejor versión de mi misma, ser esa persona de la que al final del día, me sienta orgullosa de mi misma, no estaba casi orgullosa de nada, mi familia era un desastre, mi vida era un desastre, todo lo que conocí como familia, era una mentira, y no es que no me importa que la mujer que me crío no sea mi madre, era algo que siempre deseaba, que no lo fuera porque en ocasiones aguantarla era una tortura y ahora, no haría nada de eso nunca más.
—Debes adaptarte a la nueva vida, a lo nuevo que tienes en tu vida—me dijo.
Negue, estaba demasiado sorprendida por todo lo que estaban diciendo, me molestaba demasiado que todos me dieran consejos, que me dijeran que tenía que hacer y que no, me molestaba demasiado que las personas se tomaran esa libertad cuando lo unico que tenía claro en mi vida, era que debía dormir esta noche, lo demás no era claro en mi vida.
—No necesito...—comencé a decir pero Gordon me lanzo una mirada haciendo que me callara y me sentara en la silla.
—Si necesitas consejos y apoyo, por eso voy a ser yo esa voz que necesitas—dejo claro.
Me quede demasiado impresionada por lo que estaba diciendo, sin entender nada pero entendía demasiado bien lo que estaba pasando, necesitaba ayuda y bastante apoyo en estos días para poder volver a ser la persona que era antes de que mi vida cambiara aunque no estaba muy segura de que las cosas puedan volver a ser como antes.
—Empezaremos poco a poco—comento, le mire demasiado sorprendida, no estaba segura de nada—Vamos a tomar un te—me dijo tranquilo, volviendo a meterse a la casa por la ventana, para abrir la puerta, le mire demasiado sorprendida, pero no dije nada, respire hondo para entrar a la casa, a la pequeña cabaña que era uno de los lugares favoritos del mundo.
Según entrabas en la esquina de la izquierda había un piano, estaba colocado ahí porque era el único sitió que se me ocurrió y porque era el instrumento que menos usaba, las paredes estaban llenas de estanterías con vinilos, era todo demasiado hermoso, no lo podía negar, estaba lleno de instrumentos, y tenía un baño, nada más era necesario, había unos sofás para descansar pero no es que fuera algo que necesitara con demasiada necesidad, pero eran un lugar perfecto para dormir un poco, aparte que por petición de mi padre, bueno mi abuelo, quien construyo la cabaña conmigo, había una pequeña cocina, para que no se me olvidara dormir.
—Tomemos te—me dijo yendo a la cocina en silencio mientras yo me sentaba en el sofá .
Estaba seguro de que esto solo era un mal momento y esperaba que las cosas mejoraran, y con todo mi ser que la amistad con Colin volviera a ser como lo era antes, porque necesitaba demasiado su compañía tanto como necesitaba respirar, necesitaba demasiado sus abrazos y su apoyo, le necesitaba con todas mis fuerzas y haría lo que fuera por recuperarle, y sabía que Gordon me iba a ayudar.