Capitulo 5

3674 Words
La gente define el caos como el desorden, la falta de orden, todo lo contrarío a tener las cosas organizadas por colores y tamaños, esas librerías que salen en internet y son la envidia de todo el mundo, libros organizados por colores, por tamaños, esas cosas que todos queremos, pero que son algo de una foto y ya, mantenerlo es algo casi imposible, pero creo que soy la unica persona que es consciente de que tanto orden no es lógico, no es capaz de organizar tanto la vida de una persona. El desorden esta bien, me gusta, pero decirlo no esta bien. Me gusta que las cosas no tengan un sitió fijo, que cada día los puedas dejar en un lado, y nada malo pase, las cosas son libres de sentirse cómodas donde quieran y cuando encuentran su lugar, lo hacen libremente, como las personas, veo a los objetos como personas pero no se les puede hablar, a menos de que estés muy loco, pero ese no es mi caso, a menos no de momento. Por mucho que me guste el desorden, por mucho que necesite vivir en el desorden, me gusta el desorden que yo misma organizo de forma premeditada, un desorden concreto, un desorden que yo misma controlo y deseo, pero el desorden que viene de un momento a otro, un desorden que yo misma no controlo, no me gustaba para nada, no me gustaba que fuera parte de mi vida. Si el caos siempre había sido parte de mi y lo he aprendido a amar, con toda mi esencia y aceptar de forma que los dos vivimos en el mismo espacio sin tener miedo a las consecuencias, y por ello, no era algo que me diera problemas hasta ahora. No soy organizada, prefiero tirar las cosas por mi alrededor para cuando tuviera que buscar, saber que estaba tirado en un punto concreto del desorden, debajo de la cantidad enorme de ropa es donde estaba las llaves de la taquilla, y mi mente era igual, me gustaba tener todo apilado sin sentido, solo entendiendo yo misma donde estaban las cosas, donde podía encontrar las cosas, si buscaba con mi sistema, aunque luego viniera mi madre, bueno, mi abuela a ordenar mi habitación, complicándome todo, odiaba a las personas que hacían eso, que querían mover la vida de las personas porque no les gustaba como vivías, por lo que querían que vivieras como ellos lo hacían pero por desgracia, si todos fuéramos iguales, el mundo sería demasiado aburrido. Pero el desorden estaba bien cuando era yo quien decidía que las cosas estuvieran tiradas en un lugar, concreto, previamente no decidido, pero que luego tomaba sentido. Eso es muy diferente a que las personas me mientan y me cuenten las cosas de mi vida, las que me afectan a mi, a como soy y a como voy ha hacer las cosas, de la forma que ellos deseen, como quieran y cuando quieran. Se, consciente y certeramente que a menos que sean los seres más crueles del mundo, todos deseamos tener un padre y una madre, esas personas que nos ayudan, cuidan y nos enseñan antes de que lo vivamos lo que somos, porque ellos o nosotros somos replicas del otro. Siempre me daba miedo poder ser adoptada o secuestrada, por ser tan diferente a mi familia, era la unica con talento musical y algo de criterio para saber que música merecía la pena. Ahora entiendo que no, simplemente tengo parte sanguínea de otra familia, de unas personas que no conozco, unas personas que quizás sean lo mejor del mundo, o quizás sean unos psicópatas que me hagan huir del pais, teníendo en cuenta que yo tampoco soy la persona más amable del mundo, no me sorprendería. Mire al edificio, que ahora era mi casa. —No entiendo como esto se puede llamar casa—me queje mirando el edificio. Gia ladro y la mire. —Si, soy una dramática, supéralo—me queje a mi perro, que se acerco a mi para oler mi pierna, me di cuenta ahí que llevaba zapatos diferentes, una zapatilla de deporte azul y la otra rosa, no es que me importara, mirando el lado bueno de las cosas, eran zapatos del pie correcto, y no dos pies izquierdos o dos derechos que dificultarían el andar. Gia volvió a ladrar y me puse a caminar. —¿Has visto tus zapatos?—me pregunto una voz que reconocí al instante, me gire para ver a mi tío Andrés mirando mis zapatos, en silencio, bueno no tan silencioso porque me hizo esa pregunta. —Si, era intencionado—deje claro aunque era mentira pero me negaba a equivocarme, y menos delante de él que si sabía que me equivocaba , se lo diría a Julieta que usaría eso en mi contra. —¿A donde vas?—me pregunto y le mire. —Pues mira por donde, no se lo he dicho a Julieta así que menos a ti—le deje claro. Mi tío me miro demasiado sorprendido, se que estaban molestos de que no aceptara esta nueva forma de vida, pero no es que fuese una vida demasiado deseada, no creo que tengan sentido enfadarme pero mucho menos tiene sentido tomármelo como si nada. —No creo que quieras que llamemos a la policía y que hagamos un problema—aviso. Le mire. Sabía donde iba a ir, y estaba claro que meterme en un problema cuando llevábamos tan poco en el pueblo de nuevo, no era la mejor idea del mundo, era como empezar con el pie izquierdo, anteriormente no me llevaba bien con el sheriff del pueblo, era el padre de una compañera de clases, con la que tampoco me llevaba demasiado bien, por lo que si me metía en problemas en estos momentos sabía que las cosas se iban a complicar, e iba a ganarme el odio de todo el pueblo. —Voy al bar o donde Priscila, aún no lo se, a donde me quieran escuchar—le deje claro. Me miro en silencio, pero asintió para volver a la casa, Camine por las calles hasta llegar al bar, era un pueblo pequeño, no era necesario andar mucho para llegar a cualquier parte de este, pero aunque supiera eso, aunque fuera corto el camino, se me hizo eterno, no corrí, fui caminando porque aunque tuviera demasiada prisa, no estaba para nada preparada para llegar a la casa. Al llegar, me quede en silencio, quieta demasiado nerviosa por lo que iba a hacer, Colin no era mi amigo, aunque lo deseaba estábamos en un punto raro de nuestra relación y me daba miedo que no reaccionara como quería ante mi visita nocturna y rara, pero no tenía muchas opciones ni nada de ganas de lidiar con esto sola. Rodee el edificio del bar, para subir las escaleras que iban a la puerta de atrás de la casa, había dos entradas, la que se accedía por el bar y esta, para mi, la mejor era esta porque evitabas tener que andar por cajas y cosas raras acumuladas en el almacén del bar. Había estado muchas veces aquí, prácticamente era mi segunda casa, incluso tenía una llave que a día de hoy guardaba pero no me parecía demasiado correcto entrar como si nada, por eso debía hacer las cosas bien. Toque el timbre, rece con todas mis fuerzas para que la puerta me la abriera Colin, se que en la casa solía vivir quien estuviera de guardia en el bar, en realidad la familia tenía otra casa en la que vivían todos pero la tranquilidad del piso era demasiado hermosa cuando odiabas el ruido, por suerte, el mundo me comenzó a sonreír y Colin abrió la puerta. —¿Qué haces aquí?—pregunto y le mire—¿Y que haces con una perra?—pregunto seguido. Le mire y sin poder hacer nada más, le abrace porque estaba completa y totalmente destruida, había perdido el sentido de mi vida y no era capaz de comprender nada de las cosas que estaban pasando, mi cabeza era una confusión de sucesos, todas las piezas del puzle de mi vida estaban sueltas y no estaba para nada segura de como iba poder volver a encajarlas. Soy desordenada, soy un caos pero mi caos me gusta y es algo que puedo controlar, pero lo que ahora esta pasando, no tenía sentido en mi caos. Colin se quedo quieto mientras yo le abrazaba con fuerza y desesperación, dejo que le rodeara sin decir nada, en silencio, mirándome desde su altura, desde arriba, porque era más alto que yo, no mucho pero lo suficiente para poder mirarme por encima. El abrazo se sentía al cosa más fría y triste del mundo, entendía porque era así pero de todas formas era algo que em dolía demasiado, la separación que había entre la persona más importante del mundo para mi, estábamos cerca, pegado uno contra otro pero demasiado separados por como nos sentíamos emocionalmente. —Espera un momento—comento Colin, haciendo que me separaran de él para entrar a la casa, me quede demasiado sorprendida porque no me dejara abrazarle, comprendía que no me quisiera abrazar, habían pasado dos años desde la ultima vez que nos abrazamos, estaba enfadado, demasiado, por lo que no querer tocarme era demasiado lógico pero nos habíamos besado por lo que no comprendía para nada, que no me quisiera abrazar. Entramos a la casa, Gia, mi querida perra entro en la casa y se tumbo en el suelo a un lado del sofá. —¿Puedes contarme que ha pasado?—me pregunto Colin. Suspiré, me senté en el sofá demasiado desesperada, estaba demasiado agobiada, me dolía todo lo que estaba pasando, no era capaz de comprender todo lo que estaba pasando, no comprendía la historia de mi vida, no comprendía como podía vivir con tantas dudas en la vida. —Es Gia—dije señalando a mi querida perra—Me la ha regalado Julieta—le deje claro. Colin me miro, se apoyo en una pared para mirarme, creo que esperaba que le explicara mucho más, yo también esperaba poder contarle demasiadas cosas pero aún estaba preparada, ni yo misma estaba preparada para comentar las cosas que tenía que contar. —Se ve que Julieta no te conoce mucho, los chantajes no suelen funcionar contigo—comento Colin. Le mire. Colin me conocía demasiado bien, nos habíamos criado juntos, habíamos pasado todas las etapas de la vida juntos, recuerdo que la primera vez que me vino la regla estaba durmiendo en su casa, me puse histérica y llorando, el actuó super dulce. Despertó a su madre y me preparo un baño de agua caliente, me trato demasiado bien y limpio todo sin juzgar, en ocasiones los chicos cuando viven esto, eran de lo más idiotas, de lo más insoportables, pero Colin fue genial, siempre era demasiado bueno en todo y me conocía mejor de lo que yo misma me conocía. —La odio—. Colin me miro sin saber que decir o que hacer, no le podía pedir muchas cosas, había sido mala con él, le había dejado en su peor momento, y en el peor de mis momentos, no le podía pedir que estuviéramos como si nada, como si fuera lo que hacía girar a su mundo. —Me has despertado, así que espero que merezca la pena—aviso Colin, mi perra se acerco al chico y sin dudarlo él acaricio el morro de ella como si fuera la cosa más sencilla del mundo, como si se conocieran hace demasiado tiempo pero al igual que conmigo, apenas nos conocíamos. Le mire, estaba demasiado nerviosa. —Si te molesto, me voy—avise. Colin me miro pasando su mano por su pelo para despeinarse más de lo que ya estaba, mi intención no era despertarle pero era la unica persona con la que quería hablar, quería solo estar con él, contarle todos mis problemas, que em abrazara que me dijera que a su lado no pasara nada, que el me iba a proteger, necesitaba eso pero estaba claro que no lo iba a tener. —No he dicho que me molestes—dejo claro y le mire. —Eso parece—me queje. El chico paso su mano por la cara y me miro. —No me molestas, enserio, estoy para lo que necesites—comento aunque no estaba muy segura de si estaba dispuesto a estar en mi vida, en todos los aspectos de ella al menos, se que en este aspecto, se iba quedar a mi lado, los dos estábamos conectados por los desordenes que dejaban las familias, su familia no es que fuera muy normal, pero no se si en el resto de la vida, estará a mi lado, porque yo no estuve en todas las etapas de su vida, en todas las que necesitaba. —Es una perra bonita ¿Verdad?—comente acariciando al perro. —Natalia—me llamo y no le mire porque aún no estaba preparada para afrontar las cosas— Rubia—me llamo y le mire, odiaba mi nombre, era algo que estaba relacionado con la navidad, época que no me gusta y odiaba la diferencias con mi familia, por lo que Colin usaba eso para darme un apodo, el cual hace demasiado que no usaba. —Hace mucho que no me llamas así—comente. —Hace mucho que no estas aquí—dejo claro. Auch, si dolía sus respuestas frías. —En Alaska apenas podía salir de la casa, tenía las horas contadas para que nadie pudiera saber quien era pero lo más gracioso es que no había una orden de búsqueda en mi nombre, no era yo quien huía de la ley—conté y me miro—Molly apuntaba lo que Jeremy daba en clase y me lo explicaba por teléfono para que no me quedara atrás—hice una leve pausa—No sirvió de mucho, en los meses que estuvimos en Washington, me pusieron un profesor que me enseño todo de cero, para que tuviera el nivel de mi edad y ahí tampoco me dejaban salir mucho, me pusieron en un hotel vigilada, iba ser un hogar pero tenían miedo a que me escapara—. Le mire. —Lo hubiera hecho—comente—Escaparme, me refiero a eso—. —Lo estaba entendiendo—aviso. Notaba su mirada en mi mientras yo tenía que mirar al suelo para poder unir los hilos de esta historia, para poder explicarle que viví mi pequeño infierno y me vuelva a querer, y para darme tiempo a entender que había vivido una hora atrás. —Era gracioso, en Alaska teníamos una casa pequeña, y a mi me dieron la habitación con baño—explique y mire a mi perra—Me encerraban ahí, solo salía para comer y bueno, en ocasiones me dejaban salir cuando venía una visita importante, pero no era común, nadie del pueblo sabía que vivía ahí, y cuando vino el FBI a casa, me sentí una criminal comiendo mi comida sin saber que hacer—. Reí. ¿Qué iba a hacer sino? ¿Llorar? No me podía permitir que las cosas se salieran de control, ahora todo estaba bien, estaba en casa, en un lugar seguro, en un lugar que podía recordar y en el que las personas de este, siempre iban a ayudarme y acompañarme, tenía que sentirme bien, no podía permitirme llorar más, no en este lugar. Antes, en Alaska y Washington, lloraba todos los días, no comprendía nada de lo que pasaba, perdí el norte, no sabía quien era ni de donde venía, estaba perdida, desesperada por encontrar algo en mi vida, algo en lo que confiar, pero estaba claro que nada tenía sentido, y ahora lo debía tener, porque en ese pueblo, en mi pueblo, era yo, Natalia, tenía una labor y una identidad. —Natalia—me llamo y le mire saliendo de mis pensamientos—¿Todo bien?—. Pestañee sin saber que responder. Gia empezó a morder el sofá haciendo ruido y parando la conversación, esa pequeña perrita me estaba salvando de más de un dolor de cabeza. —¿Le has dado de cenar?—me pregunto y le mire. —Ni yo misma he cenado—me queje. Colin no dijo nada y se fue a la cocina, me quede quieta sentada en el sofá, estaba demasiado perdida en mis pensamientos sin estar muy segura de que hubiera sido buena idea venir aquí. Se que puedo contar con Colin para lo que sea, pero el beso cambia demasiadas cosas, no puede ser solo un amigo, no puedo tenerlo solo como amigo cuando me hace sentirte demasiadas cosas. —Tus galletas—me dijo Colin dándome un paquete de galletas con chispas de chocolate. Mis favoritas. —Espero que no hayas tenido estas dos años en el armario—comente abriendo el paquete. No respondió, solo se quedo en silencio mirando a mi perra, con un plato de carne en la mano, estaba bastante claro que no iba a tener comida para perros, pero no era muy lógico que tuviera mis galletas favoritas, a menos de que las hubiera comprado esta tarde, por mi y para mi obviamente aunque eso no se que podía significar o en que punto nos dejaba. —No se me ha olvidado que vienes a contarme algo—aviso poniendo un plato de comida para Gia en el suelo. Colin me miro, estaba demasiado nerviosa, no sabía como ordenar mis pensamientos, pero sabía que debía hablar antes de que me echara. —He conocido a mi padre biológico—. Colin se quedo en silencio, me miro sin entender nada, para ser sincera, yo tampoco entendía las cosas, no estaba para nada segura de lo que estaba pasando en mi vida, comprendía, de forma perfecta quien era mi madre, comprendía que la mujer que me había criado, era mi abuela, que no hizo las cosas de la mejor forma posible, que las cosas que ella hizo, eran más similares a una persona con problemas que a una buena madre. —Pensé que Julieta no quería nada con el padre—comento. Le mire. —No entiendo para nada lo que pasa, no entiendo nada como mierdas están haciendo las cosas, pero parece que mi padre es un hombre joven y elegante, que a mi querida madre le encanta, y no entiendo nada—me queje. Colin se sentó en el sofá a mi lado. —¿Te has ido a una casa?—me pregunto y le mire—¿No te habrás escapado? Lo ultimo que necesito es que venga la policía siguiéndome—aviso. —No me he escapado, saben que me he ido y no creo que tengan derecho, ni un solo derecho a saber donde estoy o que hago, no me educaron, no han estado nunca y ahora que vienen queriendo todo de mi—me queje—Además, me vio Andrés, sabe que estoy aquí, tranquilo—avise. No me parecía bien pero irónicamente, yo estaba pidiendo lo mismo a mis amigos, les estaba pidiendo que hicieran como si nada hubiera pasado como si la vida se hubiera detenido hace dos años y este tiempo separados, solo hubiera sido un mal sueño, y eso mismo, quizás de forma más dramática me estaba pidiendo Julieta y ahora, Eric, ser parte de mi vida, que olvidara los años de sufrimiento, que me olvidara de todo y les dejara ser parte de mi vida, no se si era buena idea. —No puedes negar que un poco como ellos eres—comento y le mire—Pedís lo mismo, solo que tú un poco más violenta—dijo y le mire en silencio. —¿Es una forma de echarme?—le pregunte. —No puedo dejarte irte de mi vida—comento—Otra vez no, al menos—susurró esta vez. Le mire. —No se que hacer—confesé—Estoy demasiado perdida y confundida, entiendo que tengo un padre y una madre que quieren ser parte de mi vida, que no me han criado, pero lo que aún no se es si es porque no han querido luchar o porque no han podido—le explique—Lo único que tengo claro es que quiero cantar—le deje claro. —Habla con ellos—me pidió y suspire—Se que todo el mundo te lo pide, pero estoy seguro de que os vendrá bien—. —¿Puedo hacerlo mañana?—le pregunte y me miro. —Esa es tu decisión pero dudo que te dejen entrar por la puerta sin hablar—comento y levante mi ceja para que entendiera cual era mi loco plan—Vale, te puedes quedar a dormir aquí—dijo tras unos segundos en silencio pensando y entendiendo mi idea. Me levante y Colin me miro. —Tu duermes en la cama y yo en el sofá—dejo claro y le mire. —Dormimos juntos—le deje claro. Colin me miro en silencio pero dudo que me fuera a responder o criticar, hacía mucho que dormíamos juntos, casi desde que nos conocemos, no niego que pueda ser muy incomodo dormir con alguien de tu sexo opuesto, por muy amigos que seamos en la etapa de la vida en la que estamos, las hormonas siempre juegan malas pasadas pero no me importaba, necesitaba estar con él, dormir abrazada a él y sentirme segura. —Vamos—se limito a decir, ofreciéndome su mano para que la levantara del sofá y fuéramos a dormir, le mire demasiado sorprendida, no estaba segura de que confiara mucho en lo que estaba pasando pero no iba a ser yo quien se pusiera a poner peros a mi propia petición, así que me limite a tomar su mano.
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