—Entonces dime la verdad, Elijan —insistió Mabel, acercándose un poco más—. ¿Fuiste tú quien asustó a Dimitri? Si me mientes, te crecerá la nariz… Intentó parecer seria, pero sus ojos brillaban de picardía. Elijan solo le sonrió, como si guardara un misterio demasiado grande para confesar tan fácilmente. Pero tras esa sonrisa, algo cambió en él. Se volvió más sereno, más decidido. Elijan suspiró con suavidad y respondió con una calma inusual: —Nunca más podré mentirte, Mabel… porque pronto tendré que llevarte frente al Padre. Y después de eso… conocerás tanto de mí que las palabras sobrarán. Sus palabras fueron suaves, pero intensas. Mabel sintió un leve estremecimiento cuando él besó su frente con ternura. —¿Qué secretos guarda tu pasado que son tan difíciles de revelar? ¿Quién es es

