Después de contarle la verdad a Mabel, Bastian la vio subir lentamente las escaleras, con la mirada nublada por emociones que él no lograba descifrar del todo. Sabía que necesitaba darle espacio. No la seguiría aún, aunque una parte de él gritara por correr tras ella y suplicarle que lo escuchara. Sabía que debía esperar. Mabel necesitaba tiempo para procesar la verdad… la verdad sobre quién era él, sobre lo que había sido desde su nacimiento, sobre lo que era ahora. Elijan, encerrado en lo profundo de su mente, se removía inquieto. Ambos sabían que esa conversación con Mabel no había terminado. No podía quedar ahí. Pero también sabían que lo urgente no era ella en ese momento, sino el objeto. El libro. El recuerdo le vino como una punzada en el pecho. La historia que Mabel le había con

