El corazón de Elijan latía con una fuerza desmedida mientras conducía en silencio, siguiendo a lo lejos el auto que la llevaba. Cada cruce, cada semáforo, era una cuerda que tensaba más su alma. En un giro inesperado, la vio. Mabel. Su rostro se asomó brevemente por la ventanilla del auto, iluminado por la luz tenue de un farol. Por un instante, Elijan sintió que ella lo percibía. Sus ojos, grandes y oscuros, se adentraron en la noche como si buscaran respuestas. Y entonces, lo encontraron. Fue solo un segundo, pero bastó para que algo en su expresión se transformara. Él se elevó, dejando atrás su forma humana, y voló sobre ellos en silencio. Era una sombra entre las sombras, un susurro del viento nocturno. Los siguió hasta la universidad, donde se detuvieron. Desde las alturas, los obs

