El joven quien decía llamarse Stefano me arroja hacia la calle que estaba más cercana a nosotros, no comprendía que estaba pasando y mi cuerpo involuntariamente obedeció sus órdenes, comienzo a correr. Conforme lo hago dejo de escuchar poco a poco la voz de Stefano, a quien los hombres alcanzaron escuchándose como se acerca un auto y a su vez varias puertas cerrándose, se lo llevan en contra de su voluntad.
¿Qué es esto? ¿Un secuestro?, no entiendo que tengo que ver yo en todo esto.
“¡Corre Emily!” escucho apenas si un ligero susurro con su voz.
Al llegar a la siguiente calle comienzo a escuchar un auto acercándose sigilosa mente a mí, me está alcanzando, ¿Dios por qué está pasando esto?, la nieve cruje fuertemente debajo de mis cansados pies y la calle es demasiado larga, el auto está a punto de alcanzarme cuando escucho una voz familiar gritando mi nombre.
- ¡Emily! ¡Señorita Emily! - una muy masculina voz me hace girar mi cabeza.
- ¡Lino! - grito entusiasmada al ver que se trataba de Lino. Me apresure a subir al auto viendo veloz mente a todas las direcciones posibles para confirmar que me perseguían.
- ¡Qué ocurre Emily?! ¡¿Que te ocurrió y porque estás herida?! - me pregunta asustado Lino quien estaciona el auto.
- ¡Lino me persiguen! ¡me están persiguiendo!, ¡me quieren secuestrar como a Stefano! - no me había percatado que debido a las caídas mis rodillas se rasparon y sangraban.
- ¿Persiguiendo?, ¿secuestro?, ¿de qué hablas Emily? ¿Quién te está persiguiendo? ¿Quién es Stefano? ¿De qué estás hablando?- me mira confundido y preocupado mientras subo al auto.
- ¡Si Lino… Arranca sácame de aquí me van a alcanzar! ¡Se llevaron a Stefano! - le grito aterrada.
- Pero Emily, no hay nadie en la calle, solo estabas tú lo miro atónita sin comprender. – Si mira no hay nadie, saliste del auto hacia la plaza hasta que te perdí de vista, te tardaste mucho después solo te vi que salías corriendo por la calle sola y asustada…- termino diciendo mientras dibujaba en el aire mi recorrido.
- Pero ¿Qué dices? Si venían detrás de mí unos tipos-
- No Emily solo eras tú quien corría, no hay nadie más aquí- me mira preocupado -
- Nada tiene sentido - intento digerir todo esto.
Me acababa de besar con un desconocido músico, me llamaba por otro nombre, aun pese a eso le correspondí, fui testigo de su secuestro, él ¿me protegió?, ¿acaso no fue real nada de esto?, Lino me acaba de decir que no me vio con nadie y que tampoco me perseguían, fue un espejismo ¿nada fue real?.
Mi cabeza me destrozaba con infinidad de preguntas, no sabía que hacer debía llamar a la policía y reportar el secuestro, pero que les diría si ni siquiera es el nombre de este chico, solo que me dijo que se llamaba Stefano, no sé nada más de él, o si es que es real. Después de unos segundos logré recapitular la secuencia de lo que ocurrió y recordé que me puso una bufanda color beige en el cuello, y en efecto seguía en ese lugar contenía su aroma.
- Emily ¿te encuentras bien? -Lino me observaba preocupado pues no lograba quitar mi expresión de angustia.
- Si – me mira no convencido levantando su peculiar ceja – Está bien no, no lo estoy, pero no quiero hablar por el momento de esto. Tengo que regresar a la plaza- asegure confiada en un suspiro.
- Pero estás sangrando hay que curarte eso- me dice señalando mis rodillas heridas.
- Tengo que hacerlo Lino - le confieso segura.
- De acuerdo, pero te acompañaré, me matará el señor Ricci si te pasa algo más esta noche - finalizo bajando ambos del auto.
Lino un joven moreno, alto un poco mayor que yo, quien más que mi chofer personal se ha convertido en mi mejor amigo y cómplice, Papá lo contrato cuando regresamos a Florencia, él es hijo de Martha mi niñera así que era de toda la confianza de papá, y ayudaba a ciertos trabajos temporales en la casa desde niño, en especial en el jardín ya que es un amante de las plantas.
En ese entonces notamos que teníamos mucha química, después de que antes de mi desaparición no llevábamos una buena relación a pesar de nuestra diferencia de edad ya que es 8 años mayor que yo y antes no lo había tratado de una manera apropiada. Así que después de ciertos percances cuando volví a casa donde me perdía, no quería ver a nadie, Lino siempre me llevaba a lugares solitarios o me daba mi espacio para estar sola.
Recuerdo en especial la primera vez que regresé al colegio, entre a mi primera clase y no pude con tanta presión, todos a mi alrededor susurraban y especulaban cosas a mis espaldas por mi larga desaparición, con mi recuperación y la perdida de mi memoria.
No me pude contener y salí corriendo sin rumbo del edificio, Lino me alcanzo a ver, me persiguió en el auto al alcanzarme se bajó, me tomó de la mano, me llevo entre lágrimas y gritos al puente Vecchio que estaba a unas calles, aunque me asusté mucho, al llegar me quede en silencio, el solo se volteó señalándome con una mano el largo puente que estaba frente a nosotros diciéndome “llora todo en él… deja que tus lagrimas fluyan como el río… solo así se irán” entre discusiones me forzó a subir e hice lo que me dijo, lloré después de meses, había intentado ya ser fuerte por mi familia, pero fue muy difícil, y así fue como Lino me ha ayudado cuando mi vida se sale de control.
Sin Lino en mi vida, no hubiera tenido el apoyo de Lino, no sé qué hubiera sido de mí...