Una boda reveladora
➹Samara Carlsen➷
Sostengo el hermoso ramo de lirios con dedos temblorosos mientras estoy vestida de blanco en el altar. Hoy se supone que debe ser el día más feliz de mi vida, pero el nudo que se forma en mi pecho me recuerda que no lo es; solo estoy cumpliendo la petición de mi familia al contraer matrmonio con uno de los hombres más influyentes de la alta sociedad Londinense: el perfecto Rino Blossom.
Pero no es tan perfecto, se atrevió a traer a su amante a nuestra boda, sin sospechar que yo lo sé, la noche anterior lo confirmé, así que tengo una sorpresa para él.
Él me mira con sus ojos engreídos mientras escucha la pregunta que le hace el cura.
—Acepto —su confirmación retumba en mi cabeza y eso confirma que estaremos unidos.
—Samara, ¿Aceptas a Rino Blossom como tu esposo, para amarlo y respetarlo hasta que la muerte los separe?
Fuerzo una sonrisa mientras me tomo el tiempo de meditar mi respuesta.
Levanto la vista hacia los invitados que miran en nuestra dirección atentos, con toda esa curiosidad disfrazada con sonrisas modestas. La mayoría son conocidos de mi tío y su esposa, también la familia de Rino ocupa los primeros puestos de la derecha, pero no me concentro en los invitados, mi vista se desliza hacia la entrada. Mi corazón empieza un eufórico golpeteo al reconocer esa figura tan familiar. Ese pelo castaño y esos ojos verdes que son el distintivo de su elegante apellido. No es él, pero mi corazón no cesa su acelerado ritmo.
—Samara —me habla el cura y me repite la pregunta.
Podría decir que no, que estoy aquí por orden de mi familia o lo que queda de ella, ya que con la muerte de mi madre cada vez me sentí más sola. Solo soy la pequeña sobrina huérfana del gran banquero, Leon Carlsel, mi único tío.
Rino gruñe por mi escasez de palabras, está esperando que acepte ser su esposa. Hago mi mayor esfuerzo por no mostrar una mueca de desprecio, detesto a Rino Blossom. Quiere que ate mi vida a él y lo peor, solo tuvo que pedírselo a mi tío para que yo fuera entregada como tributo de intercambio, porque con este matrimonio, mi familia extenderá su negocio y se harán cargo del manejo monetario de los Blossom.
—Samara, responde —chilla Rino entre dientes, furioso—. Declarenos marido y mujer ya, padre.
—Ella no ha respondido…
—Dice que sí. Quiere ser mi esposa, de lo contrario no estaría aquí, ¿no lo cree?
El cura me mira inquisitivo buscando que yo afirme la declaración de Rino. Los murmullos entre los invitados se expanden desde la entrada hasta las primeras filas, no son lo suficientemente modestos para ocultar que hablan de mí. “¿Se habrá arrepentido?”, “Le dirá que no a Rino. Pobre de él, ella es una tonta”
Sí, olvidaba mencionar que todos aquí creen que soy la mujer más afortunada por casarme con el nuevo presidente de las empresas Blossom. Le regalaría mi fortuna a cualquiera de las jóvenes que babea por el hombre frente a mí, ese que no deja de aparecer en los periódicos como el soltero deseado.
—Acepto —digo al fin.
Los suspiros de alivio llenan toda la sala. Parece que el mundo deseaba que le diera el dichoso “sí” al hombre que el cura declara como mi esposo. Los labios de Rino se posan sobre los míos con un beso que nos da la dulce bienvenida al matrimonio.
Las felicitaciones no se hacen esperar ni los aplausos efusivos. Camino de la mano de mi esposo para dirigirnos al salón en la majestuosa residencia de la familia Blossom, me imagino que todo ha sido decorado elegantemente por Eloise.
—¡Felicidades a los novios!
—¡Vivan los Blossom!
Estoy distraída buscando con una mirada insistente esa cabellera castaña oscura y esos ojos verdes. No son los suyos, pero me recuerdan a él.
—¡Samara! ¡Oh, felicidades por tu boda! ¡Te has llevado los deseos de navidad de todas las chicas de la ciudad! Me temo que Santa tendrá que arreglárselas para complacer a las fanáticas de Rino.
Mi prima prima Valencia me felicita como si de verdad se alegrara, no me sorprendería descubrir que solo es cordial por la presencia de su madrastra y de su padre. En todo caso, puede que su alegría sea real ya que ella se ha salvado de ser la señora Blossom.
—Espero que estés feliz, Rino. Samara será la esposa ideal para ti —comenta Eloise con esa sonrisa que le regala a la sociedad.
—Ya tengo a mi esposa, no debí esperar tanto.
Habla como si no hubiera pedido mi mano hace solo cuatro semanas, él quería casarse la semana siguiente, pero Eloise dijo que sin anunciar la boda, la gente empezaría a hablar y a especular que la unión sería por un embarazo y la esposa de mi tío odia los escándalos.
—¿Y tú no dirás nada tío? —me atrevo a preguntar ya que no ha dicho nada. Lleva su mirada de mí hacia Rino.
—Como mínimo, cuídala —dice a Rino. Por un momento, veo al hombre que me acogió tras la muerte de mi madre, sin embargo sus siguientes palabras me dan una bofetada de realidad—. Ahora que somos Blossom, hablaremos de negocios.
Eloise sonríe mientras acaricia el hombro de mi tío, cubierto por su fino traje azul marino. Ella usa un vestido de colección igual que mi prima.
—Hablaremos de negocios cuando regrese de mi luna de miel.
—Tanto tiempo, estarán un mes en Santorini —repone Eloise. Recordando que ella es quien se ha encargado del destino.
—Entonces, hablemos. En unas horas tomaremos el avión, estoy ansioso por empezar a disfrutar mi matrimonio.
Casi se me ponen los pelos de punta, si no fuera por lo convencida que estoy de que ese momento no llegará. Rino deja un beso en mis labios antes de retirarse con mi tío y su esposa.
Una parte de mí se alegra de que me iré de la casa, desde que me quedé prácticamente huérfana, mi vida en casa de mi tío se basaba en cumplir las exigencias de Eloise. Me quería convertir en una princesa perfecta, una dama perfecta, como Valencia. Mi prima sí es perfecta ante sus ojos y estoy segura que se siente orgullosa de que Vale le haga caso en todo, mi prima la trata como si fuera su verdadera madre.
—Espero que te guste como se ve el salón. Yo elegí los girasoles por ti —me dice con una sonrisa encantadora.
Valencia posee una belleza aristocrática, es como una muñequita delicada, con cabellos dorados y ojos grandes azules.
—Te lo agradezco, pero sé que en el fondo sabes que lo que más deseo es huir de aquí.
—No ha pasado una hora desde que te casaste.
—Nunca debí casarme en primer lugar.
Ella exhala un aire de resignación y vuelve a colgar una sonrisa positiva en sus pequeños labios rosados como el tono de su vestido.
—Anímate un poco, no sea egoísta que hemos preparado todo con mucho amor.
«Yo no lo pedí »
—¡El ramo! —espeta como si hubiera tenido la mejor idea del mundo—. Debes lanzar el ramo para animar a las chicas.
Aquí no hay muchas personas cercanas a mí. Suena poco creíble que no tenga amigos en la ciudad cuando llevo viviendo desde los 15 con mi tío. Tengo una única y mejor amiga que no pudo venir.
De pronto, la sonrisa de Valencia va decayendo, llena de curiosidad volteo para encontrar lo que le ha quitado la emoción. Veo a los dos hombres que se acercan hasta nosotras. Esos ojos verdes que no olvido, pero no es él, este es Denver Wright y junto él camina Brendan Wilcox. Ambos hombres se roban unas cuantas miradas llenas de anhelo, en especial por parte de las jóvenes que buscan una nueva fantasía masculina ya que Rino ha salido del blanco de la soltería.
Y las entiendo, los dos caballeros aunque tienen cara de pocos amigos y aura de superioridad como si el mundo les debe algo, son atractivos si se les compara con el prototipo de dios masculino. Ambos altos, mirada intimidante y una seguridad tan reluciente como sus finos trajes a la medida. Se detienen frente a nosotras.
—Ho-ola —saludo. No tengo porque ponerme nerviosa, me repito eso, mientras observo a Denver, ciertamente me recuerda a su hermano ya que comparten los mismo rasgos físicos; sacudo la cabeza porque no debo pensar en él.
—Nos hemos acercado con la intención de felicitar a la novia —dice Brendan.
No lo conocía en persona, pero sé quien es porque su apellido siempre está circulando en los medios de comunicación. Es una sorpresa que esté aquí, seguramente ha sido arrastrado por Denver.
Hemos tenido vínculos con la familia Wright desde hace años, así que serían unos invitados indispensables; bueno, quizás la importancia de su apellido influyó en que Eloise no olvidara de su invitación, pese a eso, el único que ha asistido es Denver, no hace falta que busque a su alrededor o entre los los demás invitados, sé que su hermano no ha venido.
—Gracias —respondo por educación, la felicitaciones me recuerda mi sentencia.
—Mi abuelo pide disculpas por no poder asistir, me ha enviado a mí en su lugar —me dice Denver. Debí suponer que él tampoco está aquí por gusto, sé que no es un hombre muy social—. Pero te felicito, Samara.
Le sonrío lo más natural que me es posible. Se ha disculpado por su abuelo, pero no ha mencionado a su hermano, no sé qué esperaba, es claro que desde que se fue del país lo demás dejó de importarle, incluso yo, por eso no ha regresado.
—Aprecio que hayas venido.
—No creas que es una molestia —repone.
Valencia suelta un bufido cargado de ironía, los dos pares de ojos de los hombres también se posan en ella y ahora noto que se ha quedado más callada de lo normal.
—¿Pasa algo señorita Carlsen? —le pregunta Brendan a mi prima.
—No, disculpe. Es la falsa modestia del ambiente que no deja de incomodar. Me refiero a los invitados, desde luego —agrega rápidamente.
El pequeño espacio entre nosotros se llena con una tensión que me hace balancear el peso de un pie a otro, resultado de la incomodidad.
—Tengo entendido que la familia Carlsen fue muy cerca a los Wright… —comenta Brendan—. Me han hablado maravillas de ustedes.
—Ah, no me sorprendería saber que ha sido Aidan… —dice mi prima y mi corazón late de prisa al escuchar su nombre—; Es la cara más educada de la familia, sin ofender —responde Valencia con una sonrisa altanera. Juro que no suele ser así, ella es una princesa prudente.
Brendan sonríe como si entendiera algo que yo no. Quizás es porque estoy pensando en el nombre que ha pronunciado mi prima.
—Piensa que Aidan es el mejor de los Wright, le sorprenderá saber lo mucho que ha cambiado.
—No creo que sea tan desagradable como… —Ella mira a Denver—, otros.
—Bueno, él ha regresado a la ciudad y no está aquí. No es muy considerado…
Casi me ahogo con mi propia saliva al escuchar lo que dice Denver, ¿su hermano regresó? Mi cuerpo se congela, no puedo creer que él haya regresado. ¿Por qué no vino a mi boda?
Aidan Wright, un día se fue mientras yo lo esperaba, se fue dejando a una Samara con el corazón roto. Ya lo superé. El destino no nos volverá a unir y no puedo saber porqué me abandonó.