1. Errores...
Capítulo 1. Errores, coincidencias o el destino.
“Sonrían a la cámara por favor... felicitaciones ya están casados”
Esas palabras fueron el inicio de mi perdición.
Hace tres años le salve la vida a Francisco Montes y a cambio él se casó conmigo...
¿Cómo así?
Simple.
Yo estaba caminando por una avenida poco transitada, salí de casa de papá luego de discutir con él,
-- Es lo mejor para ti Camille – me dijo papá cuando me mostró un acuerdo de matrimonio.
Asi es... papá quería casarme con un desconocido, con alguien igual de poderoso que él, con alguien que según papá era lo mejor para mí, alguien que me facilite las cosas en la vida. Pero ¿Por qué yo?
¿Por qué debía casarme con alguien elegido por papá? Como toda chica rebelde no lo acepté, y no solo no lo acepté, sino que terminé peleando con él.
Soy su única hija, al menos debió preguntarme si estoy de acuerdo, pero no lo hizo... y ahora tres años después comienzo a comprenderlo todo.
Mi padre estaba enfermo, tenía miedo de morir y dejarme sola, por eso, junto a su mejor amigo decidieron mi matrimonio. Su nieto y yo.
Pero no voy a recordar aquello, lo único que puedo decirles es que no me casé con ese tipo, ni siquiera supe quien era él, simplemente rompí el documento y salí de casa diciendo que rompía con la familia Marchand... desde ese momento decidí que llevaría el apellido de mamá y me convertí en Camille Lirón.
Pero las cosas no terminaron allí, en el momento que salía de la exclusiva zona residencial un auto que venía a toda velocidad perdió el control, estrellándose contra un árbol... vivimos en una zona demasiado apartada de la ciudad, cualquier auto demoraría en pasar por acá horas, si es que alguno lo hacía a esa hora de la noche... así que, sin pensarlo mucho, corrí hacia él.
Pude ver a un hombre con el rostro cubierto de sangre, pensé en volver a casa y pedir ayuda, pero había caminado cerca de veinte minutos para salir de allí, la casa más próxima estaba a esa misma distancia, me tomaría al menos veinte minutos llegar a pedir ayuda... no había ningún guardia de seguridad, eso era algo extraño, pero no pensé más... debía salvar a ese hombre y debía hacerlo ya.
Abrí la puerta y saqué al tipo, al verlo lo pude reconocer... era el mejor estudiante en la universidad cuando yo recién ingresé... el rey del campus como lo llamaba todo el mundo.
Mi taxi estaba cerca, lo había pedido desde que salí de casa, pero no le di la dirección exacta, solo hice que me esperara en la parte de afuera, no me gustaba que la gente sepa hija de quien soy.
-- Vas a estar bien – susurré cuando lo oí quejarse. Con todas las fuerzas que tenía logré sacarlo y jalarlo por una cuadra hasta el auto que me esperaba allí.
-- ¿Señorita está bien? – me preguntó el chofer al verme llegar con aquel bulto.
Yo asentí, claro que estaba bien, cansada pero bien. Sin embargo, ese tipo no lo estaba.
-- Llévanos a la clínica más cercana por favor – le ordené, mientras me ayudaba a subir en el auto.
Ya en la clínica el hombre recibió atención, tenía un corte profundo en la cabeza, si no lo hubiera llevado en ese momento, antes de que alguien lo encuentre allí, hubiera muerto desangrado... al menos eso fue lo que dijeron los doctores.
-- ¿Usted es su tutora? – me preguntaron al verme. Sé que, en este país, cualquiera podría ser su tutora, así que asentí. Si no lo hacía, no recibiría atención.
-- Entonces debe llenar este formulario – me dijo una joven con uniforme de enfermera.
Lo recibí y leí lo que decía...
¿cómo podía llenar unos datos que no conocía?
Solo sabía que se llamaba Francisco y que era el rey del campus... al menos asi lo llamaban todos la primera vez que lo vi.
No podía dejar el formulario vacío asi que no lo pensé más y coloqué en él todos mis datos, mi nombre... claro con el apellido de mamá, el mismo que utilizo en la universidad... como dirección puse el número de habitación en el campus y saqué algo de dinero de mi tarjeta personal para cubrir algunos gastos.
Salí de allí esperando no volver a ver a ese hombre.... pero el destino no pensó igual.
A los pocos días Francisco se presentó en la universidad, parecía estar furioso conmigo, era como si alguien lo estuviera obligando a buscarme... y la verdad asi había sido.
Su abuelo al enterarse de lo que hice por él, lo envió para buscarme en persona.
-- Señorita Lirón – escuche que me llamó.
Al verlo lo pude reconocer, ya no estaba bañado en sangre y pude notar que era mucho más apuesto de lo que recordaba, no por nada era el rey en ese lugar.
Yo asentí.
-- Veo que ya está bien – le dije y lo vi fruncir el ceño. No entendí nada en ese momento... luego supe lo que había pasado.
-- Debe acompañarme... mi abuelo desea agradecerle por haberme salvado la vida – abrí mis ojos como platos, era cierto que le había salvado la vida, pero yo no quería nada a cambio, no necesitaba nada de él y mucho menos de su abuelo.
-- No es necesario señor... todo esta bien. Usted esta bien y yo... – dude un segundo, ya no tenía clases, pero lo mejor era inventarme alguna.
Si este tipo tuvo un accidente de auto, quizás no conducía tan bien y no pensaba exponer mi vida subiéndome con él.
Pero cuando iba a negarme, sentí que me tomaban del brazo, y antes de que pudiera reaccionar ya estaba montada en su coche... solo que esta vez no conducía él... había un chofer en el volante.
-- Lo siento, pero tengo una clase – le mentí.
-- No es verdad – me respondió serio... lo miré de reojo asombrada, me preguntaba cómo podría saberlo... luego supe que había averiguado todo sobre mí.
Por suerte en la universidad nadie sabe de quien soy hija, todos creen que estoy por una beca que gané en un concurso de letras... algo que es verdad... pero si lo supieran, lo más seguro es que no podría vivir en paz.
Pero resumiendo, cuando llegué a casa de su abuelo, este hombre prácticamente nos obligó a casarnos, y la verdad, pensando en el matrimonio que papá quería para mí, acepté sin dudar.
La única condición que puse es que sea privado, no necesitaba echar más leña al fuego con papá, y asi fue. Aunque al viejo no le gustó la idea, a mi esposo al parecer le encantó.
Y asi, me convertí en la esposa de Francisco Montes, la mujer más desdichada de este planeta...
En tres años de matrimonio no hemos tenido nunca intimidad, el día que registramos nuestro matrimonio Francisco me llevó de vuelta a la universidad... allí viví por algunos meses, sin saber nada de él... yo terminé el último año de estudios sola, y llevando mi vida de soltera.
A casa de papá no volví más... cuando él se enteró de lo que había hecho, no quiso saber nada de mí y lo comprendo. Aunque yo siempre estaba al tanto de él.
Lo que pasó en ese tiempo, ya se lo deben imaginar...me terminé enamorando de ese maldito patán.
El único que me trataba bien en su familia era su abuelo, y el falleció el año pasado, y desde ese momento mi vida ha sido un calvario.
Francisco nunca llega a casa a dormir, sus amigos me odian y su madre me detesta... y todo porque al parecer me culpan de haber provocado su accidente, todos creen, incluso él que chocó para no arrollarme,
¡tremenda mentira!
Según ellos era yo quien estaba detrás de él, incluso cuando se descubrió que estuvo conduciendo bajo los efectos de un somnífero, me culparon de habérselo puesto en la bebida, todo para que él no llegue a detener a su único y gran amor... la mujer que ha querido durante toda su vida... Valentina Cruz.
Estas cosas antes no las sabía, pero ahora sí...
Durante los tres años juntos en lo único que pensaba mi esposo era en su único y verdadero amor... que ilusa fui al pensar que él también se podría enamorar de mí.
Pero lo que no puedo soportar es que me trate como basura... porque no lo soy.
Hace una semana que me enteré de que Valentina había vuelto a la ciudad, y hace una semana exactamente que él ni siquiera ha vuelto a casa.
--Todo es tu culpa – escucho a diario las palabras de mi suegra.
-- Si no te hubieses puesto en su camino, mi Fran ahora estaría casado con Vale... ellos tendrían una familia y la herencia de los Montes no estaría en peligro –
-- ¿La herencia de los Montes? – me pregunté, no entendía bien lo que estaba pasando, pensé que el abuelo al morir le había dejado todo a Francisco, su único nieto...
-- No te hagas la inocente mujer... estas vacía por dentro. En tres años ni siquiera has podido darnos un heredero, como podríamos ahora luchar contra él –
-- ¿Él? – volví a preguntar y recibí una cachetada como respuesta.
Es increíble que me culpen por eso... un heredero ¿Cómo podría tenerlo si mi esposo nunca me ha tocado?
Pero claro eso no lo puedo decir... al menos no en voz alta.
-- Toma esto y llévalo al club, Francisco está esperando estos papeles ahora – me dijo mi suegra.
Recibí los papeles y la miré contrariada, tenemos muchos empleados en esta casa, pero siempre me toman a mi de mandadera... pero al menos me sirve para despejarme, al club rara vez he asistido, nadie sabe quién soy, quizás será un motivo para demostrarle a mi esposo que no soy la mujer que cree que soy... asi que escogí uno de mis mejores vestidos, le iba a demostrar a todos que la esposa de Francisco Montes era un cisne disfrazado de patito feo.
Salgo de la casa. Ahora conduzco un pequeño jeep. Es el peor auto de los Montes, tiene cerca de quince años de antigüedad, pero me sirve para movilizarme por la ciudad.
No tengo trabajo, porque Francisco no deja que salga de casa...
-- Debes quedarte y atender a mi madre – me había dicho cuando le mostré el contrató que firmaría con una importante empresa de economía, y como estaba enamorada lo acepté... ahora me arrepiento en el alma.
Llegue al club con los documentos, ya era de noche. No entendía que papeles podría necesitar Francisco a esta hora, pero cuando lo pude ver lo comprendí todo... él estaba allí, con Valentina sentada sobre sus piernas, y con sus amigos brindando por su amor... esto era lo que quería mi suegra que yo viera.
-- Es increíble que después de todo lo que haces, esa mujercita no quiera divorciarse de ti – le dijo uno de ellos.
-- Es verdad... en tres años no le has tocado un pelo, la mujer no se cansa de su virginidad – decía otro como burla.
-- No deben ser así, pobre muchacha... no tiene familia, seguro que esta impresionada con todo lo que la familia Montes le ha dado estos años – dijo la mujer que estaba montada en las piernas de mi esposo...
-- Es verdad, es todo un parasito... ni siquiera trabaja –
-- Dejen de hablar de cosas desagradables – esa era la voz de Francisco...
Asi que, hablar de mi era algo desagradable.
No lo podía creer.
No necesitaba seguir allí escuchando tanta estupidez, era la hija de Mariano Marchand y no necesitaba de ninguno de ellos.
Salí de allí con la mente en blanco, lo único que quería en ese momento era volver a casa, aceptar que me equivoqué y decirle a papá que aceptaba casarme con ese tipo desconocido... estaba caminando por el pasillo cuando una mano fuerte me detiene y jala de mí.
Me quedé congelada, fui arrastrada a una habitación a oscuras, todo estaba en silencio, lo único que podía escuchar era el jadeo y la respiración algo cortada de un tipo...
-- Déjeme ir, usted se ha equivocado – susurré. Debía gritar, pero algo me lo impedía.
-- ¡Shhh! – escuché y una mano cubrió mi boca, retrocedí solo para quedar pegada a la pared, pude sentir el enorme cuerpo de ese hombre sobre el mío.
“Maldición” pensé, debí gritar cuando pude hacerlo.
-- Ayúdame por favor – logré escuchar muy cerca del oído.
La piel se me puso chinita... no había aguantado tres años sin ser tocada por Francisco para terminar perdiendo lo más valioso que tenía con un desconocido.
-- ¡Por favor! Yo no puedo... soy casada – susurré como pude.
-- Te compensaré mujer – me dice y solo retira su mano de mi rostro para que sus labios encuentren los míos.
No puedo decir que era mi primer beso, pero si fue el más ardiente y húmedo que había recibido en mi vida. Intenté apartarme, pero no pude, cuando quise gritar ese tipo aprovecho para meter su lengua dentro de mi boca.
Lo quise morder, lo estaba arañando con ambos manos, pero ni así logré que me soltara... cogió mis manos con una de las suyas y las levantó para sujetarlas sobre la pared... había tirado los papeles que mi suegra me dio, pero no me interesan, estaba segura de que no eran nada importante, lo único que ella quería era que viera lo que ya vi... intenté buscar mi teléfono, pero lo había olvidado en casa por la prisa...
-- ¡Maldición! – pensé dentro de mí.
-- Por favor – le supliqué en un susurro,
-- Por favor te pido yo... ayúdeme o moriré – le escucho decir y su voz ahora estaba rara, parecía que estuviera con la lengua adormecida o algo así.
No sabía si había logrado morderlo mientras me besaba, y por eso esa reacción, pero hablaba como si estuviese intoxicado...
-- Mis enemigos me quieren muerto, ayúdame por favor – me dice y el recuerdo de las palabras de Francisco y sus amigos vuelven a mi...
“No le has tocado un pelo, la mujer no se cansa de su virginidad”
“Es verdad, es todo un parasito... ni siquiera trabaja”
“Dejen de hablar de cosas desagradables”
Eso más lo que mi cuerpo comenzaba a sentir, me hicieron tomar una decisión... debía separarme de Francisco, y debía salir de allí.
-- Si usted quiere le llamo a un servicio especial, yo… yo me he mantenido pura – lo escucho reír...
-- No estabas casada mujer... señorita soy un hombre importante y he sido drogado, si no me ayuda moriré en veinte minutos, no tengo tiempo. Ayúdeme por favor, no quiero dañarla se lo juro. Seré cuidadoso y se lo compensaré... si quiere me caso con usted – lo escuché con muchísima dificultad.
Al parecer me había convertido en la salvadora de moribundos, que estaban dispuestos a compensarme con el matrimonio... ja, ja. Mi vida parece una ruleta.
Estaba segura de que ya no podía hablar más, así que quise aprovechar la oportunidad para darle un golpe en sus partes íntimas.
Esperaba que esa droga lo haya dejado indefenso, ¿si ni siquiera podía hablar, como podría contra mí...? pero que equivocada estaba. Cuando levanté mi pierna para darle un golpe en los huevos todo da un giro inesperado, caí en la cama y él sobre mí.
-- Lo siento – fue lo último que dijo antes de que yo sintiera como sus manos levantaban mi vestido y rompían mi ropa interior, de pronto su enorme masculinidad invadía mi cuerpo lentamente, no tuve tiempo de nada.
-- Lo lamento – volví a escuchar antes de que sus labios sellaran los míos, y lo único que se podía escuchar era lo siento en cada estocada que me daba, cerré los ojos y las lágrimas corrían por mis mejillas mientras que este desconocido las absorbía para él...
¿En qué momento dejé de sentir dolor? comencé a preguntarme, el dolor inicial había pasado y de pronto me sentía en un sueño erótico, esos que tienes después de haber estado con tu esposo por tres años sin haber recibido una caricia de placer... en ese momento me di cuenta de la realidad.
No era más que un estorbo para él, una parasito que lo había alejado de su amor verdadero, fue entonces cuando me propuse disfrutar...
Mi cuerpo aceptaba cada caricia de este desconocido, el temblor y las palpitaciones en mi centro de feminidad eran nuevas y placenteras para mí, el nudo que se formaba en mi vientre duro y ese chorro que lanzaba mi v****a y que no podía ocultar más.
Mi garganta comenzó a lanzar gemidos de placer...
Me olvide de todo, me olvide que era la esposa de Francisco Montes y me olvide que era la hija de Mariano Marchand... por ese momento que pareció mágico y eterno solo fui yo... Camille Marchand Lirón.